ANANIAS Y SAFIRA

(Hch 5,1-11) (-> Simón Mago). Personajes probablemente simbólicos que Lucas ha introducido en el libro de los Hechos para poner de relieve el valor vital de la comunicación de bienes y de la verdad dentro de la Iglesia. La historia de Ananí­as y Safira está llena de rasgos parabólicos (con paralelos en otros contextos culturales), aunque es posible que entre los «pobres» de Jerusalén (cf. Rom 15,26; Gal 2,10) se conservara algún recuerdo de este tipo. Por medio de esta historia, Lucas ha querido indicar la exigencia de claridad económica: la Iglesia no tiene medios de control y presión (medios de sistema, con policí­a y cárcel) para obligar a sus fieles a compartir los bienes; pero allí­ donde esos fieles se comprometen a vivir en comunidad y comparten sus posesiones han de hacerlo en claridad, sin mentir a los hermanos (pues empiezan a vivir para la Iglesia y de la Iglesia: dan lo que tienen, reciben lo que necesitan). Un engaño en este campo conduce a la muerte. El primer dogma de esta Iglesia es la comunión voluntaria de bienes; su primera y más peligrosa heterodoxia consiste en aprovecharse de esa comunión, bajo capa de piedad, mintiendo a los hermanos. Quien eso hace, cristianamente, ha muerto. Así­ debe entenderse esta durí­sima historia, que se eleva como aviso primero, parénesis sangrienta, al principio de Hechos: el dinero de la Iglesia no puede organizarse en forma de sistema, sino en lí­nea de gratuidad; pero quien engaña en este campo a los hermanos se destruye a sí­ mismo.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra