(-> crítica bíblica). El método estructuralista ha sido muy empleado en el estudio de la Biblia, sobre todo en el ámbito francófono, en los últimos treinta años. Este método utiliza elementos de semiótica y semántica y analiza el texto como un todo lleno de sentido, donde los diversos componentes se iluminan entre sí, dentro de una lógica que viene dada por la referencia mutua de los signos y temas en el conjunto. Deja a un lado los componentes exteriores (autor, historia del surgimiento) y analiza el texto en sí, como un todo bien estructurado, conforme a leyes que el mismo texto manifiesta. Un método de este tipo es muy importante para el estudio de una obra como la de Lucas (Lc-Hch), porque el mismo autor afirma, al comienzo de su evangelio: «después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, he querido escribírtelas por orden, excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido» (Lc 1,34). Eso significa que, a su juicio, el orden de la narración está vinculado a la verdad de su contenido. Eso significa que la estructura del texto va siguiendo las líneas de fuerza de la narración. Pero ese método puede resultar aún más importante para textos que vinculan y ensamblan unidades temáticas: entre los ejemplos más claros del Nuevo Testamento está el evangelio de Mateo, con sus cinco discursos (Mt 5-7; 10; 13; 18; 23-25) o los diversos momentos del argumento de Pablo en la primera parte de la carta a los Romanos (Rom 1-4), donde la verdad del texto resulta inseparable del orden y despliegue de sus diversos argumentos y contraargumentos. El análisis estructural puede incluir tres momentos: (1) Visión de conjunto del texto, entendido como unidad significativa. (2) Estudio detallado de cada sección, tomada por sí misma, destacando las implicaciones de contenidos y palabras. (3) Nueva visión de conjunto, que permite trazar las líneas básicas del contenido de un libro.
Cf. C. CHABROL y L. MARíN, Semiótica narrativa: relatos bíblicos, Narcea, Madrid 1979;D. MíNGUEZ, Pentecostés. Ensayo de semiótica narrativa en Hch 2, Istituto Bíblico, Roma 1976.
PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007
Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra
Movimiento cultural del siglo xx, que se ha desarrollado principalmente en Europa, caracterizado por un método de comprensión que toma como modelo las ciencias exactas y aplica las estructuras lógicas y matemáticas al análisis del pensamiento y del comportamiento humanos. El estructuralismo se desarrolló específicamente en el terreno de las ciencias humanas y sociales. Es también una ideología, en la medida en que el método implica una concepción epistemológica y un planteamiento filosófico. El estructuralismo es una corriente muy diferenciada y sus representantes no siempre están de acuerdo en la definición de estructura. Según J Piaget, «una estructura es un sistema. de transformaciones que en cuanto sistema supone ciertas leves (en oposición a las propiedades de -los elementos) Y que se conserva o enriquece a traves del propio juego de sus transformaciones, sin que éstas vayan más allá de sus fronteras o recurran a elementos exteriores. En una palabra, una estructura implica los tres caracteres de totalidad, transformación y autorregulación» (Le structurallisme, 1968). Las estructuras no son realidades últimas de carácter metafísico; metodológicamente, son principios de explicación; en sí misas, son formas inconscientes, prerreflexivas y colectivas, que están en la base de todo el comportamiento humano y de todas las operaciones mentales, que son inaccesibles a la observación inmediata.
El análisis estructuralista no se interesa por los influjos causales ni por los condicionamientos históricos, geográficos, etc.; propone más bien un estudio sincrónico de la realidad. El estructuralismo reconoce como precursores a F. de Saussure, S. Freud, K, Marx, y más inmediatamente al estructuralismo lingüístico de R. Jakobson, Troubetzkoy, etc.
El estructuralismo ha ejercido una gran influencia en las más diversas disciplinas. C. Lévi-Strauss lo aplicó a la etnología, J. Piaget a la psicología y a la pedagogía, J Lacan al psicoanálisis, L. Althusser al análisis del marxismo, R. Barthes a la crítica literaria, M. Foucault al terreno filosófico (aunque rechazaba el título de filósofo y de estructuralista). J Derrida propone como tarea de la filosofía la retlexión sobre los signos. El análisis estructuralista se ha aplicado también a la exégesis bíblica (cf Yanini).
Algunos pensadores han considerado que la teología no puede eludir el reto del estructuralismo si quiere mantener un rigor científico. Sin embargo, la teología, en cuanto ciencia de la fe, no puede reducirse al analisis estructural, aunque desde el punto de vista metodológico pueda encontrar en él alguna inspiración.
E. C. Rava
BibI.: F Kambartel, Estructura, en CFF, 11. 57-67; J. M. Broekmann, El estructuralismo, Herder Barcelona 1974; Equipo «Cahiers Evangile», Iniciación al análisis estructural, Verbo Divino, Estella 1978: A. Grabner-Haider, Semiótica – y teología, Verbo Divino, Estella 1976.
PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995
Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico
El e. lo mismo como método (análisis estructural) que como ideología, hacia lo cual degenera siempre el método, partiendo de Francia se ha hecho un fenómeno típico de nuestra época.
1. «La historia de la conciencia occidental pasa de la sustancia a la estructura», del «ser, que posee su propia subsistencia y su determinación interna» (H. Rombach), a otra manera de ver que difícilmente se puede resumir en una definición y que sin duda fue objeto de reflexión por primera vez en la «psicología de la estructura» de W. Dilthey. A su discípulo E. Spranger se debe esta fórmula: «Una edificación o estructura articulada constituye una forma de la realidad cuando es un todo en el que cada parte y cada función parcial hace una aportación importante para la totalidad, y por cierto de tal manera que la construcción y la función de cada parte estén condicionadas a su vez por la totalidad y sólo sean comprensibles a partir de ella» (Psicología de la edad juvenil, Rev. Occ. Ma., p. 8).
Además de este análisis estructural con una orientación preferentemente filosoficopsicológica, el cual a través de Jean Piaget y su discípulo Lucien Goldmann (psicólogos de Ginebra) ha introducido en el e. francés las categorías de la totalidad y de la función, son ante todo las categorías marxistas de la última base determinante (infraestructura), y el inconsciente freudiano, que estructura ocultamente nuestras acciones conscientes, los que han influido en Claude LéviStrauss, el padre del e. francés. Para LéviStrauss y el e. procedente de él, el único que aquí exponemos, es decisiva la ciencia estructural del lenguaje, tal como la fundó entre 1906 y 1911 Fernando de Saussure, lingüista de Ginebra, y ha seguido desarrollándose en el círculo lingüístico de Praga (N.S. Troubetzkoy, Roman Jakobson) y en el de Copenhague. Si en la lingüística anterior predominaba el punto de vista diacrónico, es decir, se estudiaban preferentemente el origen de cada lengua y de sus elementos, así como sus cambios en el transcurso de la historia, desde Saussure se tiende más a una consideración sincrónica del lenguaje, a la descripción del sistema de una lengua y a la investigación de la estructura que la determina, haciendo abstracción del cambio histórico. Las categorías marxistas y freudianas han hallado su confirmación en la lingüística estructural por cuanto se considera la lengua como el hecho social, y se ha descubierto cómo el sentido que percibimos conscientemente a nivel de vocabulario, de gramática y de frases, en último término se debe a una inconsciente actividad compositora, la cual sigue reglas totalmente determinadas, que son investigadas por la lingüística moderna con el fin de reducirlas a pocas reglas fundamentales con validez universal.
2. El análisis estructural así orientado a la ciencia del lenguaje se refiere por tanto en primera línea a los sistemas de significación en sí, que el hombre se ha creado (le structural), y prescinde (a diferencia de los análisis estructurales en la psicología y en las ciencias naturales) de la pregunta sobre la medida en que el sistema de signos corresponde a la «realidad objetiva» (le structurel) significada por él. La finalidad del análisis estructural es desmembrar un sistema existente de significación, lo más cerrado posible, de tal modo que salgan a la luz las reglas según las cuales él está compuesto y funciona. Esta «actividad estructural» (R. Barthes) se puede describir de manera simplificada en dos pasos: en el primero, el de la desmembración (découpage), se determinan las «estructuras elementales», las unidades mínimas de las que se compone cada sistema. Tales unidades – y esto es un presupuesto fundamental del e. tomado del análisis lingüístico- no se pueden definir por su «substancia», sino por su relación diferencial con las otras unidades, por diferencia y límite. Ya el elemento originario del sistema debe entenderse como «estructura», donde el más mínimo cambio produce la modificación del todo. En un segundo paso -el de la composición (agencement) – se observan las reglas de asociación y composición de las «estructuras elementales» determinadas en la forma expuesta, reglas en virtud de las cuales esas estructuras elementales originan el respectivo sistema o, más exactamente, su forma típica.
3. Aparte del sistema del lenguaje, el campo de aplicación del análisis estructural lo ha insinuado Saussure mismo: «El lenguaje es un sistema de signos que expresan ideas, y en este sentido puede compararse a la escritura, al alfabeto de sordomudos, a los ritos simbólicos, a las formas de cortesía, a las señales militares, etc. El lenguaje es solamente el más importante de estos sistemas. Cabe concebir, pues, una ciencia que investigue la vida de los signos en el marco de la vida social…, la llamaremos semiología. Esta nos enseñaría en qué consisten los signos y qué leyes los regulan» (Curso de lingüística general, 1931, cap. 3). En último término el análisis estructural se puede usar en todo sistema de signos. La genial ocurrencia de Lévi-Strauss, por la cual él ha hecho famoso el e., consistió precisamente en aplicar los principios de la lingüística estructural a los sistemas, tan confusos a primera vista, de regulación de matrimonios entre los primitivos, deduciendo estos sistemas del principio del cambio. Pero están más a la mano los sistemas literarios de significación, por lo cual LéviStrauss mismo ha estudiado los mitos y los investigadores de la literatura someten los poemas a un análisis estructural. Además del arte, del cine, de la moda, la propaganda y la prensa, se pueden analizar los sistemas filosóficos y teológicos; y particularmente la Biblia es también objeto apropiado de este análisis.
4. La versión ideológica del e. consiste en que se da un carácter general y absoluto a los principios metódicos, y las abstracciones metódicas se convierten en negaciones con matiz ontológico. El descubrimiento del papel que desempeña lo inconsciente en la composición de los sistemas humanos de signos, conduce a negar la posición de sujeto consciente por parte del hombre y a considerar como una ilusión la libertad y la responsabilidad. A esto ha contestado Sartre: «La desviación inicial, que hace desaparecer al hombre detrás de las estructuras, implica en sí misma una negatividad: el hombre aparece detrás de esta negación. Un sujeto o una subjetividad existe en el momento en que se inicia un esfuerzo por ir más allá de la situación dada, conservándola a la vez. Este ir más allá es el auténtico problema. Hay que comprender cómo el sujeto o la subjetividad, sobre una base que le precede, se constituye por un continuo proceso de interiorización y de renovada exteriorización» (Alternativa 54, página 132). El código anterior a toda convención de un sentido, el cual se substrae a la disposición de los hombres y late en todos los sistemas, hace que la pregunta por el sentido especial de una composición se presente como secundaria e incluso carente de significado, pues se trata de un juego coordinado en el marco de un sentido o de un absurdo general. Pablo Ricoeur responde a Lévi-Strauss: «Para Vd. no hay ningún «mensaje», no en el sentido de la cibernética, sino en el sentido kerygmático. Vd. desespera del sentido, pero se salva por el pensamiento de que, si bien la gente no tiene nada que decir, sin embargo habla de tal manera que es posible someter sus palabras al e. Vd. salva el sentido, pero es el sentido de lo absurdo, la admirable disposición sintáctica de un discurso que no dice nada. En Vd. se unen el agnosticismo y una hiperinteligencia de la sintaxis. Por esto es Vd. fascinante e inquietante a la vez» («Esprit», nov. 1963, p. 652). La constancia por principio de las estructuras, cuya mutabilidad es solamente exterior, y cuya dimensión única excluye las diferencias de nivel, conduce al vaciamiento de las categorías «historia», «evolución», «progreso», «revolución», «infrahumano», «humano», etc. El hombre mismo aparece en último término como mera «máquina, quizá más perfecta que las demás, la cual trabaja en la disolución de un orden originario, y con ello lleva la materia organizada a un estado de inercia, que un día será definitiva» (Lévi-Strauss, Tristes tropiques, p. 367). Para finalizar, citemos de nuevo a Sartre, según el cual «el hombre siempre está más allá de las estructuras que lo condicionan, pues hay en él algo distinto que le hace ser lo que es. No entiendo, pues, que alguien se pare en las estructuras; para mí esto es un escándalo lógico» (ibid., p. 133).
BIBLIOGRAFíA: C. Lévi-Strauss, Tristes Tropiques (P1955); idem, Le cru et le cuit (P 1964); idem, Du miel aux cendres (P 1966); idem, Antropología estructural (Eudeba BA 1968); idem, L’origine des maniéres de fable (P 1968); idem, La pensée sauvage (Plon P 1962); R. Barthes, Mythologies (P 1960); idem, Critique et vérité (P 1966); idem, Systéme de la Mode (P 1967); L. Althusser, Lire le Capital (P 1966); M. Foucault, Las palabras y las cosas (Siglo XXI Méx 1968); J. Lacan, Ecrits (P 1966); A. J. Greimas, Sémantique structurale (P 1966); L. Sebag, Marxismus and Strukturalismus (F 1967); J. M. Auzias, Clefs pour le structuralisme (P 1967); J. B. Fages, Comprendre le structuralisme (P 1967); Y. Simonis, Claude Lévi – Strauss ou la Passion de Pincesto, (P 1968); J. Piaget, El estructuralismo (Proteo BA 1968); idem, La génesis de las estructuras lógicas elementales (Guadalupe BA 1967); L. Aithusser, La revolución teórica de Marx (Siglo XXI Méx 1968); U. Jaeggi, Ordnung and Chaos (F 1968); G. Schiwy, Strukturalismus and Theologie: PhTh 43 (1968) 523541; ídem, Der franzósische Strukturalismus (Reinbek 1969); idem, Strukturalismus and Christentum (Fr 1969).
Günther Schiwy
K. Rahner (ed.), Sacramentum Mundi. Enciclopedia Teolσgica, Herder, Barcelona 1972
Fuente: Sacramentum Mundi Enciclopedia Teológica