El que, creyendo en la promesa de Dios revelada en la Pascua, espera la vuelta del Señor y se esfuerza por vivir en el horizonte de la esperanza que no defrauda, experimenta la alegría de sentirse amado, envuelto y custodiado por la Trinidad santa. Como las vírgenes prudentes de la parábola, espera al Esposo, alimentando el aceite de la esperanza y de la fe con el alimento sólido de la Palabra, del pan de vida y del Espíritu Santo que se nos da en la Palabra y en el pan. Vivir la espiritualidad de la espera significa experimentar la dimensión contemplativa en la profunda conciencia de la absoluta primacía de Dios sobre la vida y sobre la historia. Por eso la actitud espiritual de la vigilancia es un constante remitir, al Señor que viene, nuestra vida y la historia humana, en la luz de la fe que nos hace caminar como peregrinos hacia la patria y nos permite orientar hacia ella todas nuestras acciones. La total orientación del corazón a Dios colma a la persona de la alegría y de la paz propias del que vive las bienaventuranzas. Naturalmente no se experimenta la bienaventuranza del que ya ha llegado, sino aquella otra, humilde y confiada, de quien, en la pobreza y en el sufrimiento, en la mansedumbre y en la sed de justicia, en la custodia del corazón y en la construcción de relaciones de paz, se sabe sostenido por el amor del Señor que ha venido, viene y volverá en el último día. La espiritualidad de la espera exige, por tanto, una pobreza de corazón para estar abiertos a las sorpresas de Dios, la escucha perseverante de su Palabra y de su silencio para dejarnos guiar por él, docilidad y solidaridad con los compañeros de viaje y los testigos de la fe que Dios nos pone al lado en el camino hacia la meta prometida.
Carlo María Martini, Diccionario Espiritual, PPC, Madrid, 1997
Fuente: Diccionario Espiritual
La palabra aparece en las Escrituras como sustantivo y como verbo. Hay varias palabras que se usan en los idiomas originales para esta idea, pero la más frecuente es la raíz hebrea ʾāraḇ, que significa «acechar, emboscar, etc». También es la raíz de «despertar», «observar» y «árabe». Como sustantivo esta palabra significa una emboscada, un complot o una vigilia, y se usa en tres diferentes formas. (1) Estar al acecho (Dt. 19:11; Jos. 8:4). En Jue. 9:25 la RV60 tiene, «Y los hombres de Siquem pusieron hombres en emboscada contra él …», (2) hacer emboscada, Jue. 16:2, «y ellos le rodearon, e hicieron emboscada para él toda la noche» (cf. Jer. 9:8). (3) Poner por asechanza, como en Nm. 35:20, «Pero si lo empuja por odio, o le arroja por asechanza …». La RV60 tiene aquí, «poniéndole asechanzas».
Cuando espera se usa como verbo, se usa en diversas formas. Es usado (1) para expresar la paciente espera de Dios para con los hombres (Is. 30:18; 1 P. 3:20), (2) para expresar expectación (Lc. 12:36; Hch. 10:24; 2 Ts. 3:5), (3) en el sentido de servir o ministrar a otros (2 Cr. 13:10; 1 Co. 9:13), (4) para referirse a la fe del creyente que está listo para escuchar a Dios y está cierto de que Dios le hablará, y de que verá una demostración del poder de Dios (Sal. 33:20; 37:7; Is. 40:31; Ro. 8:19).
Arnold C. Schultz
RV60 Reina-Valera, Revisión 1960
Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (226). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Fuente: Diccionario de Teología