Comentario de Génesis 3:22 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Y Jehovah Dios dijo: —He aquí que el hombre ha llegado a ser como uno de nosotros, conociendo el bien y el mal. Ahora pues, que no extienda su mano, tome también del árbol de la vida, y coma y viva para siempre.

es como uno de nosotros. Gén 3:5; Gén 1:26; Gén 11:6, Gén 11:7; Isa 19:12, Isa 19:13; Isa 47:12, Isa 47:13; Jer 22:23.

árbol de la vida. Gén 2:9; Pro 3:18; Apo 2:7; Apo 22:2.

y coma. Sal 22:26; Jua 6:48-58.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

es como uno de nosotros: Debido al acto de rebeldía de Adán y Eva, ahora tienen algo en común con Dios. Pero también se convirtieron en sus enemigos, por causa de su pecado. El conocimiento del bien y del mal de Adán y Eva no los hizo sabios, sino necios. El fruto del árbol de la vida detenía el envejecimiento. 0 Comer su fruto equivalía a vivir para siempre. Un día ese árbol será plantado nuevamente y su fruto será para sanidad de las naciones (Apo 22:2).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

SABIENDO EL BIEN Y EL MAL. Adán y Eva habían procurado igualarse a Dios y determinar sus propias normas (véase v. Gén 3:5, nota). Mediante su caída, los seres humanos llegaron a ser hasta cierto punto independientes de Dios y comenzaron a distinguir por sí mismos entre el bien y el mal.

(1) En este mundo, a menudo el juicio humano imperfecto y pervertido decide lo que es bueno o malo.

Nunca fue eso la voluntad de Dios, porque Él tenía el propósito de que los seres humanos conocieran solamente lo bueno en dependencia de Él y de su palabra.

(2) Todos los que confiesan a Cristo como Señor vuelven al propósito original de Dios para la humanidad. Cuentan con la palabra de Dios para determinar lo que es bueno.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

como uno de nosotros. Vea la nota sobre Gén 1:26. Esto fue dicho en compasión por el hombre y la mujer, que solo de una forma limitada eran como la Trinidad, conociendo el bien y el mal, no mediante una santa omnisciencia, sino por experiencia personal (cp. Isa 6:3; Hab 1:13; Apo 4:8).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

y viva para siempre. Vea la nota sobre Gén 2:9. Dios había dicho al hombre que ciertamente moriría si comía del árbol prohibido. Pero puede que lo que Dios contemplaba era que el hombre no fuese a vivir para siempre en aquel penoso estado de condición maldita. Tomado en el más amplio contexto de las Escrituras, la expulsión del hombre y de su mujer del huerto fue un acto de misericordiosa gracia para impedir que fuesen sustentados para siempre por el árbol de la vida.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

— árbol de la vida: Este árbol había sido mencionado anteriormente (Gén 2:9) junto al árbol del conocimiento del bien y del mal. Aquí se le menciona de nuevo como símbolo de la inmortalidad cuya búsqueda está inscrita en el corazón del ser humano, pero alcanzarla está fuera de sus posibilidades, pues la inmortalidad es exclusivamente un don divino. (Ver Apo 22:14). Por otra parte, este pasaje de Gn parece revestir un tono claramente irónico.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

u 142 Gén 3:5; Flp 2:6

v 143 Gén 2:9

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

del árbol de la vida. Este árbol simboliza el hecho de que la vida del hombre no es algo inherente en su naturaleza física, sino que viene como don de Dios. En este sentido, la vida implica compañerismo con Dios, así como la muerte significa la cesación de ese compañerismo. El fruto del árbol de la vida podía comerse antes de la caída, pero a causa de la rebelión, se prohibió el acceso al árbol. Por fe en la obra expiatoria del futuro Redentor, el hombre podría compartir del árbol de la vida y entrar por las puertas de la ciudad celestial (Ap 2:7; 22:14, 19; cp. Pr 11:30; 13:12; 15:4).

Fuente: La Biblia de las Américas

Sacar a Adán y a Eva del huerto fue tanto un castigo como un acto de misericordia, para que no comiesen del árbol de la vida y viviesen para siempre en un estado de muerte y alienación.

querubines. Véase notas en Eze 1:5 y Apo 4:6.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

árbol de la vida…Apo 22:14.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

Se sigue LXX → §194.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

g Rev 22:14

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[o] Dijimos en el comentario que esta sentencia y la indignación de Dios ante el conocimiento que Adán acababa de adquirir provenían directamente de los mitos babilónicos cuyas imágenes había utilizado el autor. ¿Habrá pues que concluir simplemente que esas son expresiones defectuosas que hay que endilgarle a las limitaciones del autor sagrado, limitaciones que hasta Dios mismo respeta así como respeta nuestra libertad? Tal vez. Sin embargo nos viene a la mente la palabra tan firme de Jesús que leemos en Jn 10,35: «No se puede cambiar la Escritura». A lo mejor esa expresión ingenua de un letrado del tiempo de Salomón está allí para invitarnos a profundizar en el misterio de nuestra libertad. Dijimos en el comentario que el conocimiento que se le prohibe a Adán es el arte de vivir que los creyentes están tentados de ir a buscar allí donde se desconoce la ley de Dios; el conocimiento y la felicidad que allí se encuentran no son más que un espejismo, el hombre no consigue allí más que el conocimiento de su desnudez y luego la muerte. Todo eso se desprende del texto sagrado. Sin embargo, hay otra manera de leerlo. Ese mandamiento que debemos respetar pone sólo en juego la autoridad de Dios y la obediencia de Adán. No se puede decir que allí esté involucrada toda la riqueza de nuestra libertad y de nuestro destino, pues Dios, tal como Jesús nos lo describirá en el parábola del Hijo pródigo, ve y espera de nosotros mucho más que la obediencia. Tendríamos una idea muy pobre de Dios si lo viéramos sumergido en el moralismo, pues la naturaleza humana es infinitamente más rica, y la mirada de Dios como así también su pasión amorosa, ven lo que las categoráis del bien y del mal no pueden abarcar. Cuanto se ha dicho con respecto a la obediencia a la ley persiste, porque la ley es el camino de cualquier acceso a la libertad. Pero Dios que está presente en el fondo de nuestra libertad, jugando con nuestra necesidad de saber, de descubrir, de probar nuestra autonomía, de experimentar el amor y de romper los reglamentos. En esta segunda interpretación, que no desmerece a la primera, Dios le permitió al hombre que experimentara su libertad, sabiendo que pondría en práctica un juego peligroso, y se lo advirtió: mientras más se sabe, más se sufre (Ec 1,18). El hombre quiso pues lograr el conocimiento y llegar al nivel de los inmortales. Dios lo desaprueba, porque es su obligación como juez de la ley, aunque se alegra de que Adán haya querido desafiarlo. «Ustedes serán como dioses», decía la serpiente, y en alguna medida era cierto. Dios quería encontrar al hombre en una lucha de dos libertades (Gén 32, 29); pero en la realidad, en un mundo gobernado por el espíritu del mal (según el evangelio de San Juan) esa sed de libertad se pagará con la muerte. De allí una expresión un tanto irónica como amarga porque Dios sabe lo que le costará: es la «feliz» culpa, como dice la liturgia, y son los escándalos «necesarios» como dice el Evangelio. Igual que en la parábola del hijo pródigo Dios ve más lejos que la cuenta que llevamos de las acciones buenas y malas. De lo contrario sería un Dios demasiado serio y fastidioso, y no se entendería cómo pudo imaginar esa fantasía tan desconcertante, tan dolorosa y aparentemente tan inútil como es el mundo presente, fuera de su propia eternidad que es Todo.

Fuente: Notas de la Biblia Latinoamericana