ABBADON

(-> Sheol, Diablo, abismo, infierno). Palabra hebrea que significa «destrucción, lugar de corrupción o pudridero» (cf. Job 26,6; 28,22; 1QH 3,16.19) y que se emplea varias veces en el Antiguo Testamento, en paralelo con el Sheol o mundo inferior de los muertos, es decir, abismo. Así­ aparece en Prov 15,11; 27,20; Job 26,6. En principio, Abbadón tiene un sentido genérico y significa el estado o situación de los muertos. Pero Job 28,26 vincula y personifica a Abbadón y a la Muerte, presentándolos como poderes que pueden hablar. En esa lí­nea, 1 Hen 20,2 puede referirse al Abbadón como encarnación del poder de la muerte, una especie de ser maligno opuesto a Dios. El texto bí­blico más significativo es Ap 9,11, que presenta a Abbadón como una estrella caí­da (cf. Dragón* de Ap 12,3.9) que se vuelve Angel del Abismo, como el mismo Satán, rey del ejército infernal, que reside en el gran pozo inferior del que sube el humo del Abismo, para destruir a los hombres. Abbadón es rey del Abismo, poder maléfico de muerte, que se opone al Dios de la vida y que recibe en griego el hombre de Apollyudn, que significa «exterminador». Evidentemente, en el fondo de ese nombre (Apollyón) está el recuerdo de Apolo, entendido como Dios de la peste, del subsuelo y de la muerte. Las imágenes del pozo del abismo y la invasión de langostas-escorpiones destacan este motivo. Frente al Dios que crea y construye (cf. Ap 4,11) sitúa el Apocalipsis al que descrea y destruye, en tormento interior de violencia. Al traducir Abbadón por Apollyón (el Extenninator), Ap ofrece un audaz juego de voces: Apollyón recuerda a Apolo, Dios a quien la tradición ha vinculado con la muerte (peste destructora), como su nombre (derivado popularmente de apollymi, exterminar) indicarí­a. Además, Nerón, a quien parece aludir Ap 17,7-14, se presentaba a sí­ mismo como encarnación de Apolo (Dios de la belleza, orden y armoní­a de la tierra). Juan, en cambio, ha visto al Apolo imperial como signo destructivo. El contexto en el que aparece situado Abbadón (Ap 9,1-11) sigue aludiendo a unas langostas infernales, en retórica de miedo cuyos antecedentes aparecen en el bestiario mesopotámico (dragones e hidras, hombres-escorpiones, leones y perros, monstruos irresistibles) del Entuna Elish I, 133-149. Ap sabe que todos esos vivientes-monstruos, sobre quienes reina Abbadón, están llamados a la destrucción: ellos mismos son destrucción y quedan vencidos, no por el Marduk violento de Babel, sino por el Cordero y sus mártires. Así­ podemos evocar las figuras del miedo infinito de estas langostas-caballo que invaden el mundo desde el pozo del infierno (9,7-10). (En ese sentido ha evocado el tema E. Sábato en su libro Abbadón, el exterminador).

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra