SCHEEBEN, MATTHIAS JOSEPH

(1835-1888)
DicEc
 
Matthias Joseph Scheeben, uno de los teólogos más importantes y creativos del siglo XIX, nació cerca de Bonn en 1835. Estudió en la Universidad Gregoriana de Roma, donde enseñaban entonces los principales teólogos de la >Escuela romana. Enseñó en el Seminario de Colonia entre 1860 y 1888. Tení­a un conocimiento excepcional de los padres, especialmente de los griegos, y de la teologí­a escolástica. Su obra fue decididamente especulativa, desde su primera obra importante sobre el método hasta sus últimos tres volúmenes sobre el dogma. Murió en 1888, cuando habí­a terminado casi la revisión de su obra más conocida, sobre los misterios cristianos, que representa su pensamiento más maduro.

Esta obra sintética es profundamente trinitaria, y en este contexto se inserta su eclesiologí­a. La Iglesia es un organismo vivo, es «el cuerpo del Dios-hombre… Como el cuerpo mí­stico de Cristo, la Iglesia es su verdadera esposa, que, fecundada por su divino poder, tiene como destino alumbrar hijos celestes para él y para su Padre celestial, o nutrirlos con la substancia y la luz de su esposo… La Iglesia, en definitiva, es la asociación más í­ntima y real de los hombres con el Dios hombre, una asociación que alcanza su expresión más auténtica yperfecta en la eucaristí­a»`. En los Misterios del cristianismo pone, significativamente, el tema de la eucaristí­a después de la encarnación y antes de ocuparse de la Iglesia y luego de los sacramentos.

Pero la visión de Scheeben no es meramente cristológica: «Si la Iglesia en todos sus miembros es de este modo el cuerpo de Cristo y la esposa de Cristo, el poder de su divina cabeza, el Espí­ritu de su divino esposo, ha de operar gloriosamente en ella. En todos sus miembros la Iglesia es templo del Espí­ritu Santo, que mora en ella como el alma en el cuerpo y manifiesta en ella su poder divino y divinizante… Con su fuego divino debe transformar gloriosamente a la esposa de Cristo en imagen de la naturaleza divina, transformar todo su cuerpo añadiendo esplendor a esplendor e impregnándola de su propia vida divina».

Las imágenes clave de la Iglesia son la de cuerpo y la de esposa; y su organización, incluso jurí­dica, se considera maternal. Los laicos también participan de la maternidad de la Iglesia, porque «todos los miembros de la Iglesia son esposas de Cristo y, en cuanto tales, son fecundados por el Espí­ritu».

Fue un firme partidario de la infalibilidad papal en tiempos del Vaticano I. Su término preferido, «la misión de la enseñanza» (Lehrapostolat), era para él la mejor expresión para el conjunto de las actividades docentes de la Iglesia. Se opuso a la distinción, que empezó a aparecer en los canonistas de comienzos del siglo XIX, entre tres funciones dentro de la Iglesia: la doctrinal, la sacerdotal y la pastoral. Conservó la doble división escolástica: potestad de jurisdicción y de orden. La doctrina era proclamada por la potestad de orden e impuesta por la potestad de jurisdicción. Pero en cierto sentido se anticipó al Vaticano II, no sólo en su noción de la sacramentalidad de la Iglesia, sino también en su idea de que hay una cierta infalibilidad de la Iglesia discente, que también transmite la revelación de Cristo.

La imagen esponsal, tan central en la eclesiologí­a de Scheeben, es trasladada también a su importante obra mariológica, en la que coloca la maternidad esponsal como el principio fundamental de la teologí­a mariana. Marí­a es Madre de la Iglesia (>Marí­a y la Iglesia), y «la maternidad de Marí­a constituye la raí­z y el alma de la Iglesia de manera tan estrecha que la Iglesia sólo tiene y ejerce su maternidad en la medida en que contiene y actúa a través de la maternidad de Marí­a».

Christopher O´Donell – Salvador Pié-Ninot, Diccionario de Eclesiologí­a, San Pablo, Madrid 1987

Fuente: Diccionario de Eclesiología