Comentario de Génesis 2:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Así fueron terminados los cielos y la tierra y todos sus ocupantes.

Así fueron acabados. Gén 2:4; Gén 1:1, Gén 1:10; Éxo 20:11; Éxo 31:17; 2Re 19:15; 2Cr 2:12; Neh 9:6; Job 12:9; Sal 89:11-13; Sal 104:2; Sal 136:5-8; Sal 146:6; Isa 42:5; Isa 45:18; Isa 48:13; Isa 55:9; Isa 65:17; Jer 10:12, Jer 10:16; Zac 12:1; Hch 4:24; Heb 4:3.

y todo el ejército de ellos, o sus huestes. Deu 4:19; Deu 17:3; 2Re 21:3-5; Sal 33:6, Sal 33:9; Isa 34:4; Isa 40:26-28; Isa 45:12; Jer 8:2; Luc 2:13; Hch 7:42.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

El primer Día de reposo, Gén 2:1-3.

Más detalle referente al modo de la creación, Gén 2:4-7.

El huerto de Edén, y su situación, Gén 2:8-14;

el hombre es colocado en el huerto; y solo el árbol de la ciencia del bien y del mal se prohíbe, Gén 2:15-17.

Adán nombra los animales, Gén 2:18-20.

La formación de la mujer, y la institución del matrimonio, Gén 2:21-25.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Aunque se mencionan los cielos, el centro del primer capítulo ha sido la tierra. A pesar de no ser el centro del universo, es el centro de la maravillosa creación de Dios.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

2. El Paraíso.
La narración de la creación que hemos comentado se continúa con los v.1-4a de este capítulo, que son como la conclusión de aquél.
Después se inicia un nuevo relato. El autor destaca la providencia especial que Dios tiene del hombre, centro de la creación. La creación de todas las cosas se subordina a él. El estilo es antropomórfico, folklórico, ingenuo, infantil y descriptivo.
Esta segunda sección del Génesis nos presenta un cuadro distinto de la formación de las cosas. Supuesta la creación de la tierra como lugar habitable, se nos cuentan los orígenes de la humanidad de una primitiva pareja humana. En este c.2 se habla de la formación del hombre, que es colocado en un jardín de delicias, y después se crean los animales y, finalmente, la mujer como complemento del hombre. Tal es el orden de la obra divina, bien distinto del presentado en la sección anterior. Frente al estilo esquemático y uniforme de la narración anterior, donde campea sobre todo la trascendencia y omnipotencia divinas al crear todas las cosas por su orden de perfección, el estilo colorista, rico en imágenes, antropomórfico y revelador de una profunda observación de la psicología humana. La imagen de Dios, tan abstracta, se revela aquí muy comunicativa y humana. Es ésta una observación que no debe echar en olvido el lector para darse cuenta de la intención del autor sagrado, penetrar en su espíritu y discernir la verdad objetiva e histórica de la forma poética, bien sea creada ésta por él mismo o bien recibida de la tradición literaria y religiosa. Pues, aunque todo en la Escritura sea inspirado, no lo está bajo la misma razón formal; pues unas cosas lo están como verdades, y otras como expresión de esas verdades. Y, aunque la expresión tenga también su verdad, la tiene en relación con la verdad objetiva, como vestido de la misma, a fin de presentarla graciosa a los ojos de los lectores. Una parábola, por ejemplo, tiene un contenido doctrinal, pero expresado en una forma literaria imaginativa. Ambos elementos están inspirados, cada uno según su propio valor. En el capítulo anterior hemos distinguido, con los Santos Padres, el rico fondo doctrinal y la descripción literaria de las cosas. Otro tanto debemos hacer aquí.

Conclusión de la Obra de la Creación (1-4).
1 Así fueron acabados los cielos, y la tierra, y todo su cortejo. 2 Y, rematada en el día sexto toda la obra que había hecho, descansó Dios el día séptimo de cuanto hiciera; 3 y bendijo el día séptimo y lo santificó, porque en él descansó Dios de cuanto había creado y hecho. 4 Este es el origen de los cielos y la tierra cuando fueron creados.

El v.1 resume toda la obra de la creación de las cosas relatadas en el capítulo precedente. Hemos preferido la traducción de cortejo, siguiendo el κοσμος de los LXX y el ornatus de la Vulgata, que parece ser una traducción del sebí hebreo. El TM lee “su ejército” (Saba’), que puede aludir a los astros y aun a la muchedumbre de los seres creados, concebidos orgánicamente como un “ejército”1. El v.2 se ha de leer según los LXX: “día sexto,” pues no hace sentido la lectura de TM y Vulgata de que Dios completó el día séptimo toda su obra, ya que a continuación dice que en este día descansó. El día séptimo (sábado) fue bendecido y santificado, es decir, puesto aparte, como consagrado a Dios, y la razón de ello es porque descansó Dios de su obra. Este ingenuo antropomorfismo es recalcado en la descriptiva frase de Exo 31:17 : “El séptimo día Dios cesó de trabajar y respiró.” Se presenta a Dios como a un operario atareado fatigosamente durante seis días en la obra de la creación y tomando aliento después. El v.4a parece servir de unión entre lo precedente y el nuevo relato sobre la formación del hombre.

Formación del Hombre (4-7).
4b Al tiempo de hacer Yahvé Elohim los cielos y la tierra, 5 no había aún arbusto alguno en el campo, ni germinaba la tierra hierbas, por no haber todavía llovido Yahvé Elohim sobre la tierra ni haber todavía hombre que la labrase, 6 y sacase agua de la tierra para regar toda la superficie del suelo. 7 Formó Yahvé Elohim al hombre del polvo de la tierra y le inspiró en el rostro aliento de vida, y fue así el hombre ser animado.

En toda esta sección, Dios es designado con dos nombres: Yahvé Elohim. Ya hemos visto el significado de Elohim, que es el nombre común para designar la divinidad; por eso los LXX suelen traducir por Θεος . Yahvé, en cambio, es el nombre específico entre los hebreos a partir de la revelación hecha a Moisés en el Sinaí. (Sobre su sentido y antigüedad véase el com. a Exo 3:14.) El hagiógrafo pone al principio del capítulo ambos nombres yuxtapuestos para mostrar que Yahvé es el mismo Elohim del relato de la creación. Después ya sólo menciona el nombre de Yahvé. La narración presupone otras cosas omitidas por el hagiógrafo, puesto que presenta ya formada la tierra, aunque desprovista de toda vegetación, y da como razón de ello que Yahvé Elohim no había enviado la lluvia, y, por otra parte, faltaba el hombre, que supliese con su ingenio la falta de lluvia canalizando el agua de los ríos por la tierra labrada2. El autor sagrado destaca el estado de desolación en que se hallaba la tierra para poner de relieve la providencia especialísima de Yahvé, que preparó en este inmenso erial una mansión edénica bien abastecida de aguas al hombre que iba a crear. Esta descripción, pues, es como una introducción a la formación del hombre.
Con toda naturalidad, el autor sagrado presenta a Dios trabajando como un alfarero en la modelación de un cuerpo arcilloso, al que le imprime el hálito de vida: “Formó Yahvé Elohim al hombre del polvo de la tierra y le inspiró en el rostro (lit. en sus narices) aliento de vida,” y por ello se convirtió en “ser animado” o “alma viviente” (v.7). La descripción no puede ser más antropomórfica. Es de experiencia universal que el cuerpo humano, después de muerto, se convierte en polvo; por ello, según el modo primitivo de discurrir, si el cuerpo humano al morir se convierte en polvo, es que fundamentalmente está hecho de polvo. Este origen del cuerpo humano a partir del polvo aparece en la literatura clásica greco-latina3 y en el folklore oriental4. La divinidad egipcia Khnum es presentada como un alfarero en su torno formando los cuerpos de los hombres, ante cuyas narices pone el jeroglífico expresivo de la vida. Ya hemos visto cómo Marduk forma a los primeros hombres de su sangre amasada con arcilla. En todos estos mitos se trata de destacar la categoría excepcional del ser humano, que es formado especialmente por la misma divinidad.
En el relato bíblico parecen distinguirse dos principios en el hombre: uno corporal (el polvo) y otro indefinido, infundido directamente por Dios, que es llamado aliento de vida. La palabra heb. nesemáh, que hemos traducido por aliento, tiene un sentido muy diverso en la Biblia, pues se aplica al principio vital que anima el cuerpo humano5, al espíritu humano como principio intelectual 6 En el contexto del relato del Génesis parece que se trata del hálito que comunica fisiológicamente la vida al cuerpo humano. Por ello gráficamente dice el hagiógrafo que se lo infundió “en las narices”’ porque por ellas sale la respiración, signo de la vida. Al morir el hombre, el nesemáh es recogido por Dios 7, mientras que el nefes (persona-alma humana) va al seol. En nuestro caso, el autor sagrado sólo quiere destacar la intervención directa de Dios en la formación del hombre. En la narración del capítulo anterior se dice simplemente que Dios le creó “a imagen y semejanza suya,” con lo que se proclama claramente su dignidad y elevación sobre el resto de los animales. Aquí se insiste en la constitución biológica y fisiológica, pero es difícil saber el sentido que el hagiógrafo da a los términos nefes y nesemáh, que pueden incluir, además de lo fisiológico, lo psíquico.
De esta descripción pintoresca han querido sacar no pocos autores argumentos contra la teoría evolucionista del cuerpo humano. Ya hemos dicho que el hagiógrafo es un catequista y no un profesor de ciencias; por tanto, enfoca los problemas exclusivamente desde el aspecto religioso, y, por tanto, su juicio formal no recae sobre la naturaleza objetiva e íntima de las cosas. Se expresa al modo de su tiempo, y, como buen pedagogo, procura poner al alcance de sus lectores de modo gráfico altas ideas teológicas, como la de que el hombre viene de Dios y que Dios tiene una especialísima providencia de él. Para expresar estas ideas recogió del ambiente concepciones populares sobre el origen del cuerpo humano, que son, en realidad, en la narración un ropaje literario externo. Ya tendremos ocasión de destacar otros antropomorfismos pintorescos en este capítulo. Así, pues, el autor sagrado ni es evolucionista ni antievolucionista, sencillamente porque no se planteó el problema del origen científico del hombre, sino el de su origen religioso, como ser procedente de Dios8.

El Paraíso (8-17).
8 Plantó luego Yahvé Elohim un jardín en Edén, al oriente, y allí puso al hombre a quien formara” 9 Hizo Yahvé Elohim brotar en él de la tierra toda clase de árboles hermosos a la vista y sabrosos al paladar, y en el medio del jardín el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. 10 Salía de Edén un río qué regaba el jardín, y de allí se partía en cuatro brazos. 11 El primero se llamaba Pisón, y es el que rodea toda la tierra de Evila, donde abunda el oro, 12 un oro muy fino, y a más también bedelio y ágata; 13 y el segundo se llama Guijón, y es el que rodea toda la tierra de Cus; 14 el tercero se llama Tigris, y corre al oriente de Asiria; el cuarto es el Eufrates. 15 Tomó, pues, Yahvé Elohim al hombre y le puso en el jardín de Edén para que lo cultivase y guardase, 16 y le dio este mandato: “De todos los árboles del paraíso puedes comer, 17 pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas, porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.”

Con todo cuidado, Dios preparó para su colono y representante un jardín en Edén (v.8). La palabra empleada en el TM para designar jardín es gân, vocablo de origen sumerio, que significa lugar cerrado, jardín frondoso. La Vg, siguiendo a los LXX, traduce por paradisus, que es la trasliteración popular del persa pairi daeza, que originariamente significa la cerca del jardín, y después el contenido o jardín. Jenofonte nos habla a menudo de los παραδεισοι, o fincas de recreo de los reyes persas9. Queda, pues, claro, por el nombre empleado, que para el hagiógrafo el lugar de residencia de Adán es una finca de recreo o parque frondoso, como concretará más tarde. Y la localiza en Edén, como designación geográfica. Los LXX aquí lo entienden como localidad geográfica (έν Εδεμ), pero en Gén. 3:23-24 traducen por “jardín de delicias” (παραδεισου της τρυφης), como hace la Vg: “paradisum voluptatis.” Se ha relacionado Edén con el sumerio edin y el asiro-babilónico edinû, que significa estepa. Según esta etimología, la descripción de la Biblia aludiría a un jardín frondoso u oasis en medio de la estepa, lo que explicaría bien que Adán fuera echado del oasis para después vivir la vida dura de la estepa con el sudor de su frente10. Algunos autores lo han querido identificar con la localidad Bit-Adinû de los textos asirios, cerca de Edesa11. En todo caso, el hagiógrafo lo coloca al oriente.
Después sigue la descripción de la frondosidad de ese maravilloso jardín edénico. Siguiendo la propensión a los antropomorfismos, el autor sagrado presenta a Dios plantando los árboles que han de dar sombra al venturoso colono. En aquel lugar maravilloso no faltaban los más selectos árboles frutales y los de puro adorno: hermosos a la vista y sabrosos al paladar (v.8). Para un beduino que vive en terrenos esteparios, la descripción colma sus ansias de felicidad, es el espejismo del oasis en el desierto. El hagiógrafo escribe para gentes que viven en terrenos pobres, sin apenas agua, y para realzar el estado de felicidad del primer hombre describe morosamente su mansión de delicias. Es un rasgo más del profundo conocimiento que tiene de la psicología de sus lectores. Y, preparando el drama que se va a desarrollar en aquel jardín maravilloso, fija la atención en un árbol excepcional y misterioso, al que le da el intrigante nombre de árbol de la vida y de la ciencia del bien y del mal (v.9). El nombre primero parece aludir a la inmortalidad que confería con sus frutos, y el segundo es una definición, por anticipación literaria, conforme al papel que va a representar en la caída de los primeros padres, los cuales, al comer de su fruto, adquirirán prácticamente la distinción entre “el bien y el mal”12. En la literatura cuneiforme se habla del árbol de la vida y del árbol de la verdad que están a la puerta del cielo13. El héroe sumerio Guilgamés andaba buscando la planta de la juventud, que le preservase de la muerte. En la literatura griega se habla de las manzanas de oro del jardín de las Hespérides, guardadas por un dragón, que también daban la vida. Siempre el hombre ha soñado con la inmortalidad. En la mente del autor sagrado, el árbol de la vida es un símbolo del don de inmortalidad que Dios había conferido al primer hombre, y el árbol de la ciencia del bien y del mal, el símbolo de la línea divisoria de la ley moral entre el bien y el mal. De hecho, los primeros padres, al tomar de la fruta de este árbol, conocieron prácticamente la distinción entre el bien y el mal; de ahí el nombre que le aplica el hagiógrafo de árbol de la ciencia del bien y del mal. Como veremos en el capítulo siguiente, la serpiente propone a los primeros padres que tomen del fruto, pues los elevará a la categoría de dioses, como “conocedores del bien y del mal.”14 La instigación afecta al deseo más íntimo del hombre: poder decidir por sí mismo lo que es bueno y lo que es malo, sin estar sometido a ninguna línea divisoria impuesta de afuera; esto equivalía a escalar la dignidad de dioses. No debemos olvidar que el hagiógrafo juega maravillosamente con todos los resortes de la psicología humana para caracterizar las distintas partes del drama de la caída del primer hombre.
Los v.10-14 parecen un paréntesis que interrumpe el drama del paraíso. La localización que aquí se da tiene los caracteres de adición erudita de un glosista que ha querido orientar a sus lectores sobre la localización del maravilloso jardín de Edén, regado por un río que después se dividía en cuatro grandes ríos, llamados Pisón, Guijón, Tigris y Eufrates. El texto dice que un río salía del paraíso, sin decir nada de su punto de origen. Los dos últimos son perfectamente identificables con los conocidos ríos que nacen casi juntos en las estribaciones de los montes de Armenia y corren paralelos, abriéndose y cerrándose, hasta desembocar en el golfo Pérsico. Por tanto, los otros dos han de ser buscados cerca de esta zona. El Pisón rodea la tierra de Evila, que, según la Biblia, es localizada unas veces al sur de Arabia15 y otras al norte de Arabia16. Hoy día generalmente se pretende identificar el Pisón con el Fasis, que nace al pie del monte Ararat, no lejos de las fuentes del Tigris y el Eufrates, y desemboca en el mar Negro. Así, la tierra de Evila sería la Cólquida, famosa por sus metales preciosos, adonde los argonautas fueron a buscar el vellocino de oro. Otro río difícil de localizar es el Guijón. El texto bíblico dice que rodea la tierra de Cus (v.13), que suele designar Etiopía. Por ello, Flavio Josefo y los LXX identificaron este río con el Nilo, pero resulta muy desplazado del área del Tigris y del Eufrates. Por otra parte, en Gen 10:8 aparece la región de Cus mencionada con las regiones de las tribus septentrionales de Arabia, y entonces sería el Kassu de las inscripciones asirias, es decir, la región de los coseos o kasitas. En este supuesto, se ha buscado un río que tenga un nombre parecido a Guijón en esta zona, y se ha encontrado uno llamado Gueihum er-Ras, y que desemboca en el mar Caspio. Supuesta esta identificación, se deduce claramente que el autor sagrado localiza el paraíso terrenal en la zona de las estribaciones del Cáucaso, junto al monte Ararat17.
El v.16 empalma con el v.9, del que parece continuación normal lógica, pues se ordena al hombre que no coma del “árbol de la ciencia del bien y del mal.” El hagiógrafo quiere destacar con este precepto la dependencia y limitación del hombre respecto del verdadero dueño del paraíso, que es el propio Dios. Se trata de una prueba de su obediencia, para ser confirmado después, en caso afirmativo, en sus prerrogativas excepcionales de lugarteniente de la creación, y entre ellas el don de inmortalidad. El hagiógrafo está montando el drama de la caída del primer hombre, y va preparando la escena fundamental, siempre en función de expresar ideas teológicas muy altas. Una vez presentado el principal protagonista, era necesario hacer la presentación del segundo, la mujer, de cuyo origen se va a ocupar con detalle.

Formación de la Mujer (18-25).
18Y se dijo Yahvé Elohim: “No es bueno que el hombre esté solo; voy a hacerle una ayuda semejante a él.” 19Y Yahvé Elohim trajo ante Adán todos cuantos animales del campa y cuantas aves del cielo formó de la tierra, para que viese cómo los llamaría, y fuese el nombre de todos los vivientes el que él les diera. 20Y dio Adán nombre a todos los ganados, y a todas las aves del cielo, y a todas las bestias del campo; pero entre todos ellos no había paía Adán ayuda, semejante a él. 21Hizo, pues, Yahvé Elohim caer sobre Adán un profundó sopor, y, dormido, tomó una de sus costillas, cerrando en su lugar la carne, 22y de la costilla que de Adán tomara, formó Yahvé Dios a la mujer y se la presentó a Adán. 23Adán exclamó: “Esto sí que es ya hueso de mis huesos y carne de mi carne.” Esto se llamará varona, porque del varón ha sido tomada. 24 Dejará el hombre a su padre y a su madre y se adherirá a su mujer, y vendrán a ser los dos una sola carne.” 25Estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, sin avergonzarse de ello.

El autor sagrado, siguiendo su método descriptivo e insinuante, finge en Dios un momento de reflexión. Todo parece que es perfecto, pero hay un fallo en su obra, pues Adán, a pesar de morar en una mansión paradisíaca, no puede ser feliz, pues necesita de una ayuda que le complete y con la que pueda comunicarse. El hagiógrafo, profundo conocedor de la psicología humana, pone aquí de relieve misteriosas tendencias en la naturaleza humana, la atracción de los sexos, el complemento sexual y la vocación del hombre hacia el “eterno femenino.” En el capítulo anterior, el hagiógrafo decía simplemente que Dios había creado al hombre en su doble manifestación sexual de “macho y hembra.” La integridad de la naturaleza y la necesidad de la procreación exigían esta diversidad como en los demás animales. Pero ahora el autor sagrado quiere enseñar otras verdades, como el origen divino del matrimonio y la igualdad sustancial de la mujer y el hombre, y así presenta una parábola en acción, en la que los diversos elementos o protagonistas entran en escena en conformidad con las exigencias de las ideas a expresar. Así, lo primero que quiere el autor sagrado poner de relieve es esa tendencia misteriosa del hombre hacia la mujer, sin la que no encuentra felicidad. Esta idea queda bien clara al decir que Dios le presentó todos los animales para que los reconociera como suyos y les pusiera nombre en señal de dominio sobre ellos (v.19). La escena es, sin duda, ficticia, pero expresa bien a las claras que el hombre no encuentra en ellos el complemento que exige su naturaleza, la compañía ansiada, la “ayuda semejante a él.” Los psicólogos hablan del eros, de la libido, como fuerzas ocultas que existen en la subconsciencia humana. El autor sagrado sabe también que existe esa fuerza misteriosa en el hombre hacia la mujer, y en este relato pintoresco presenta al hombre inquieto y desasosegado hasta que encuentra su complemento. Dios mismo, que ha constatado el fallo que ha habido en su obra (no es bueno que el hombre esté solo), va a llenar el vacío que colme el corazón del varón. Para que quisiera a su futura compañera (ayuda semejante a él), la saca de su mismo cuerpo. Como la operación va a ser dolo-rosa, infunde a Adán un profundo sopor, especie de cloroformo que le haga insensible a la intervención quirúrgica. Una vez sacada la costilla, Dios rellenó cuidadosamente el vacío en el cuerpo del hombre, sin que notara nada. Y al punto Dios mismo presenta a la nueva criatura a Adán, que la reconoce, al despertar, como algo entrañable suyo: Esto sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne (v.23). Por haber sido sacada del varón, será llamada varona, o complemento suyo, y por ella dejará el hombre a su padre y a su madre y se adherirá a su mujer. Y vendrán a ser los dos una sola carne.
¿Podemos concebir una explicación más plástica y realista del amor conyugal? Después de haber hecho notar el autor sagrado que el hombre sentía misteriosas atracciones hacia un ser que no conoce, pero que entrevé, nos describe el origen del matrimonio en los planes de Dios. Es la otra verdad que el autor sagrado quiere destacar. En la antigüedad, la mujer estaba muy postergada. Aristóteles la considera como “mas occasionatus” y “animal imperfectum.” En la historia de Oriente era un instrumento de placer para el hombre. El hagiógrafo quiere hacer ver cómo entra en los planes divinos primitivos la mujer, su misión en la sociedad; en el capítulo siguiente dirá que está destinada a ser “madre de los vivientes”18. ¿Qué pensar de la historicidad de esta escena, en la que se presenta a la mujer creada después del hombre y formada de una de sus costillas? Debemos tener en cuenta el género literario del capítulo, en el que abundan los antropomorfismos: Dios modeló como un alfarero el cuerpo del hombre de la arcilla, plantó personalmente los árboles del paraíso, hizo desfilar todos los animales ante Adán para entretenerle y nombrarle lugarteniente suyo, y ahora hace de cirujano, como después hará de sastre confeccionando el primer vestido que cubrirá la desnudez de los primeros padres. Naturalmente, estos antropomorfismos no han de ser tomados al pie de la letra, sino que son metáforas de una gran parábola en acción que es la narración del origen del hombre como procedente de Dios y bajo su providencia particular. La interpretación literalista de estas escenas ha planteado una serie de cuestiones que hoy nos hacen sonreír19. Como en casos anteriores, podemos ver en estos detalles el eco de explicaciones populares folklóricas recogidas por el hagiógrafo como ropaje literario de sus enseñanzas doctrinales20.
Las palabras del v.24 parecen ser una reflexión del autor sagrado y no del propio Adán. El amor conyugal debe ser superior al paterno y materno, de tal forma que, para unirse a la mujer, ha de abandonar el hombre a sus propios padres. Y la finalidad de esa unión es la propagación de la especie, la transmisión de la vida: y vendrán a ser los dos una sola carne21. Toda esta narración tenía por finalidad destacar la función complementaria de la mujer respecto del hombre en orden al matrimonio. El hagiógrafo, con mano maestra, empieza aludiendo al misterioso atractivo sexual, para después declarar que la mujer es de la misma dignidad que el hombre, ya que fue formada del mismo cuerpo.

La Narración Bíblica y el Origen Evolucionista del Hombre.
Como antes indicábamos, no es procedente presentar la narración bíblica como favorable u opuesta a las teorías evolucionistas del hombre en cuanto al origen del cuerpo humano. El autor sagrado no es un profesor de paleoantropología que pretende resolver científicamente el magno interrogante del origen del hombre, sino que centra su atención en el origen religioso del mismo. De la narración bíblica se desprenden las siguientes conclusiones: a) Encontramos en los primeros capítulos del Génesis una doble tradición sobre la creación de la primera pareja humana, una más esquemática y reflexiva y otra más descriptiva, poética y folklórica. El compilador-autor inspirado-recoge ambas tradiciones y, sin preocuparse de limar sus aristas y yuxtapone, dejando a la competencia del lector la labor de adaptarlas. En su afán de acomodarse a la mentalidad de sus destinatarios (“rudi populo condescendens”), recoge tradiciones populares antiguas y las adapta a un sentido profundo teológico. Es un ropaje literario para hacer asequibles grandes verdades religiosas, b) Los textos estudiados del Génesis no se oponen ni patrocinan la concepción evolucionista del cuerpo humano. La descripción que nos da sobre el origen del cuerpo humano del polvo modelado directamente por Dios, es popular y no científica. El autor sagrado quiere destacar la providencia e intervención especial de Dios en la formación del ser más excelente de la creación. La narración bíblica hay que entenderla dentro del marco literario del capítulo, donde abundan los antropomorfismos, c) En el relato bíblico se insinúa la intervención directa de Dios en la infusión del alma en las palabras misteriosas “hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza.” Aunque no se especifique la razón de la superioridad del hombre, sin embargo, dentro del contexto el hagiógrafo supone que el hombre es de diferente especie que el resto de los animales, d) En el relato bíblico se enseña que la humanidad proviene de una primitiva pareja única. Luego es insostenible la hipótesis del poligenismo. El autor sagrado supone que, después de la caída de los primeros padres, toda la humanidad quedó como enferma, con gran inclinación al mal; la hipótesis poligenista compromete la doctrina del pecado original, que arranca del hecho de la caída de la primitiva pareja humana23.

1 Cf. Isa 34:4; Isa 40:12; Sal 33:6; Deu 4:19; Deu 17:3. – 2 Es famosa la dificultad en traducir la palabra ‘êd del TM. Los LXX, Peshitta, Aquila y Vg traducen por fuente: “pero una fuente salía de la tierra y regaba la superficie.” La palabra heb. ‘êd aparece sólo aquí y en Job 36:27, donde designa “niebla vaporosa.” Conforme a este sentido, traduce Clamer: “pero un vapor se elevaba de la tierra.” Bible de Jérusalem: “pero una ola subía de la tierra.” Cantera: “aunque brotaba de la tierra una corriente que regaba…” Ceuppens: “pero un río subía…” Estos entienden la contraposición de esta corriente de agua con la sequía antes descrita como una preparación para describir después cómo era regado el paraíso. Nuestra versión sigue a Deimel, que relaciona ‘éd con edu sumerio, que significa canal o agua del canal. Teniendo en cuenta que en este capítulo encontramos varias palabras sumerias (eden, gan), bien puede ser ‘éd de origen sumerio. Cf. Deimel, Wo lag das Paradies?: “Orientalia,” 15 (1925) p.45; id., Sumerische Lexikon II-4,579,427b: “Verbum Domini,” 4 (1924) p.281. En ese supuesto, la traducción literal sería: “ni subía agua del canal (otros traducen inundación) para regar la superficie de la tierra.” Si se traduce por inundación, el sentido parece aludir a la fuente de aguas que proviene de los abismos donde se halla flotando la tierra. – 3 Cf. Pausanias, X 3,4; ovidio, Metamorf. I 82; Juvenal, Sátiras XIV 35. – 4 Cf. Frazer, Le folklore dans I’Ancien Testament (París 1924) p.6s. El autor es muy parcial en sus apreciaciones; no obstante, en su obra hay datos interesantes utilizables. – 5 1Re 17:17; Isa 2:22; Isa 42:5; Job 27:3; Dan 10:17. – 6 Pro 20:27; Job 26:4. – 7 Job 34:14. – 8 Vease M García Cordero, Evolucionismo, poligenismo y exégesis bíblica: CT (1951) Ρ-459-481. – 9 En Neh 2:8 y Cnt 4:13 encontramos la palabra persa pardes, de la que proviene paradisus. – 10 Así opinan Delitzsch, Schrader, Gunkel, Procksch, Jeremías. – 11 Es la opinión de M. J. Lagrange, Innocence et péché: RB (1897) 343. – 12 El texto hebreo no está claro, pues mientras unas veces parece que habla de dos árboles gerentes, como aquí y en Gén 3:22, Gén 2:7 y 3,3 habla sólo del de la “ciencia del bien y del mal.” – 13 Cf. P. Dhorme: RB (1907) p.271. – 14 Sobre esto véase M. J. Lagrange, Innocence et péché: RB 6 (1897) 343: J. Feldmann, Paradies und Sündenfall (1913) 53-54; Ρ – Heinisch, Das Buch Génesis (Bonn 1930) 114; K.A. Leimbach, Die biblische Urgeschichte (1937) 43; P. Humbert, études sur le récit du Paredis et de la chute dans la Genèse (1940) 146-148. – 15 Gen 10:7.29. – 16 Gen 25:18. – 17 Sobre la localización del paraíso véanse las diversas opiniones en Lagrange : RB (1902) 271; H. Gunkel, Die Génesis (1922) 8; P. Heinisch, o.c., p.115; A. Sanda, Moses und der Pentateuch (1924) 140; Fl. Josefo, Ant. Jud. I 1,3; A. Deimel, Wo lag der Paradies?: “Orientalia,” 15 (1925) 50; K. A. Leimbach, o.c., p.48; A. Bea, De Pentateucho (1933) 150; E. König, Genesis (1925) 208; F. Ceuppens, o.c., 111s. – 18 Gen 3:20. – 19 Así, los escolásticos se preguntaban cuántas costillas tenía Adán antes de ser formada la mujer. Tomás de Aquino dice que la costilla que le fue quitada pertenecía a Adán no como individuo, sino como jefe de la especie humana (Sum. Theol. I q.92 a.3). – 20 En la antigüedad estaba muy extendida la creencia de la existencia de andróginos (hombres-mujeres). De ellos habla Beroso, el Rig Veda y Aristófanes. Son explicaciones populares para explicar la atracción de los sexos. Entre los aborígenes de la Polinesia existe la leyenda de la formación de la mujer de un hueso del hombre. Véase Frazer, o.c., p.6-7; M. García Cordero, art. c.: CT (1951) P-474. – 21 Cristo ve en esta frase la indisolubilidad del matrimonio (Mar 10:9). – 22 EB 599. – 23 Sobre el tema del Evolucionismo y la Biblia pueden verse los trabajos siguientes: Ceuppens, Le Polygénisme et la Bible: “Angelicum,” 24 (1947) 20-32; J. Battaini, Mono-genisme et polygénisme: “Divus Thomas” (Piac.) 30 (1953) 363-369; A. y J. Bouyssonie, Polygénisme: DTC col.2525s; A. Colunga, Contenido dogmático de Gén 2:18-24 : CT 77 (1950) 289-309; M. G. Cordero, Evolucionismo, poligenismo y exégesis bíblica: CT 78 (1951) 465-484; A. Dondayne, Scripturae de natura hominis doctrina: “Goliat. Brugens.”, 31 (1931) 142-147; J. M. González-Ruiz, Contenido dogmático de las narraciones de Gén 2:7 sobre la formación del hombre: “Estudios Bíblicos,” 9 (1950) 399-439; T. Ayuso Marazuela, Poligenismo y evolucionismo a la luz de la Biblia y de la Teología: “Arbor,” 19 (1951) 347-372.

Fuente: Biblia Comentada

Estas palabras afirman que Dios había concluido su obra Se dice cuatro veces que había acabado su obra, y tres que esto incluía toda su obra. Los procesos actuales del universo reflejan la actividad de Dios sosteniendo esta creación acabada, no más creación (cp. Heb 1:3).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

El santo día séptimo

Un cambio dramático en la marcha y en el estilo sobresale como lo distintivo del sábado. El séptimo día no es llamado aquí sábado, pero así es referido, desde que en él reposó puede ser parafraseado como “en el sabático”. Por otro lado, la importancia del séptimo día es destacada por el hecho de que Dios lo bendice y lo hace santo. El sábado gene ralmente es declarado “santo”, pero sólo en Neh. 8:9, 11 es considerado como entre las demás festividades del pueblo y es llamado “santo”. Aquí se nos dice que Dios reposó en el séptimo día, y el es critor claramente sugiere que toda la humanidad, que ha sido hecha a la imagen de Dios, siga el ejemplo de su Creador. En verdad, el contexto sugiere que un día a la semana para descansar es tan necesario como la sexualidad (1:27, 28) o la comida (1:29) para la sobrevivencia humana. Este es un énfasis que parece haber sido olvidado en el día de hoy, aun entre los cristianos.

Nota. Génesis 1 y la ciencia. Gén. y la ciencia moderna están respondiendo a muchas preguntas. Gén. explica quién es Dios y cómo se relaciona con la creación. La ciencia clarifica que las leyes dadas por Dios explican los fenómenos naturales; y a partir de estas leyes los científicos pueden trabajar hacia el pasado con el propósito de trazar el curso del desarrollo del universo. La ciencia nos ha ce conscientes del poder infinito y de la sabiduría del Creador, pero no explica el propósito de Dios al crear el universo, o su carácter. Gén. no está interesado en tratar los asuntos que levantan los científicos del siglo XX sino más bien está relacionado con las ideas contemporáneas del antiguo Oriente de hace 3.000 años. En contra de la visión politeísta del mundo que sostenía que había muchos dioses y diosas de variada sabiduría y poder, Gén. declara que hay un solo Dios de absoluto poder y santidad. Rechazando esos puntos de vista antiguos que postulaban que la humanidad fue simplemente creada como consecuencia de un pensamiento tardío que los dioses más tarde lamentaron, Gén. afirma que el hombre fue la meta de la creación y que su bienestar es la preocupación suprema de Dios. Estos principios son reafirmados con reiteración a través de toda la Escritura, pero están des tacados con ejemplar claridad en Gén. 1 y son clave en lo que el autor estaba tratando de decir. Los lectores modernos debieran centrarse en estas intenciones originales de Gén. y no traer al texto temas científicos que son ajenos a su propósito.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

2.2, 3 ¡Vivimos en un mundo que está orientado hacia la acción!Siempre parece que hay algo para hacer y no queda tiempo para descansar. Sin embargo, Dios demostró que el descanso es adecuado y bueno. Si Dios mismo descansó de su trabajo, no debe sorprendernos que también nosotros necesitemos descansar. Jesús demostró este principio cuando El y los discípulos salieron en una barca para alejarse de la presión de la multitud (véase Mar 6:31-32). Nuestros momentos de descanso nos refrescan para estar listos para nuestros momentos de servicio.2.3 Que Dios haya bendecido el séptimo día significa que lo apartó para un uso santo. Este acto se toma de los Diez Mandamientos (Exo 20:1-17) donde Dios ordena la observancia del día de reposo.2.7 «Del polvo de la tierra» implica que no hay nada especial en los elementos químicos que constituyen nuestros cuerpos. El cuerpo es una cáscara inanimada hasta que Dios le da vida con su «aliento de vida». Cuando Dios retira su aliento de vida, nuestros cuerpos regresan una vez más al polvo. Por lo tanto, la vida y el valor del hombre provienen del Espíritu de Dios. Muchos se jactan de sus logros y habilidades, como si ellos fueran los que originan sus propias fuerzas. Otros se sienten inútiles porque sus habilidades no se destacan. A decir verdad, nuestro valor proviene, no de nuestros logros, sino del Dios del universo que elige darnos el regalo misterioso y milagroso de la vida. El valora su vida, haga usted lo mismo.2.9 El nombre del «árbol de la ciencia del bien y del mal» implica que el mal ya existía, si no en el huerto, entonces en el momento de la caída de Satanás.2.9, 16, 17 ¿Acaso el árbol de vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal eran árboles reales? A menudo se expresan dos puntos de vista diferentes:(1) Los árboles eran reales, pero simbólicos. La vida eterna con Dios estaba simbolizada al comer del árbol de la vida.(2) Los árboles eran reales, poseían propiedades especiales. Al comer el fruto del árbol de la vida; Adán y Eva podían tener vida eterna, disfrutando de una relación permanente como hijos de Dios.En cualquiera de los casos, el pecado de Adán y Eva los separó del árbol de la vida y así les impidió obtener vida eterna. De un modo interesante, el árbol de la vida aparece una vez más en Apocalipsis 22 donde la gente está disfrutando de vida eterna con Dios.2.15-17 Dios dio a Adán la responsabilidad del huerto y le dijo que no comiera del árbol de la ciencia del bien y del mal. Antes que prevenirlo físicamente de comer, Dios le dio a Adán una opción, aun cuando él pudiera escoger equivocadamente. Actualmente Dios nos sigue dando alternativas y nosotros también, escogemos equivocadamente. Estas elecciones erróneas nos pueden causar dolor, pero nos pueden enseñar a aprender y a crecer y a hacer mejores elecciones en el futuro. Vivir con la consecuencia de nuestras decisiones nos enseña a pensar y elegir con más cuidado.2.16, 17 ¿Por qué Dios colocó un árbol en el huerto, para después prohibir a Adán comer de él? Dios quería que Adán lo obedeciera, pero El le dio la libertad de la elección. Sin una alternativa, Adán habría sido como un prisionero, y su obediencia habría sido hueca. Los dos árboles presentaban un ejercicio de decisión, con recompensas si se elegía obedecer o tristes consecuencias si se decidía desobedecer. Cuando usted se enfrente a la alternativa, siempre elija obedecer a Dios.2.18-24 La obra creativa de Dios no estuvo completa hasta que creó a la mujer. Pudo haberla hecho del polvo de la tierra, como hizo al hombre. Sin embargo, decidió hacerla del hueso y de la carne del hombre. Al hacer esto nos ilustró que en el matrimonio el hombre y la mujer llegan a ser simbólicamente una sola carne. Esta es una unión mística de los corazones y las vidas de la pareja. A lo largo de la Biblia, Dios trata seriamente esta unión especial. Si usted está casado o planea casarse ¿está usted dispuesto a guardar su compromiso que hace que los dos sean uno? La meta del matrimonio debiera ser más que una amistad; debiera ser una unidad.2.21-23 Dios diseñó y equipó al hombre y a la mujer para realizar diferentes tareas, pero todas estas tareas apuntan a la misma meta: honrar a Dios. El hombre da vida a la mujer; la mujer da vida al mundo. A cada rol le corresponden privilegios exclusivos; no se admite el pensamiento de que un sexo sea superior al otro.2.24 Dios dio el matrimonio como un regalo para Adán y Eva. Fueron creados perfectamente para complementarse entre sí. El matrimonio no fue sólo por conveniencia, tampoco lo originó ninguna cultura. Fue instituido por Dios y cuenta con tres aspectos básicos: (1) El hombre «deja» a su padre y a su madre y, en un acto público, se promete a su esposa. (2) El hombre y la mujer se unen al tomar la responsabilidad del bienestar de cada uno y al amar a su pareja sobre todos los demás; (3) ambos llegan a ser «una carne» en la intimidad y en el compromiso de la unión sexual que está reservada sólo para el matrimonio. Los matrimonios sólidos de hoy incluyen estos tres aspectos por completo.2.25 ¿Ha notado usted cómo un niño pequeño puede correr desnudo en un cuarto lleno de extraños sin avergonzarse? No está consciente de su desnudez, así como Adán y Eva no se avergonzaban en su inocencia. Pero después de que Adán y Eva pecaron, le siguieron la vergüenza, la pena y la incomodidad; creando barreras entre ellos mismos y Dios. A menudo experimentamos estas mismas barreras en el matrimonio. Sería ideal que los esposos no tuvieran barreras, y no sintieran vergüenza de exponerse el uno al otro o a Dios. Como Adán y Eva (3.7), nos ponemos hojas de higuera (barreras) debido a que hay aspectos nuestros que no queremos que nuestra esposa, o Dios, conozca. Luego nos escondemos, de la misma manera que Adán y Eva se escondieron de Dios. En el matrimonio la falta de intimidad espiritual, emocional e intelectual por lo general precede a una desintegración de la intimidad física. Del mismo modo, cuando no podemos exponer nuestros pecados y pensamientos secretos a Dios, cerramos las líneas de comunicación que tenemos con El.LO QUE LA BIBLIA DICE ACERCA DEL MATRIMONIOGen 2:18-24 El matrimonio fue idea de DiosGen 24:58-60 La entrega total es esencial para un buen matrimonioCantar de los Son 4:9-10 El romance es importanteJer 33:10-11 El matrimonio ofrece momentos de gran gozoMal 2:14-15 El matrimonio proporciona el mejor ambiente para criar hijosMat 5:32 La infidelidad rompe el lazo de la confianza. La confianza es básica en todas las relacionesMat 19:6 El matrimonio es permanenteRom 7:2-3 Lo ideal es que sólo la muerte disuelva el matrimonioEph 5:21-33 El matrimonio está basado en la práctica de los principios del amor, no en los sentimientosEph 5:23, Eph 5:32 El matrimonio es un símbolo vivo de Cristo y la IglesiaHeb 13:4 El matrimonio es bueno y honroso

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 57 Neh 9:6; Sal 146:6; Isa 42:5; Zac 12:1; Hch 4:24

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

huestes. Esta palabra pudiera significar las estrellas (cp. Dt 4:19; 17:3; Neh 9:6) o pudiera referirse a los ángeles (1 R 22:19; Sal 148:2). Aquí probablemente se refiere a la totalidad de la creación que llena los cielos y la tierra.

Fuente: La Biblia de las Américas

el ejército de ellos. En Neh 9:6, el mismo vocablo hebreo describe las «estrellas»; y en 1Re 22:19, se refiere a los ángeles. Aquí probablemente significa todas las cosas que Dios ha creado.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

Entonces… → §003.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

ordenados… Lit. completados; ejército… LXX: cosmos → §284.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

ejército. El vocablo heb. tsaba se aplica tanto a elementos físicos (astros, soldados) como a espirituales (ángeles).

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[2] Eclo 20, 11; 31, 17; Deut 5, 14; Hebr 4, 4.[3] Disponiendo que se dedicase este día al descanso y al culto del Creador, como después lo ordenó a su pueblo por medio de Moisés. Al sábado ha sucedido después el día del Señor o el domingo. Hebr 4, 3.[4] Una primera narración de la creación la presenta como origen del cielo y de la tierra; otra tradición lo hace como ambiente donde es colocado el hombre.[6] Un vapor según el texto hebreo, que condensado caía en forma de lluvia sobre la tierra.[7] Es decir, creó el alma racional y la unió al cuerpo para darle vida y movimiento. Nuestra alma no es hija de la materia, sino obra del poder creador de Dios. 1 Cor 15, 45.[9] La Escritura calla la especie del árbol, aunque lo llama del bien y del mal porque le hizo conocer al hombre el bien que había perdido y el mal en que se había precipitado desobedeciendo a Dios.[12] Cerca de la Armenia está la Cólquida, tan celebrada por la calidad y abundancia de su oro. El bedelio es voz poco conocida, y puede significar la perla, o una especie de goma odorífera. Eclo 24, 35.[15] Para que le cultivase. No quiere Dios que el hombre, aunque provisto de todo, pase el tiempo en la ociosidad.[22] No sacó el Señor a la mujer de la cabeza del hombre ni tampoco de los pies, como para dar a entender que no debe ser la señora ni la esclava del hombre, sino la compañera.[23] 1 Cor 11, 9.[24] Una sola carne. Jesucristo se sirvió de estas palabras para probar a los fariseos la indisolubilidad del matrimonio. San Pablo enseña que la unión íntima y estrecha de Adán y Eva, que eran como dos almas en un solo cuerpo, significa la de Cristo y su Iglesia. Mat 19, 5; Mar 10, 7; Ef 5, 31; 1 Cor 7, 16.

Fuente: Notas Torres Amat