Comentario de Juan 14:3 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Y si voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré conmigo; para que donde yo esté, vosotros también estéis.

14:3 Y si me fuere y os preparare lugar, — Sin duda alguna Jesús volvió al cielo para preparar un hogar celestial para sus discípulos (Apo 12:8). En el Día Final El dirá a estos: «Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo» (Mat 25:34). Dice Pedro que después de que «los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas», habrá «cielos nuevos y tierra nueva» (2Pe 3:10; 2Pe 3:13).

Pero en esos momentos Jesús no habló solamente del gozo y consuelo eternos, sino del gozo y consuelo que en esos mismos días recibirían sus apóstoles, porque si los hubiera dejado solos, no podrían haber hecho nada. Por eso, promete volver pronto para ayudarles, pero ¿cómo volvería para ayudarles?

Antes de contestar esta pregunta, hagamos otra: ¿qué hizo Jesús cuando salió de la tierra? (1) «por su propia sangre entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención» (Heb 9:12); (2) «Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne» (Heb 10:19-20); (3) «Teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios» (Heb 4:15). Estos textos y otros nos explican que cuando Jesús volvió al Padre, primeramente hizo expiación con su propia sangre por los pecados del mundo, y llegó a ser nuestro perfecto Mediador (nuestro Sumo Sacerdote).

Estando Jesús aquí en la tierra ¿qué promesas había hecho que todavía no había cumplido cuando regresó al cielo? Jesús y Juan habían predicado que «el reino de los cielos se ha acercado» (Mat 3:2; Mat 4:17) y, hablando del mismo tema, Jesús prometió edificar su iglesia (Mat 16:18, que es su reino, Mat 16:19). Otra promesa muy importante que El había hecho es el tema de estos capítulos (Jua 14:1-31; Jua 15:1-27; Jua 16:1-33); es decir, vendría el Consolador, el Espíritu Santo, para ayudarles y para guiarles a toda la verdad (16:13). De esto habla Jesús en seguida:

— vendré otra vez, — Vendría en la persona del Espíritu Santo (Hch 1:5; Hch 1:8; Hch 2:1-4). Muchos textos hablan acerca de la segunda venida de Cristo: (1) como ascendió visiblemente, así vendrá visiblemente (Hch 1:9-11); (2) no se ofrecerá a sí mismo por los pecados del mundo (Heb 9:26-28); (3) no vendrá para restaurar a los judíos a su tierra, porque Pablo dice que ahora la raza de la gente no tiene importancia delante de Dios (Gál 3:28); (4) no establecerá su reino, pues al volver entregará el reino al Padre (1Co 15:23-24); (5) no dará otra oportunidad a los desobedientes (Heb 9:27); (6) todos los muertos resucitarán (5:28, 29); (7) los fieles vivos serán arrebatados (1Ts 4:17) y transformados (1Co 15:51-53; Flp 3:21); (8) los cielos y la tierra con todas su obras serán quemados (2Pe 3:10); (9) todos serán juzgados (Mat 25:31-46; 2Ts 1:6-10; Apo 20:11-15).

Pero en este contexto Jesús habla también de otra venida: 14:18, «vendré a vosotros»; 14:23, «vendremos a él»; 14:28, «voy, y vengo a vosotros»; 16:22, «os volveré a ver». El día de Pentecostés al predicar a Cristo Pedro dijo, «Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís» (Hch 2:33; Hch 2:1-4; Jua 14:26; Jua 16:13). En los capítulos 14, 15, 16 de este libro de Juan El prometió venir otra vez a sus apóstoles:

(1) 14:16, 17, el Consolador, el Espíritu Santo estaría «con vosotros para siempre» (compárese Mat 28:20, «Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo»).

(2) «No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros» (14:18); es decir, en ese mismo tiempo no los dejaría huérfanos, sino que vendría a ellos. Al decir «vendré otra vez» quería decir que El vendría otra vez para estar con los apóstoles en la persona del Espíritu Santo (el Consolador). «El que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él» (14:21). «Voy, y vengo a vosotros» (14:28).

(3) «En aquel día (es decir, el día en que «vendré a vosotros», el día en que el Espíritu Santo llegaría para morar en ellos) vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros» (14:20); en aquel día, pues, ¡todavía estarían juntos! porque ellos (los apóstoles) tendrían comunión con el Hijo y con el Padre. Obviamente Cristo habla no solamente de una morada (un lugar) celestial, sino también de una relación celestial.

Compárese Efe 2:4-6, «nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús». ¿Cuándo? Cuando nos resucitó (nos dio vida, ver. 5; Rom 6:4). Los que son miembros del cuerpo de Cristo (la iglesia Efe 1:22-23) están en lugares celestiales.

— y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. — «Deseo partir y estar con Cristo» (Flp 1:23); «si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos» (2Co 5:1); «así estaremos siempre con el Señor» (1Ts 4:17).

Pero ¿estaremos con el Señor solamente al morir, o cuando Cristo venga la segunda vez? Ahora mismo todos los que guardan sus mandamientos (14:15, 21), su palabra (14:23), es decir, la enseñanza revelada por el Espíritu Santo (14:26; 16:13), serán amados por Jesús y por el Padre, y «vendremos a él, y haremos morada en él» (14:23). Recuérdese que primeramente la palabra morada se refiere al acto de estarse o quedarse, esto es, la comunión con Dios. Entonces, en el Día Final el Señor nos dará la vida eterna (Mat 25:46).

Es cierto que el hogar celestial es un lugar (2Co 5:1; 2Pe 3:13; Apo 12:8; Apo 21:1-27), pero la dicha principal de ese lugar será la comunión eterna con Dios. Por lo tanto, las personas que no quieren tener comunión con Dios ahora aquí en la tierra (en la iglesia), no tendrán comunión con El en Aquel Día; es decir, no serán salvos y no irán al cielo. Las personas que «no tienen ganas» de asistir a los servicios y clases bíblicas de la iglesia simplemente no quieren tener comunión con Dios; por eso, no quieren ir al cielo.

Parece que algunos solamente quieren ir al cielo para escapar del fuego del infierno, porque para ellos el orar a Dios y el asistir a las reuniones de la iglesia es como llamar a la policía o a los bomberos. Parece que si no tuviesen miedo del castigo en el infierno nunca asistirían a ningún culto, porque verdaderamente no buscan la comunión con Dios.

La morada celestial para los que aman a Dios y guardan sus mandamientos es la dicha de tener comunión con Dios (Padre, Hijo, y Espíritu Santo).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

vendré otra vez. Jua 14:18-23, Jua 14:28; Jua 12:26; Jua 17:24; Mat 25:32-34; Hch 1:11; Hch 7:59, Hch 7:60; Rom 8:17; 2Co 5:6-8; Flp 1:23; 1Ts 4:16, 1Ts 4:17; 2Ts 1:12; 2Ts 2:1; 2Ti 2:12; Heb 9:28; 1Jn 3:2, 1Jn 3:3; Apo 3:21; Apo 21:22, Apo 21:23; Apo 22:3-5.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo: Pedro pudo fallarle a Jesús (Jua 13:38), pero Jesús no fallaría al volver por Pedro y todos los que creían en Él (1Ts 4:16, 1Ts 4:17). De seguro esta es la esencia del amor incondicional. Nos ama tal como somos, pero nos ama demasiado para dejar que permanezcamos así. Estos son el tipo de verdades que Cristo estaba plantando indeleblemente en sus corazones. Ellos harán que se mantengan en alto (Flp 1:6).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

VENDRÉ OTRA VEZ.

(1) Tan cierto como que Cristo fue al cielo es que Él volverá de la presencia de su Padre para llevar a sus seguidores con El al cielo (véase la nota anterior; cf. Jua 17:24), al lugar preparado para ellos. Esa era la esperanza de los creyentes del NT, y lo es de todos los creyentes hoy. El propósito final del regreso del Señor es que los creyentes estén para siempre con Él (véanse los ARTÍCULOs LA RESURRECCIÓN DEL CUERPO, P. 1640. [1Co 15:35], y EL ARREBATAMIENTO, P. 1724. [1Ts 4:16-17]).

(2) Las palabras «os tomaré a mí mismo» se refieren al arrebatamiento, cuando todos los creyentes que estén vivos serán «arrebatados… en las nubes» para encontrarse con el Señor en el aire. Y así estarán con el Señor para siempre (1Ts 4:17).

(3) La venida de Cristo por sus fieles les proporcionará la manera de escapar de «la hora de la prueba» que va a venir sobre el mundo (véanse Luc 21:36, nota, 1Ts 1:10, nota; Jua 5:9; Apo 3:10, nota).

(4) Esa eterna y gloriosa reunión es una doctrina reconfortante para todos los seguidores de Jesucristo que desean estar «siempre con el Señor1’ Por lo tanto, deben animarse unos a otros con esas palabras (1Ts 4:17-18).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

14:3 Y si me fuere y os preparare lugar, — Sin duda alguna Jesús volvió al cielo para preparar un hogar celestial para sus discípulos (Apo 12:8). En el Día Final El dirá a estos: «Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo» (Mat 25:34). Dice Pedro que después de que «los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas», habrá «cielos nuevos y tierra nueva» (2Pe 3:10; 2Pe 3:13).
Pero en esos momentos Jesús no habló solamente del gozo y consuelo eternos, sino del gozo y consuelo que en esos mismos días recibirían sus apóstoles, porque si los hubiera dejado solos, no podrían haber hecho nada. Por eso, promete volver pronto para ayudarles, pero ¿cómo volvería para ayudarles?
Antes de contestar esta pregunta, hagamos otra: ¿qué hizo Jesús cuando salió de la tierra? (1) «por su propia sangre entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención» (Heb 9:12); (2) «Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne» (Heb 10:19-20); (3) «Teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios» (Heb 4:15). Estos textos y otros nos explican que cuando Jesús volvió al Padre, primeramente hizo expiación con su propia sangre por los pecados del mundo, y llegó a ser nuestro perfecto Mediador (nuestro Sumo Sacerdote).
Estando Jesús aquí en la tierra ¿qué promesas había hecho que todavía no había cumplido cuando regresó al cielo? Jesús y Juan habían predicado que «el reino de los cielos se ha acercado» (Mat 3:2; Mat 4:17) y, hablando del mismo tema, Jesús prometió edificar su iglesia (Mat 16:18, que es su reino, Mat 16:19). Otra promesa muy importante que El había hecho es el tema de estos capítulos (Jua 14:1-31; Jua 15:1-27; Jua 16:1-33); es decir, vendría el Consolador, el Espíritu Santo, para ayudarles y para guiarles a toda la verdad (16:13). De esto habla Jesús en seguida:
— vendré otra vez, — Vendría en la persona del Espíritu Santo (Hch 1:5; Hch 1:8; Hch 2:1-4). Muchos textos hablan acerca de la segunda venida de Cristo: (1) como ascendió visiblemente, así vendrá visiblemente (Hch 1:9-11); (2) no se ofrecerá a sí mismo por los pecados del mundo (Heb 9:26-28); (3) no vendrá para restaurar a los judíos a su tierra, porque Pablo dice que ahora la raza de la gente no tiene importancia delante de Dios (Gál 3:28); (4) no establecerá su reino, pues al volver entregará el reino al Padre (1Co 15:23-24); (5) no dará otra oportunidad a los desobedientes (Heb 9:27); (6) todos los muertos resucitarán (5:28, 29); (7) los fieles vivos serán arrebatados (1Ts 4:17) y transformados (1Co 15:51-53; Flp 3:21); (8) los cielos y la tierra con todas su obras serán quemados (2Pe 3:10); (9) todos serán juzgados (Mat 25:31-46; 2Ts 1:6-10; Apo 20:11-15).
Pero en este contexto Jesús habla también de otra venida: 14:18, «vendré a vosotros»; 14:23, «vendremos a él»; 14:28, «voy, y vengo a vosotros»; 16:22, «os volveré a ver». El día de Pentecostés al predicar a Cristo Pedro dijo, «Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís» (Hch 2:33; Hch 2:1-4; Jua 14:26; Jua 16:13). En los capítulos 14, 15, 16 de este libro de Juan El prometió venir otra vez a sus apóstoles:
(1) 14:16, 17, el Consolador, el Espíritu Santo estaría «con vosotros para siempre» (compárese Mat 28:20, «Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo»).
(2) «No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros» (14:18); es decir, en ese mismo tiempo no los dejaría huérfanos, sino que vendría a ellos. Al decir «vendré otra vez» quería decir que El vendría otra vez para estar con los apóstoles en la persona del Espíritu Santo (el Consolador). «El que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él» (14:21). «Voy, y vengo a vosotros» (14:28).
(3) «En aquel día (es decir, el día en que «vendré a vosotros», el día en que el Espíritu Santo llegaría para morar en ellos) vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros» (14:20); en aquel día, pues, ¡todavía estarían juntos! porque ellos (los apóstoles) tendrían comunión con el Hijo y con el Padre. Obviamente Cristo habla no solamente de una morada (un lugar) celestial, sino también de una relación celestial.
Compárese Efe 2:4-6, «nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús». ¿Cuándo? Cuando nos resucitó (nos dio vida, ver. 5; Rom 6:4). Los que son miembros del cuerpo de Cristo (la iglesia Efe 1:22-23) están en lugares celestiales.
— y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. — «Deseo partir y estar con Cristo» (Flp 1:23); «si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos» (2Co 5:1); «así estaremos siempre con el Señor» (1Ts 4:17).
Pero ¿estaremos con el Señor solamente al morir, o cuando Cristo venga la segunda vez? Ahora mismo todos los que guardan sus mandamientos (14:15, 21), su palabra (14:23), es decir, la enseñanza revelada por el Espíritu Santo (14:26; 16:13), serán amados por Jesús y por el Padre, y «vendremos a él, y haremos morada en él» (14:23). Recuérdese que primeramente la palabra morada se refiere al acto de estarse o quedarse, esto es, la comunión con Dios. Entonces, en el Día Final el Señor nos dará la vida eterna (Mat 25:46).
Es cierto que el hogar celestial es un lugar (2Co 5:1; 2Pe 3:13; Apo 12:8; Apo 21:1-27), pero la dicha principal de ese lugar será la comunión eterna con Dios. Por lo tanto, las personas que no quieren tener comunión con Dios ahora aquí en la tierra (en la iglesia), no tendrán comunión con El en Aquel Día; es decir, no serán salvos y no irán al cielo. Las personas que «no tienen ganas» de asistir a los servicios y clases bíblicas de la iglesia simplemente no quieren tener comunión con Dios; por eso, no quieren ir al cielo.
Parece que algunos solamente quieren ir al cielo para escapar del fuego del infierno, porque para ellos el orar a Dios y el asistir a las reuniones de la iglesia es como llamar a la policía o a los bomberos. Parece que si no tuviesen miedo del castigo en el infierno nunca asistirían a ningún culto, porque verdaderamente no buscan la comunión con Dios.
La morada celestial para los que aman a Dios y guardan sus mandamientos es la dicha de tener comunión con Dios (Padre, Hijo, y Espíritu Santo).

Fuente: Notas Reeves-Partain

Este versículo continúa lo expresado en el anterior, comenzando con la condición “y si me voy…”, como lo traduce la mayoría de las versiones. En el contexto, la partícula condicional lleva el sentido temporal de “cuando me vaya…”. Por eso las BJ, BL, BP, CEV y otras la traducen «y después que me vaya…». En algunos idiomas se puede buscar una equivalencia con sentido de causa: “y ya que me voy…” o “y por cuanto me tengo que ir”.

La expresión literal “De nuevo vengo” está en tiempo presente pero con sentido de futuro: vendré otra vez, «volveré» (TLA). También el Y os tomaré a mí mismo se expresará mejor con una oración causal que continúe con el sentido de la oración: “y haré que ustedes permanezcan conmigo”, «volveré para llevarlos conmigo. Así estaremos juntos» (TLA), «vendré otra vez para llevarlos conmigo, para que ustedes estén en el mismo lugar en donde yo voy a estar» (DHH) o “y los llevaré para que estén cerca a mí”. En la última oración los pronombres personales son enfáticos: “para que donde yo esté, ustedes también estén”. Es difícil en algunos idiomas expresar la idea de ser o estar. En estos casos será mejor usar la expresión que significa existencia o vida: “para que ustedes vivan también donde yo vivo” o “de modo que ustedes también existan allí donde yo existo”.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Jua 14:18; Jua 14:28; Jua 16:16; Jua 16:22; (ver Mat 16:27; Mat 25:31; 1Co 11:26; 1Co 16:22; 1Ts 4:15-16; 1Jn 2:28; Apo 2:17-20).

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

f 814 Hch 1:11

g 815 Jua 17:24; Rom 8:17; 1Co 15:23; Flp 1:23; 1Ts 4:16; 2Ti 4:8; Heb 10:19

h 816 1Ts 4:17

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

vendré otra vez. La lógica es simple y alentadora, Jesús no prepararía un lugar para sus seguidores si no tuviera la intención de llevarlos allí. Esta es una clara promesa de la segunda venida del Señor. A través de los siglos, esta promesa ha dado esperanza a los creyentes en medio de las pruebas e inseguridades de la vida.

Fuente: La Biblia de las Américas

3 (1) Y si me voy… vendré otra vez, comprueba que la ida del Señor (por Su muerte y resurrección) era Su venida (a Sus discípulos, vs. 18,28). El vino en la carne (1:14) y estuvo entre Sus discípulos, pero le era imposible entrar en ellos mientras estuviera en la carne. El tenía que dar el paso adicional de experimentar la muerte y la resurrección a fin de poder ser transfigurado de la carne al Espíritu, para poder entrar en ellos y morar en ellos como se revela en los vs.17-20. El vino después de Su resurrección para infundirse en Sus discípulos como el Espíritu Santo al soplar en ellos (20:19-22).

3 (2) La intención del Señor en este capítulo era introducir al hombre en Dios para edificar Su morada. Pero entre el hombre y Dios había muchos obstáculos, tales como el pecado, los pecados, la muerte, el mundo, la carne, el yo, el viejo hombre y Satanás. Para que el Señor pudiera introducir al hombre en Dios, El tenía que resolver todos estos problemas. Por lo tanto, El tenía que ir a la cruz para efectuar la redención a fin de abrir el camino y poner una base sobre la cual el hombre pudiera entrar en Dios. Nuestro cimiento en Dios, al ser ensanchado, viene a ser el cimiento del Cuerpo de Cristo. Quien no tenga una base, un lugar en Dios, no tiene lugar en el Cuerpo de Cristo, que es la morada de Dios. Por lo tanto, la ida del Señor para efectuar redención tenía por objeto preparar un lugar en Su Cuerpo para los discípulos.

3 (3) Cuando el Señor tomó a Sus discípulos a Sí mismo, los introdujo en Sí, como lo indica el v.20 con las palabras vosotros en Mí.

3 (4) El Señor está en el Padre (vs.10-11). El quería que Sus discípulos también estuvieran en el Padre, como se revela en 17:21. Mediante Su muerte y Su resurrección El introdujo a Sus discípulos en Sí mismo. Puesto que El está en el Padre, ellos también están en el Padre al estar en El. Por lo tanto, donde El está, también están los discípulos.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

vendré otra vez. Cp. 1Ts 4:13-18. No se trata aquí de la venida del Espíritu Santo ni de la muerte del creyente, sino del regreso personal de Cristo.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

Y cuando me vaya… → §086.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

T334 La tercera vez que aparece καί en este versículo tiene la idea de propósito (comp. BD442[2]).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

cuando me vaya g §086.

Fuente: La Biblia Textual III Edición