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Entre los aztecas se llama así a la «guerra sagrada» que se hacía para dar satisfacción a las divinidades. Se cuenta que en 1454, poco antes de la llegada de los hombres blancos, el emperador Motecuhzoma Ilhuicamina, asustado por diversos cataclismos y calamidades, decidió hacer una guerra de este tipo para ofrecer víctimas humanas que aplacaran al cielo. Atacó a las tribus nahuatl y ofreció ritos sacrificiales de miles de prisioneros con esta finalidad.
Por ejemplo, al inaugurar uno de sus templos, el dedicado a Huitzlopotli, ofreció en un solo rito de cuatro días unos 20.000 corazones palpitantes.
Pocos pueblos como el de los aztecas dio tanta importancia a los sacrificios masivos de prisioneros, ni fue capaz de hacer sólo la guerra para tener víctimas que ofrecer al cielo.
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa