(-> discípulos, apóstoles, Iglesia, Pedro). Doce es un número simbólico, que alude a las tribus de Israel, que aparecen vinculadas a los doce hijos de Jacob-Israel (cf. Gn 35,22); es el número de las doce piedras sagradas de la montaña del pacto (Ex 24,4) y del santuario de Gilgal (Jos 4,1-9); doce son también las piedras preciosas del pectoral del sumo sacerdote (Ex 39,14).
(1) Jesús y los Doce. Fundado en ese simbolismo y queriendo dirigir su mensaje al conjunto de Israel (y no a un pequeño resto), Jesús ha escogido doce discípulos especiales, compañeros suyos, que actúan como delegados de su obra, portadores de su anuncio en Israel (Mc 6,6-13). Marcos les presenta como espejo de fragilidad: siguen a Jesús, pero sin entenderle; le acompañan, pero al fin le rechazan (Mc 14,50). Ese rechazo simboliza el fracaso (al menos temporal) de su mesianismo, que quiebra al quebrarse la misión judía. El libro de los Hechos supone que tras la defección de Judas, Pedro volvió a instituir el grupo de los Doce (con la elección de Matías: Hch 1,15-36). La institución de los Doce tuvo sin duda una importancia en el comienzo de la Iglesia y así la cita 1 Cor 15,5. Pero todo nos permite suponer que ella perdió relativamente pronto su importancia, tras el surgimiento de los helenistas (Hch 6-7) y el despliegue de la Iglesia de Santiago* y los parientes de Jesús en Jerusalén. Los evangelios sinópticos recuerdan su presencia y función durante el tiempo de Jesús, pero tras la pascua pierden su importancia. El joven de la tumba vacía de Mc 16,7 no alude ya a ellos, sino que habla con las mujeres, refiriéndose a los discípulos (en general) y a Pedro. El final canónico de Marcos (16,14) y el de Mateo (28,16) tampoco aluden a ellos, sino que se refieren más bien a los Once, como si el grupo de los Doce hubiera fracasado. Lc 24 no los cita ya y parece que su autoridad se pierde en el pasado, lo mismo que en Jn 20; por su parte, Jn 21,2 habla de siete discípulos misioneros de Jesús y no de doce. De todas maneras, ellos han sido muy importantes y Hch 1-6 los presenta como signo de una autoridad esencial, como testigos de Jesús para los judíos: han sido y siguen siendo símbolo y principio de salvación para el Israel escatológico.
(2) Notas de los Doce. Jesús no buscaba un resto, ni un pequeño grupo de pureza, sino a todo Israel y como signo de totalidad ha convocado a Doce, que no son estructura administrativa, ni poder sagrado, sino garantía de la misión e identidad israelita de Jesús. No son guerreros ni escribas, no destacan por sabiduría o riqueza. Son hombres de pueblo, de Galilea, no de Jerusalén (cf. Hch 1,11; 2,7; Mc 14,70 par), y pueden convertirse en signo de autoridad cristiana, (a) Son varones, como los hijos de Israel (= Jacob), pero no importan como tales, sino como personas, pues su tarea no es iniciar una genealogía, sino representar desde Israel a todos los humanos, varones y mujeres, (b) Son galileos, pero no han logrado convertir a Israel (por eso aparecen después como signo de la humanidad). Son una señal truncada y abierta: aluden a Israel, son palabra misionera para los gentiles (cf. Rom 9-11). (c) Son autoridad no siendo jerarquía. Una tradición posterior los ha hecho garantes del colegio episcopal, como si hubieran sido los primeros doce obispos de la Iglesia. Pero ellos no lo fueron, ni su misión se ha transmitido a una jerarquía separada, sino al conjunto de la Iglesia. Son memoria del tiempo de Jesús y del comienzo cristiano: recuerdan que la misión israelita debe mantenerse hasta que todo Israel sea salvado (Rom 11,25) ; su tarea queda pendiente para el futuro de la Iglesia. Los cristianos posteriores han iniciado y realizado una eficaz misión a los paganos, instituyendo jerarquías y autoridades sacrales, más propias del entorno cultural que del mensaje de Jesús y de la herencia israelita. Quizá ha llegado el momento en que la Iglesia pueda redescubrir a los Doce como signo de misión judía. Fracasaron al principio, su tarea se mantiene. No podemos misionar a los gentiles si perdemos la base israelita y la identidad judía de Jesús, (d) Expresan la raíz israelita de la Iglesia. Otros signos se volvieron secundarios: templo y escribas, purificaciones esenias y separación farisea… Pero éste resulta esencial y así lo recuerda Jesús, expresando en los Doce su llamada a todos los marginados del entorno. Ellos representan el tronco base del olivo de la Iglesia, donde están injertadas las ramas silvestres de los olivos gentiles (cf. Rom 11,11-24). (e) Vinculan pasado y futuro de la Iglesia. Conservan la memoria de las tribus de Israel y actualizan el proyecto de Jesús, que ha querido reunir a todos los israelitas. Al mismo tiempo, son signo escatológico, camino que conduce a la Ciudad universal de Doce puertas y cimientos que son los patriarcas de Israel y los apóstoles del Cordero (cf. Ap 21,14). Por eso, siendo israelitas, se vuelven señal universal, muro abierto para judíos y gentiles (cf. Ef 2,11-22).
Cf. J. Mateos, LOS Doce y otros seguidores de Jesils en el evangelio de Marcos, Cristiandad, Madrid 1982.
PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007
Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra
Véase APí“STOL.
Fuente: Diccionario de la Biblia