Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre.
11:12 — Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre — El día siguiente es el lunes. Betania quedaba en la vertiente este del monte de los Olivos. Véase ver. 1, comentarios. Al parecer, Jesús no había desayunado antes de salir, y ahora tiene hambre (una indicación de su humanidad). Marcos revela solamente el hecho, no la causa. Fue temprano en la mañana, Luc 21:38.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Al día siguiente. Mat 21:18.
tuvo hambre. Mat 4:2; Luc 4:2; Jua 4:6, Jua 4:7, Jua 4:31-33; Jua 19:28; Heb 2:17.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Al día siguiente sería lunes, y Marcos dedica solamente ocho versículos para este día. El martes comienza con el versículo Mar 11:20, pero los eventos del martes y miércoles están combinados dentro de una extensa sección que termina en el Mar 13:37. Una nueva referencia cronológica comienza con el Mar 14:1, «Dos días después». Jesús tuvo hambre. Esto ciertamente indica la humanidad de Jesús:. sin desayunar, y aparentemente sin una gran cena el día anterior. Vea cómo las evidencias de su completa humanidad le siguen a las evidencias de su indiscutible deidad (vv. Mar 11:2-10).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Al día siguiente. Mat 21:18 dice que esto fue «por la mañana», probablemente antes de las 6:00 a. m. Betania. Vea la nota del v.Mar 11:1.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
11:12 — Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre — El día siguiente es el lunes. Betania quedaba en la vertiente este del monte de los Olivos. Véase ver. 1, comentarios. Al parecer, Jesús no había desayunado antes de salir, y ahora tiene hambre (una indicación de su humanidad). Marcos revela solamente el hecho, no la causa. Fue temprano en la mañana, Luc 21:38.
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA HIGUERA ESTÉRIL
Marcos 11:12-14, 20-21
Cuando al día siguiente iban saliendo de Betania, Jesús tenía hambre. Vio una higuera frondosa en la distancia; y Se dirigió a ella para ver si tenía algún fruto. Cuando Se acercó, vio que no tenía más que hojas, porque todavía no era el tiempo de los higos. Y Jesús le dijo: -¡Que nadie coma nunca tu fruto! Y Sus discípulos Le oyeron decirlo.
Cuando. iban pasando por la carretera al día siguiente de madrugada vieron que la higuera se había secado, desde sus raíces. Pedro se acordó de lo que Jesús había dicho el día antes y dijo: -¡Maestro! ¡Fíjate! ¡La higuera que maldijiste se ha secado!
Aunque la historia de la higuera se encuentra separada en dos partes en Marcos, la tomamos en conjunto. La primera parte sucedió la mañana del primer día, y la segunda parte la mañana del día siguiente, y cronológicamente la Purificación del Templo sucedió entre ambas partes. Pero, como estamos tratando de descubrir el sentido de la historia, lo mejor será que las consideremos juntas.
No cabe duda que, sin excepción, esta es la historia evangélica más difícil de entender. El tomarla literalmente como un reportaje de algo que sucedió tal como se nos cuenta presenta dificultades que nos parecen insuperables.
(i) La historia no parece cierta. Francamente, todo el incidente no parece digno de Jesús. Parece haber una cierta petulancia en el relato. Es la clase de historias que se cuentan de ciertos milagreros, pero nunca de Jesús. Además, tenemos esta dificultad fundamental: Jesús siempre Se había negado a usar Sus poderes milagrosos en Su propio provecho. No quiso convertir las piedras en pan para saciar Su propia hambre. Se negaba a usar Sus poderes milagrosos para escaparse de Sus enemigos. Él no usó nunca Su poder en Su propio provecho. Y sin embargo aquí parece usar Su poder para destruir un árbol que Le había defraudado cuando tenía hambre.
Peor todavía: toda la acción carece de sentido. Era la época de la Pascua, es decir, al principio de la primavera. La higuera, si se encuentra en un lugar protegido, puede que haya echado hojas para entonces, pero nunca da fruto hasta el final de la primavera o en principio del verano, mayo o junio. Marcos dice que no era tiempo de higos. ¿Por qué destruir un árbol por dejar de hacer lo que no le era posible hacer? Sería, no sólo irracional, sino también injusto. Por eso algunos comentadores, para salir del paso, dicen que Jesús estaba buscando higos verdes, todavía sin madurar, en sus primeras etapas; pero tales higos verdes son desagradables, y no se comen nunca.
Toda esta historia no parece estar de acuerdo con Jesús en absoluto. ¿Qué podemos decir acerca de ella?
Si hemos de tomar esto como el relato de algo que sucedió efectivamente, debemos tomarlo como una parábola representada. Debemos, de hecho, tomarla como una de aquellas acciones proféticas, simbólicas, dramáticas. Si la tomamos de esa manera, puede interpretarse como la condenación de dos cosas.
(i) Es la condenación de la promesa sin su cumplimiento. Las hojas del árbol se podían interpretar como una promesa de fruto; pero no había fruto. Es la condenación específica del pueblo de Israel. Toda su historia había sido una preparación para la venida del Escogido de Dios. Toda la promesa de su tradición nacional era que, cuando el Escogido viniera, estarían ansiosos por recibirle. Pero cuando vino de hecho, esa promesa no se cumplió.
Charles Lamb cuenta la historia de un cierto Samuel le Grice. Hubo tres etapas en su vida. Cuando era joven, se decía de él: «Será algo.» Cuando ya fue mayor, y no llegó a nada, dijeron: «Podría ser algo, si quisiera.» Hacia el final, decían de él: «Habría podido ser alguien, si lo hubiera intentado.» Su vida era la historia de una promesa que no se cumplió nunca. En este incidente tenemos una parábola representada que simboliza la condenación de la promesa que no se cumple.
(ii) Es la condenación de la profesión sin la práctica. Podría entenderse que el árbol con sus hojas profesaba ofrecer algo, pero no tenía nada que dar. Todo el clamor del Nuevo Testamento es que una persona sólo se puede conocer por los frutos de su vida. «Por sus frutos los conoceréis» (Mt 7:16 ). «Producid frutos dignos e arrepentimiento» (Lc 3:8 ). No es el que dice piadosamente «Señor, Señor,» el que entrará en el Reino, sino el que hace la voluntad de Dios Mt 7:21 ). A menos que la religión le haga a uno mejor persona y más útil, y más feliz su hogar, y una vida mejor para los que están en contacto con él, no es religión ni nada que se le parezca. Nadie puede pretender ser un seguidor de Jesucristo y seguir siendo tan totalmente distinto del Maestro á Quien profesa aMarcos
Si tomamos este incidente literalmente y es una parábola representada, ese debe de ser su sentido; pero, por muy relevantes que sean estas lecciones, parece difícil extraerlas del incidente, porque era totalmente irracional esperar que la higuera produjera higos cuando todavía faltaban seis semanas.
Entonces, ¿qué podemos decir? Lucas no cuenta este episodio, pero tiene la parábola de la higuera estéril (Lc 13:6-9 ). Ahora bien, esa parábola tiene un final indeciso. El amo de la viña quería desarraigarla, pero el jardinero propuso que se le diera otra oportunidad. Al parecer se le dio la última oportunidad; y se quedó de acuerdo que si daba fruto se la dejaría, pero si no se la quitaría de en medio. ¿No podría ser que este incidente fuera una especie de continuación de esa parábola? El pueblo de Israel había tenido su oportunidad. No se había conseguido que diera fruto, y entonces llegó el tiempo de su destrucción. Se ha sugerido -y es perfectamente posible- que en el camino de Betania a Jerusalén hubiera una higuera solitaria seca. Bien puede ser que Jesús dijera a Sus discípulos: «¿Os acordáis de la parábola que os conté acerca de la higuera estéril? Israel sigue siendo estéril, y será destruido como ese árbol.» Bien puede ser que aquel árbol solitario se asociara en la mente de algunos con el dicho de Jesús acerca del destino de la esterilidad, y así surgió la historia.
Que el lector lo tome como mejor le parezca. A nosotros nos parecen insuperables las dificultades para tomarla literalmente. Nos parece ser de alguna manera relacionada con la parábola del árbol estéril. Pero, en cualquier caso, la lección del pasaje es que la inutilidad invita al desastre.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Jesús y la higuera (Mar 11:12-14)
Análisis de discurso
Aunque reconocemos que esta sección es independiente en el GNT y recibe un título en todas las versiones consultadas, excepto en NVI, consideramos que el análisis de discurso debe hacerse en combinación con la segunda parte de la historia de la higuera, que aparece después de la purificación del templo. No obstante, observamos aquí un caso único en el ministerio de Jesús, pues él hace dos cosas inusitadas: le habla a un árbol y profiere una maldición. Se constituye así en el único milagro negativo de los Evangelios (Hooker, 261).
TÍTULO: El título de RV95, Jesús maldice la higuera estéril, asume que el lector sabe que las palabras de Jesús son una maldición. Esto es un dato que vendrá más tarde, en el versículo Mar 11:21. Por ahora sólo sabemos que Jesús emite unas palabras severas y proféticas. Preferimos el título de TLA: «Jesús y la higuera».
Análisis textual y morfosintáctico
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Desafían a Jesús en el templo (cf. Mat. 21:12-22; Luc. 19:45-48). Cuando Jesús se enfrentó con los comerciantes en el patio del templo, no era que en su irritación estaba condenando un árbol lozano; estaba dando una expresión triste de la condición verdadera del árbol. El juicio de Dios sobre Israel sería igual. Esta es la razón por la cual la limpieza del templo queda “intercalada” entre las dos mitades del relato de la higuera, donde Marcos da una advertencia solemne y clara a Israel.
Cuando Jesús entró al templo, es probable que lo hizo por el patio de los gentiles, el único lugar en todo el complejo donde se permitía adorar a los no judíos. Pero la adoración había llegado a ser imposible; el patio había sido transformado en una zona de bazar, con compradores y vendedores y corrales por todas partes. Aves y animales de sacrificio eran vendidos allí, y las monedas extranjeras podían ser cambiadas por la moneda que se aceptaba en el templo, aquella que no llevaba la imagen de los emperadores romanos y los dioses paganos. En cierto sentido, esto era un servicio a los adoradores, pero el ruido y la bulla hacían que el culto fuera imposible. Para empeorar las cosas, estos patios se usaban como un atajo para que los comerciantes pudieran traer su mercadería desde el monte de los Olivos hasta la ciudad misma.
De otras fuentes sabemos que los adoradores en el templo judío eran explotados por dichos comerciantes, los que cobraban precios elevados por los animales de sacrificio, y los cambistas de dinero, quienes cobraban injustamente por el cambio de monedas. También sabemos que este comercio era controlado por la aristocracia sacerdotal quienes sacaban grandes ganancias a expensas de los peregrinos comunes.
Jesús justificó su acción de echar fuera a los que tenían puestos y a sus clientes demostrando que el plan de Dios era que su templo fuera un centro de adoración para todas las naciones, no sólo para los judíos (17). Esto tiene que haber dado mucho ánimo a los lectores no judíos de Mar.
La perturbación que causó Jesús al comercio del templo tiene que haber hecho aumentar el odio que le tenían, y buscaban cómo matarle (18). Estos, más que nadie, debieron haber reconocido a su rey por lo que hizo. Todos los buenos reyes de Judá habían purificado el templo, como dice Mal. 3:1-4 que el venidero haría. Si Jesús se portó de esta manera con el templo terrenal antiguo, ¿qué hará con el templo nuevo que es su cuerpo, la iglesia cristiana?
Pedro usó la palabra maldijiste ante la higuera (21); es importante darnos cuenta de que en la Biblia “bendición” y “maldición” no tienen el mismo significado que tienen hoy. Son los juicios solemnes de Dios, sus pronunciamientos ante los resultados de agradarle o desagradarle; él no actúa sin razón. La Biblia no sabe nada de maldiciones mágicas y no debemos temerlas, ya que no pueden hacer daño al cristiano. De igual manera, las bendiciones no son algo que otros nos pueden dar mágicamente; nos vendrán, si permanecemos en Cristo (Juan 15:4).
Jesús y sus discípulos, con toda probabilidad, pasaron las noches en su casa “segura” de Betania durante la época que estuvieron en Jerusalén. Por eso fue que Pedro señaló a la higuera marchita al volver hacia la ciudad la siguiente mañana. Marcos no enfatiza la aplicación de esta parábola objetivamente a Israel; la estructura de este Evangelio ha sido tal que se sabe con claridad de antemano. En su lugar, nos muestra cómo Jesús usó el marchitar de la higuera como un ejemplo de los resultados de una oración con fe (23). Además, muestra que no podemos orar con fe por cualquier cosa que nos agrada. En esto, Jesús estaba “pensando los pensamientos de Dios” y dispuesto a hacer la voluntad del Padre. Esa clase de oración hecha con fe siempre recibirá contestación ya que se ora porque la voluntad de Dios se realice (como oró Jesús en el Getsemaní). Sólo podremos mover las montañas que Dios quiere que se echen al mar, no las que nosotros queremos que sean removidas. “El mover montañas” era una expresión de los rabinos para describir las victorias sobre dificultades aparentemente imposibles; no debemos tomarlo lit. Si oramos de esta manera, podemos dar gracias por el resultado aun antes de verlo, ya que la respuesta es segura y dentro de la voluntad y el propósito de Dios.
Hay una condición más en la oración eficaz: debemos libremente perdonar a otros, como Dios nos perdona (25). Si no lo hacemos, ¿cómo podríamos orar “en el nombre de Jesús”, a saber, en la forma que él lo haría y lo hizo? Este versículo puede indicarnos que Marcos conocía el Padrenuestro, aunque no lo registró en su Evangelio.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
p 536 Mat 21:18
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Al día siguiente. Véase coment. en Mt 21:18.
Fuente: La Biblia de las Américas
12 (1) Con respecto a los vs.12-14, véanse las notas de Mat_21:18-19 .
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
Vemos al principio de este pasaje una de las muchas pruebas de que nuestro Señor Jesucristo era realmente hombre. Leemos que » tenia hambre.» Tenia una naturaleza y una constitución corporal, exactamente iguales á las nuestras en todo excepto el pecado Lloraba, se regocijaba, sufría dolores; se cansaba y necesitaba descanso, tenia sed y necesitaba agua ; tenia hambre y necesitaba alimento.
Expresiones como estas debieran enseñarnos cual era la condescendencia de Cristo. ¡Que -admirable cuando en ella reflexionamos! Aquel que es Dios eterno, que hizo el mundo y lo que encierra, de cuyas manos brotaron los frutos de la tierra, los pescados del mar, los pájaros del aire, las bestias de los campos, se dignó sufrir hambre, cuando vino al mundo á salvar á los pecadores. Este es un gran misterio. Bondad y amor que exceden la humana inteligencia. No es de admirarnos, pues, que S. Pablo hable de las «insondables riquezas de Cristo.» Efes. 3.8.
Expresiones como estas deberían mostrarnos como puede Cristo simpatizar con los fieles que viven sobre la tierra. Sabe por experiencia cuales son sus penas.
Puede conmoverse con el sentimiento de sus miserias. Sabe lo que es tener un cuerpo, con sus necesidades diarias. Ha experimentado los sufrimientos más terribles á que puede someterse el cuerpo humano. Ha probado lo que es debilidad, dolor, cansancio, hambre y sed. Cuando en nuestras oraciones le hablamos de estas cosas, sabe lo que decimos, y no le cogen de nuevo nuestras angustias. Ciertamente que este es el Salvador y Amigo que requiere esta pobre humanidad dolorida y quejosa.
Aprendemos, en segundo lugar, en estos versículos el gran peligro de una religión que consiste en formas y que no produce frutos Es una lección que nuestro Señor nos da de una manera típica. Se nos dice que como se acercara á una higuera en busca de higos, y no encontrara «en ella sino hojas,» pronunció esta solemne sentencia: «Que ningún hombre coma fruto de ti nunca más en adelante.» Y se agrega que al día siguiente se encontró la higuera «seca desde las raíces.» No podemos dudar que este acontecimiento fue un emblema de cosas espirituales. Fue una parábola en acción, tan significativa como cualquiera otra de las parábolas habladas de nuestro Señor.
Pero ¿á quienes son á los que debe dirigirse y hablar esa higuera seca? Fue un sermón que podía aplicarse de tres maneras sermón que debería clamar en voz muy alta á la conciencia de todos los que hacen profesión de ser cristianos. Aunque marchito y seca esa higuera habla aún. De ella salía una voz para la iglesia judaica. Rica en hojas que eran las formas de su religión, pero estéril en frutos del Espíritu, esa iglesia estaba en gran peligro, precisamente cuando tuvo lugar ese fenómeno. ¡Que bueno hubiera sido para la iglesia judaica tener ojos para ver su peligro! De ella salía una voz para todas las ramificaciones de la iglesia visible de Cristo en todas épocas y en todas las partes del mundo. Era un apercibimiento contra las profesiones huecas de Cristianismo que no estén acompañadas de doctrina sana y de santidad de vida, y que harían bien en atesorar en su corazón algunas de ellas. Pero especialmente una voz salía de esa higuera seca que se dirige á todos los cristianos carnales, hipócritas y falsos. ¡Que gran bien reportarían todos los que se contentan con vivir en el nombre aunque estén muertos en realidad, al contemplarse en el espejo de este pasaje! Cuidemos cada uno de nosotros individualmente de aprender la lección que encierra esta higuera. Recordemos siempre, que el bautismo, que ser miembros de la iglesia, participar de la cena del Señor y la práctica asidua de las formas externas del Cristianismo, no son suficientes para salvar nuestras almas. Son hojas, hojarasca y nada más, que sin frutos contribuirán á nuestra condenación. Como las hojas de higuera de que se hicieron cubiertas Adán y Eva, no podrán ocultar la desnudez de nuestras almas á loa ojos de un Dios que todo lo ve, ni darnos valor cuando estemos en su presencia el día final. ¡No! tenemos que producir frutos, ó nos perdemos para siempre. Debe haber frutos en nuestros corazones, y frutos en los actos de nuestra vida, frutos de arrepentimiento hacia Dios, y de fe en nuestro Señor Jesucristo, y de verdadera santidad en nuestra conducta. Sin frutos de esta clase una profesión estéril de Cristianismo nos hundirá más profundamente en el infierno.
Aprendemos, finalmente, en este pasaje, con que reverencia debemos estar en los lugares dedicados al culto público. Verdad es esa que nos enseña de una manera vivida la conducta de nuestro Señor Jesucristo cuando entró en el templo. Se nos dice «que lanzó á los que vendían y compraban en el templo, y derribó las mesas de los cambistas, y los puestos de los que vendían palomas.» Y eso nos dice además que ratificó estos actos con la autoridad de la Escritura, diciendo : » ¿No está escrito, Mi casa será llamada por todas las naciones casa de oración ? pero vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones..
No debemos dudar que nuestro Señor en esta ocasión dio á sus actos una profunda significación. Como la maldición de la higuera, toda esta escena fue eminentemente típica. Pero al decir esto, no debemos perder de vista la obvia y sencilla lección que se desprende de la superficie de este pasaje. Esta lección es lo pecaminoso de una conducta descuidada ó irreverente en el uso de los edificios dedicados al servicio público de Dios. Nuestro Señor purificaba el templo no tanto como casa de sacrificio, cuanto como «casa de oración.» Su conducta indica claramente que sentimientos debemos abrigar respecto á toda «casa de oración.» Un lugar dedicado al culto cristiano indudablemente que no es en ningún sentido tan sagrado como el tabernáculo, ó templo judaico.
Sus arreglos internos no tienen ningún significado típico. No se ha fabricado siguiendo un modelo divino, ni tiene por objeto servir como una muestra de cosas divinas y celestes. Pero porque así sea, no se sigue de ello, que no se debe mostrar más reverencia á un templo cristiano que á una casa privada, á una tienda ó una posada. Hay una reverencia decente, que debemos tributar al lugar en que Cristo y su pueblo se reúnen con regularidad y en que se ofrecen plegarias públicas, reverencia que es necio y torpe acusar de supersticiosa y confundir con el papismo. Hay un sentimiento especial que reviste de santidad y de solemnidad todos los lugares en que se predica á Cristo, y en donde las almas vuelven á nacer, sentimiento que no se funda en ninguna consagración hecha por manos de hombre, y, que lejos de ahogarse, debe estimularse. De todas maneras la intención de nuestro Señor Jesús en este pasaje nos parece muy clara.
Se ocupa de la conducta que se observa en los lugares en que se le tributa culto, y á sus ojos toda irreverencia ó profanación es una ofensa á Dios.
Recordemos estos versículos siempre que vayamos á la casa de Dios, y procuremos ir con gravedad, no para ofrecer el sacrificio de los necios. Acordémonos en donde estamos, lo que hacemos allí, de qué vamos á ocuparnos, y en la presencia de quien nos encontramos. Guardémonos de tributar á Dios un culto tan solo de formalidades externas, mientras nuestros corazones están llenos del mundo. Dejemos en casa nuestros negocios y el cuidado de nuestro dinero, y no los llevemos á la iglesia. No permitamos que en medio de nuestras asambleas religiosas, se celebren compras y ventas en lo interior de nuestros corazones. El Señor, que arrojó del templo á los traficantes, vive aun, y es mucho su desagrado cuando contempla tal conducta.