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Anhelos de conseguir objetivos o situaciones que se presentan como posibles. Nacen de la inteligencia que conoce posibilidades y avanzan con la afectividad que los propone como objeto de conquista.
Pueden tener un objeto bueno o un objeto malo, pueden ser permanentes o fugaces. Pueden hacerse manifiestos o quedar en el secreto del corazón.
En el Nuevo Testamento con el término epi-zimia (anhelo) o epipozeo (apetencia) aparecen 38 veces y 16 veces ese atractivo manifestado hacia algo.
En pedagogía cristiana hay que enseñar a juzgar la moralidad de los deseos, aunque no lleguen a conseguirse. Y hay que animar a controlar las apetencias cuando el objeto no es bueno. Es malo «desear la mujer ajena» (Mt. 5.28) o «las riquezas de otro» (Mc. 4.19) Y es bueno «desear las cosas de Dios» (Mt.13.17) o «seguir al mismo Jesús con fidelidad» (Lc. 17.22). La pedagogía de los buenos deseos es un preámbulo necesario para llegar a la pedagogía de las acciones buenas.
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa
(v. voluntad)
(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)
Fuente: Diccionario de Evangelización