Significado Bíblico de DIABLO

Significado de Diablo

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La Biblia hace más de 300 citas de
Satanás y los demonios… ¡así es que existen!… y, a veces, hay confusión en
algunos cristianos acerca de ellos. Así es que veamos lo que dice la Biblia,
porque la victoria del cristiano sobre Satanás es segura, pero la mejor arma del
diablo es la ignorancia, el pensar que no existen, o tenerles un miedo
infundado.

Ataca al hombre de
tres formas:

1- Tentaciones. Al mismo Jesús lo tentó 3 veces
(Mat.4, Lk.4). Tu y yo seremos tentados, y quizás más de tres veces.

2- La
«obsesión diabólica
es el control
externo, por el diablo, de las acciones
de una persona. No necesita
exorcismo oficial.

3- Posesión
diabólica:
Control
interno, por el diablo,
de las acciones de una
persona humana. Para liberarse necesita un exorcismo
oficial de la Iglesia, reservado al Obispo o a quien él asigne.

En los 3 casos «la libertad» está intacta; el diablo
no puede quitar el libre albedrío
de una persona.
Satanás, el diablo, y Lucifer es todo la misma cosa; es el jefe de los demonios: Es el
«ángel de la luz» que se rebeló contra Dios, queriendo «ser como Dios», en
Ez.28:2… Eva pecó porque quería «saber como Dios»; Lucifer, porque quería
nada menos que «ser como Dios». Los dos, pues, peca­ron por «orgullo», por
«egoísmo»; y el pecado actual fue de «desobediencia» a Dios, ¡aunque fuera una
cosa tan sin importancia como comer una man­zana que no le pertenecía a nadie!

Isaías 14:12-14 expone la grandeza y
miseria de este «lucero del cielo».

Los «demonios» son los ángeles que siguieron a Lucifer en su rebelión
con­tra Dios, de Apoc. 12:8… y entre ellos están, también, todos los
pecadores que han muerto en pecado mortal (Apoc. 14:9-11).

1- Satanás: Quiere decir
«adversario», «enemigo» (Mt.13:39, 1 Ped.5:8). Diablo:
Quiere decir «Calumniador», «tentador» (Lc. 4:2)… y es lo mismo que «Satanás»,
el jefe de los ángeles rebeldes, de Is.14 y Ez.28. En las Tentaciones de Jesús,
unas veces se le llama «Satanás» y otras «diablo» (Mt. 4:1 y 10, Lucas 4:2 y 8,
Mc. 1:13). Lucifer: Significa «ángel de la luz»,

es el ángel de la
luz, perfecto, de Is. 14:12 y Ez.
28:15-17. El nombre «Lu­cifer» no aparece en la Biblia, pero San Pablo lo llama
«ángel de la luz» en 2 Cor. 11:14, porque se disfraza de un «apóstol», ¡con la
Biblia debajo el brazo, si es necesario!.

2- Los «demonios»:
Significa «espiritus malignos»; son los ángeles que siguieron a Satanás
cuando se rebeló, y son «muchísimos»… «legión», se llaman ellos mismos en Luc.
8:30, en Gadara.

Producen enfermedades en las personas
como aliados y secuaces de Satanás:

A Job, que era un hombre justo y bueno,
Dios le permitió que le pro­dujera lepra, que murieran sus hijos y que se
quedara arruinado, Job l:6 a 2:7.

– «Sordomudez», Mt.9:32.

– Ceguera, Mt.12:22.

– Corvadura de la columna, Lc. 13:16.

– Demencia y epilepsia, Luc.8:26-36. y
Mc.5:1-16.

Otros «nombres» y «poderes» de
Satanás:

– El malo, Mt. 13:38

– «Mentiroso» y «padre de la menti­ra»,
Jn.8:44, Así es que, quien dice mentiras es «hijo del diablo», y el que hace
injusticias, y no ama al hermano (I Juan 3:10).

– «Homicida», Jn.8:44, que viene a
«robar, «matar» y «destruir», Jn.10:10.

– «El príncipe de este mundo», Jn. 12:31
y 14:30.

– El «dios de este siglo», 2 Cor. 4:4

– El «príncipe de los demonios», Lc.
11:15, Mt.12:24, Mc.3:22.

– La «serpiente», Gen. 3:1-15.

– «La serpiente antigua» y el «gran
dragón», de Apoc. 12:9 y 20:2.

– El que «engaña a todo el mundo», de
Apoc. 12:9, 20:3,8,10.

– El león rugiente que trata de devorar
a los cristianos, 1 Ped. 5:8.

– Hizo pecar a David, 1 Cro.21:1.

– Causó los sufrimientos de Job (1:7).l

– Fue el adversario de Josué, Zac. :
3:1-9.

– Metió la traición en el corazón de
Judas, Jn.13:2,27.

– Ató por 18 años a una mujer
encorvándola, Luc.13:11 y 16.

– Engaña a
los cristianos, 2 Cor.2:11

– Ciega el
entendimiento de los incrédulos y herejes, 2 Cor.4:4.

– Pervierte la Escritura, Luc.4:10,11

– Quien sedujo a Eva, Gen.3: i-20.

– Puede producir milagros y señales
prodigiosas, y conducir a la apostasía, 2 Tes. 2:9-12.


Beelzebul, Belial, son otros nombres que se le da en la Biblia.

¡JESÚS
VENCIO A SATANÁS! Así nos dice textualmente la Biblia: «Para esto apareció
el Hijo del Hombre, para destruir las obras del diablo» (1 Juan 3:8).

En su
vida privada,
Jesús venció a Sa­tanás «estando sujeto», obedeciendo a unos padres pobres y
humildes, ¡por 30 años!… Es la lección de la obediencia que nos da Jesús por
30 años.

En su
vida pública,
lo derrotó hacien­do en todo la voluntad del Padre, «expulsando demonios y
sanando enfermos». A1 demente de Gadara, en Lucas 8, le expulsó una «legión» de
demonios, ¡y se sanó! Al «sordomudo» de Mt. 9:22, le expulsó el demonio, y el
mudo habló. A la «encorvada» por 18 años, de Luc.13:16, le expulsó el diablo, ¡y
se enderezó! Al ciego, de Mt. 12:22, le expulsó el demonio, ¡y
vio!

En la
Cruz Jesús derrotó
completamente al diablo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de
Cruz… y, no sólo triunfó totalmente contra Satanás, sino que lo «avergonzó»,
lo exhibió públicamente (Co1.2:15).

¡EL
CRISTIANO VENCE A SATANÁS! Satanás es muy poderoso, pero
un niño cristiano de tres años tiene más poder que Satanás y todos los demonios
juntos, porque es más poderoso Cristo, que vive en mí, que el diablo que vive
en el mundo, nos asegura 1 Jn.4:4.

La
víctima de Cristo en la Cruz sobre Satanás, es «nuestra victoria», ¡ya lo hemos
vencido!… como nos dice la Biblia: «El Padre nos libró del poder de las
tinieblas y nos trasladó al reino del Hijo de su amor» (Co1.1:13).

Los
cristianos serán tentados y zarandeados por el diablo (Lc.22:31), por eso deben
«resistirlo» y «estar alerta», como nos dicen Santiago 4:7 y 1 Pedro 5:9… pero
la victoria está asegurada, siempre que estén con Cristo, en su Iglesia, armados
con toda la «armadura del cristiano» de Ef.6:11-16.

Vencerán a Satanás en el Vecino.
El cristiano, no sólo tiene asegurada su victoria contra el diablo, sino que, si
vive en Cristo, va a vencerlo en los demás, en los vecinos:

En
Lucas 9, Jesús envió
a los 12 a predicar, y les dio sus mismos «po­deres»: Expulsad a los demonios y
sa­nad a los enfermos ( 9:1).

En
Lucas 10, envió a
los 72, dándo­les los mismos «poderes», ¡y hasta los demonios se les sometían!,
nos dicen en 10:17.

En
Marcos 16,
después de resucitado, en su «Gran Comisión final», Jesús nos asegura que a todo
«creyente» le se­guirán estas señales: Expulsará a los demonios, y sanará a los
enfermos (Mc. 16:17-18)… Esto es lo que hacían los cristianos en la Iglesia
Primitiva, como nos cuentan los Hechos… y esto es lo que tenemos que hacer tú
y yo, los simples «creyentes»: Expulsar los demonios de las drogas, el alcohol,
la homosexualidad… y sanar a los enfermos de su cáncer físico, o de su
de­bilidad o muerte espiritual.

¡La
Virgen María venció a Satanás!: Los 4 Evangelios nos hablan de
la Madre de Jesús, pero el de Lucas es el más tierno, el que nos dice que la
Virgen María fue la primera que venció
a Satanás, con el poder de la Sangre de
Cristo, naciendo Inmaculada, «llena de gracia» (Luc.1:28).

En
Génesis 3:15,
Dios creó dos enemistades eternas e irreconciliables:

– La
primera, entre la «mujer» y la «serpiente».

– La
segunda, entre la «descendencia de la mujer» y la «descendencia de la
serpiente».

En
Apocalipsis 12,
en el último libro de la Biblia, ahí están luchando todavía la «mujer» y la
«serpiente»… ¡y la mujer vence tres veces a la serpiente! A1 final del
capítulo, nos dice que, al verse derrotada por la mujer, se fue la serpiente a
hacer la guerra contra «el resto de la descendencia de la mujer»… y nos cuenta
en el si­guiente capítulo, en el 13, las atrocidades producidas por el
Anticristo, por la antigua serpiente, contra «el resto de la descendencia».

La
«descendencia» de la mujer es Cristo; el «resto de la descendencia de la mujer»
somos tú y yo, los cristianos, descendientes de la misma mujer
que Cristo, y que no tenemos nada que temer a Satanás, siempre que esté la mujer
con nosotros; siempre que estemos con la Virgen María, en la única Iglesia de
Cristo, ¡aleluya!.

Cuando
la Virgen o un cristiano vence a Satanás, la derrota es, además «humillante»;
porque cuando lo vence Jesús, es Dios quien to derrota … pero que venza a
Satanás una criatura humilde, como la Virgen María, o como tú o yo, es una
«humillación» que revienta al «orgullo» de Satanás, no lo puede aguantar,
¡gloria al Señor!.

Los
«malos», «herejes», «pecadores»:

– Son
hijos del diablo, 1 Juan 3:10.

– Cumplen
sus deseos, Juan 8:33.

– Están
cegados por el diablo, 2 Cor. 4:4.


Engañados por él, Apoc. 20:7-8.


Terminarán con el diablo en el Infierno, como nos describe Mt.25:41, y el libro
del Apocalipsis, que es el que mejor nos cuenta la victoria total de Cristo y su
Iglesia, y la derrota total de Satanás y sus seguidores (Ap. 14:10, 20:10).

El
espiritismo,
santería, brujería, adivinación, astrología, horóscopo, todo es obra del diablo,
o pura mentira o falsificación, que también es obra del «padre de la mentira»:
Hech.16:16­18, 19:19, Deut.18:10-12, Is.47:13-14. Todos somos «hijos de Dios
o hijos del diablo, ¡y es muy fácil conocerlo! En esto se conocen los
hijos de Dios y los hijos del diablo: El que no practica la justicia, no es de
Dios, y tampoco el que no ama a su hermano. (1 Jn.3:10)… Quien no ama a su
hermano, …quien odia, quien no perdona, quien discrimina… es «hijo del
diablo», ¡aunque se sepa la Biblia de memoria!

Conclusión: Satanás
y los demonios existen, y son poderosos. Pero un cristiano, en la Iglesia, es
más poderoso que todos los demonios juntos.

Diccionario Enciclopédico de Biblia y Teología: DIABLO

DIABLO según la Biblia: Nombre griego que significa «adversario», al igual que su correspondiente heb. «Satán« o «Satanás». Así es como se traduce este vocablo cuando se alude a otros adversarios. Cp. Nm. 22:22; 1 R. 11:14, 23, 25.

Nombre griego que significa «adversario», al igual que su correspondiente heb. «Satán« o «Satanás». Así es como se traduce este vocablo cuando se alude a otros adversarios. Cp. Nm. 22:22; 1 R. 11:14, 23, 25.

Fue el diablo que al principio engañó a Eva, porque está claro que el dragón, la serpiente antigua y Satanás son todos ellos el mismo espíritu malvado (Ap. 20:2).

El diablo, Satanás, fue el gran adversario del pueblo de Dios en los tiempos del AT (1 Cr. 21:1); fue quien tentó al Señor Jesús, que le trató como Satanás; y es el tentador y adversario de los santos y de toda la humanidad en la actualidad.

Intenta neutralizar el efecto del evangelio; arrebata la buena semilla sembrada en el corazón (Mt. 13), y ciega las mentes de los incrédulos para que la luz del evangelio de la gloria de Cristo no resplandezca en ellos. Sus esfuerzos son frustrados por Dios, o nadie sería salvo.

Además, para contrarrestar la obra de Dios, Satanás suscita herejes que se mezclen con los santos, para corromperlos con malas doctrinas, como se enseña en la metáfora de la cizaña sembrada entre el trigo.

Va alrededor como león rugiente buscando a quién devorar (1 P. 5:8), pero los santos son exhortados a resistirle, y él se apartará de ellos (Stg. 4:7).

El poder de la muerte, que tenía el diablo, ha sido anulado por Cristo en Su muerte (He. 2:14).

Se advierte a los santos en contra de sus maquinaciones (2 Co. 2:11), porque se transforma en ángel de luz, en maestro de moralidad (2 Co. 11:14).

Dios provee una completa armadura para Sus santos, a fin de que puedan resistirle a él y sus artimañas, dándoles la espada del Espíritu (la palabra de Dios), como arma de ataque (Ef. 6:11-18)

El origen de Satanás no se afirma de una manera explícita, pero parece evidente (como creía la iglesia en su época más temprana) que hay una referencia a él en Ez. 28:12-19, bajo el nombre de rey de Tiro, como «querubín protector de alas desplegadas»; todas las piedras preciosas y el oro eran también vestidura suya, resplandecientes de luz reflejada; tenía su lugar en Edén, el huerto de Dios, y estuvo en el santo monte de Dios. Era perfecto en todos sus caminos desde el día en que fue creado, hasta que se halló maldad en él.

Esto difícilmente podría aplicarse al príncipe de Tiro (Ez. 28:1-10) como ser humano, pero las Escrituras lo atribuyen al rey de Tiro. Es muy indicativo el cambio que hay de príncipe (heb.: «nagid», conductor) de Tiro (Ez. 28:2) a rey (heb.: «melek», rey).

Tiro, en su sabiduría y hermosura mundanas, es considerado moralmente como la creación del rey y dios de este mundo, y acabará su carrera en condenación en el lago de fuego.

En la Epístola de Judas se da la acción del arcángel Miguel en relación con Satanás como ejemplo de moderación al hablar de las dignidades: él no se atrevió a proferir juicio de maldición contra el diablo, sino que dijo: «El Señor te reprenda.»

Esto implica que Satanás había sido puesto en dignidad, la cual, aunque había caído, tenía que ser todavía respetada, de la misma manera que la vida de Saúl era sagrada a los ojos de David porque era el ungido de Dios, aunque había caído.

Que Satanás ha sido puesto en dignidad queda confirmado por el hecho de que Cristo, en la cruz, despojó a «los principados y a las potestades», no solamente a las «potestades» (Col. 2:15).

La expresión «el príncipe» de este mundo (Jn. 12:31) «el dios de este siglo» (2 Co. 4:4), y «el príncipe de la potestad del aire» (Ef. 2:2) se refieren evidentemente al diablo.

Cuando el Señor fue tentado en el desierto, Satanás, después de mostrarle «todos los reinos del mundo», le ofreció darle todo el poder y la gloria de ellos, si le adoraba, añadiendo «pues a mí me ha sido entregado, y se lo doy a quien quiero» (Lc. 4:5, 6).

En el libro de Job vemos que Satanás tiene acceso a Dios en los cielos (Jb. 1:6, etc.); el cristiano lucha con los poderes espirituales de maldad en los lugares celestes (Ef. 6:12); llegará el día en que Miguel y sus ángeles lucharán contra Satanás y sus ángeles, y que éstos serán expulsados del cielo (Ap. 12:7).

Esto parece indicar que Satanás tiene un lugar en el cielo, tal como Dios se lo dio originalmente. Durante el milenio sería encerrado en el abismo, después dejado suelto por un corto espacio de tiempo, y finalmente será arrojado en el lago de fuego (Ap. 20:1-10), preparado para el diablo y sus ángeles (Mt. 25:41).

Cuando Jesús nació, Satanás intentó destruirle (Mal. 2:16; Ap. 12:1-5). Al terminar la carrera terrena del Señor, Satanás fue el gran instigador de su muerte.

Para conseguirlo, entró en Judas Iscariote, en tanto que en los otros casos, hasta allí donde nos ha sido revelado, la posesión la efectuaba un demonio, y no el mismo diablo.

Cuando el Señor fue arrestado, dijo a los judíos: «ésta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas» (Lc. 22:53). Pero Cristo fue el verdadero vencedor. Con Su muerte venció al que tenía el imperio de la muerte, al diablo (He. 2:14); llevó cautiva la cautividad (Ef. 4:8).

Sin embargo, Satanás sigue obrando, y cuando sea arrojado a la tierra vendrá a ser el espíritu de una trinidad de maldad. Dará su trono y autoridad a la Bestia (Ap. 13:2). Será también el caudillo de las naciones en la última batalla contra el campamento de los santos (Ap. 20:7-9).

Es un hecho notable que, a pesar de la maldad de Satanás, Dios lo usa en la disciplina de Sus santos, como en el caso de Job, pero solamente permite al diablo ir hasta donde Él quiere (cp. Jb. 1:12).

Pablo usó su poder apostólico para entregar a algunos a Satanás para la destrucción de la carne (1 Co. 5:5; 1 Ti. 1:20).

El aguijón que el mismo Pablo tenía en la carne era un mensajero de Satanás que le abofeteaba, para que lo sublime de las revelaciones que había recibido en el tercer cielo no le hicieran exaltarse desmedidamente (2 Co. 12:7).

Se debe recordar que Satanás es ya un enemigo moralmente vencido, porque ha sido ya denunciado (Col. 2:15); también que ningún cristiano puede ser tocado por él, excepto en lo que Dios el Padre permita y controle para la disciplina de Sus hijos y para bien de ellos.

Diccionario Enciclopédico de Biblia y Teología: DIABLO