PROSPECTIVA

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Es la ciencia, método o técnica que por procedimientos objetivos trata de prevenir el porvenir y expresar las previsiones con lenguajes matemáticos.

La ciencia Prospectiva no puede pretender leyes, códigos, normas, diseños o previsiones con la misma contundencia con que lo hacen las ciencias experimentales. Pero posibilita juicios y se apoya en cálculos realistas. Trabaja con posibilidades y con probabilidades.

Poco a poco se diseñaron sus procedimientos más o menos ingeniosos, técnicos y prácticos. Y se aplicaron metodologí­as con suficientes garantí­as.

1. Nacimiento de la Prospectiva
Como ciencia, surgió a mediados del siglo XX. Se comenzó a desechar la fantasí­a como forma de previsión y se reemplazó por la lógica y el cálculo matemático de probabilidades. Se superó la intuición como sistema y se tendió a la argumentación deductiva o inductiva. La futurologí­a adivinatoria se sustituyó por la matemática previsora.

Se considera iniciador de la Prospectiva, con categorí­a de ciencia objetiva, al pensador Gastón Berger (1896-1960). Sus estudios de mediados de siglo sobre «Ciencias humanas y anticipación» (en Revue des Deux Mondes. Febrero 1957) y su obra póstuma «El hombre moderno y su educación» fueron valiosos.

Con Berger se inició una inquietud que cuajó en la década de los sesenta en multitud de publicaciones exploradoras del porvenir y en diversidad de previsiones cientí­ficas, sociales, económicas, intelectuales. Después se acrecentaron esos afanes en todos los campos, incluidos los éticos, los antropológicos y hasta los religiosos.

Las dimensiones cientí­ficas de la Prospectiva, y su clara diferenciación de la Futurologí­a, arte basado en la fantasí­a y en la intuición más que en la lógica y en el cálculo de probabilidades, se incrementaron posteriormente. Se multiplicaron los estudios, los organismos, los modelos de previsión, afectando a muchos pensadores y en todos los terrenos del saber, del vivir y del actuar.

Y es que la curiosidad por predecir el futuro viene de lejos en la ciencia. Tan antigua como el hombre, se pierde en la noche de los tiempos. Testimonio de ello son la cadena de sortilegios, adivinaciones, recursos astrológicos, zoomorfí­as, ritos mágicos, hechicerí­as, etc. con que se pretendió satisfacer esa natural afición previsora.

Pero la ciencia objetiva y rigurosa es de reciente conquista. Surgió como quehacer intelectual ante la necesidad de dar respuesta al desconcierto que provocaban las transformaciones aceleradas de la sociedad y de la vida, de la técnica y de la economí­a.

2. Lí­neas prospectivas
En las postrimerí­as del siglo XX, la ola de prospectivos se multiplicó mucho.

– Nombres europeos como Bertrand de Jouvenel en Francia, Ugo Spirito en Italia, Polak en Holanda, Galtung en Noruega, Flechtheim en Alemania, sirvieron de base a muchas de las lí­neas posteriores.

– Figuras del mundo socialista, como Bestushech-Lada en la URSS, Richta en Checoeslovaquia, Apóstol en Rumania, Edeling en la Alemania Oriental, imprimieron cierta dimensión mecanicista, concorde con planes reguladores propios de economí­as y polí­ticas planificadas.

– Los norteamericanos Boulding, Mac Hale, Dixon, Ozbekhan, Platt, Toffler, Umpleby y Waskow, combinaron los alardes tecnológicos, las previsiones cientí­ficas y lo espectacular de su propia cultura.

Pero esta cascada de nombres perdió actualidad cuando los fracasos en la predicción se encargaron de desmentir muchos planteamientos ingenuos y preanuncios imprudentes. Multitud de predicciones se presentaron con mejor voluntad de acierto que de rigor y de modestia cientí­fica. Y hasta las más depuradas técnicas del cálculo de probabilidades se revelaron como deficientes ante el ritmo acelerado de los acontecimientos en los diversos sectores y, sobre todo, ante las imprevisibles reacciones de los grupos humanos.

3. Campos prospectivos
La técnica previsora se desarrolló en diversos campos, teniendo en cuenta la originalidad de cada uno. El análisis prospectivo sigue actuando de forma diferente, según su naturaleza y las variables que entran en juego. Siempre la dependencia de decisiones libres del hombre aparece como el freno principal a la especulación prospectiva frí­a y cerebral. Todos ofrecen un común denominador, que es el riesgo en la conjetura y un obstáculo insalvable que es la insuficiencia de la cuantificación.

Hay terrenos que resultan más seguros y predecibles:

– El fí­sico, natural y ecológico, que depende más de procesos objetivos.

– El demográfico en sus diversos aspectos: natalidad, mortalidad, fecundidad.

– El alimentario y productivo, vinculado con intereses vitales de los grupos.

– El tecnológico y cientí­fico en sus variados campos de aplicación.

– El biológico y médico, en sus aspectos corporales más ineludibles.

– El mercantil y económico, en donde es fácil medir procesos de producción.

– El urbaní­stico y poblacional, con sus procesos y transformaciones.

– El militar y armamentí­stico, siempre unido a la técnica y a la economí­a.

– El profesional y ocupacional, vinculado con los oficios y labores sociales.

Pero otros campos son casi imprevisibles por su misma naturaleza.

– El filosófico, pues las ideas y las ideologí­as proceden de mentes móviles.

– El polí­tico y social, en sus diversos niveles locales o internacionales.

– El literario y el artí­stico, con sus vaivenes afectivos y caprichosos.

– El evasivo y diversivo, que tantas alternativas nuevas puede ofrecer.

– El pedagógico y académico, supeditado a metodologí­as y estilos fluidos.

– El cultural y el convivencial, siempre sujetos a variables interminables.

– El jurí­dico y normativo, con sus adaptaciones frecuentes y flexibles.

– El ético y crí­tico, fruto de preferencias, usos y costumbres cambiantes.

– Y desde luego el religioso y el espiritual: creencias, normas, cultos.

La ciencia prospectiva, debido a sus innumerables campos de aplicación, resulta polivalente, flexible y móvil en sus postulados, y variada en sus planteamientos. Cada campo reclama exigencias propias. Cada ambiente puede introducir elementos, variables y caminos diversos.

4. Criterios de actuación
Aunque precisa principios claros, es muy importante acertar en las metodologí­as, pues de ellas dependen las garantí­as de objetividad de las predicciones. El aspecto metodológico es el que ha constituido siempre el aspecto más difí­cil para dilucidar el significado de lo prospectivo: el valor objetivo de las predicciones. El ha sido en todo momento el más supeditado a las opiniones previas contradictorias y también el más propenso a los desengaños posteriores.

Los futurólogos técnicos, los prospectivos, perdieron credibilidad en la medida en que sus predicciones no resultaron seguras. Sin embargo, lo ganaron los futurólogos lúdicos: adivinos, magos, brujos, astrólogos (que no los astrónomos), en cuanto halagaban las pasiones compensadoras de los hombre agnósticos. Ese contrasentido ayudó a que los verdaderos cientí­ficos se fueran dando cuenta de que no bastan los análisis frí­os.

Al final del siglo XX, es decir, cincuenta años después de su nacimiento como ciencia, la prospectiva comenzó a entrar en crisis y se refugió en la más prudente y modesta técnica de las previsiones lógicas, sociológicas y matemáticas. Y, como ciencia, se orientó más a la predicción de posibilidades que al cálculo de probabilidades. Se hizo más discreta cuanto más eludió las leyes generales.

Y es que los prospectivos ya han descubierto por experiencia el peso de lo imprevisible y la fuerza de la libertad del hombre. Ha contribuido a ese aprendizaje la cadena de grandes transformaciones con que culminó el siglo XX.

– En lo polí­tico y social, surgió la convulsión económica de grandes zonas del mundo: de Europa, después del derrumbe del socialismo soviético; del Pací­fico, con la oscilante expansión comercial de los nuevos paraí­sos fiscales; de Africa, con los efectos de las tensiones raciales que de forma inesperada a veces estallaron en rí­os de sangre.

– En lo tecnológico y cientí­fico, la influencia en las comunicaciones rápidas y baratas, como fruto de la tecnologí­a informática, de la electrónica y de la robótica, con su influencia en todos los terrenos, se hicieron imprevisibles muchas afirmaciones que antes eran acogidas como seguras e indiscutibles.

– En lo moral y espiritual, fenómenos como las sectas religiosas, las manipulaciones polí­ticas, la inesperada floración de actitudes integristas, el predominio de lo erótico sobre lo mí­stico o de lo pragmático sobre lo utópico, fueron desencadenantes de otras formas de pensar sobre el otro mundo o de nuevos modos de sentir sobre los valores trascendentes.

Estos y otros rasgos hacen volver la mente de los aficionados a la prospectiva hacia la realidad del hombre, de la vida y del mundo e incrementa su prudencia y su moderación en las afirmaciones. Hacia el final del siglo XX se comenzó a pensar que era bueno prever, pero que resultaba conveniente no matematizar excesivamente las previsiones, porque factores imprevisibles se encargan de alterar sustancialmente fechas, ritmos, hitos y estadios en el cambio.

5. Metodologí­as y técnicas

El afán de quienes se han ilusionado con analizar el porvenir de forma objetiva se ha centrado de ordinario en la búsqueda de metodologí­as adecuadas. El ingenio en esta pretensión metodológica ha sido grande, pero necesariamente discrepante, pluriforme y discutible. En la medida en que el futuro puede ser previsible, los métodos han apoyarse en procesos lógicos, no fantasiosos.

Los lenguajes han sido flexibles, no rí­gidos. Las conclusiones se han formulado como hipótesis dependientes de condiciones, no como afirmaciones categóricas. Los cauces paraellos han solido adoptar tres direcciones o estilos, los cuales se reparten por igual las simpatí­as de sus cultivadores. Por eso es difí­cil decir cuál de ellos es el mejor. Estos caminos o estilos son tres:

– La previsión intuitiva.

– La previsión exploratoria.

– La previsión normativa. 5.1. La previsión intuitiva.

Pretende resaltar, ante todo, el conocimiento objetivo a través de posturas mentales rápidas, de análisis interiores. Intuición equivale a presentimiento, inducción, presunción, pero siempre a partir de datos y no de fantasí­as.

La base está en la «sospecha» cientí­fica, no en la simple suposición o afirmación aleatoria. No es la suerte, sino la lógica inductiva, lo que funciona en esta metodologí­a. A partir de datos objetivos, apoyándose en el razonamiento natural basado en la experiencia y en la naturaleza, se formulan hipótesis, se comparan datos y situaciones, se emiten conclusiones serias, argumentadas y serenas. Es decir, desde la suposición de lo que va a acontecer a corto o medio plazo, se configuran razonamientos con garantí­as suficientes de realización.

Son sus mejores modos el Brainstorming y el Método Delphi (o Delfos). En ambos procedimientos se siguen fórmulas similares:
– Se pide a participantes cualificados, suficientes en número y competencia en cada terreno, que intuyan el futuro, no que lo adivinen;
– Se les solicita que prevean, por sentido común y con juicio práctico, realista, lo que va a suceder en un plazo prudencial de tiempo.

– Se superponen sumativamente las conclusiones y se obtienen radiografí­as de lo previsible, en forma de mapas, de datos, de sí­ntesis.

5.1.1. El Método del Brainstorming.

Es la llamada lluvia o tormenta de ideas. Las aportaciones son directas y espontáneas, abundantes y serias.

Se emplea la influencia mutua para precisar y corregir diversas intervenciones, tanto más importantes cuanto más objetivas, pero recibidas bajo el aluvión de una reflexión compartida.

Se alegan datos, opiniones, impresiones, hechos o sugerencias por los participantes en el encuentro. Se consignan oportunamente. Incluso se discuten y se comparan o contrastan. Aunque se estimula al que alega datos, se evita coaccionar la espontaneidad o predisponer con argucias.

Cada interventor actúa con más o menos rigor, según su capacidad intuitiva y documentación o experiencia. Lo que se recibe se pondera según el valor de certeza o seguridad de cada miembro, según criterios variados. También se puede simplemente acumular para un tratamiento estadí­stico posterior. En ocasiones, se efectúan varias sesiones para obtener rectificaciones o reiteraciones que objetiven los datos.

Y se revisa, o simplemente se improvisa, la sí­ntesis final, cuyo valor depende más de la calidad de los participantes que de la misma técnica empleada. Esa sí­ntesis tiende a ser concreta y restrictiva, eliminando lo que es retórica o simples formalidades expositivas.

5.1.2. La Técnica Delphi.

Se prefiere el aislamiento de cada interventor con el fin de conseguir mayor independencia y objetividad. Se aportan datos, pero sin la influencia paralela de los otros participantes. Lo que se pierde en estimulación simultánea y externa se gana en profundidad y en rigor, sobre todo en la medida en que las aportaciones procedan de personas con criterios válidos y con capacidades elevadas de análisis.

Cada participante tiene tiempo para pensar y ponderar por él mismo la garantí­a que atribuye a sus datos; matiza, selecciona, gradúa, precisa, incluso insinúa un nivel o grado de validez a sus mismas aportaciones.

Es frecuente estimular o encauzar esta aportación con guiones y cuestionarios que ayuden a ordenar las sentencias, a graduarlas según criterios preseleccionados, sobre todo pensando en su posterior acoplamiento a las llegadas de otras procedencias.

5.1.3. Consecuencias
En ambos procedimientos se prefieren datos escritos, no sugerencias verbales, de modo que no sea la fantasí­a la que actúa, sino la lógica más rigurosa y la intuición más objetiva posible.

Pero lo importante no es la consignación gráfica de las afirmaciones, sino el rigor lógico con que se formulan y las bases reales y naturales en que se apoyan. El modo varí­a según la calidad de los participantes y según el nivel de exigencia que se les propone. Y los lenguajes adquieren signo de hipótesis, nunca todos apodí­cticos.

Los grados de confianza de las respuestas van desde lo simplemente verosí­mil, a lo irremediablemente acontecible, pasando por lo posible, lo probable, lo casi seguro. Se pueden ofrecer fórmulas matemáticas para calcular el valor de las aportaciones y convertirlas en tablas de probabilidad o en niveles de garantí­a.

La formulación de «axiomas o postulados» puede hacerse de forma diversa:

– Con sentencia abierta, si cada uno elige sus términos libremente.

– Con encuesta cerrada, si se ha de seleccionar entre diversas sentencias insinuadas de forma compacta o de modo graduado.

– Con valoración cualitativa o cuantitativa de datos, si se deben elegir algunas posturas previamente presentadas.

– Con aceptación o rechazo de sentencias ya sugeridas o planteadas.

Las modernas técnicas de cálculo electrónico e informático facilitan al máximo la recolección, tabulación, manipulación, interpretación y expresión de los datos recogidos. Con ellas se realizan contrastes y comprobaciones, se elaboran fórmulas de validez y fiabilidad, incluso de manera automática, se facilitan los enunciados y los intercambios, etc.

Es normal que estas facilidades incrementen el uso y aprecio de la prospectiva, no sólo por lo que tiene de previsión gratificante, sino por lo que ofrece de comodidad en la elaboración de datos objetivos y necesarios.

5.2. La previsión exploratoria.

Es una forma que prefiere apoyarse, no en intuiciones y en perspectivas relacionadas con la experiencia, sino en el cálculo matemático de probabilidades de los diversos acontecimientos.

Se introducen mecánicas numéricas o, incluso, matrices o diseños geométricos adaptables a los procesos humanos (curvas de evolución, cálculos aleatorios, niveles, ritmos o etapas de progresión, umbrales máximos y mí­nimos de garantí­a, modelos paradigmáticos, matrices neutras de comportamiento, etc.).

Se hace de todo ello un lenguaje, cuyo común denominador es la habilidad aritmética de quien los maneja o de quien lo interpreta. Más que predicción, lo que subyace en estas metodologí­as es el juego de posibilidades y el cálculo de probabilidades, a partir de los hechos pasados y presentes.

La garantí­a de esta prospectiva está en la claridad, profundidad y habilidad con que se diseñan los procesos, se determinan los estadios o momentos y se formulan los lenguajes para hacerlos inteligibles, pero advirtiendo con modestia su carácter relativo.

Los modelos matemáticos para expresar los resultados son muchos y variados, pero siempre expresivos:

– aplicación de fórmulas de probabilidades expresadas en porcentajes,

– análisis de campos o recursos previamente acotados si afán absorbente,

– confección de correlaciones de diversa naturaleza según las variables,

– análisis factoriales sobre el alcance intersectorial de los rasgos analizados.

– procedimientos de extrapolación discreta de un terreno a otro,

– técnicas comparativas o analógicas, según el tipo de observación, y según el terreno en que se hace la previsión, etc.

En todo caso, el objeto de estos procedimientos prospectivos es elaborar fórmulas, discutir requisitos procedimentales, construir teoremas y ocasionalmente axiomas, resolver problemas, siempre con el rigor suficiente para que se supere el nivel de lo meramente imaginado.

Entre estos modelos exploratorios existen muchos frecuentemente usados: – El «método morfológico» implica la definición previa de los signos distintivos y del cálculo efectuado a partir de presupuestos firmes según esquemas matemáticos. En estos métodos suelen apoyarse la mayor parte de los pronósticos de producción, de consumo, de población, etc. Se configuran estadios ideales que se van siguiendo con rigor, a fin de asegurar la economí­a de los recursos, la graduación de los ahorros y la seguridad.

– Se elaboran hipótesis con pretensión de certeza y se introducen paralelos criterios de corrección y ajuste, que hacen los procesos productivos interesantes y seguros.

– También se usan con frecuencia los «modelos funcionales», los cuales suponen análisis parcial de cada variable que entra en juego y la exploración más compleja de los resultados de otras variables interrelacionadas o intercomunicadas. Siempre existe la limitación en este procedimiento de posibles influencias no apreciadas adecuadamente por distracción o por insuficiencia en los instrumentos de medida.

La simple irrupción en los procesos de agentes o causas libres hacen inservibles todos los datos previamente calculados de forma natural.

Los métodos exploratorios se suelen diversificar según el campo en que se aplican. Muchos terrenos no son compatibles con sus presupuestos. No es lo mismo predecir la producción agrí­cola que prever el comportamiento humano.

Siempre habrá que seleccionar la metodologí­a con esmero. Y, cuando se trata de aspectos humanos, los factores pueden variar notablemente, siendo un riesgo el aventurar anuncios.

5.3. La exploración normativa.

Ha merecido atención preferente en tiempos más recientes, sobre todo desde presupuestos antropológicos y sociológicos de tipo determinista, aquellos procedimientos exploratorios que analizan factores, procesos y situaciones naturales. Los rasgos que sugieren comportamientos similares a la Biologí­a se pueden entender como hechos sometidos a normas objetivas de actuación.

Conocer, controlar y asumir esos comportamientos es el alma de la predicción cientí­fica, la cual se basa es la tendencia estable de la naturaleza, aunque en la forma de formularse se pueden hacer concesiones a aspectos «aparentes» como libertad, elección, probabilidad, arbitrio, opcionabilidad.

Estos procedimientos propenden a la búsqueda de leyes, como si la Prospectiva fuera equivalente a la Biologí­a o en la Astronomí­a. Descubrir pautas o normas de comportamiento seguro, o de alta probabilidad, es el ideal de este modo prospectivo. Pero su valor resulta relativo, pues se anuncian postulados más o menos ingeniosos y se camina a conclusiones con cierta tonalidad determinista, argumentando con experiencias, o experimentos, lo que se ha presupuesto.

Los cauces que se sugieren especulativamente terminan de alguna forma por realizarse operativamente. Corren el riesgo de formulaciones ingenuas, desconocedoras de la libertad humana; incluso caen en el nivel extracientí­fico de los prejuicios. Y hasta incurren en actitudes arrogantes en lo antropológico.

Con todo, en sus formas moderadas, pueden ofrecer buenos servicios en todas aquellas dimensiones o terrenos que tienen dependencia de los procesos más fisiológicos de la naturaleza humana, pero son inservibles en los demás.

Entre esos procedimientos moderados se pueden presentar algunos valiosos: – Se habla de las llamadas «técnicas de simulación» o acomodo. Se disponen perfiles de posibilidades en forma graduada o de manera compacta. Se van eliminando las menos probables por uno o varios «expertos», hasta dejar un panorama verosí­mil.

– También se usa el «método de los modelos», o de las planificaciones supuestas como ejemplares, que en determinados terrenos son sólo posibles.

Manejando hábilmente las variables de que van a depender los procesos ulteriores, se dibujan situaciones de llegada. Si se supeditan a ellas las voluntades y los actos de inteligencia, llega un momento en que no se puede deslindar el terreno: no se sabe si se predice lo que acontecerá o acontece lo que se ha predicho.

No cabe duda de que la actitud predictiva determinista deja mucho que desear en su dimensión filosófica e incluso cientí­fica. Se presta a enorme desconfianza en cuanto a sus planteamientos. Pero se ha empleado con frecuencia y debe ser tenida en cuenta como método objetivo, aunque es necesario actuar con prudente reserva y con discernimiento.

5.4. Otros procedimientos

Con criterios o planteamientos más mixtos o diluidos, también se suele hablar de prospecciones con diversas metodologí­as: – El «método del contraste», que supone la superposición de opiniones objetivas de expertos en un determinado problema o terreno y la eliminación, por reducción al absurdo, de las más dispares, inverosí­miles o rechazables. Se analizan las coincidencias entre los que aportan sus datos previsores y se depuran las contribuciones después de medidas las concordancias o discrepancias.

El común denominador de las opiniones se convierte en postulado, incluso fragmentable en niveles parciales o elementos atómicos y moleculares. Su acumulación genera el perfil de rasgos previstos que resultan aceptables. Es evidente que el valor de las opiniones se halla condicionado por el rigor con que se formulan y la «documentación» con que se elaboran.

– El método de «mapas contextuales» se apoya en la configuración de tendencias por procedimientos en lo posible gráficos: curvas, mosaicos, ideogramas, etc. Se presentan diagramas de intensidad, cronogramas previsibles, escalas de posibilidad, etc. Se predeterminan las variables o ritmos que se prevén en determinados terrenos o acontecimientos.

Se tiende en los mapas contextuales a integrar los rasgos previsibles en esquemas simples y clarificadores. Se supone que los objetos fáciles de previsión, no lo son tanto en la realización. Se establecen correlaciones e interferencias y se perfilan representaciones, incluso gráficas, interesantes y comprensibles, que presenten como natural lo artificial.

– El «método de la analogí­a» se basa en la comparación entre hechos, procesos o tendencias de naturaleza similar o de contenidos asimilables.

De un análisis de variables conocidas y comprobables, se llega, por natural similitud o analogí­a, a otro de datos supuestos o deseados. Se anuncia una situación determinada con la esperanza, incluso garantí­a, de que siempre tiende a cumplirse la ley de la repetición: de presupuestos similares se generan efectos equivalentes.

El método de la «analogí­a» puede emplearse en determinados aspectos o terrenos, que van desde la simple «analogí­a histórica» (lo que ha pasado una vez puede o debe pasar en otras ocasiones semejantes) o de la «analogí­a geográfica» (lo que ha sucedido en un ambiente es probable que acontezca en otro similar), hasta la «analogí­a cientí­fica» o sectorial (lo que sucede en economí­a puede y debe repetirse en polí­tica, lo que sucede en población puede suceden en religión)

– El método del «cálculo socioestadí­stico» se inspira en la persuasión de que acontecen hechos siempre en función de motivos. Se contabilizan y predicen repeticiones según el número anterior de las mismas. Siguiendo las variables que entran en juego, se determina con todo rigor el grado de probabilidad de su repetición. Ante la imposibilidad de la estadí­stica descriptiva, o poblacional, en la mayor parte de las predicciones, se desarrollan fórmulas de estadí­stica inferencial de muestras. Lo importante es elegir bien las «muestras», de las que se van a extraer las predicciones. En la medida en que sean de significativas, las predicciones serán válidas.

– Junto a éste, se puede aludir al «método de las extrapolaciones». Se supone que se repite en un campo o aspecto lo que se analiza en otro más asequible. O también que se reproduce en un tiempo o lugar lo que se ha descubierto o explorado en otro lugar o tiempo. Las extrapolaciones pueden ser simples (un sólo aspecto) o múltiples y complejas (varios aspectos, independientes o interrelacionados entre sí­).

Es decir, la extrapolación es el traslado inteligente de un diseño, de un rasgo o aspecto, o de varios, a situaciones o campos equivalentes.

Se pueden formular leyes o perfiles, incluso coeficientes de garantí­a, para determinar el grado de seguridad con que se presentan los hechos, las situaciones o las condiciones del futuro.

– El método de la necesidad presupone la dependencia ciega de procesos incontrolables por la mente humana, como son las leyes cósmicas o las fí­sicas que deben cumplirse inexorablemente por exigencias de la misma naturaleza o de las personas.

Es claramente desechable en los campos del comportamiento humano, en el sentido de que se presupone que los procesos psicológicos o sociológicos son equivalentes a los biológicos. Desde una óptica determinista o biologista se ha usado con frecuencia.

Pero, más que un método prospectivo para aspectos antropológicos, es un procedimiento asumible en las ciencias fí­sicas o biológicas.

En este abanico de métodos y modelos, de los que aquí­ apenas si se hace otra cosa que recordar su existencia, no es fácil decidir el mejor en cada caso. Aventurar predicciones en campos religiosos, apostólicos y educativos, la pluralidad de criterios es desconcertante.

Como en toda exigencia de la metodologí­a, más que la bondad del instrumento, lo que importa es la oportunidad de su uso, el rigor y la habilidad con que se pone en funcionamiento. Y eso se halla supeditado a la naturaleza del objeto que se explora.

6. Prospectiva y educación

Conviene resaltar ante la inquietud de los educadores por averiguar el futuro que no hay ningún procedimiento mágico y absoluto para acertar.

Si la prudente previsión es un deber pedagógico, la exageración puede llegar a ser error ético y acaso religioso.

A veces, se pretende diferenciar con minuciosidad la prospectiva, en cuanto ciencia de exploración del futuro desde el análisis del presente, de la «proferencia» o técnica de dirigir el porvenir desde el presente.

Lo importante no es el valor semántico de las palabras, sino el alcance práctico de los proyectos que se apoyan en prudentes previsiones. Lo importante no son las escuelas ni las técnicas, sino las actuaciones prácticas

Lo que realmente interesa en la prospectiva es la fiabilidad de sus predicciones. Es tarea de la inteligencia más que de la voluntad o de la afectividad. Así­ debe ser entendida y aceptada, ya que es buen instrumento de trabajo y facilita la toma de decisiones responsables en tiempos oportunos. Como tal se asume aquí­ su importancia.

En lo referente a su validez para todos los aspectos relacionados con las ideas religiosas y apostólicas, con los procesos espirituales que implican y las valoraciones transcendentes que promueven, etc. se pueden formular muchas dudas y limitaciones a los procesos de previsión.

Pero no hemos de olvidar, o ignorar, que todos estos aspectos se apoyan en factores humanos que van desde lo económico a lo ético, desde los antropológico a lo espiritual. No cabe duda de que el simple hecho de anunciar la aplicación de la prospectiva a aspectos relacionados con lo trascendente, con compromisos morales y religiosos, con grupos en los que rige ante todo la opcionabilidad y la libertad, suscita sonrisas benevolentes, pero también cierto temor a no saber aprovechar lo humano para mejorar las tareas en favor del Reino de Dios.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa