PURISIMA

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Calificativo sustantivado por la piedad cristiana y que, se da de ordinario a Marí­a, la Madre de Jesús. Alude a la perfección y singular la pureza de su vida, pues hasta del pecado original fue «preservada por único y singular privilegio divino» (Bula Ineffabilis Deus, de Pí­o IX).

La pureza de marí­a no es un adorno, al igual que la belleza o la sabidurí­a. Es el rasgo que define su gracia de plenitud (la kejaritomene) la llena de gracia, la llamada así­ por Gabriel.

La Iglesia la vio siempre como ser singular, por no haber tenido pecado original, ni haber cometido en toda su vida la menor imperfección, como correspondí­a a su santidad insuperable. Popularmente se asoció siempre, desde la Edad Media, Purí­sima con Inmaculada. Y ningún otro nombre fue más atribuido a la Madre de Dios.

En la presentación catequí­stica de la Madre de Dios. es conveniente superar, en esta y otras prerrogativas marianas, la visión esteticista y llegar a una visión más teológica: predilección divina, predestinación, elección.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa