LOCURA

v. Desvarío, Necedad
Deu 28:28 te herirá con l, ceguera y turbación de
Psa 49:13 este su camino es l; con todo, sus
Psa 85:8 sus santos, para que no se vuelvan a la l
Ecc 1:17 y también a entender las l y los desvaríos
Ecc 10:1 así una pequeña l, al que es estimado
Lam 2:14 tus profetas vieron para ti vanidad y l
Zec 12:4 heriré .. a todo caballo, y con l al jinete
Luk 24:11 ellos les parecían l las palabras de ellas
1Co 1:18 la cruz es l a los que se pierden; pero
1Co 1:21 a Dios salvar a los creyentes por la l de
1Co 2:14 para él son l, y no las puede entender
2Co 11:1 ¡ojalá me toleraseis un poco de l! Sí
2Pe 2:16 muda bestia de .. refrenó la l del profeta


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Término popular y genérico para definir los diversos géneros de trastornos mentales que se pueden producir en la persona por diversas causas y en diferentes grados o formas.

La palabra fue usada por primera vez en forma cientí­fica por J. Pierre Falret (1794-1890). Antes se empleó en forma más popular, al estilo de los traductores de Erasmo en su libro «El elogio de la locura» (Stultitiae laudatio), que identificaron «stultia» (simpleza) con «insania» (enfermedad mental).

Se esconden en esta expresión realidades tan diversas como la esquizofrenia o la hipocondrí­asis, la psicosis o la neurosis, la infradotación mental o las alucinaciones, la depresión o el autismo, muchas formas más que afectan al equilibrio de la mente o a la irregularidad de sus manifestaciones.

En cuanto trastorno mental, definitivo o pasajero, profundo o incipiente, parcial o total, la locura disminuye la libertad y la responsabilidad.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Trastorno mental permanente, como la demencia, o estado accidental de extrema furia o gran desatino. En las Escrituras se usan varias palabras hebreas y griegas para significar tales desórdenes mentales, ya sean permanentes o temporales. Parece ser que algunas de estas palabras se derivan de los gritos extraños y a veces violentos o lastimeros emitidos por las personas aquejadas de locura.
El jactancioso rey babilonio Nabucodonosor se volvió loco. En cumplimiento de un sueño profético explicado por Daniel, este monarca fue herido de locura en un momento de jactancia. Estuvo demente durante siete años, †œy empezó a comer vegetación tal como los toros†. (Da 4:33.) Al perder la razón, es posible que Nabucodonosor creyese que era una bestia, quizás un toro. Un diccionario de términos médicos francés dice respecto a este trastorno mental: †œLICANTROPíA […] de [lý·kos], lupus, lobo; [án·thro·pos], homo, hombre. Nombre dado al desarreglo mental de la persona que cree haberse convertido en animal y que imita sus gritos o aullidos, sus movimientos y hasta sus hábitos. El licántropo se imagina que es un lobo, un perro o un gato; a veces hasta puede creerse un toro, como en el caso de Nabucodonosor†. (Dictionnaire des sciences médicales, par une société de médicins et de chirurgiens, Parí­s, 1818, vol. 29, pág. 246.) Después de siete años, Jehová le volvió a la cordura. (Da 4:34-37.)

Locura y posesión demoniaca. Aunque no todas las personas aquejadas de locura o demencia están poseí­das por los demonios inicuos, puede esperarse lógicamente que las que sí­ lo están manifiesten un estado mental desequilibrado. Jesús encontró en el paí­s de los gerasenos a un endemoniado que habí­a hecho de las tumbas su guarida, y †œmuchas veces habí­a sido sujetado con grilletes y cadenas, mas las cadenas las habí­a roto con estallido, y los grilletes realmente quedaban hechos pedazos; y nadie tení­a fuerzas para domarlo†. Además, estaba †œcontinuamente, noche y dí­a, […] en las tumbas y en las montañas dando gritos y cortándose con piedras†. Después que Jesús expulsó de él los demonios, el hombre recobró †œsu cabal juicio†. (Mr 5:1-17; Lu 8:26-39.) Sin embargo, los cristianos están protegidos contra la locura provocada por la posesión demoniaca si llevan puesta la †œarmadura completa que proviene de Dios†. (Ef 6:10-17.)

Locura fingida. En una ocasión, David se refugió al amparo del rey Akí­s de Gat cuando huí­a del rey Saúl. Una vez que se descubrió su identidad, los filisteos le insinuaron a Akí­s que dar asilo a David representaba un riesgo para la seguridad del reino. Al advertirlo, David tuvo temor y comenzó a actuar como si fuera un demente †œe hizo de continuo signos de cruz en las hojas de la puerta, y dejó correr la saliva por la barba†. El rey Akí­s supuso que estaba loco y le dejó marchar, convencido de que se trataba de un perturbado inofensivo. Posteriormente, David escribió bajo inspiración el Salmo 34, en el que dio gracias a Jehová por bendecir su recurso estratégico y librarle de aquella situación. (1Sa 21:10–22:1.)

La locura de oponerse a Jehová. El profeta Balaam insensatamente quiso profetizar contra Israel a fin de recibir dinero del rey moabita Balac. Pero Jehová frustró sus esfuerzos. El apóstol Pedro escribió acerca de Balaam que †œuna bestia de carga sin voz, expresándose con voz de hombre, estorbó el loco proceder del profeta†. Para designar la locura de Balaam, el apóstol usó la palabra griega pa·ra·fro·ní­Â·a, que transmite la idea de †œestar fuera de juicio [razón]†. (2Pe 2:15, 16; Nú 22:26-31.)
Oseas escribió con relación a los profetas falsos de Israel: †œEl profeta será tonto, el hombre de expresión inspirada será enloquecido a causa de la abundancia de tu error, aun siendo abundante la animosidad†. (Os 9:7.) Jehová se identifica como †œAquel que hace que los adivinos mismos actúen locamente†, pues demostrando la falsedad de sus predicciones, hace que sus opositores y todos aquellos que rechazan su sabidurí­a sufran de locura. (Isa 44:24, 25.) Job dijo respecto a los jueces de este mundo que Jehová †˜hace enloquecer a los jueces mismos†™. (Job 12:17.)
Pablo comparó a los opositores a la verdad que intentaban corromper la congregación cristiana con Janes y Jambres, quienes se habí­an opuesto a Moisés, y afirmó: †œNo harán más progreso, porque su locura será muy patente a todos, así­ como lo llegó a ser la locura de aquellos dos hombres†. (2Ti 3:8, 9.)

Locura debida a la opresión y confusión. Una de las consecuencias extremas que los israelitas tendrí­an que sufrir por desobedecer a Jehová era la locura. Por causa de la opresión de los conquistadores, llegarí­an a enloquecer, y actuarí­an de manera irrazonable debido a su sentimiento de frustración. (Dt 28:28-34.) De hecho, el rey Salomón declaró que la †œmera opresión puede hacer que un sabio se porte como loco†. (Ec 7:7.)
Una profecí­a comparó al rey babilonio Nabucodonosor con la †˜copa del vino de la furia de Jehovᆙ. Las naciones tendrí­an que beber de ella, y les harí­a †œsacudirse de aquí­ para allá y actuar como hombres enloquecidos a causa de la espada† que Jehová enviarí­a sobre ellos. (Jer 25:15, 16.) Pasado el tiempo, llegarí­a a haber locura en la propia Babilonia debido a que sus idólatras tendrí­an visiones horrendas, †˜y a causa de sus visiones aterradoras seguirí­an obrando locamente†™. (Jer 50:35-38.) Babilonia también tendrí­a que beber de la copa de la ira de Jehová. (Jer 51:6-8.)

Gran furor. Algunas expresiones griegas que se traducen †œlocura† o †œinsensatez† se usan en la Biblia con el significado de †œgran furor†. Por ejemplo: cuando Jesús curó en un dí­a de sábado a un hombre que tení­a la mano derecha seca, los escribas y fariseos que estaban observando †œse llenaron de insensatez [†œfuror†, NC], y se pusieron a hablar unos con otros en cuanto a qué podrí­an hacerle a Jesús†. (Lu 6:6-11.) Para designar su estado de ánimo, Lucas utilizó la palabra griega á·noi·a, que significa literalmente †œcarencia de inteligencia† (el término español †œparanoia† está emparentada con ese vocablo). Pablo reconoció que cuando perseguí­a a los cristianos, habí­a estado †œsumamente enojado contra ellos† (Hch 26:11), o habí­a sentido gran furor.

Contrastada con la sabidurí­a. En el libro de Eclesiastés el congregador revela que dio su corazón †œa conocer la sabidurí­a y a conocer la locura†. (Ec 1:17.) Su investigación no se restringió a la sabidurí­a, sino que también tomó en consideración la condición opuesta tal como los hombres la manifestaban. (Ec 7:25.) En Eclesiastés 2:12 Salomón de nuevo revela que sopesó la sabidurí­a, la locura y la tonterí­a. De esta manera podí­a determinar el valor de cada una de ellas. A la excesiva frivolidad la llamó locura: †œDije a la risa: †˜Â¡Demencia!†™†, pues cuando se comparaba con la sabidurí­a, era insensata, no producí­a verdadera felicidad. (Ec 2:2.)
Comentando acerca de la condición mental del estúpido, Salomón dijo: †œEl comienzo de las palabras de su boca es tontedad, y el fin de su boca, posteriormente, es locura calamitosa†. (Ec 10:13.) Las bromas pesadas pueden ser una manifestación de la tontedad, y a veces pueden ser tan dañinas que al bromista se le compara a un loco que tiene armas mortí­feras. (Pr 26:18, 19.)
Algunas personas no creen en la resurrección de los muertos y piensan que todo termina con la muerte. Como consecuencia de su punto de vista desequilibrado, solo buscan satisfacer sus inclinaciones carnales y no muestran ningún interés en hacer la voluntad de Dios. Salomón también se refirió a estas personas cuando dijo: †œPorque hay un mismo suceso resultante para todos, el corazón de los hijos de los hombres también está lleno de lo malo; y hay locura en su corazón durante su vida, y después de eso… ¡a los muertos!†. (Ec 9:3.)

Uso ilustrativo. Algunos hombres de Corinto desafiaron la autoridad del apóstol Pablo y su apostolado. El los llamó con sarcasmo †œapóstoles superfinos†. (2Co 11:5.) A fin de que la congregación de Corinto recobrase su sentido, Pablo †˜se jactó†™ de sus credenciales, sus bendiciones y lo que habí­a experimentado en el servicio de Jehová, y así­ demostró que era un apóstol. El jactarse es contrario a lo que debe hacer un cristiano, pero en esa ocasión Pablo tuvo que hacerlo. Por eso dio a entender que habí­a †˜perdido el juicio†™, y dijo de los llamados †œapóstoles superfinos†: †œ¿Son ministros de Cristo? Respondo como loco: más sobresalientemente soy yo uno†. (2Co 11:21-27.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

En la Biblia la locura se opone a la *sabidurí­a (p. e., Prov 10,1.14) y como ella se define en relación con la conducta de la *vida y con el *conocimiento de Dios. El loco es el tonto y el imprudente, es también el *impí­o (Prov 1,22-32; Eclo 22, 9-18).

AT. Los sabios ponen en guardia al joven sin experiencia, contra las seducciones que podrí­an inducirlo a una conducta loca : la de las mujeres perversas (Prov 7,5-27), la de la dama locura, personificación de la *impiedad (Prov 9,13-18). Hacen el retrato de los locos para mostrar a sus discí­pulos lo que vendrí­an a ser por falta de disciplina (Eclo 21,14-20): ¿no vendrí­an a pensar que el Señor no hace justicia o que no ve nada (Eclo 16,17-23), o incluso que no existe (Sal 14,1)? Consiguientemente, tendrí­an a los justos por locos (Sab 5,4) y su muerte por una desgracia irreparable (Sab 3,2).

NT. Frente al reino de Dios, presente en la persona de Cristo, la locura consiste no sólo en la impiedad que rechaza la ley de Dios, sino también en una sabidurí­a que se cierra a su gracia. Todos tienen necesidad de una conversión radical para acoger las palabras de Cristo y ponerlas en práctica, a falta de lo cual es uno un insensato (Mt 7,26). Es locura apoyarse en la propia *riqueza (Lc 12,20); locura, no responder a las exigencias de Dios, como las ví­rgenes locas (Mt 25,1-13), o tratar de falsearlas, como los *fariseos (Mt 23,17). Locura, sobre todo, no creer en la sabidurí­a de Dios que se revela en Cristo *crucificado y en la locura de su *predicación (ICor 1, 18-29). Pero el creyente debe consentir en pasar como Cristo mismo (Mc 3,21) por insensato a los ojos del mundo (ICor 3,18ss); Pablo pasó así­ por loco (ICor 4,10; Act 26,24); y todo apóstol de Cristo crucificado tendrá la misma suerte, pues anuncia una salvación que es obra de la locura de Dios, locura de amor, que es suprema sabidurí­a (ICor 1,25).

-> Conocer – Educación – Impí­o – Predicar – Sabidurí­a – Simple.

LEON-DUFOUR, Xavier, Vocabulario de Teologí­a Bí­blica, Herder, Barcelona, 2001

Fuente: Vocabulario de las Epístolas Paulinas