COMER JUNTOS

El Evangelio (Gal 2,5.14) (-> multiplicaciones, comidas, pan). La primera gran disputa y mptura de la Iglesia ha surgido en torno a la comida. Al principio, los cristianos de tipo judí­o han mantenido las normas alimenticias del judaismo, aunque quizá de un modo más liberal, insistiendo en el pan compartido más que en las normas de pureza. Pero en el momento en que los helenistas* han ofrecido el evangelio de Jesús a los gentiles, creando así­ comunidades de cristianos liberados de las normas de pureza judí­as, ha surgido el problema. ¿Pueden los paganos hacerse cristianos, seguidores de Jesús, Mesí­as de Israel, sin estar circuncidados? Más aún, ¿pueden comer los cristianos de origen judí­o con otros cristianos, de origen gentil, que no respetan las normas alimenticias del judaismo? ¿Pueden celebrar la misma eucaristí­a o están condenados a mantenerse en grupos diferentes, sin que la fe en Cristo y la comunión mesiánica implique comer juntos el pan y el vino? (1) La respuesta del Concilio. El llamado concilio* de Jerusalén ha establecido una ley básica, permitiendo que los cristianos de origen gentil tengan que cumplir sólo unas normas generales, vinculadas a Noé* (Gn 9,1-7), limitándose a abstenerse «de la contaminación de los í­dolos, de la fornica ción (prostitución*), de la carne ahogada [no bien sangrada] y de la sangre» (cf. Hch 15,20.29). Esa ley puede aplicarse de un modo general, pero no resuelve el tema concreto de las comidas compartidas: ciertamente, los cristiano-paganos no están obligados más que a eso, de manera que ellos no tendrán dificultades en comer con judí­os; pero los judeocristianos ¿podrán soportar que a su lado haya personas que coman alimentos que para ellos son impuros, según la ley de Lv 17 y Dt 14? Más aún, ¿podrán comer unos y otros de la misma mesa, aunque no coman la misma carne? Está además en el fondo el tema de los idolocitos* (carne ofrecida a los í­dolos).

(2) Testimonio de Pablo. Desde aquí­ se ha de entender el testimonio vibrante de Pablo, en la carta a los Gálatas, que empieza hablando de la comunión eclesial, de la fe compartida, de la unión de los cristianos de origen judí­o y gentil, en la comunidad primera de Antioquí­a. Luego sigue: «Pero cuando vino Cefas a Antioquí­a, me enfrenté con él cara a cara, porque era digno de reprensión. Pues antes que llegaran algunos del grupo de Santiago, comí­a con los gentiles; pero una vez que aquéllos llegaron, se le vio recatarse y separarse por temor de los circuncisos. Y los demás judí­os le imitaron en su hipocresí­a, hasta el punto de que el mismo Bernabé se vio arrastrado por la hipocresí­a de ellos. Pero en cuanto vi que no procedí­an con rectitud, según la verdad del Evangelio, dije a Cefas en presencia de todos…» (Gal 2,11-20). Precisamente aquí­, en el lugar donde se plantea la separación de comunidades en torno a la mesa o la comida unitaria, se está decidiendo la verdad del Evangelio (he aletheia ton euangeliou: Gal 2,5.14). Esa verdad, que constituye el primer dogma cristiano, no se identifica con una declaración teórica sobre Dios o sobre Cristo, sino en el don y tarea de comer juntos, superando así­ la oposición que la ley de pureza ha marcado entre judí­os y gentiles, ricos y pobres, hombres y mujeres (para utilizar la terminologí­a de Gal 3,28). El judaismo habí­a sancionado unas barreras alimenticias de tipo sacral y social, económico y de género (varones y mujeres). Jesús ha comenzado rompiendo esas barreras, pero luego, parte de su Iglesia no ha sabido aplicar los principios de Jesús (reinterpretados, por ejemplo, en Mc 7,1-23), levantando nuevas murallas humanas entre cristianos de origen judí­o y gentil (ricos y pobres, varones y mujeres, libres y esclavos…). Pues bien, Pablo se enfrenta con el tema y responde de forma radical y emocionada, defendiendo la verdad del Evangelio, que se concretiza en la mesa común para todos los creyentes (para todos los hombres).

Cf. J. J. Bartolomé, El evangelio y su verdad. La justificación por la fe y su vivencia en común. Un estudio exegético de Gal 2,5.14, LAS, Roma 1988.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra