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Entre los aztecas, fue el dios del lucero de la tarde, que era el encargado de arrastrar al sol hacia las tinieblas nocturnas. Su nombre, en náhuatl, significa perro o animal, pero también gemelo.
Se le presentaba con figura deforme y con los pies torcidos hacia atrás. También se presentaba como un esqueleto con el sol a cuestas o como un perro muerto con una flecha en el hocico.
Según la visión de los toltecas, era el doble de Quetzalcóatl durante su estancia en el mundo subterráneo.
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa