(-> ley, gracia, juicio, éxodo, sabiduría, Magníficat). El tema de la antítesis o de las diversas suertes de los hombres constituye el motivo central de los grandes cantos del Antiguo Testamento (el de Ana*, Débora* y Moisés*). También está en el centro del Magníficat* y ha sido desarrollado en la trama de Ester*, que los judíos siguen recordando en la fiesta de los Purim*. Aquí destacamos, por su importancia teológica, las antítesis del libro de la Sabiduría y las del Sermón de la Montaña, según san Mateo.
(1) El libro de la Sabiduría. Ha desarrollado y convertido el tema de las antítesis en principio de interpretación de la historia, partiendo del relato del Exodo, que había distinguido ya la suerte de los hebreos y de los egipcios. Este es el tema de las siete antítesis con las que Sab reinterpreta las diez plagas del Exodo. Se trata de antítesis en la forma de ser y comportarse de los hebreos y egipcios, (a) Sab 11,1-14. Río turbio, agua de roca (cf. Ex 1,15-16; 17,1-7; Nm 20,2-3). Los egipcios que oprimieron a los hebreos tuvieron que beber el agua sucia y ensangrentada del Nilo. Los hebreos, en cambio, recibieron como don de Dios el agua pura de la roca en el desierto, (b) Sab 16,1-4. Ranas y codornices (cf. Ex 16,9-13; Nm 11,1032). Rodeados de ranas impuras, los egipcios no pudieron ni probar bocado. Los hebreos, en cambio, saciaron su deseo en el desierto con las muchas y puras codornices, (c) Sab 16,6-14. Langostas y serpiente de bronce (cf. Ex 8,16-20; 10,4-15; Nm 21,4-9). Los egip cios fueron perseguidos por tábanos y langostas, que consumían su cosecha. A los hebreos, sin embargo, no pudieron destruirlos ni siquiera las serpientes venenosas, porque Dios les ayudó con la serpiente de bronce en el desierto. (d) Sab 16,5-19. Pedrisco y maná (cf. Ex 9,13-35; 16,1-36). La naturaleza descargó su tormenta de agua y fuego, nieve y lluvia, contra los egipcios. Los hebreos, en cambio, descubrieron y acogieron la lluvia providente del maná en el desierto, (e) Sab 17,1-18,4. Tinieblas y luz (cf. Ex 10,21-29; 13,21-22). Los egipcios, que perseguían a los hebreos, acabaron encerrándose en un tipo de cárcel angustiosa de tiniebla. Los hebreos, en cambio, descubrieron la luz de Dios que alienta y guía en la noche a sus amigos, (f) Sab 18,5-23. Primogénitos muertos, pascua liberadora (cf. Ex 12-13; Nm 17,6-15). Una misma noche fue tiempo de muerte para los primogénitos de Egipto y de nuevo nacimiento (pascua) para los hebreos. La Sabiduría de Dios aparece aquí como palabra todopoderosa, realizando su tarea divisora (de muerte y salvación) sobre la tierra. (g) Sab 19,1-12. Juicio del mar Rojo (cf. Ex 14-15). Las aguas del mar fueron tumba para los egipcios perseguidores y cuna de vida para los hebreos. Estas son la siete antítesis de Sab, en las que se recogen siete recuerdos de la liberación de Egipto, reelaborados en forma de midrás* del Exodo; ellas trazan el sentido de la acción de Dios y ponen de relieve la salvación de los pobres-perseguidos y la destrucción de los perversos, sea de forma histórica (la justicia de Dios triunfa en este mundo), sea de forma escatológica (esa justicia triunfará al fin de los tiempos).
(2) Mateo 5,17-48. Introducción. El evangelio de Mateo, que ha crecido en diálogo interior con el judaismo, ha trazado en forma de antítesis las relaciones de los judíos mesiánicos (cristianos) y de otros más legalistas. El punto de partida lo ofrece la formulación general de Mt 5,17-20: «No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir, porque en verdad os digo que el cielo y la tierra pasarán antes que deje de cumplirse ni una «yota† o una tilde de la Ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños y así se lo enseñe a los hombres será muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Por tanto, os digo que si vuestra justicia no fuera mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos». Se trata por tanto de una antítesis en el cumplimiento de la Ley: hay un cumplimiento propio de los escribas y fariseos, que para Mateo no es radical, ni responde a la voluntad de Dios; y hay un cumplimiento cristiano de la misma Ley, que Jesús ha radicalizado. Este pasaje recoge una extensa y dura polémica. Muchos cristianos (especialmente Pablo) no estarían de acuerdo con el planteamiento exterior de Mateo, y le dirían que la ley ha cumplido ya su función y ha terminado (cf. Rom 10,4). Mateo piensa que la ley ha cumplido su función, pero no para quedar sin valor, sino para alcanzar su valor completo. Desde ahí presenta el Evangelio como una experiencia que se funda en la Ley de Israel, no para negarla, sino para trascenderla desde el interior. Jesús no ha venido a abolir y abrogar, como algunos judíos y judeo-cristianos afirman, sino para cumplir la ley, es decir, para llevar a plenitud lo que está latente en ella. La interpretación cristiana no destruye la Ley, sino que le da una consistencia mayor que la que tienen cielo y tierra. Por medio de esa nueva interpretación de la Ley, los cristianos que están en el fondo de Mateo se fueron separando de los fariseos, no para abandonar el judaismo, sino para fundar una nueva línea de interpretación de sus leyes básicas.
(3) Las seis antítesis de Mateo 5. En este contexto se entienden las seis antítesis que desarrollan la formulación anterior, antítesis que son para Mateo una aportación específica de Jesús al judaismo. Quizá más que antítesis se podrían llamar síntesis, porque en general no niegan la ley anterior, sino que la profundizan, (a) Mt 5,21-26. No matar. Lo que se dijo a los antiguos (¡no matar!) es para Jesús insuficiente. No basta con evitar el asesinato externo, sino que es necesario que los hombres superen todo tipo de ira y violencia contra el prójimo, (b) Mt 5,27-30. No adulterar. Conforme a un esquema antropológico muy común, el adulterio se vincula al homicidio. Evidentemente, la ley condena el adulterio des de la perspectiva del esposo (porque a la mujer se le considera propiedad del varón), no por la posible maldad del placer erótico, sino para asegurar la procedencia paterna de los hijos. Pues bien, por encima de eso, Jesús quiere que sea posible un amor personal, permanente, entre el esposo y la esposa. De esa forma, Jesús niega, al mismo tiempo, la superioridad o dominio del esposo sobre su esposa. Dicho eso, debemos añadir que para Jesús la maldad del divorcio no empieza en el hecho externo, sino en el mal deseo del corazón, en un nivel en el que varones y mujeres son iguales, (c) Mt 5,31-32. Ley de divorcio. Va en la misma línea de la anterior. La ley en cuanto tal sirve para restringir el derecho absoluto del varón, que no puede actuar por capricho, sino que debe extender un documento legal a la mujer a la que despide. Pues bien, Jesús va en contra de esa ley, para situar el matrimonio en el plano del compromiso definitivo de amor de un hombre y de una mujer; en este contexto introduce Mateo la cláusula restrictiva «a no ser en caso de fornicación [pomeia, prostitución*]», que puede entenderse de diversas formas, pero que sirve para destacar el valor de la unión matrimonial por encima de una norma legal; el matrimonio en sí es indisoluble, pero en el caso de que esté roto por pomeia no es obligatorio mantenerlo, (d) Mt 5,33-37. No perjurarás. La ley exige mantener el juramento como acto religioso (pues Dios mismo es quien avala los juramentos). La prohibición de Jesús (¡no jurarás!), matizada por el mismo Mateo en otro contexto (Mt 23,16-22), tiene un sentido básicamente religioso: Dios no está ahí para avalar los juramentos, sino que tiene valor en sí mismo, por encima de ese tipo de palabras sagradas. La verdad religiosa del hombre se sitúa en el plano de la vida profana, sin necesidad de introducir una palabra religiosa (de juramento) para ratificar por ella las relaciones humanas, (e) Mt 5,38-42. Talión (guerra). La Ley se sitúa en un plano de oposición, suponiendo que para vencer el mal hay que aplicar otro mal (ojo por ojo). De esa forma, ella se sitúa en la línea del juicio, con la violencia que ello implica. En contra de eso, Jesús quiere que la vida de los hombres sea experiencia y expresión de gratuidad, renunciando de esa forma a la violencia, (f) Mt 5,4347. Amor al amigo, odio al enemigo. La ley aplica el talión en el campo de las relaciones humanas, dividiendo a los hombres en amigos y enemigos (en buenos y malos para mí). En contra de eso, Jesús presenta la vida como don universal, que puede abrirse a todos, superando la división de amigos y enemigos. En el fondo de las antítesis se expresa la oposición entre la ley (que sostiene lo que existe a través de la fuerza y la venganza) y la gracia (que entiende la vida como fidelidad personal y amor activo).
(4) El alcance de las antítesis. En sentido estricto, Jesús no va en contra de la ley, ni discute sus exigencias, matizando sus implicaciones (como hará la tradición rabínica de la Misná*), sino que se sitúa por encima de ella: busca y ofrece un principio de gratuidad creadora, que va más allá de la ley, en la línea de un mesianismo de la gratuidad. Ciertamente, ha existido en Israel un mesianismo militar, vinculado a la figura del Hijo* de David guerrero, como muestran los Salmos de Salomón. Pero Jesús propone otro tipo de mesianismo, fundado en la fidelidad personal y el amor gratuito. Las antítesis pueden entenderse en un plano personal y social (eclesial), pero normalmente los cristianos sólo las han entendido y aplicado en un plano personal, suponiendo que las instituciones (incluso la Iglesia) sólo pueden subsistir aplicando la ley. En esa línea se encontraría ya la interpretación de Pablo en Rom 13,1-10, cuando distingue la justicia (plano social) y el amor (plano cristiano). Pero Pablo ha querido aplicar y ha aplicado los principios del amor a la vida eclesial, cosa que a veces las instituciones sociales de la Iglesia posterior no han hecho.
Cf. J. R. BUSTO, «La intención del midrásh del libro de la Sabiduría sobre el Exodo», en Salvación en la palabra. Homenaje a Diez, Macho, Cristiandad, Madrid 1986, 65-78; J. P. MEIER, Law and History in Matthew’s Cospel: A Redactional Stndy of Mt 5,17-48, AnBib 71, Roma 1976; J. VILCHEZ, Sabiduría, Verbo Divino, Estella 1990, 309ss.
PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007
Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra