SUFRIMIENTOS DE JESUS

El sufrimiento está esencialmente unido a la misión y a la vida de Jesucristo. Así­ lo habí­a determinado el designio eterno de Dios (Lc 24,26.46). El mismo anunció que tení­a que sufrir mucho y ser ajusticiado (Mt 16,21; 17,12.25; Mc 8,31; 9,12; Lc 9,22; 17,25). Así­ estaba también previamente anunciado por los profetas. Y así­ lo reconocieron los apóstoles, que vieron en él al Siervo paciente de Yahvé (Is 53). Jesucristo sufrió y murió (Lc 22,15) por los pecados de los hombres (1 Pe 3,18). Junto a los sufrimientos de tipo fí­sico de la pasión, a la que tuvo mucho miedo (Mc 14,33), los sufrimientos de tipo moral, tales como la infidelidad de Jerusalén (Lc 19,41), la incredulidad de los suyos (Jn 7,5), el abandono de los apóstoles (Mc 14,50; Lc 22,48). Jesucristo no quitó del mundo el sufrimiento, ni siquiera lo explicó de una manera clara; quiso dejarlo en el misterio (Jn 9,3). Es más: anuncia que el cristianismo va esencialmente unido al sufrimiento (Lc 9,23; Flp 1,29), a participar en los sufrimientos de Jesucristo (2 Cor 1,5; 1 Pe 4,1.13), para completar así­, según San Pablo, lo que aún falta a la pasión de Jesucristo (Flp 1,29; Col 1,24). Pero el cristiano debe tener conciencia de que los sufrimientos de esta vida no tienen comparación con la gloria futura (Rom 8,18; 2 Cor 4,17) y tener presente que Jesucristo llamó dichosos a los que sufren y a los que son perseguidos (Mt 5,5.10-12). ->pasión y muerte; siervo; sacrificio.

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret