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Tradicionalmente se ha entendido por este concepto las normas, usos y preferencias para una vida conveniente en el ámbito urbano. Se la entiende, como contraposición a la rusticidad o ruralidad, la forma correcta de comportamiento social, lo que significa maneras corteses y delicadas de convivencia, de respeto al prójimo, de cordialidad en la comunicación con los demás.
La urbanidad, o cortesía, es equivalente a delicadeza y a expresión de caridad. Es un valor que sólo las personas dignas pueden apreciar en lo justo. Su ausencia endurece la conciencia y envilece la persona.
En tiempos pasados se cultivo ampliamente en los ambientes educativos, aunque es preciso reconocer que fue más apreciada en los ámbitos aristocráticos más que en los proletarios y populares por la tradición clasista.
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa