TETRAMORFO, CUATRO VIVIENTES

(-> Mercaba, Ezequiel, Isaí­as). Los animales aparecen desde antiguo como signo de Dios, de tal forma que ha podido hablarse de un bestiario divino, de una zoolatrí­a. La Biblia ha desdivinizado a los animales, pero ha vuelto a introducirlos dentro de un entorno religioso, como sí­mbolos de la divinidad. Podemos tomar un texto de referencia: «Delante del trono habí­a como un mar de vidrio semejante al cristal; y junto al trono, y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás. El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era semejante a un toro; el tercero tení­a rostro como de hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando. Y los cuatro vivientes tení­an cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos. Ni de dí­a ni de noche cesan de decir: ¡Santo, Santo, Santo es el Señor Dios Todopoderoso, que era y que es y que ha de venir!» (Ap 4,6-8). Estos Vivientes son una señal de la plenitud del mundo: cuatro puntos cardinales, cuatro realidades básicas (cielo, tierra, mar, agua dulce: Ap 8,7-14; 14,7; 16,1-8), cuatro vivientes o animales. Están tomados de la tradición de Ez 1,10 (los vivientes tení­an cara de hombre, de león, de toro y de águila) y de Is 6,2-3 (cantan al Dios de la santidad). Expresan el carácter cósmico y vital del ser humano, unido al águila, toro y león. Algunos de esos animales han sido divinizados en el entorno israelita: Toro de Baal o de Yahvé (cf. Ex 32), Aguila romana… Pero aquí­, junto al Trono cósmico de Dios, ellos ejercen una función de servicio y liturgia en el drama que sigue (cf. Ap 6,1-7; 7,11; 14,3; 15,7; 19,4). Al final, en la Ciudad de la presencia inmediata de Dios (Ap 21,1-22,5), ellos desaparecen, lo mismo que los veinticuatro Ancianos: han cumplido su función, no son necesarios sus ojos penetrantes y su canto. La tradición cristiana les ha seguido vinculando al anuncio del Evangelio, representado de forma cuádruple por esos animales: León-Marcos, HombreMateo, Toro-Lucas, Aguila-Juan; ellos son figura del Cristo pleno que vendrá cumpliendo lo que en ellos está simbolizado.

Cf. F. Froger y J. P. Durand, Lc bestiaire de la Bible, Deslris, Parí­s 1994.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra