(Ap 2-3) (-> Iglesia, siete, carismas). Dirigidas por Juan, el profeta, a siete iglesias de Asia (zona de la actual Turquía): a Efeso (Ap 2,1-7), Esmirna (Ap 2,8-11), Pérgamo (Ap 2,12-17), Tiatira (Ap 2,18-29), Sardes (Ap 3,1-6), Filadelfia (Ap 3,7-13) y Laodicea (Ap 3,14-22).
(1) División. Pueden dividirse en tres grupos, (a) En el centro queda la comunidad que puede servir de referencia, Tiatira (carta 4a), que refleja de manera ejemplar (personificadas en Jezabel, antitipo de la Prostituta de Ap 17) las tensiones del conjunto de las comunidades. (b) Las cartas pares del centro, dirigidas a Esmirna y Filadelfia (cartas 2a y 6a), contienen un veredicto positivo: desde su pobreza y carencia de poder, esas comunidades se mantienen fieles a Cristo, (c) Las impares contienen unos veredictos de carácter más condenatorio, con acusaciones menos duras en las dos primeras, dirigidas a Efeso y Pérgamo (cartas Ia y 3a), y más fuertes en las dos últimas, dirigidas a Sardes y Laodicea (cartas 5a y 7a). Estas cartas no son una apología dirigida a paganos que quieren comprender el cristianismo, sino profecía dirigida a los cristianos, que tienen problemas internos y externos.
(2) Problema eclesial. En el fondo de las cartas se expresa un problema interior de las iglesias, formado por los que Juan llama falsos apóstoles, vinculados a los nicolaítas (Efeso, carta Ia, y Pérgamo, carta 3a), misioneros ambulantes (distintos de los Doce apóstoles del Cordero: 21,14) que defienden la participación de los cristianos en los idolocitos* (comidas sacrales/sociales del ídolo imperial) y en la prostitución*, que implican un gesto de fidelidad al signo sacral de Roma (reflejado en las bestias* de Ap 13). Esa misma enseñanza es la que defienden los discípulos de una profetisa a la que Juan ha puesto el mote de Jezabel* (que aparece en la carta 4a, dirigida a Tiatira). Parece que muchos cristianos han aceptado en un nivel los dictados del paganismo oficial (cultural, social y militar) de Roma. Con fuerte lenguaje profético, escribe Juan contra ellos, exigiendo fidelidad a Jesús y resistencia frente a Roma.
(3) Relación con el judaismo. Significativamente, las dos iglesias más frágiles por su pobreza y falta de poder (Esmirna y Filadelfia: 2a y 4a) son para Juan las más fuertes, aunque están amenazadas por el riesgo de aquellos que él llama falsos judíos, que expulsan de su seno a los cristianos, privándoles de la protección social que el judaismo gozaba dentro del imperio. En otro tiempo, los judeocristianos podían presentarse como miembros de la sinagoga: un grupo dentro del judaismo. Ahora se han cerrado las fronteras: según el Apocalipsis, el falso judaismo, vinculado a sus purezas y gestos nacionales, ha dejado a los cristianos sin defensa legal ante el imperio; el autor apocalíptico responde con dureza, llamando a esos judíos sinagoga de Satán y defendiendo lo que a su juicio constituye el verdadero judaismo de la Iglesia.
(3) Problema frente a Roma. Quizá otros cristianos (nicolaítas y jezabelianos) no lo han visto así o han resuelto las dificultades de otras formas, separando el aspecto social y religioso de la vida: de esa forma han podido pactar con Roma, siendo romanos en lo externo y cristianos en lo interno. Para Juan, ese pacto es imposible, porque el Evangelio es un programa y estilo de vida total: por eso los cristianos deben presentarse como resistentes ante Roma, como hombres y mujeres que rechazan la comida y la fidelidad del imperio. A su juicio, la Iglesia debe convertirse en comunidad humana integral.
Cf. M. Oiiver Román, «El Septenario de las caitas a las Iglesias (Ap 1,4-3,22)», Commnnio/Sevilla 9 Q976) 377-439; A. Puig, Cartas a las Siete Iglesias, Emaús 14, Pastoral Litúrgica, Barcelona 1995; X. Pikaza, El Apocalipsis, Verbo Divino, Estella 1999; U. Vanni, Lectura del Apocalipsis. Hermenéutica, exégesis, teología, Verbo Divino, Estella 2005.
PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007
Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra