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Templo romano dedicado a todos los dioses en el antiguo campo de Marte. Fue construido por Augusto el 27 a de C. para pedir la protección de cualquier dios que hubiera en el cielo. Se quemó en el 80, siendo luego reconstruido por Adriano. En el siglo VII, el Papa Bonifacio IV lo dedicó a Sta María de los Mártires el año 609. Al construirse S. Pedro del Vaticano, los rosetones de bronce de la fachada fueron arrancados para fabricar el Baldaquino de S. Pedro.
Este templo circular, esbelto, hoy silencioso y siempre admirable, es el símbolo del sincretismo religioso de los romanos, tan apegado a los tributos más que a las creencias, y de todos los tiempos, tan cansados de polémicas y de conflictos religiosos.
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa