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Parte elevada de los claustros conventuales o catedralicios, y que sirve para tránsito también y acceso a celdas monacales o dependencias convenientes.
Al igual que el claustro propiamente dicho, fue con frecuencia objeto de aficiones artísticas, arquitectónicas y escultóricas, siempre en dependencia de la riqueza de los promotores.
Por regla general esta segunda zona monacal, o incluso catedralicia, se reservaba en tiempos antiguos más para la residencia íntima de los miembros del monasterio y se «cerraba» (clausura) a los extraños, sobre todo cuando los monasterios fueron adquiriendo más dimensión social.
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa