ADMINISTRAR

El puesto de mando y de gobierno es siempre un servicio que debe realizarse con fidelidad. La fidelidad en la gestión y en la administración merece un premio e incluso una promoción; la infidelidad y el abuso en el cargo merecen un castigo (Lc 12,42-46). La parábola del administrador malversador e infiel indica que el hombre tiene dos tiempos, uno temporal, en el que debe administrar correctamente las riquezas del mundo, y otro eterno, en el que dejará definitivamente los bienes de este mundo: el que haya sido administrador bueno, se quedará en la casa del padre, pues ha sabido preparar su futuro con los bienes presentes. El parabolista alaba la astucia y la prudente previsión -nunca los medios ilí­citos de que se sirve- del administrador (Lc 16,1-10).—> ábolas.

E.M.N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret