ORTOPRAXIS

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Comportamiento y actuación correcta según la conciencia y según las leyes y los usos y costumbres. Se identifica con la actitud ética en el obrar.

Con todo el término se emplea en determinados ambientes para diferencia lo que es en si mismo correcto, aunque no se ajuste a las normas tradicionales. Por ejemplo, en la teologí­a de la liberación suramericana a veces se identifica ortopraxis con lucha violenta por la justicia y por la reivindicación de los derechos humanos. Esas posturas ponen en duda determinados postulados tradicionales referentes a la paz, al derecho a la propiedad o a la dependencia de la autoridad. Sitúan la conciencia del creyente en situaciones lí­mites que unos califican de marxistas o otros de evangélicas. En el sentido aspecto son rectas (ortopraxis) y en el segundo son recusables.

No deja de ser un peligro el crear una moral de la ortopraxis alejada de los criterios evangélicos (hí­brida entre una ideologí­a social o socialista y una interpretación polí­tica del Evangelio).

Por eso, sobre todo tratando con jóvenes en proceso de formación intelectual, es conveniente enseñar a diferenciar las posturas y discernir a la luz de la fe las opciones que en cada caso se deben y pueden tomar.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

(v. caridad, moral, santidad, testimonio)

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización

En relación con el término » ortodoxia», recientemente, sobre todo gracias a las teologí­as polí­ticas y de la liberación, se ha introducido en el vocabulario teológico el de nortopraxis» para indicar un comportamiento correcto y coherente con el mensaje evangélico.

Para algunos autores, la ortopraxis señala el momento determinante para el juicio sobre la ortodoxia; en efecto, no puede haber un movimiento exclusivo de la una sobre la otra. Una praxis, para ser correcta y por tanto «ortopraxis», tiene que relacionarse también necesariamente con una enseñanza con la que verificar su propia coherencia.

Los textos de los profetas abundan en referencias a una ortopraxis como traducción de la ortodoxia y como su verificación concreta, sobre todo cuando se trata de denunciar temas como la injusticia y la opresión de los derechos de los más pobres. También en el Nuevo Testamento es fácil encontrar esta misma idea de fondo: Jesús recuerda que «no todo el que me dice: ¡Serior Serior! entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos» (Mt 7 21): del mismo modo, llama bienaventurados y por tanto partí­cipes de su reino mesiánico a los que «construyen la paz» (Mt 5,9). Lo recuerda también con firmeza la Carta de Santiago: «Tú tienes fe; yo tengo obras; muéstrame tu fe sin las obras, que yo por las obras te haré ver mi fe» (Sant 2,18).

Como puede verse, el término es nuevo y ya de uso corriente, pero tomado en su justo horizonte no hace más que recordar un valor y una enseñanza que pertenece a la Iglesia y a la teologí­a desde sus orí­genes
R. Fisichella

Bibl.: w. Henn, Ortopraxis, en DTF 10421043; M. González Ruiz. Praxis, en CFP 802-817. A, Acerbi, Ortopraxis, en NDTl l2ll-l2~9: G. Gutiérrez, Teologí­a de la liberación, Sí­gueme, Salamanca 1992: B, Metz, Teologia del mundo, Sí­gueme, Salamanca 1969.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico

Ortopraxis, como término teológico, ha llegado a estar en boga más bien recientemente, bajo el impacto de la «teologí­a polí­tica» y de la «teologí­a de la liberación», que se han desarrollado desde finales de 1960 hasta el presente. Teólogos como J. Moltmann, J.B. Metz, G. Gutí­érrez, J. L. Segundo y D. Sólle han criticado las preocupaciones demasiado centradas en el individuo de la teologí­a trascendental neo-ortodoxa protestante o romano-católica, exigiendo una mayor atención a los imperativos sociales y polí­ticos de la tradición judeó-cristiana. Más aún: estos pensadores tendí­án a aceptar un principio que, desdé el punto de vista filosófico, habí­a sido asociado a la obra de Karl Marx, a saber: que es más importante transformar el mundo que interpretarlo. Esta dimensión social, orientada al futuro, de la órtopraxis encuentra apoyo en la tradición de las encí­clicas papales de contenido social, que- comenzaron a finales del siglo xlx y que aportan parte del telón de fondo a las expresiones colegiales dé doctrina social, tales como la constitución Gaudium et spes, del Vaticano II, el documento Justicia en el mundo, del sí­nodo de los obispos de 1971, y las doctrinas sociales de las conferencias episcopales locales, cuyo ejemplo más notable pueden muy bien ser los documentos de la Conferencia Episcopal de Latinoamérica (CELAM) de Medellí­n (1968) y Puebla (1975).

La palabra «ortopraxis» viene de las palabras griegas orthós, que significa recto o correcto, y praxis, que significa hecho, acción o práctica. La ortopraxis está evidentemente orientada a ser entendida en comparación con la ortodoxia. Si la ortodoxia tiene que ver con la creencia correcta, la ortopraxis se orienta a la acción correcta; más bien representa una relación crí­tica entre doctrina o teorí­a, por una parte, y acción o práctica, por la otra. Doctrina y acción se condicionan o mediatizan la una a la otra. La doctrina debe demostrar su verdad en la práctica; la práctica debe estar inspirada por la doctrina y dar lugar a una nueva reflexión doctrinal.

La Biblia ha ofrecido un rico apoyo para la importancia fundamental de la ortopraxis. Las Escrituras hebreas se dividen en las categorí­as de Ley, Profetas y Escritos, y puede demostrarse que cada una de ellas tiene la praxis como meta principal. Al volver a contar la historia de salvación, la Ley describe el modo de vida del pueblo elegido de Dios; a la luz de las circunstancias de su tiempo, los Profetas desafí­an al pueblo a vivir ese modo de vida de manera más fiel, mientras que los Escritos tratan de las diversas formas en las que la Ley afecta a la vida cotidiana. Este sentido práctico se expresa en textos como Dt 30,14: «Pues la palabra está muy cerca de ti; está en tu boca, en tu corazón, para que la pongas en práctica»; o Miq 6,8: «Se te ha dado a conocer, oh hombre, lo que es bueno, lo que el Señor exige de ti. Es esto: practicar la justicia, amar la misericordia y caminar humildemente con tu .Dios». Por otra parte, esta dimensión práctica del mensaje de las Escrituras hebreas tiene un inextirpable aspecto social en sí­ (cf, p.ej., Ex 20-23; Is 1,1-31; Am 1,6-7; 4,1-5). El NT subraya, a su vez, la importancia de la práctica, Gál 5,6, al hablar de que esta «fe se exprese en obras de amor». Se recuerda que Jesús afirma: «No todo el que me dice: ¡Señor!, ¡Señor!, entrará en el reino de. Dios, sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial» (Mt 7,21); y el criterio del juicio escatológico lo constituye la práctica de cada cual en el cuidado de los semejantes (Mt 25,31-46). La dignidad de los pobres y las obligaciones sociales, que son parte de la condición de discí­pulo cristiano, aparecen repetidamente en el NT. Además, algunos han sugerido que es imposible entender el mensaje del evangelio sin considerar la praxis de Jesús, una praxis que tuvo implicaciones sociales y que estuvo directamente relacionada con su condena y muerte. Por estos motivos, la praxis se convierte en un principio hermenéutico, un modo de leer el NT para salvar el vací­o que separa el mundo actual de los horizontes del siglo I.

Una importante tarea de teologí­a fundamental será clarificar la relación entre ortodoxia y ortopraxis. ¿Es la ortopraxis de alguna forma un criterio de ortodoxia, de modo que la praxis no cristiana reduce la propia capacidad de tener una creencia correcta? Más aún: .¿hasta qué punto es la ortopraxis una fuente para la teologí­a? El desarrollo de comunidades cristianas de base, no sólo en América Latina, sino en otros ambientes culturales también, ha ilustrado poderosamente el papel de la experiencia interviniendo en la interpretación de la revelación tal como está contenida en la Escritura y en la tradición. ¿Qué se quiere decir exactamente cuando se afirma que la experiencia adquirida en la ortopraxis informa la doctrina? La teologí­a fundamental debe intentar dar alguna respuesta a esta cuestión.

Otra área de interés para la teologí­a fundamental es la relación entre ortopraxis y la comunión que es la Iglesia. En el pasado esta comunión ha sido a menudo asociada con la recta doctrina u ortodoxia. El término ortopraxis hace pensar en un contraste no sólo con la ortodoxia, sino también, de un modo diferente, con lo que podrí­a llamarse heteropraxis o praxis herética. Algunos teólogos han discutido las dificultades inherentes a la celebración de la eucaristí­a por una comunidad que incluye tanto al oprimido como al opresor, dificultades que recuerdan las que afrontaba Pablo en 1Cor 11,17-34. O bien, otro ejemplo más, el sistema social del apartheid racial ha sido a veces descrito como una «herejí­a». En ambos ejemplos, la relación entre ortopraxis y comunión necesita una elaboración más amplia.

Aunque la palabra «ortopraxis» es en cierto moda nueva, las implicaciones sociales y polí­ticas de la fe a las que ella remite son tan antiguas como los más antiguos textos de la Escritura. Actualmente, la reflexión sobre la ortopraxis será un punto privilegiado de diálogo entre la teologí­a y las ciencias polí­ticas y sociales.

BIBL.: BOFF C., Theology and Praxis: Epistemological Foundations, Maryknoll 1987; GuTiéRttez G., Teologí­a de la liberación, perspectivas, Sí­gueme, Salamanca 1975; MErz J.B., Teologí­a del mundo, Sí­gueme, Salamanca 1969; MOLTMANN J., Teologí­a de la esperanza, Sí­gueme, Salamanca 19773; VERKAMP B.J., On doing the Truth: Orthopraxis and the Theologian, en «TS» 49 (1988) 3-24.

W. Henn

LATOURELLE – FISICHELLA, Diccionario de Teologí­a Fundamental, Paulinas, Madrid, 1992

Fuente: Nuevo Diccionario de Teología Fundamental