COOPERACION MISIONERA

La cooperación en la misión universalista

La expresión «cooperación misionera» indica la ayuda que se presta a la acción evangelizadora universal «ad gentes». Es la expresión que usan los documentos magisteriales (encí­clicas, concilio, etc.). El decreto conciliar «Ad Gentes» entiende por «cooperación» el deber misionero de todos los componentes del Pueblo de Dios (AG cap. VI). Pero en las encí­clicas misioneras anteriores y en la encí­clica postconciliar «Redemptoris Missio», se recupera el sentido de ayudas especiales para la acción misionera, que, como es lógico, tamibén se relacionan con los responsables de la misma evangelización (RMi cap. VI-VII).

«Animar» a la comunidad eclesial para hacerla misionera

La palabra «animación» indica los mismos contenidos, pero se refiere propiamente a la «motivación» y renovación de la comunidad misionera para que realice una cooperación responsable en todos los aspectos oraciones, sacrificios, ofrecimiento del dolor de los enfermos, ayuda económica, vocaciones, formación misionera… «La promoción de estas vocaciones es el corazón de la cooperación» (RMi 79).

El camino para un despertar misionero de la comunidad consiste en asumir responsablemente la cooperación con todas sus implicaciones espirituales y pastorales. «Tal cooperación se fundamenta y se vive, ante todo, mediante la unión personal con Cristo… La santidad de vida permite a cada cristiano ser fecundo en la misión de la Iglesia» (RMi 77).

Todas las Iglesias particulares (y analógicamente todas las instituciones eclesiales) tienen que programar la cooperación misionera dentro de la pastoral de conjunto, señalando personal responsable, promoviendo las vocaciones misioneras, suscitando iniciativas de animación por medio de las Obras Misionales Pontificias, celebrando el dí­a anual de las misiones («Domund» domingo mundial), aportando una cuota proporcionada para las misiones (cfr. can. 791).

Se busca principalmente la cooperación de los sectores más influyentes evangélicamente en la comunidad eclesial infancia y juventud, enfermos, familia, centros de formación, personal apostólico, instituciones apostólicas laicales, religiosas y sacerdotales, centros de contemplación. Habrá que armonizar la iniciativa privada con la acción más oficial de la Jerarquí­a y de las instituciones, teniendo en cuenta la responsabilidad que compete al Dicasterio misionero, a la Iglesia particular y a la Conferencia Episcopal (Comisión o Departamento de Misiones).

Objetivos y servicios

Los fines especí­ficos orientan también en la búsqueda de los medios espirituales, materiales, formativos y vocacionales despertar la conciencia y mentalidad misionera por medio de una adecuada formación doctrinal (AG 29, 36-39; RMi 83); suscitar la cooperación espiritual concretada responsablemente en la oración, el sacrificio y el ofrecimiento sacrificial del propio trabajo (AG 36; RMi 78); promover las vocaciones misioneras (AG 23, 27; RMi 32, 65-66, 79); preparar e incentivar una justa distribución de los efectivos apostólicos (LG 23; ChD 6; RMi 68); contribuir económicamente a las necesidad de las comunidades más necesitadas, especialmente por medio de las Obras Misionales Pontificias (LG 38).

Los organismos que prestan servicios de cooperación a nivel local pertenecen a tres grandes sectores la Iglesia particular como coordinadora para la ayuda entre Iglesias hermanas en el contexto de la misión universal
(v.g. delegación diocesana de misiones); los Institutos e Instituciones Misioneras que necesitan medios y especialmente vocaciones para su objetivo misionero universal; las Obras Misionales Pontificias que tienen el encargo prioritario de la animación misionera en la comunidad eclesial, en vistas a la cooperación para el bien de todas las misiones.

La armoní­a entre estos tres sectores dependerá de precisar exactamente los propios objetivos. Habrá que obrar según la identidad del propio carisma misionero, respetando el campo especí­fico de los demás, orientando siempre la animación hacia la evangelización universal, insertándose en la programación de la pastoral de conjunto de la Iglesia particular, siguiendo las indicaciones del propio obispo, de la Conferencia Episcopal y del Dicasterio misionero. «La Congregación para la Evangelización de los Pueblos… tiene la autoridad necesaria para programar y dirigir la actividad y la cooperación misionera a nivel universal» (RMi 75).

Estilo evangélico de la cooperación

El estilo evangélico de la cooperación es el de compartir con los hermanos todos los bienes recibidos, tanto en el dar como en el recibir, porque «hay mayor felicidad en dar que en recibir» (Hech 20,35). El modo de dar no es humillante ni condicionamente, sino como Iglesias hermanas que comparten los dones recibidos.

Se da también y especialmente «desde nuestra pobreza» (Puebla n. 368, citado en RMi n.64; cfr. Lc 21,4). «La Iglesia misionera da lo que recibe… La generosidad en el dar debe estar siempre iluminada e inspirada por la fe entonces sí­ que hay más alegrí­a en dar que en recibir» (RMi 81). La comunidad naciente ha de aprender a recibir y, al mismo tiempo, a compartir. Se da para compartir con todos los hermanos, especialmente con los más pobres y con los que no saben o no pueden pedir, haciendo llegar todos los bienes y, de modo especial, el don de la fe, para construir la comunión reflejo de la Trinidad.

Referencias Acción evangelizadora, Congregación para la Evangelización de los Pueblos, Diócesis misionera, dolor, formación, Iglesia particular, Institutos Misioneros, Obras Misionales Pontificias, oración, sacrificio, solidaridad, vocación misionera, voluntariado.

Lectura de documentos AG 35-41; EN 66-73; RMi 77-86; CIC can. 791.

Bibliografí­a M. BIANCHI, Animación misionera de las comunidades eclesiales, en Misión para el tercer milenio (Bogotá, OMP, 1992) 154-172; J. CAPMANY, Las misiones de cara al siglo XXI (Estella, Verbo Divino, 1996); L.A. CASTRO, Didáctica misionera (Bogotá, Paulinas 1988); J.M. ECHENIQUE, Pastoral de la cooperación misionera (Madrid, PPC, 1969; Idem, La animación misionera en el Pueblo de Dios (Madrid, PPC, 1972); J. ESQUERDA BIFET, Teologí­a de la evangelización. Curso de Misionologí­a ( BAC, Madrid, 1995), cap. 9; J.M. GOIBURU, Animación misionera (Estella, Verbo Divino, 1985); F. PAVESE, Cooperazione, animazione e formazione missionaria, en Cristo, Chiesa, Missione (Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 1992); G.B. REGHEZZA, La cooperazione missionaria (Roma 1975).

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización