v. Descendencia, Edificio, Familia, Habitación, Morada, Simiente, Templo
Gen 28:17 no es otra cosa que c de Dios, y puerta
Gen 43:16 lleva a c a esos hombres, y deguella
Exo 12:30 no había c donde no hubiese un muerto
Num 22:18 Balac me diese su c llena de plata
Deu 8:12 edifiques buenas c en que habites
Jos 24:15 pero yo y mi c serviremos a Jehová
2Sa 7:11; 1Ch 17:10 hace saber que él te hará c
2Sa 17:23 después de poner su c en orden, se ahorcó
1Ki 5:5 he determinado .. edificar c al nombre
1Ki 8:43; 2Ch 6:33 nombre es invocado sobre .. c
2Ki 25:9 quemó la c de Jehová, y la c del rey
1Ch 17:5 no he habitado en c alguna desde el
1Ch 29:1 la c no es para hombre, sino para Jehová
2Ch 3:1 comenzó .. a edificar la c de Jehová
2Ch 7:1; Eze 43:5 y la gloria de Jehová llenó la c
2Ch 8:16 hasta que la c de Jehová fue acabada
2Ch 24:4 Joás decidió restaurar la c de Jehová
2Ch 29:5 santificad la c de Jehová el Dios de
2Ch 29:31 presentad sacrificios .. en la c de Jehová
2Ch 34:15 he hallado el libro .. en la c de Jehová
Neh 13:11 ¿por qué .. la c de Dios abandonada?
Job 21:9 sus c están a salvo de temor, ni viene
Job 22:18 les había colmado de bienes sus c
Psa 26:8 la habitación de tu c he amado, y el
Psa 27:4 esté yo en la c de Jehová todos los días
Psa 42:4 de cómo .. la conduje hasta la c de Dios
Psa 49:11 pensamiento es que sus c serán eternas
Psa 122:1 que me decían: A la c de Jehová iremos
Pro 2:18 su c está inclinada a la muerte, y sus
Pro 9:1 la sabiduría edificó su c, labró sus siete
Pro 19:14 la c y las riquezas son herencia de los
Pro 24:3 con sabiduría se edificará la c
Isa 2:3 subamos al .. a la c del Dios de Jacob
Isa 5:8 ¡ay de los que juntan c a c, y añaden
Isa 6:4 del que clamaba, y la c se llenó de humo
Isa 38:1 dice así: Ordena tu c, porque morirás
Isa 56:7 mi c será llamada c de oración para
Isa 60:7 mi altar, y glorificaré la c de mi gloria
Isa 65:21 edificarán c, y morarán en ellas .. viñas
Isa 66:1 ¿dónde está la c que me habréis de
Jer 16:5 no entres en c de luto, ni vayas a
Jer 29:5 edificad c, y habitadlas; y plantad huertos
Jer 52:13 quemó la c de Jehová, y la c del rey
Eze 3:17 te he puesto por atalaya a la c de Israel
Amo 3:15 las c de marfil perecerán; y muchas c
Mic 4:2 y subamos al .. a la c del Dios de Jacob
Hag 1:9 mi c está desierta .. corre a su propia c
Mat 10:36 enemigos del hombre serán los de su c
Mat 12:25; Mar 3:25; Luk 11:17 c dividida contra
Mat 21:13; Mar 11:17; Luk 19:46 mi c, c de oración será llamada
Mat 23:14 porque devoráis las c de las viudas, y
Mat 23:38; Luk 13:35 c os es dejada desierta
Mat 26:18 en tu c celebraré la pascua con mis
Mar 1:29 vinieron c de Simón y Andrés, con
Mar 2:26; Luk 6:4 cómo entró en la c de Dios
Mar 5:19 dijo: Vete a tu c, a los tuyos, y cuéntales
Mar 5:38 vino a c del principal de la sinagoga
Mar 6:10 que entréis en una c, posad en ella hasta
Luk 4:38 Jesús .. salió .. y entró en c de Simón
Luk 6:48 al hombre que al edificar una c, cavó y
Luk 9:4; 10:5
Casa (heb. generalmente bayith; gr. generalmente oikía y óikos). 116. Atrio interior de una casa particular en Ur (del tiempo de Abrahán). Dibujo basado en restos actuales (cf fig 525). I. Vivienda. Los antiguos campesinos y aldeanos vivían en casas, mientras que los nómades lo hacían en carpas o tiendas. En todo el antiguo Cercano Oriente las casas se construían mayormente de ladrillos, pero en algunas regiones, como Palestina, donde la piedra era abundante y blanda, éstas también se empleaban para ese fin. Las paredes se hacían principalmente de adobes, y los fundamentos de piedra o de ladrillos. Los techos eran mayormente planos, y a veces a 2 aguas, hechos con vigas de troncos sin aserrar, sobre los que 216 se ponían ramas y una gruesa capa de tierra. Se los terminaba con un enlucido alisado con un rodillo de piedra para hacerlo más impermeable. Pero era necesario repararlo con frecuencia para evitar las goteras. 117. Modelo o maqueta de una casa palestina encontrada en Tell en-Natsbeh, probablemente la antigua Mizpa 4, de tiempos de los reyes. Las casas de la gente común tenían una sola habitación, con 2 pisos: uno inferior (para los animales domésticos) y otro un poco más elevado (para la familia). La puerta exterior daba acceso a la parte más baja. La ley mosaica requería que los techos planos estuvieran rodeados por una cornisa para evitar accidentes (Deu 22:8). Estos techos se usaban para recreación (Dan 4:26, «terraza», BJ), dormir (1Sa 9:25, 26), expresar lamentaciones (ls. 15:3; Jer 48:38), orar y meditar (Act 10:9), o para la adoración idolátrica (2Ki 23:12). Generalmente se subía por una escalera exterior (Mat 24:17). Las puertas por lo común eran de madera, y tenían bisagras o pivotes de madera o de bronce; el inferior giraba en una piedra agujereada o en un hueco del umbral; y el superior en el hueco de una piedra que hacía de dintel, o en un anillo metálico unido a unas jambas del marco. Se podían cerrar con llaves (Jdg 3:25; Isa 22:22). Véase Cerrojo. Las casas de las personas más pudientes constaban de habitaciones dispuestas alrededor de un patio central, a veces con un pozo (2Sa 17:18). Las de 2 pisos tenían los dormitorios en el 2º (Jdg 3:20) como también las piezas de huéspedes (1Ki 17:19; 2Ki 4:10); se podía llegar a ellas por una escalera desde el patio. Las paredes interiores se blanqueaban o pintaban con colores vivos, a veces cubiertas con paneles de madera o placas de marfil (1Ki 22:39; Jer 22:14; Hag. 1:4). El piso común era generalmente una capa de arcilla sobre la que se extendían esteras de paja; para el de las casas mejores se usaban tablas o piedras planas, como lo han mostrado las excavaciones (fig 248). Las ventanas eran pequeñas, y en la mayoría de los casos, sólo ranuras en la pared. Las más grandes tenían un enrejado para impedir la entrada de intrusos, y las ventanas con vidrios no se conocieron hasta fines del período romano. 118. La casa en Jope que, según algunos, fue el hogar tradicional de «Simón, el curtidor». En tiempos del NT, en las ciudades del mundo romano, eran comunes las casas para negocios y de departamentos múltiples. En Roma sólo una familia muy rica podía darse el lujo de tener una casa construida alrededor de uno o más patios (fig 437); el grueso de la población, incluyendo, presumiblemente, la mayoría de los cristianos primitivos, vivían en departamentos alquilados en la parte alta de los negocios o en edificios de varios pisos (véase la fig 439). La «casa alquilada» en Roma, en la que Pablo vivió durante 2 años mientras esperaba el juicio, pudo haber sido un departamento de esa naturaleza. La «morada» (gr. mone) de Joh 14:2 no necesariamente indica una mansión al estilo actual. II. Familia. El grupo familiar (Jos 24:15; Neh 1:6; Act 10:2, 11:14) o lo que existía en una vivienda (Gen 39:4). La casa no sólo incluía a la familia, sino a todos los que vivían en ella: siervos, esclavos y auxiliares (Gen 14:14; 17:27). El significado de la palabra casa a veces se extiende hasta abarcar a toda la línea ancestral, como «la casa y familia de David» (Luk 2:4); o a toda una tribu, como «la casa de Efraín» (Jdg 10:9); y aun toda una nación, como en «a toda la casa de Israel» (1Sa 7:3; Mat 15:24). 217
Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico
latín casa, choza. Palabra empleada profusamente en la Escritura con la que se designa cualquier vivienda desde la humilde hasta la real; se habla de la c. del faraón y las de sus siervos Gn 8, 20; 2 S 7, 1; c. a los palacios de los reyes de Israel y Judá, 11, 2; 1 R 4, 6; 5, 23-25; incluso el Santuario, el Templo, es llamado C. de Yahvéh, lugar donde habita Yahvéh, Ex 34, 26; Dt 23, 19; Jos 9, 23; 2 S 7, 5-6; 1 Cro 17, 1-5; 28, 23; Esd 8, 36; Ne 10, 37; Sal 5, 8; 23 (22), 6; 26 (25), 8; 27 (26), 4; 52 (51), 10; 55 (54), 15; 134 (133), 1; 135 (134), 2; Qo 4, 17; Is 2, 2-3;. C. es un término usado de manera figurada. C. puede significar dinastía, la c. de Saúl 1 S 20, 16; 2 S 9, 1-3; 21, 1; de David, 2 S 3, 1; 1 R 12, 19-20; 2 Cro 10, 19; Is 7, 2. Cuando la división del reino en Judá e Israel, se habla de las dos casas, 1 R 12, 21. C. puede designar la familia, Dt 26, 11.
Yahvéh llama a los israelitas c. de Jacob Ex 19, 3; el pueblo, la nación, se llama c. de Israel, Ex 40, 38; Lv 10, 6; 17, 3; Nm 20, 29; Jos 21, 45; 1 S 7, 2-3; 2 S 1, 12. Se habla de la c. de Leví Nm 17, 23; las casas de José, Efraím y Manasés…, Jos 17, 17; 18, 5; Jc 1, 22-23; Jc 10, 9. Egipto es llamado †œc. de servidumbre†, por haber estado allí Israel esclavo, situación que Yahvéh le recuerda permanentemente al pueblo, Dt 5, 6; 6, 12; 7, 8; 8, 14; 13, 6; Jos 24, 17, Jc 6, 8. 8; 1 S 13, 6; 1 M 2, 28-31.
Diccionario Bíblico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003
Fuente: Diccionario Bíblico Digital
En el AT es común encontrar el término heb. (y arameo) bayith (un lugar de habitación). Se usa en referencia a una familia (Exo 2:1, RVA tiene tribu), el tabernáculo (Exo 23:19; Exo 34:26) o el templo (1Ki 5:3—1Ki 7:1) como la casa de Dios y a un templo de dioses paganos (Jdg 16:23-30; 1Sa 31:9-10). Bien puede ser una tienda movible (Gen 14:13-14; compararGen 18:1; Gen 27:15) o un edificio en una ciudad (Gen 19:2-11). Dios contrasta la carpa (o tienda) con la casa en 2Sa 7:6. Cierto lugar al aire libre fue considerado como casa de Dios por Jacob, poniendo como señal una piedra (Gen 28:17-22). En el NT, el término gr. oikia (casa) comúnmente se refiere a un edificio; algunas veces se refiere a los habitantes de una casa (Mat 12:25; Mar 3:25; Joh 4:53; 1Co 16:15; Phi 4:22), o aun en referencia al cuerpo humano (2Co 5:1). En 2Co 5:1 la primera casa (RVA, BA tienda; gr. tienda de campaña en DHH, o morada en RVR-1960) es el cuerpo físico, la segunda casa se refiere al cuerpo resucitado. El término gr. oikos, que está bastante relacionado al anterior, también se refiere a un edificio (Mat 9:6-7, casa), pero frecuentemente alude a sus habitantes (Luk 19:9; Act 11:14) o a sus descendientes (Mat 10:6; Luk 1:33), o al templo (Mat 12:4; Mat 21:13; Mar 2:26; Mar 11:17; Luk 6:4; Luk 11:51; Luk 19:46; Joh 2:16-17; Act 2:46).
No tenemos ninguna referencia acerca de lugares de resguardo en el Edén, quizá porque no se necesitaban con el clima apropiado que había ahí. Sin embargo sabemos que Caín construyó una ciudad (Gen 4:17). Cuando Lot se separó de Abraham, lo primero que hizo fue mover sus tiendas a Sodoma (Gen 13:12), pero después habitó en una casa (Gen 19:2-11). Finalmente Lot buscó refugio en una caverna (Gen 19:30).
La ley tenía algunas provisiones por adelantado para cuando los judíos ya estuvieran ubicados en Canaán, en cuanto a la purificación de una casa de piedras en donde hubiera lepra (Lev 14:33-35).
Después de la conquista bajo el liderazgo de Josué, los israelitas comenzaron a vivir más y más en casas en las ciudades y aldeas de Canaán; aunque algunos, como los recabitas (Jer 35:7, Jer 35:10) continuaron viviendo en tiendas; otros buscaron refugio en cavernas en épocas de inestabilidad (1Ki 19:9). Las paredes de las casas por lo común eran de piedras, tan grandes como de 3 m. de grueso, y/o de ladrillos de barro no cocido (Job 4:19), a veces protegidas con una gruesa lámina de piedra. En los edificios más grandes las piedras eran cuadradas, alizadas y puntiagudas. Para entrar a una casa pequeña, regular, desde la calle uno primero entraba a un pequeño patio.
Desde allí, se llegaba a la puerta que daba a una sala de espera; más adentro había dos recámaras. Cuando los hijos se casaban se le hacían adiciones a la casa, según lo permitiera el espacio usado como patio, y lo cual cambiaba todo el diseño. En un sitio escarpado o montañoso, especialmente, se colocaba una piedra grande en la esquina para sostener las paredes; la piedra más necesaria era denominada la piedra angular (Isa 28:6). La importancia de dedicar una nueva casa (en épocas más antiguas por medio de sacrificios) fue reconocida al excusar al hombre de sus responsabilidades militares hasta que la había estrenado (Deu 20:5). El piso de la casa podía ser una superficie nivelada de piedras, aunque más a menudo eran de barro batido. Por lo general los pisos de las casas de los ricos estaban cubiertos de losas de piedra. El templo de Salomón estaba cubierto de tablas de ciprés (1Ki 6:15). Las entradas eran unas aberturas en las paredes con dinteles de piedra o de madera, pilares o postes de la puerta (Exo 12:22-23; 1Ki 6:31). Las puertas podían ser de textiles, cuero o juncos, aunque las puertas de madera aseguradas por una barra se usaron bastante temprano. Pilares de piedra y goznes indican el uso de bisagras movibles, lo cual debe haber requerido una construcción sólida de la puerta. Una llave se menciona tan temprano como en Jdg 3:25. Las cerraduras (Cantar de los Son 5:5) pueden haber sido una especie de cerrojos. Se proveían fogones, pero no chimeneas; el humo se escapaba a través de las puertas y ventanas.
También se usaron braseros (Jer 36:22). Las ventanas estaban en alto, y eran pequeñas aberturas con cubiertas como las puertas para protección; algunas tenían enrejados.
Los techos tenían vigas con cabrías transversales cubiertas con ramojo y una capa de barro mezclado con paja desmenuzada. Eran techos rasos y los aplanaban. El techo se usaba para la adoración (2Ki 23:12; Jer 19:13; Jer 32:29; Act 10:9). Absalón instaló su tienda sobre el techo para publicidad (2Sa 16:22). Tres mil filisteos usaron el techo de su templo como tribuna (Jdg 16:27), lo cual habla de su fortaleza, mientras que su debilidad quedó demostrada cuando Sansón derrumbó los pilares centrales sobre los cuales descansaba el edificio. Había escaleras por la parte externa, las cuales daban al techo de una casa y a las habitaciones superiores. En algunos casos el cuarto superior debe haber estado por dentro de la casa. En uno de los lados de la sala había una elevada plataforma de ladrillo que corría de un lado a otro (por lo menos durante el tiempo helenista), a veces con conductos para la calefacción, y sobre ella la familia tendía sus camas por la noche o se sentaba durante el día. En tiempos de frío, el ganado podía ser admitido a la parte baja de la sala de una familia pobre.
Los palacios eran más sofisticados (1Ki 7:1-12). Se ha notado un marcado contraste entre las casas humildes de la gente común y las viviendas lujosas de los reyes y los más ricos en Egipto, la Mesopotamia, Palestina durante y después de la monarquía hebrea y en la Grecia y Roma del período helenista. La comunidad cristiana, en la cual muchos de sus miembros eran esclavos, estaba familiarizada con las muchas cosas que había en las casa grandes (2Ti 2:20). Aunque al principio los creyentes continuaron adorando en el templo y en las sinagogas, también se reunían en casas particulares (Act 1:13; Act 2:2, Act 2:46). La adoración en los hogares era un patrón bastante bien establecido en el ministerio de Pablo (Rom 16:5; 1Co 16:19; Col 4:15; Phm 1:2). El NT no hace mención de edificios especiales para las iglesias cristianas. La familia había sido la unidad religiosa desde el principio de la creación; la adoración estaba centralizada en el hogar, desde una tienda hasta el palacio. El tabernáculo y el templo eran la casa de Dios. En el NT la casa donde vivía una familia cristiana estaba abierta para los otros hermanos y hermanas creyentes a fin de adorar juntos; y cuando el templo fue destruido y la sinagoga cerró sus puertas a los creyentes, las iglesias en las casas se convirtieron en el único refugio para cultos, hasta que se construyeron edificios especiales. De esta manera, las influencias santificadoras de la adoración conjunta fueron agregadas a las asociaciones humanas que hacían que una casa fuera un hogar.
Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano
Las tribus israelitas, tras una vida nómada, al llegar a Canaán copiaron los métodos de construcción de los pueblos de esa tierra, o simplemente ocuparon los edificios que éstos dejaron vacíos (Deu 6:10-11). La arqueología ha revelado que las c. se construían alrededor de un patio central con salida a la calle y con dos pisos. En el caso de personas pudientes se cavaba un pozo en medio del patio. La escalera que conectaba los dos niveles era exterior. Generalmente, la parte baja de la c. era construida de piedra y la alta de adobe o madera. Se recubrían las paredes con cal. Los pisos eran de tierra apisonada o con incrustaciones de piedra.
Las ventanas proporcionaban ventilación e iluminación, pero no eran muchas ni grandes. Se hacían los techos en forma horizontal, con vigas de madera, rellenando los espacios con maleza, trozos de madera y barro. El terrado era utilizado a veces para dormir en él, o para celebrar reuniones familiares (1Sa 9:25; 2Sa 11:2). Era obligatorio construir en el terrado un pretil, para evitar que alguien cayera de él (Deu 22:8). Usualmente se utilizaba el aposento alto como lugar de habitación y la parte baja de la casa para almacén.
utiliza muy frecuentemente el término c. para referirse a la familia de alguien (Gen 18:19; Gen 36:6), o a una dinastía real (2Sa 7:27; 2Sa 21:1; 2Re 10:10; Luc 1:69). Se aplica también a lugares dedicados al culto religioso, ya fuera para dioses falsos o para el Dios verdadero. El templo de †¢Dagón, dios de los filisteos, es llamado así (Jue 16:23, Jue 16:26). Se nos dice que †¢Micaía †œtuvo c. de dioses† (Jue 17:5). Cuando Jacob tuvo su especial experiencia con Dios en Bet-el, dijo: †œÂ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que c. de Dios, y puerta del cielo† (Gen 28:17). El †¢tabernáculo llegó muy pronto a ser conocido como la c. de Dios, como puede verse en el hecho de que tras la destrucción de Jericó, los israelitas †œpusieron en el tesoro de la c. de Jehová la plata y el oro, y los utensilios de bronce y hierro† (Jos 6:24). Los gabaonitas, aunque engañaron al pueblo de Israel para realizar con él una alianza, fueron condenados a ser aguadores †œpara la c.† de Dios (Jos 9:23). Por eso cuando se construyó el †¢templo de Salomón, éste vino a ser llamado †œla c. de Jehovᆠ(1Re 3:1) y †œla c. de Dios† (1Cr 23:28; 1Cr 24:19; 1Cr 25:6).
el lenguaje del NT se utiliza la figura de la c. para referirse al pueblo de Dios, o la Iglesia. Los creyentes son un †œedificio de Dios† (1Co 3:9), †œedificados como c. espiritual† (1Pe 2:5), †œpara morada de Dios en el Espíritu† (Efe 2:22).
Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano
tip, CONS
vet, La casa «no» era destinada a vivir en ella (ser habitada), sino a ofrecer solamente refugio contra el sol abrasador y la lluvia y a ser el lugar de dormir, cuando no se dormía al raso en el tejado/azotea. La casa, casi siempre de un piso, constaba de «un solo» espacio amplio, construido con piedras y adobes (la madera era un material de importación muy caro). El revoque y el suelo eran ordinariamente de barro; en vez de ventanas había unos pocos calados (sin cristal). Las casas con varias habitaciones eran raras; cuando esto sucedía las habitaciones daban todas a un patio, lo mismo que los establos y los almacenes. En este patio se hallaban los hornos y las cisternas. En la era helenístico-romana se construyó un tipo de casa que podía tener una sala en el piso superior (cfr. Gn. 7:1). Las comunidades domésticas, a las que ante todo pertenecían los que vivían en la casa (incluidos los esclavos), fueron de especial importancia en el primitivo cristianismo (Hch. 11:14; 16:15; 1 Co. 1:16; Col. 4:15). Las asambleas de la comunidad tenían lugar entonces en las casas (Hch. 2:46). Toda la comunidad es «edificio de Dios» (1 Co. 3:9; cfr. 1 Ti. 3:15); los cristianos son «domésticos/familiares de Dios» (Ef. 2:19). Las instrucciones a los cristianos sobre los diversos estados de vida (por ejemplo Col. 3:18-25) llámanse deberes domésticos.
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado
Casa, en sentido propio, se refiere al edificio material habitable (Mt 2,11; 5,15; 9,10.23.28; 24,17; 26,6; Mc 1,29; 2,15; 5,19; 6,10; 10,10; 13,15; Lc 9,4; 12,39; 19,5; 20,10; Jn 11,20. 31), que debe estar bien cimentado (Mt 7,24-27; Lc 6,48-49). En sentido figurado designa el hogar y la familia (Mt 10,12-36; 12,25; Mc 3,25; Jn 4,53), incluso la estirpe (Lc 1,69). La casa de Dios es el templo (Mt 12,4; Mc 2,26; Lc 6,4), que es casa de oración (Mt 21,13; Mc 11,17; Lc 19,46; Jn 2,16). En el cielo, la casa del Padre, hay muchas moradas (Jn 14,2). >Iglesia.
E. M. N.
FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001
Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret
Esta palabra puede tener bastantes sentidos, vinculados a la experiencia de habitar y habitar en común. Antes que edificio significa un grupo social, reunido, básica pero no exclusivamente, por lazos de sangre. Constituye uno de los temas centrales de la antropología cultural y del despliegue social y religioso de la Biblia.
(1) Antiguo Testamento. Familia. El término bét, «casa», evoca parentesco cercano (lo mismo que oikos en el Nuevo Testamento). En sentido estricto, la casa se identifica con la familia (concepto que no existe en la Biblia, en el sentido posterior de la palabra). Ese término está evidentemente vinculado al hecho de vivir en común. Un conjunto de casas-familias integran un clan o mishpakháh, formada, en principio, por aquellos que habitan en un mismo lugar o en varias aldeas cercanas. Normalmente, varios grupos de clanes constituyen una tribu. La familia de Noé forma su casa, a la que tiene que salvar del diluvio (cf. Gn 7,1). Por su parte, Abrahán tiene que dejar su casa para formar una nueva familia (Gn 12,1). Todo Israel forma una casa (cf. Sal 115,12).
(2) Nuevo Testamento. Iglesia. Casa sigue significando familia en el sentido antiguo, pero puede significar y significa también la comunidad que se reúne formando casas ampliadas. Las primeras comunidades cristianas fueron casas extendidas, como recuerda el mismo libro de los Hechos: «Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón» (Hch 2,47). En ese contexto se puede citar el logion que habla de dejar la propia casa para ampliarla y recibir así el ciento por uno «en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones» (Mc 10,30).
(3) El templo como casa. A lo largo de todo el Antiguo Testamento, los templos y en especial el de Jerusalén aparecen como «casas de Dios», dando a entender que Dios habita de un modo especial en ellas (Sión*, Templo*). Eso significa que todos los que adoran al Dios del templo forman también una especie de casa. En esa línea se sitúa la crítica de Jr 7,11, asumida por Jesús: «Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones. Mas vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones» (Mc 11,17).
(4) La casa de Dios en el cielo. La casa o templo de Dios en el mundo tiene las medidas y formas de la casa o templo celeste, como se dice continuamente en los relatos de la construcción del tabernáculo (Ex 35-39). Lógicamente, los videntes como Henoc*, en su viaje de ascenso a lo divino, ven que la casa o templo celestial responde a las medidas o formas del templo de la tierra, aunque en ella todo es hielo y fuego: «Entré en esta casa que es ardiente como fuego y fría como granizo, donde no hay ningún deleite; y el miedo me obnubiló y el terror me sobrecogió. Caí de bruces temblando y tuve una visión: He aquí que había otra casa mayor… Su suelo era de fuego; por encima había relámpagos y órbitas astrales; su techo era fuego abrasador. Miré y vi en ella un elevado Trono cuyo aspecto era como de escarcha…» (1 Hen 14,8-25). Esta es la casa cósmica de Dios, el universo entero que aparece como su morada.
Cf. R. Aguirre, Ensayo sobre los orígenes del cristianismo. De la religión política de Jesús a la religión doméstica de Pablo, Estudios Bíblicos 23, Verbo Divino, Estella 2000; B. J. Malina, El mundo del Nuevo Testamento. Perspectivas desde la antropología cultural, Verbo Divino, Estella 1995; W. A. MEEKS, Los primeros cristianos urbanos. El mundo social del apóstol Pablo, BEB 64, Sígueme, Salamanca 1988; E. W. STEGEMANN y W. STEGEMANN, Historia social del cristianismo primitivo. Los inicios en el judaismo y las comunidades cristianas en el mundo mediterráneo, Verbo Divino, Estella 2001.
PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007
Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra
La palabra †œcasa† según se usa en la Biblia (heb. bá·yith; gr. ói·kos u oi·kí·a) puede significar entre otras cosas: 1) una familia que reside en la misma casa o toda la prole de un hombre (Gé 12:1; 17:13, 23; Abd 1:17, 18; Miq 1:5); 2) una morada (Gé 19:2-4); 3) una cárcel o, de manera figurada, un país de esclavitud (Gé 40:4, 14; Ex 13:3); 4) un lugar de habitación para los animales y los pájaros (Job 39:6; Sl 104:17); 5) una telaraña (Job 8:14); 6) una residencia real o palacio (2Sa 5:11; 7:2); 7) un linaje sacerdotal (1Sa 2:35); 8) una dinastía real (1Sa 25:28; 2Sa 7:11); 9) el tabernáculo o el templo de Jehová, tanto literales como simbólicos (Ex 23:19; 34:26; 1Re 6:1; 1Pe 2:5); 10) el lugar de habitación de Jehová: el cielo mismo (Jn 14:2); 11) el santuario de un dios falso (Jue 9:27; 1Sa 5:2; 1Re 16:32; 2Re 5:18); 12) el cuerpo físico y corruptible de los humanos (Ec 12:3; 2Co 5:1-4); 13) el cuerpo celestial incorruptible (2Co 5:1); 14) la sepultura común (Job 17:13; Ec 12:5); 15) un colectivo de trabajadores ocupados en la misma profesión (1Cr 4:21), y 16) un edificio para guardar registros oficiales del Estado (Esd 6:1).
Una forma de la palabra hebrea para casa (bá·yith) suele usarse como parte constitutiva de un nombre propio, como ocurre en Betel (que significa †œCasa de Dios†) y Belén (que significa †œCasa de Pan†).
Materiales y métodos de construcción. Las viviendas y las técnicas de construcción han variado según las épocas, las circunstancias económicas del constructor y los materiales disponibles. Los edificadores de Babel, por ejemplo, usaron ladrillo en lugar de piedra y †œel betún les sirvió de argamasa†. (Gé 11:3.)
Muchos de los israelitas empezaron a morar en las casas de los cananeos que habían expulsado y probablemente durante años siguieron los mismos métodos de construcción. (Dt 6:10, 11.) Parece ser que se preferían las casas de piedra (Isa 9:10; Am 5:11), pues eran más sólidas y seguras contra los intrusos que las que se hacían con adobes. Los ladrones podían acceder con facilidad a las casas de adobe simplemente horadando una pared. (Compárese con Job 24:16.) Sin embargo, en las tierras bajas, donde no había mucha piedra caliza ni arenisca de calidad, se construían las paredes bien con adobes o con ladrillos. También se usaban vigas y cabrios de sicómoro, enebro y, sobre todo en las mejores casas, de cedro. (Can 1:17; Isa 9:10.)
Los arqueólogos han excavado las ruinas de varias clases de moradas palestinas antiguas. Por lo general había un horno en el patio y a veces también un pozo o cisterna. (2Sa 17:18.) Las ruinas de las casas que se han hallado indican una variación de tamaño considerable. Una solo tenía 5 m. en cuadro, mientras que otra medía 32 por 30 m. Las habitaciones solían tener de 3,5 a 4,5 m. en cuadro.
Algunas casas se edificaban encima de los muros anchos de las ciudades. (Jos 2:15.) Sin embargo, se prefería construirlas sobre la roca (Mt 7:24), y no solía empezarse el trabajo con los adobes hasta que primero se habían colocado dos o tres filas de piedra. Cuando una casa no se podía levantar sobre la roca, solía colocarse un fundamento sólido, cuya profundidad bajo el nivel del suelo equivalía a la altura de la pared de piedra que estaba sobre el suelo. Para algunos fundamentos se utilizaban piedras grandes sin labrar, en tanto que los huecos se rellenaban de piedras más pequeñas. En otras ocasiones, las edificaciones se hacían de piedras labradas. En una excavación arqueológica, las piedras de las ruinas de una casa de adobe alcanzaban una altura de unos 50 cm., mientras que en otro caso llegaban a más o menos 1 m. de altura. Las paredes de algunas casas tenían alrededor de 1 m. de grosor. A las paredes exteriores se les solía aplicar una especie de lechada de cal (Eze 13:11, 15), y las paredes de adobe que daban a la calle a veces estaban revestidas con piedrecitas para proteger su superficie.
Las piedras angulares, alisadas y encajadas con cuidado, sostenían y alineaban el resto de las piedras del edificio. (Compárese con Sl 118:22; Isa 28:16.) Una mezcla de arcilla y paja por lo general servía de mortero. En algunas ocasiones, a esta masa se le añadía cal, cenizas, fragmentos de cerámica pulverizados, conchas machacadas o piedra caliza. Esta mezcla se aplicaba a los ladrillos, adobes o piedras para unirlos, y también se usaba como enlucido para las paredes interiores. (Le 14:41, 42.) Sin embargo, en algunos casos, las piedras estaban labradas con tanta precisión que no se necesitaba mortero.
Suelos. Los suelos, incluido el del patio, eran de tierra batida o estaban pavimentados con piedra, ladrillo o yeso. A veces había un hoyo en el suelo que se usaba como chimenea, si bien en las mejores casas se calentaban con braseros. (Jer 36:22, 23.) El humo se iba por un agujero practicado en el techo. (Os 13:3.) Las habitaciones de las casas palaciegas podían tener suelos de madera, como ocurría en el templo. (1Re 6:15.)
Ventanas. Las ventanas eran aberturas rectangulares practicadas en las paredes. Al menos algunas de ellas eran lo suficientemente grandes como para que un hombre pudiera pasar por ellas. (Jos 2:15; 1Sa 19:12; Hch 20:9.) Las ventanas que daban a la calle solían tener celosías. (Jue 5:28; Pr 7:6.)
Puertas. Las puertas solían ser de madera y giraban sobre quicios encajados en huecos que se practicaban en el dintel y en el umbral de madera o piedra. (Pr 26:14.) Dos postes de madera verticales hacían de jambas. (Ex 12:22, 23.) Aunque algunas casas tenían dos entradas, normalmente solo una de las puertas permitía el acceso al patio, desde donde era posible acceder a todas las habitaciones de la casa.
Decoración interior y mobiliario. Las paredes de las habitaciones de las casas lujosas estaban enmaderadas con cedro u otras maderas valiosas y cubiertas con bermellón. (Jer 22:14; Ag 1:4.) Las †œcasas de marfil† de algunos ricos debieron tener habitaciones revestidas de paneles de madera con incrustaciones de marfil. (1Re 22:39; Am 3:15.) Aparte de los diversos utensilios para cocinar, vasijas, cestas y otros artículos de uso doméstico, el mobiliario de la casa podía incluir camas o divanes, sillas, banquillos, mesas y candeleros. (Compárese con 2Sa 4:11; 2Re 4:10; Sl 41:3; Mt 5:15.) En las casas de algunos adinerados, los muebles estaban adornados con incrustaciones de marfil, oro y plata. (Compárese con Est 1:6; Am 3:12; 6:4.)
Techo y aposento de arriba. El pacto de la Ley requería que los israelitas protegiesen los techos, que en su mayoría eran planos, cercándolos con un pretil para prevenir accidentes. (Dt 22:8.) También se les solía dar una ligera inclinación a fin de que el agua de lluvia corriese. El techo se apoyaba en fuertes vigas de madera colocadas de pared a pared, atravesadas por cabrios que, a su vez, se cubrían con ramas, cañas, etc. Después iba una capa de tierra de varios centímetros de grosor cubierta con un enlucido grueso de arcilla o de arcilla mezclada con cal. De modo que era fácil excavar una abertura en un techo de tierra, como hicieron los hombres que intentaban llevar a un paralítico ante la presencia de Jesús para que pudiera ser sanado. (Mr 2:4.) Las vigas del techo solían descansar sobre una fila de postes de madera verticales que se apoyaban sobre bases de piedra. En estos techos podía brotar hierba (Sl 129:6), y era difícil evitar que gotearan. (Pr 19:13; 27:15; Ec 10:18.) Probablemente los techos se reparaban y se allanaban para permitir que corriese mejor el agua antes de que empezase la estación lluviosa.
Los techos o azoteas eran lugares de considerable actividad tanto en tiempos pacíficos como calamitosos. (Isa 22:1; Jer 48:38.) Desde allí se podían hacer anuncios o poner rápidamente en conocimiento público determinados acontecimientos. (2Sa 16:22; Mt 10:27.) El lino se secaba sobre los techos (Jos 2:6), y las personas podían conversar allí (1Sa 9:25); pasear con el frescor del atardecer (2Sa 11:2); participar en adoración verdadera o falsa (Jer 19:13; Sof 1:5; Hch 10:9), o incluso dormir (1Sa 9:26). Durante la fiesta de la recolección se levantaban cabañas en las azoteas y en los patios de las casas. (Ne 8:16.)
En la azotea solía construirse una cámara en el techo o aposento de arriba. Esta era una habitación agradable y fresca que se ofrecía a los invitados. (Jue 3:20; 1Re 17:19; 2Re 1:2; 4:10.) Por supuesto, algunos hogares eran edificios de dos plantas, con un piso superior completo. Fue en un cuarto grande de arriba —bien una cámara del techo o una habitación en un piso superior— donde Jesús celebró la última Pascua con sus discípulos e instituyó la Cena del Señor. (Lu 22:11, 12, 19, 20.) En el día del Pentecostés de 33 E.C., unos 120 discípulos al parecer estaban en un aposento superior de una casa de Jerusalén cuando el espíritu de Dios se derramó sobre ellos. (Hch 1:13-15; 2:1-4.)
Por lo general, una escalera exterior o, en los hogares más pobres, una escalera de mano, permitía subir al techo desde el patio. Por lo tanto, en caso de necesidad, una persona que estuviera en la azotea podría marcharse de la casa sin tener que entrar en ella. A menudo era posible pasar de una azotea a otra debido a lo cerca que estaban unas casas de otras. Puede que estos factores tengan alguna relación con el significado del consejo de Jesús que se encuentra en Mateo 24:17 y Marcos 13:15. Las casas mejor equipadas tenían una escalera interior que conducía al piso superior.
La Ley protegía los derechos de propiedad. El propósito de Jehová era que sus siervos obedientes tuvieran el gozo de vivir en sus propias casas. (Compárese con Isa 65:21.) Solo los desobedientes experimentarían la calamidad de que otros ocuparan las casas que ellos habían edificado. (Dt 28:30; Lam 5:2.) Además, el hombre que aún no había estrenado su nueva casa estaba exento del servicio militar. (Dt 20:5, 6.)
Ciertas provisiones de la Ley que Jehová dio a Israel protegían los derechos de propiedad. La Ley condenaba codiciar los bienes de otras personas, entre ellos su casa (Ex 20:17), y Jehová denunció a través de sus profetas la apropiación indebida de casas. (Miq 2:2; compárese con Ne 5:1-5, 11.) Un acreedor no podía entrar por la fuerza en la casa del deudor para tomar la prenda convenida. (Dt 24:10, 11.) Un israelita que hubiera santificado su casa a Jehová podía recomprarla pagando el 120% de su valor al santuario. (Le 27:14, 15.) También, los que se veían obligados a vender su casa conservaban el derecho de recomprarla, al menos durante un tiempo. El dueño original de una casa que estuviera en un poblado no amurallado podía recomprarla, y si no lo hacía, se le devolvía en el año de Jubileo. Ahora bien, si la casa estaba en una ciudad amurallada, se convertía en la propiedad permanente del comprador si no se recompraba en el plazo de un año. El derecho de recompra era permanente en el caso de casas ubicadas en ciudades levitas amuralladas. De no haber sido recompradas antes, todas las casas que habían pertenecido a los levitas tenían que devolverse a sus propietarios originales en el año de Jubileo. (Le 25:29-33.)
Lugar para instrucción espiritual. Desde los tiempos más antiguos, el hogar fue el centro de instrucción de la adoración pura. La ley de Dios dada a Israel mandaba específicamente a los padres que enseñasen a sus hijos cuando se sentasen en la casa, así como en otras ocasiones. (Dt 6:6, 7; 11:19.) También, la ley de Dios tenía que escribirse, obviamente de manera figurada, sobre los postes de las puertas de las casas (Dt 6:9; 11:20), y la casa debía mantenerse libre de cualquier objeto usado en la idolatría. (Dt 7:26.) En vista de que la casa se usaba para tal propósito sagrado, debían derribarse las que estuvieran infectadas de †œlepra maligna†. (Véase LEPRA.) La ley concerniente a las casas infectadas de lepra debería recordar a los israelitas que solo podían vivir en casas que fuesen limpias desde el punto de vista de Dios. (Le 14:33-57.)
Con el establecimiento del cristianismo, la predicación y la enseñanza de casa en casa llegaron a ser una parte importante de la adoración verdadera. (Hch 20:20.) Los seguidores de Jesús se valieron de la hospitalidad que les dispensaban los †˜merecedores†™ o †˜amigos de la paz†™, y se quedaban en las casas de tales personas hasta finalizar su ministerio en una ciudad en particular. (Mt 10:11; Lu 10:6, 7; véase PREDICADOR, PREDICAR [†œDe casa en casa†].) Grupos o congregaciones de cristianos se solían reunir con regularidad en casas particulares para estudiar la Palabra de Dios. (Ro 16:5; 1Co 16:19; Col 4:15; Flm 2.) No obstante, si alguien se apartaba de la enseñanza del Cristo no era bienvenido en las casas privadas. (2Jn 10.)
Fuente: Diccionario de la Biblia
bayit (tyIB’ , 1004), «casa o edificio; hogar; familia; tierra». Este nombre tiene cognados en casi todas las lenguas semíticas incluyendo el arameo bíblico. Hay 2.048 casos de bayit en hebreo bíblico (44 en arameo), en todas las épocas. En primer lugar, el nombre denota una estructura fija y estable hecha de algún tipo de material. Por lo general, como «lugar permanente de habitación», se hace una distinción entre una casa y una tienda (2Sa 16:21; cf. v. 22). El vocablo puede también denotar una casa de una sola habitación: «[Lot] les dijo: He aquí, señores míos, venid, por favor, a la casa de vuestro siervo» (Gen 19:2). Bayit se distingue también de enramadas o chozas provisionales: «Entonces Jacob se dirigió a Sucot y edificó allí una casa para sí. Hizo también cabañas para su ganado» (Gen 33:17). En Psa 132:3 el término significa «lugar de morada y vivienda» en relación estrecha con «tienda» (literalmente «tienda de mi casa»): «No entraré en mi morada [«la morada de mi casa» rvr; «el techo de mi casa» bj], ni subiré a mi cama» (rva). Un caso semejante se encuentra en 1Ch 9:23 (rva): «Así ellos y sus hijos fueron porteros por turno en la casa de Jehová, es decir, en la casa del tabernáculo» (literalmente «la casa tienda»). Segundo, en muchos pasajes (sobre todo cuando este término va acompañado del vocablo Dios) bayit se refiere a un lugar de adoración o «santuario»: «Traerás lo mejor de las primicias de tu tierra a la casa de Jehová tu Dios» (Exo 23:19). En otros pasajes este nombre tiene que ver con el templo de Dios en Jerusalén: «Contra el muro del edificio construyó galerías alrededor de los muros del templo, es decir, del lugar santo y del santuario interior» (1Ki 6:5). A veces el término tiene esta acepción aunque sin definirlo (cf. Eze 41:7). Tercero, bayit puede significar las habitaciones y/o alas de una casa: «Nombre el rey oficiales en todas las provincias de su reino, para que reúnan en Susa, la capital, a todas las jóvenes vírgenes de hermosa apariencia, en el harén» (literalmente «la casa de las mujeres»; Est 2:3). De la misma manera, bayit puede referirse al interior, a diferencia del exterior, de una casa u otra estructura: «Hazte un arca de madera de árbol conífero. Haz compartimentos al arca, y cúbrela con brea por dentro y por fuera» (Gen 6:14 la primera vez que aparece el término). Cuarto, bayit a veces señala el lugar en que algo o alguien mora o descansa. Es así como el submundo, el Seol, se denomina «casa»: «Aunque espere, el Seol será mi casa; tenderé mi cama en las tinieblas» (Job 17:13 rva). La «casa eterna» es la tumba: «El hombre se va a su morada eterna, y los que hacen duelo rondan alrededor de la plaza» (Ec 12.5 rva). «Casa» puede también significar «lugar» cuando se usa con «tumba», como en Neh 2:3 «Viva el rey para siempre. ¿Cómo no estará triste mi rostro, cuando la ciudad donde están los sepulcros de mis padres está destruida †¦ ?» En Isa 3:20 bayit significa un receptáculo [«frasquito» rva, nbe; «frasco» bla; «pomito» rvr, nrv]. En 1Ki 18:32, «casas de semilla» se traduce «medidas» (rvr, nrv, rva), «arrobas» (bj) o «fanegas» (nbe) de «grano, semilla o sembrado». «Casas» se llama en hebreo donde se empotran los travesaños de una construcción: «Recubrirás de oro los tablones. Harás también de oro sus aros [«casas»] en los cuales se han de meter los travesaños. También recubrirás de oro los travesaños» (Exo 26:29 rva). En sentido similar, ver «los lugares [casas] de los dos caminos» o la encrucijada de dos caminos en Pro 8:2: Una estepa o lugar desértico lleva el nombre de «casa de bestias»: «Yo puse el Arabá como su casa, y las tierras saladas como su morada [casa de bestias]» (Job 39:6 rva). Quinto, bayit a menudo se refiere a quienes moran en una casa, toda la familia que vive junta: «Entra en el arca tú, y toda tu familia» (Gen 7:1). En pasajes como Jos 7:14 el vocablo significa «familia»: «Os acercaréis, pues, mañana, por vuestras tribus. La tribu que Jehová tome se acercará por sus clanes. El clan que Jehová tome se acercará por sus familias [literalmente, por casa o por los que viven bajo el mismo techo]» (rva). Con un matiz similar el término significa «descendientes»: «Cierto hombre de la tribu [familia, rv; casa, bj] de Leví tomó por esposa a una mujer levita» (Exo 2:1 rva). El vocablo puede referirse a la familia extendida y aun a todos los habitantes de una localidad en particular: «Vinieron los hombres de Judá y ungieron allí a David como rey sobre la casa de Judá» (2Sa 2:4). Por otro lado, Gen 50:4 usa a bayit con el sentido de «corte real», es decir, todos los cortesanos de un rey: «Y pasados los días de su duelo, José habló a los de la casa del faraón». Se juntan las dos acepciones de «corte real» y «descendencia» en 1Sa 20:16 «Así Jonatán hizo un pacto con la casa de David». En un grupo de pasajes bayit significa «territorio» o «país»: «Â¡Lleva la corneta a tus labios! Viene como un águila contra la casa de Jehová» (Hos 8:1; 9.15; Jer 12:7; Zec 9:8).
Fuente: Diccionario Vine Antiguo Testamento
A. NOMBRES 1. oikos (oi[ko», 3624) denota:(a) casa, morada (p.ej., Mat 9:6,7; 11.8). Se usa del tabernáculo, como la casa de Dios (Mat 12:4), y similarmente del templo (p.ej., Mat 21:13; Luk 11:51 «templo», RV, RVR, RVR77; «santuario», VM; Joh 2:16,17); el Señor lo llama «vuestra casa» en Mat 23:38 y Luk 13:35 (los hay que consideran que se trata aquí de la ciudad de Jerusalén); se usa metafóricamente de Israel como casa de Dios (Heb 3:2,5), donde «su casa» no es la de Moisés, sino la de Dios; de creyentes, similarmente (v. 6), donde se habla de Cristo como «sobre la casa de Dios» (Heb 10:21; 1Pe 2:5; 4.17); del cuerpo (Mat 12:44; Luk 11:24); (b) por metonimia, de los miembros de una casa o de una familia (p.ej., Luk 10:5; Act 7:10; 11.14; 1Ti 3:4,5,12; 2Ti 1:16; 4.19; Tit 1:11, plural); de una iglesia local (1Ti 3:15); de los descendientes de Jacob (Israel) y de David (p.ej., Mat 10:6; Luk 1:27,33; Act 2:36; 7.42). Con la preposición eis, hacia, se usa con el significado «a casa» en Mc 8.3: «a sus casas»; con la preposición en, se usa en 1Co 11:34 «coma en su casa»; 14.35: «pregunten en casa»; con la preposición kata, abajo, en Act 2:46 «partiendo el pan en las casas»; igualmente en 5.42: «por las casas». Nota: En Luk 24:12 el pronombre reflexivo jauton (en algunos mss. jeauton), precedido por pros, a, se traduce «a casa» (lit., «a sí mismo»), de la partida de Pedro de la tumba del Señor; en Joh 20:10, se usa la misma construcción, en el plural, de Pedro y de Juan en la misma ocasión, y se traduce «se volvieron (los discípulos) a los suyos». Véanse FAMILIA, TEMPLO. 2. oikia (ojikiva, 3614) es un vocablo relacionado con el Nº 1, y se usa de una manera muy similar; en la ley ática oikos denotaba toda una finca, en tanto que oikia solo se refería a la morada; en el griego posterior esta distinción llegó casi a perderse. En el NT denota: (a) casa, morada (p.ej., Mat 2:11; 5.15; 7.24-27; 2Ti 2:20; 2 Joh_10); no se usa ni del tabernáculo ni del templo, a diferencia del Nº l; (b) metafóricamente, de la morada celestial, cuando el Señor habla de «la casa de mi Padre» (Joh 14:2); de la morada eterna de los creyentes; del cuerpo como la morada del alma (2Co 5:1); similarmente, del cuerpo de resurrección de los creyentes (en el mismo pasaje anterior); de propiedades (p.ej., Mc 12.40); por metonimia, los moradores de una casa, una familia (p.ej., Mat 12:25; Joh 4:53;1Co 16:15). Véanse FAMILIA, MORADA. 3. therapeia (qerapeiva, 2322), servicio, cuidado, atención. Se usa también en el sentido colectivo, de una familia, traducido «casa» en Mat 24:45 (TR; «familia», VM; Luk 12:42). Los mejores mss. tienen oiketeia en Mat 24:45, con el significado de «servidumbre», los siervos en la casa. Véase SANIDAD. 4. misthoma (mivsqwma, 3410), primariamente, precio, alquiler, como en la LXX en Deu 23:18; Pro 19:13; Eze 16:31,34,41, etc. relacionado con misthos, salario, alquiler, y con misthoo, contratar; en el NT se usa en Act 28:30, de una «casa alquilada» (RVR; VM: «vivienda alquilada»). Véase ALQUILADA.¶ 5. oikodespotes (oijkodespovth», 3617). Véanse FAMILIA, PADRE, SEí‘OR. 6. oikodespoteo (oijkodespotevw, 3616). Véase GOBERNAR. B. Adverbio panoikei (panoikeiv, 3832) denota «con toda su casa» (Act 16:34), esto es, la familia entera. Véase TODO.¶ C. Adjetivos 1. oikeios (ojikei`o», 3609), relacionado con A, Nº 1, significa primariamente de, o perteneciente, a una casa, por ello, de personas, de la familia de uno, como en 1Ti 5:8 «los de su casa»; en Eph 2:19 «miembros de la familia de Dios» denota la compañía de los redimidos; en Gl 6.10, recibe el nombre de «los de la familia de la fe». En estos dos casos oikeios se usa en el mismo sentido que los mencionados bajo oikos (A, Nº l). Véanse FAMILIA, MIEMBRO.¶ 2. oikiakos (oijkiakov», 3615), de A, Nº 2. Denota perteneciente a la familia de uno, lo propio de uno; se usa en Mat 10:25,36.¶ 3. oikourgos (oijkourgov», 3626), trabajando en casa (oikos, y una raíz de ergon, trabajar). Se usa en Tit 2:5 «trabajadoras en la casa», VHA; «hacendosas», VM; «cuidadosas de su casa», RVR; en la exhortación dada a las mujeres mayores con respecto a la instrucción a dar a las mujeres jóvenes. Algunos mss. tienen oikouros, vigilante o cuidadora de la casa (oikos, y ouros, guardador); de ahí la traducción de la RVR: «cuidadosas de su casa».¶ 4. oikouros (oijkourov», 3626) aparece en el TR. Los mejores textos tienen el Nº 3. Véase Nº 3.
Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento
véase Templo
AA. VV., Vocabulario de las epístolas paulinas, Verbo Divino, Navarra, 1996
Fuente: Vocabulario de las Epístolas Paulinas
Para vivir tiene el hombre necesidad de un medio favorable y de un abrigo protector: una familia y una casa, ambas designadas con la misma palabra hebrea: bayt (bet en las palabras compuestas: p.e., Bet-el, casa de Dios). Ahora bien, Dios no se contenta con dar al hombre una familia natural y una morada natural; quiere introducirlo en su propia casa, no sólo como servidor, sino a título de hijo; por eso Dios, después de haber habitado en medio de Israel en el templo, envió a su Hijo único a construirle una morada espiritual hecha de piedras vivas y abierta a todos los hombres.
1. LA CASA DE LOS HIJOS DE LOS HOMBRES. 1. La casa de familia. El hombre aspira a tener un lugar donde se halle «en su casa», un nido, como dice el viejo proverbio (Prov 27,8), un techo que proteja su vida privada (Eclo 29,21); y esto en su país (Gén 30,25), allí donde se halla su casa paterna, una herencia que nadie debe sustraerle (Miq 2,2) ni siquiera codiciar (Ex 20,17 p). En esta casa bien arreglada, en la que reina el encanto de la mujer (Eclo 26,16), pero que una mala esposa hace in-habitable (25,16), el hombre vive con sus hijos, que están allí permanentemente, mientras que los servidores pueden abandonarla (Jn 8,35); le gusta recibir en ella huéspedes, forzándolos, si es menester (Gén 19,2s; Act 16,15). Una casa tiene tanto valor que el que acaba de construirla no debe ser privado de disfrutar de ella; así en Israel una ley muy humana le dispensará de los riesgos de la guerra, aunque sea una guerra santa (Dt 20,5; lMac 3,56).
2. Lo que edifica y lo que arruina. Así pues, construir una casa no es sólo *edificar sus muros, es fundar un hogar, engendrar una descendencia y transmitirle lecciones religiosas y ejemplos de virtud; es obra de sabiduría (Prov 14,1) y quehacer en el que una mujer virtuosa es irreemplazable (31,10-31); es incluso obra divina que el hombre solo no puede llevar a término (Sal 127,1). Pero el hombre con su malicia es capaz de atraer la desgracia sobre su casa (Prov 17,13), y la mujer insensata trastorna la suya (14,1). Es que el pecado, antes de destruir la casa, ha provocado ya otra ruina: la del hombre mismo, frágil morada de arcilla (Job 4,19), vivificada ‘or el hálito de Dios (Gén 2,7). El hombre pecador debe morir y entregar a Dios su hálito antes de ir a reunir-se con sus padres en la tumba, casa de eternidad (Gén 25,8; Sal 49,12. 20; Ecl 12,5ss); no obstante, sobre-vive en su descendencia, casa que Dios construye a sus amigos (Sal 127). Se ve por qué construir una casa y no poder habitarla es un símbolo del *castigo de Dios que merece la infidelidad (Dt 28,30), mientras que los elegidos, en el gozo escatológico, habitarán sus casas para siempre (Is 65,21ss).
II. LA CASA SIMBí“LICA DE Dios. 1. Casa de Israel y casa de David. Dios quiere habitar de nuevo entre los hombres, a los que el pecado ha separado de él; inaugura su designio llamando a *Abraham a servirle y sacándolo del ambiente de los hombres que sirven a otros dioses (Jos 24,2); por eso debe Abraham abandonar su país y la casa de su padre (Gén 12,1). Vivirá bajo la tienda, como viajero, y sus hijos como él (Heb 11,9.13), hasta el día en que Jacob y sus hijos se instalen en Egipto; pero luego aspirará Israel a salir de esta «casa de servidumbre» y Dios lo liberará de ella para hacer alianza con él y habitar en medio de su pueblo en la tienda que se hace preparar; allí reposa la *nube que vela su *gloria y que manifiesta su *presencia a toda la casa de Israel (Ex 40,34-38). Este nombre con-viene todavía a los descendientes de Jacob, hechos más numerosos que las estrellas (Dt 10,22).
Este pueblo se reúne alrededor de la tienda de su Dios, llamada por esto tienda de la reunión (Ex 33,7); allí habla Dios a *Moisés, su servidor, que tiene constantemente acceso a su casa (33,9ss; Núm 12,7) y que guiará a su pueblo hasta la tierra prometida; Yahveh quiere hacer de esta *tierra, que es toda entera «su casa» (Os 8,1; 9,15; Jer 12, 7; Zac 9,8), el domicilio estable de su pueblo (2Sa 7,10). David a su vez quiere instalar a Dios en una casa semejante al palacio que habita él mismo (7,2). Sin embargo, Dios des-carta este proyecto porque le basta la tienda (7,Sss); pero bendice la intención de su ungido : si no desea habitar en una casa de piedra, quiere, en cambio, construir a David una casa y afirmar a su descendencia en su trono (7,11-16); construir una casa a Dios está reservado al hijo de David, que tendrá a Dios por Padre (7,13s).
2. De la casa de piedra al templo celestial. Salomón se aplicará esta misteriosa profecía; aun proclaman-do que los *cielos de los cielos no pueden contener a Dios que los ha-bita (1Re 8,27), construirá una casa para el *nombre de Yahveh, al que se invocará allí, y para el *arca, símbolo de su presencia (8,19ss.29). Pero Dios no se restringe a ningún lugar ni a ninguna casa; lo hace proclamar por Jeremías en la casa misma que lleva su nombre (Jer 7, 2-14) y lo prueba a Ezequiel con dos visiones: en una de ellas la *gloria de Dios abandona su casa profanada (Ez 10,18; 11,23); en la otra, la misma gloria aparece al profeta en la tierra pagana en que está desterrada la casa de Israel (Ez 1). Pero a esta casa que ha mancillado su nombre anuncia Dios que va a purificarla, a reunirla, a unificarla y a establecer en ella de nuevo su morada (36,22-28; 37,15s.26ss). Todo esto será efecto de la efusión de su *Espíritu sobre la casa de Israel (39,29). Esta profecía mayor deja entrever cuál es la verdadera casa de Dios: no ya el templo material y simbólico, descrito minuciosamente por el profeta (40-43), sino la misma casa de Israel, morada espiritual de su Dios.
3. La morada del Dios de los humildes. Por otra parte, al retorno del exilio, se va a dar una doble lección al pueblo para liberarlo de su particularismo y de su formalismo; por una parte, Dios abre su casa a todas ‘las *naciones (Is 56,Sss; cf. Mc 11,17); por otra parte, pro-clama que su casa es trascendente y eterna y que, para ser introducido en ella, hay que tener un corazón *humilde y contrito (Is 57,15; 66, ls; cf. Sal 15). Pero en esta morada celestial, ¿quién puede, pues, introducir al hombre? La misma sabiduría divina que va a venir a construir su casa entre los hombres y a invitarlos a entrar en ella, (Prov 8,31; 9,1-6).
III. LA CASA ESPIRITUAL DEL PADRE Y DE SUS HIJOS. 1. Cristo Jesús es, en efecto, la Sabiduría de Dios (1Cor 1,24). Es la *palabra de Dios que viene a habitar entre nosotros haciéndose *carne (Jn 1,14). Es de la casa de David y viene a reinar en la casa de Jacob (Le 1,27.33); pero en Belén, ciudad de David, donde nace, no halla casa en que lo reciban (2,4.7). Si en Nazaret vive en la casa de sus padres (2,51), a los doce años testimonia ya que debe dedicarse a los asuntos de su Padre (2,49), cuya casa es el templo (Jn 2,16). En esta casa intervendrá con la autoridad del Hijo, que en ella se halla en su casa (Mc 11,17 p); pero sabe que está abocada a la ruina (13,1s p) y viene a construir una nueva: su *Iglesia (Mt 16,18; cf. 1Tim 3,15).
2. En el cumplimiento de esta misión no tendrá «casa» (Lc 9,58) ni familia (8,21); será invitado y se invitará en casa de los pecadores y de los publicanos (5,29-32; 19,5-10); en los que le reciban hallará una acogida unas veces fría, otras veces amistosa (7,36-50; 10,38ss); pero siempre llevará a estas casas el llamamiento a la conversión, la gracia del perdón, la revelación de la salvación, única cosa necesaria. A los discípulos que, siguiendo su llama-miento, dejen su casa y renuncien a todo para seguirle (Mc 10,29s), les dará la misión de llevar la *paz a las casas en que los acojan (Lc 10,5s), al mismo tiempo que el llamamiento a seguir a Cristo, camino que lleva a la casa del Padre y promete introducirnos en ella (Jn 14,2-6).
Para abrirnos el acceso a esta casa, cuyo constructor es Dios y a la cabeza de la cual se halla él mismo en calidad de hijo (Heb 3,3-6), nos precede Cristo, nuestro sumo sacerdote, penetrando en ella con su sacrificio (6,19s; 10,19ss). Por lo demás, esta casa del Padre, este santuario celeste es una realidad espiritual que no está lejos de nosotros; «es nosotros mismos», si por lo me-nos nuestra esperanza es indefectible (3,6).
3. Cierto que esta morada de Dios no se acabará sino cuando cada uno de nosotros, habiendo abandonado su morada terrena, se haya revestido de su morada eterna y celestial, de su cuerpo glorioso e inmortal (2Cor 5,1s; cf. ICor 15,53). Pero desde ahora nos invita Dios a colaborar con él para construir esta casa, cuyo fundamento es Jesucristo (ICor 3,9ss), piedra angular y viva, y que está hecha con las *piedras vivas que son los creyentes (lPe 2,4ss). Cristo, dándonos acceso cerca del Padre, no nos ha hecho solamente entrar como *huéspedes en su casa, nos ha otorgado ser «de casa» (Ef 2,18s), ser integrados en la construcción y crecer con ella; porque cada uno viene a ser morada de Dios cuando está unido con sus hermanos en el Se-ñor por el Espíritu (2,21s). He aquí por qué en el Apocalipsis la Jerusalén celestial no tiene ya templo (Ap 21,22); toda ella es la morada de Dios con los hombres venidos a ser sus hijos (21,3.7) y que permanecen con Cristo en el amor de su Padre (Jn 15,10).
-> Permanecer – Edificar – Iglesia – Pueblo – Piedra – Reposo – Templo – Tierra.
LEON-DUFOUR, Xavier, Vocabulario de Teología Bíblica, Herder, Barcelona, 2001
Fuente: Vocabulario de las Epístolas Paulinas
La palabra «casa» usualmente representa la palabra hebrea bayiṯ y la griega oikos y oikia. El uso bíblico se puede clasificar como sigue:
- Literal. El edificio en que habita una familia se llama casa (Gn. 19:24). El templo como la habitación de la presencia de Dios es una casa (Mt. 21:13).
- Figurado. Por extensión, las palabras se aplican a quienes se encuentran unidos por algún vínculo de unidad. Una casa, entonces, podría incluir (1) los miembros de una familia—incluidos los siervos—que viven juntos y reconocen a un jefe de familia (Gn. 14:14; Heb. 11:7); (2) los descendientes de un hombre (Gn. 18:19; Lc. 2:4); (3) los miembros del mismo grupo racial o religioso (Is. 7:13; Jer. 31:31).
III. Espiritual. Lo siguiente puede ser citado como ilustración: (1) los creyentes como «familia (casa) de la fe» (Gá. 6:10; cf. Ef. 2:19; 1 Ti. 3:15; Heb. 3:6; 1 P. 2:5; 4:17); (2) la familia de Dios en los cielos (Jn. 14:1); (3) el cuerpo glorificado del creyente (2 Co. 5:1); (4) toda la iglesia (Heb. 10:21).
En estas palabras hay prominentes problemas teológicos, tales como el debate sobre si «casa» en pasajes tales como Hch. 16:31; 18:8 incluye niños. Está involucrada la cuestión del bautismo infantil. El uso parece indicar muy ciertamente que «casa» incluye a todos los que están en una familia—no importa su edad. También existe el problema de interpretar «casa de Israel» en Heb. 8:8ss. (cita de Jer. 31:31ss.). Parece ser una referencia a la iglesia más que a un Israel literal.
Wick Broomall
Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (98). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Fuente: Diccionario de Teología
(heb. bayiṯ; gr. oikos, oikia). Los términos heb. y gr. se emplean con referencia a diversos tipos de edificios, y también en el sentido de “hogar, familia”. Particularmente en el NT, la “casa de Dios” viene a representar un importante concepto teológico. La información arquitectónica en la Biblia ha sido complementada considerablemente por los resultados de las excavaciones arqueológicas, aunque todavía no tenemos, para cada período, un cuadro completo de las casas que habitaba la gente.
I. Antiguo Testamento
El heb. bayiṯ, que aparece más de 2.000 veces, está relacionado con una forma nominal que vemos en muchos idiomas semíticos. Tiene un amplio uso en el AT para todo tipo de vivienda, desde palacios (p. ej. Jer. 39.8) y templos (p. ej. 1 R. 8.13), hasta casas particulares (p. ej. Ex. 12.7; Dt. 6.7) e, incluso, posiblemente tiendas (Gn. 33.17). Generalmente se construían las casas con materiales sólidos como piedra, madera, y argamasa (Lv. 14.37, 39, 45; Am. 5.11), y a menudo se las incorporaba a los muros de la ciudad (Jos. 2.15). Algunas eran de excelente calidad (Dt. 8.12; Hag. 1.4), como el palacio de cedro de David (2 S. 7.2, 7; cf. 1 R. 7.2; Is. 22.8) o las lujosas casas de Samaria decoradas con marfil (1 R. 22.39; Am. 3.15). A menudo se combina bayiṯ con otros sustantivos para indicar un edificio especializado, o parte de un edificio, p. ej. casas de verano e invierno (Jer. 36.22; Am. 3.15), cárceles (Gn. 39.20ss; 2 R. 25.27), el harén del rey de Persia (Est. 2.9ss), y especialmente el templo de Jerusalén (“casa de Dios, 1 Cr. 9.11, 13, 26; “casa de Jehová”, 1 R. 7.12, 40–41). También se emplea en otras combinaciones para describir la calidad y/o el carácter de la vida en una casa o edificio, p. ej. amenidad, alegría (Ez. 26.12; Mi. 2.9; Ec. 7.4), luto (Jer. 16.5; Ec. 7.2, 4) y rebeldía (Ez. 2.5–6). Por extensión a veces bayiṯ puede significar la “vivienda” de diferentes animales (el gorrión, Sal. 84.4; la cigueña, Sal. 104.17; la tela de araña, Job 8.14; la polilla, Job 27.18; el asno montés, Job 39.5–6; el becerro, 1 S. 6.7, 10) y también se la emplea para diversos receptáculos como una zanja alrededor del altar (1 R. 18.32), recipientes para perfume (Is. 3.20), y soportes para varas (Ex. 25.27). Ocasionalmente se refiere a lo transitorio del cuerpo humano (Job 4.19; cf. 2 Co. 5.1–10) y aun para el *Seol (Job 38.20).
Un importante sentido de bayiṯ, que encontramos en más de una cuarta parte de todas las referencias, es el de “casa, familia”, que puede incluir a los que vivían en tiendas (Nm. 16.32; Dt. 11.6). Las frecuentes frases “la casa de (tu, mi, etc.) padre” y “casa de Israel” están relacionadas con el concepto bíblico por el cual una familia, tribu, o nación deriva su nombre de un antepasado o líder. Finalmente, “casa” puede designar personas (incluyendo esclavos) y propiedades (Gn. 39.1–2; Ex. 20.17; 1 R. 13.8) pertenecientes a una familia.
II. Nuevo Testamento
Buena parte del uso en el
Una de las aplicaciones más importantes del concepto de la “casa de Dios” fue su uso en relación con la iglesia (
Indudablemente el tema de la “casa (o “familia”) de Dios” debió mucho a la función del hogar en la cristiandad primitiva como lugar de reunión y compañerismo (p. ej. 2 Ti. 4.19; Flm. 2; 2 Jn. 10). Familias enteras se volvieron al Señor (p. ej. Hch. 16.34; 1 Co. 1.16), y el partimiento del pan (Hch. 2.46), la evangelización (Hch. 5.42), y la enseñanza (Hch. 20.20) se realizaban “por las casas” (o “de casa en casa”).
III. Arqueología
a. General
La gran mayoría de las casas en la antigua Palestina estaban construidas en ciudades fortificadas, aunque también las había en aldeas dependientes. Hasta los granjeros a menudo vivían en las ciudades, aunque podían acampar afuera en la época de la cosecha, y las eras siempre se encontraban cerca de las ciudades. Las ciudades grandes cubrían a veces una superficie de 800 áreas, aunque la mayor parte de las ciudades y aldeas no pasaban de 240 áreas. Generalmente las casas estaban muy cerca una de la otra, particularmente si la ciudad estaba construida sobre una colina, de modo que el espacio se usaba económicamente. La planificación urbana se conocía ya a mediados del 3º milenio
Los cimientos variaban de acuerdo con el tamaño y la importancia de la casa, aunque siempre eran importantes debido a los severos efectos de las copiosas lluvias (
Las paredes de las casas particulares se construían a menudo de piedra bruta y adobe; en los casos en que la piedra era escasa, toda la casa se construía de adobe, sobre cimientos de piedra. Los adobes se recubrían con mezcla impermeable en la cara interna de la pared, a veces solamente hasta la mitad de su altura; los pisos eran de arcilla gredosa que puede soportar el desgaste producido por los pies desnudos. En las casas de gente rica el piso a veces se pavimentaba, hasta en los patios. A veces se reforzaban las paredes colocándoles pilastras de piedra labrada en las esquinas y a intervalos regulares a lo largo de los muros, o, durante la monarquía dividida, por medio de pilastras de piedra colocadas horizontalmente, particularmente en las partes superiores de la pared. El espesor de las paredes podía ser de hasta 1
Se colocaban las puertas dentro de un marco de dos postes, dintel, y umbral. Generalmente la puerta era más baja que la altura de un hombre, y en general se abría hacia adentro; se impedía que se abriese hacia afuera mediante salientes en el dintel y el umbral, que servían también para evitar que entrara tierra y agua. Los postes de las puertas eran de madera (Ex. 21.6; Dt. 15.17) o piedra (Is. 6.4), y la puerta podía cerrarse con cerradura o pasador (cf. 2 S. 13.17–18).
Las ventanas se conocían en Palestina a partir del 4º milenio a.C. Eran raras las que se colocaban en la planta baja, ya que la puerta abierta dejaba entrar bastante luz durante la mayor parte del año, y generalmente se las colocaba en la pared opuesta a la entrada. El espacio destinado a las ventanas era mínimo a fin de que la temperatura se mantuviese baja en verano y alta en invierno. Los relieves murales asirios de la ciudad israelita de Laquis muestran ventanas muy arriba en las torres del muro exterior; ese tipo de ventana más de una vez posibilitó escapes (Jos. 2.15; 1 S. 19.12). Los marfiles labrados encontrados en diferentes sitios arqueológicos, que muestran una cara de mujer en una ventana con balaustrada pueden tener relación con las ventanas con celosias que había en los muros exteriores en la época del
Muchas casas eran de dos pisos, aunque, como no se han preservado edificios del Israel antiguo con una planta baja completamente techada o cubierta con cielo raso, no siempre podemos estar seguros de la altura original de los edificios. Se subía a los pisos superiores por medio de escaleras incorporadas o de mano. Estas habitaciones se destinaban a vivir y a dormir (cf. 2 R. 9.13, 17), y también se podía atender a los huéspedes allí (1 R. 17.19; 2 R. 4.10–11). Se construían los techos con vigas cubiertas con ramas y una gruesa capa de barro, aunque a veces las vigas estaban apoyadas en una hilera de columnas a lo largo del centro de la habitación. Se utilizaban unos rodillos cilíndricos de piedra de alrededor de 60
b. La vida en la casa
Durante la mayor parte de la época bíblica la casa servía generalmente de vivienda, de lugar de almacenamiento, y, además, tenía usos industriales y comerciales. Hay indicios de la realización de actividades de teñido, tejido, y molienda de granos en las casas, mientras que en Jericó hay cierta indicación de que se vendía grano en estrechas casillas añadidas a la parte exterior de los muros de las casas. El agricultor vivía en la casa junto con todo lo que poseía. Dentro de ella se mantenía suficiente alimento para el invierno, pienso para los animales, jarrones de almacenamiento, y herramientas agrícolas. A los arqueólogos les ha resultado sorprendente la cantidad de materias carbonosas encontradas en estas casas, especialmente en las que destruyeron las huestes de Josué. Cuando el tiempo era húmedo o muy frío, o en época de guerra, la familia también tenía que compartir la casa, o por lo menos el patio, con los animales más valiosos. También se encontraron objetos religiosos en muchas casas, como altares con cuernos, soportes para incienso, braseros, y estatuillas. Sin duda muchos habitantes siguieron las prácticas locales en oposición al culto oficial de Yahvéh.
El mobiliario de la casa variaba de acuerdo con los medios económicos de sus habitantes. El pobre sólo podía tener elementos de cocina y rama. El mobiliario del cuarto de huéspedes que se le ofreció a Eliseo era típico del que se utilizaba en la familia término medio (2 R. 4.10). Consistía en cama, mesa, silla, y una lámpara. Los ricos utilizaban camas altas, otros usaban camastros, mientras que los más pobres usaban esteras de juncos sobre el piso. Hacía falta mucha ropa de cama porque los inviernos de Palestina son fríos y húmedos. Había cómodas para colocar la ropa y la ropa de cama. Los muebles de los ricos se taraceaban con marfil; otros los imitaban a veces con taraceo de hueso común. Los taraceos de marfil, a su vez, a veces se taraceaban con oro y piedras preciosas. También había telares manuales en muchas casas.
En invierno a menudo se cocinaba adentro, a fin de mantener abrigada la casa, y durante los meses más fríos se utilizaba un brasero de cerámica o cobre lleno de carbón vegetal encendido, aunque este método no era muy eficaz. Generalmente se construía un horno en el patio de la casa. Era hueco en la parte superior, y podía tener alrededor de 60 cm. de diámetro en la base y unos 30 cm. de altura, y a menudo se construía con capas alternadas de arcilla y fragmentos de cerámica. Dentro de la casa había silos de almacenamiento hechos de piedra o arcilla. Se empleaban grandes jarrones para guardar las provisiones para el invierno, y había un molino para moler el grano. Se guardaba la harina en un jarrón de boca ancha, y el aceite de oliva en vasijas especialmente diseñadas. A menudo había un gran mortero de piedra colocado en el suelo, en el que se podían preparar diferentes alimentos moliéndolos con una mano de mortero. Si la casa no tenía cisterna, había un jarrón grande para guardar agua, con jarrones más pequeños para traerla desde el manantial. Se han encontrado ollas para cocer de boca ancha para poder revolver los alimentos, y otras de boca estrecha para calentar líquidos, junto con una gran variedad de tazones para servir la comida. Los ricos utilizaban artículos de mesa de oro y plata y hervidores de cobre. Am. 6.4–6 describe la vida lujosa en Israel en sus aspectos más sombríos.
c. La evolución arquitectónica
(i) Período preisraelita. Las casas más antiguas de Palestina eran estructuras fuertes de una sola habitación, mayormente de diseño rectangular y circular. En Jericó aparecen casas de dos habitaciones
Durante el resurgimiento de la vida urbana en la edad del bronce media, la casa centrada en el patio se hizo muy común en Palestina, aunque los pobres continuaban viviendo en casuchas de una sola habitación. Se construían habitaciones en uno o más lados del patio, aunque es raro encontrar en Palestina habitaciones en los cuatro lados. Una casa de considerable tamaño de ca. 1600 a.C. se desenterró en Tell beit Mirsín (Debir [?]), en la que sólo el patio medía 11 x 6 m y las seis habitaciones techadas ubicadas en dos pisos abarcaban un espacio cubierto de unos 140 m². Un ejemplo más complejo de
(ii) Período israelita. En los casos en que los israelitas reemplazaron las ciudades cananeas, la calidad de las viviendas disminuyó notablemente, aunque mejoró rápidamente en la época de David y Salomón, parcialmente merced a la influencia fenicia. La diferencia más patente es la ausencia de objetos de culto cananeos en el período inmediatamente posterior a la conquista. Las casas más pobres eran de una habitación con un patio, muchos ejemplos de las cuales se encontraron en Tell Qasile. El tipo más común de vivienda del período preexílico es, sin embargo, el que se conoce generalmente como la casa de cuatro habitaciones, aparentemente un concepto arquitectónico israelita. Era de diseño rectangular, y tenía como elemento fijo una habitación al fondo, que tenía todo el ancho del edificio y estaba unida a tres habitaciones paralelas que salían de ella. La “habitación” central era generalmente un patio cerrado por el cual se entraba a los otros cuartos, y a menudo las habitaciones laterales estaban divididas en dos y separadas por columnas. La calidad de esas viviendas variaba enormemente, pero se utilizaba el mismo plan básico para los edificios públicos y monumentales, p. ej. en Hazor y en Tell beit Mirsín.
(iii) Período helenístico. Algunas ciudades helenísticas de Palestina muestran que se trató de llevar a cabo una planificación urbana según el modelo rectangular. Los ricos añadieron un cuarto de baño a sus casas en este período. Hacia la época del NT los ricos estaban transformando Jericó en un paraíso de invierno, más lujoso aunque Pompeya. Ocupaba una extensión más amplia, y tenía espaciosos jardines. La casa de los ricos en Palestina en la época del NT era similar a la vivienda romana en todas partes. Tenía un patio exterior rodeado de habitaciones, y por detrás un segundo patio con cuartos adyacentes. Esta última zona era sumamente privada.
(iv) Los palacios reales. El AT ofrece apenas una breve descripción del palacio de Salomón, pero la detallada descripción de la construcción del templo nos permite conjeturar acerca del aspecto del palacio, porque fue diseñado por los mismos arquitectos y construido por los mismos artesanos. La albañilería era de piedras finamente trabajadas colocadas al hilo y cruzadas. Para la decoración de interiores se empleaban maderas finas, con una terminación que permitía admirar su textura. La excavación del palacio del gobernador en Meguido permite ilustrar el programa de construcciones de Salomón. El palacio de la dinastía de los Omri en Samaria también fue construido por obreros fenicios. Allí el rey vivía separado de su pueblo en una ciudadela con muros muy resistentes, y al menos parcialmente aislado de la pobreza en que vivía buena parte de la población. Las hermosas incrustaciones de marfil son una indicación del estilo lujoso de vida (cf. Am. 6.4–6), en marcado contraste con las secciones más pobres de la ciudad. El palacio de Herodes en Jerusalén, con sus amplios jardines, constituía la última palabra en lujo, como era el caso también con su palacio de invierno en Jericó.
Bibliografía. G. E. Wright, Arqueología bíblica, 1975,
H. K. Beebe,
Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico