Comentario de Génesis 19:30 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Lot tuvo miedo de permanecer en Zoar y se fue de allí a la región montañosa, junto con sus dos hijas. Y habitaba en una cueva con sus dos hijas.

Lot subió de Zoar. Gén 19:17-23.

porque tuvo miedo. Gén 49:4; Jer 2:36, Jer 2:37; Stg 1:8.

Zoar. Gén 13:10; Gén 14:22; Deu 34:3; Isa 15:5; Jer 48:34.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Lot había rogado a los ángeles que le dieran un lugar a salvo en la pequeña ciudad de Zoar (vv. Gén 19:18-22), una petición que ellos acogieron. Pero aún así, después de la destrucción, Lot no se sintió protegido en dicha ciudad y prefirió irse a vivir a una caverna.

 PARA VIVIRLO

El legado de Sodoma y Gomorra

A través de las Escrituras y en innumerables trabajos, ya sean bíblicos o no, Sodoma, Gomorra y las otras ciudades de la planicie (Gén 13:12) son un símbolo del juicio divino sobre la maldad.

Lo que antiguamente fue una fértil zona de riego es ahora una región estéril, tan sólo un montón de asfalto y pantanos. Esto nos recuerda que la maldad siempre obtendrá lo que merece, también nos demuestra que el juicio de Dios no sólo recae en seres individuales como en el caso de la mujer de Lot (Gén 19:26), sino que también sobre ciudades enteras y sus alrededores.

Aunque de todas formas hay que recordar que no todo son malas noticias. Luego del dramático final de Sodoma y Gomorra, «Dios se acordó de Abraham» (Gén 19:29) y cuando vemos el ejemplo de la rectitud de los patriarcas, podemos sacar en claro muchas lecciones de la historia.

•     Orar hace la diferencia. Abraham nos muestra que es legítimo orar por las ciudades, incluso, él mismo lo hizo (Gén 18:22-23). Es probable que no podamos estar físicamente en un lugar, pero sí podemos orar por él. Abraham oró más por una ciudad que por algún ser en particular; oró continuamente por la ciudad entera y siempre con la confianza que nada es imposible para Dios (Gén 18:14). Mas aún, oró por justicia, al igual que por paz y salvación. Su ejemplo nos lleva a hacernos una pregunta. Nosotros, ¿estamos orando por las ciudades hoy en día? Si la respuesta es afirmativa, ¿qué le estamos pidiendo a Dios que haga? ¿Que salve a la ciudad o que la juzgue?

•     La gente cuenta. Sir 10:1-31 personas justas hubieran vivido en Sodoma, esta se hubiera salvado (Gén 18:32), en otras palabras, la presencia de gente justa, que actúa como sal y luz, puede preservar un lugar aunque en él la maldad corra en forma desenfrenada. Aún así, si Dios hubiese encontrado aunque fuera un puñado de personas rectas, Sodoma se hubiera salvado, pero lamentablemente, estaba llena de maldad. Dios perdonó a Zoar por el bien de un hombre justo: Lot (Gén 19:16-22; 2Pe 2:6, 2Pe 2:7). Como gente de Dios, ¿vivimos nosotros correctamente en el lugar que Él nos llamó a habitar?

•     Dios es Soberano. La decisión de Dios de destruir 4 ciudades de la planicie, pero perdonar a una quinta, Zoar, muestra que Él es quien tiene el control y la última palabra. Y no comete errores. Él no es un destructor de ciudades ni de personas (2Pe 3:9), pero puede hacerlo y decide cuándo, dónde y cómo dejar caer el juicio. Por otro lado, Dios puede rescatar a las personas de lugares malignos cuando quiera y del modo que quiera. Podemos preguntarnos: ¿Confiamos y respetamos la soberanía de Dios? ¿Vivimos con la convicción de que Él tiene el control? ¿Actuamos como personas que cuentan para Dios?

•     El orgullo antecede a la caída. Sodoma no fue destruida sólo por su pecado sexual (Gén 19:1-7; Jud 1:7), sino también porque era arrogante y llena de maldad; tampoco se preocupaba de los pobres ni de los necesitados (Eze 16:48-50). Y esto nos lleva a pensar: ¿Cómo estamos utilizando los recursos que Dios puso bajo nuestro control?

•     Huir de la ciudad no evita el pecado, sólo lo difunde. El comportamiento de Lot y de sus hijas después de la huida de Sodoma nos demuestra que el pecado no es de la ciudad misma, llevaron consigo la inmoralidad de Sodoma en su interior hacia otras tierras (Gén 19:19-22, Gén 19:30-36). Nosotros ¿salimos de la ciudad para «escapar» de sus problemas y maldades? ¿Es posible que Dios quisiera que nos quedemos allí para vivir como sus representantes?

 

 PERSPECTIVA

El temor del Señor

Interesantemente, el AT. no tiene palabra para «religión». Sin embargo, las frases «el temor del Señor» y «el temor de Dios» se acercan a lo que definimos hoy como religión. La frase tiene en cuenta un estilo de vida en el cual las personas toman seriamente toda la sabiduría, todo el poder, y toda la justicia de Dios, quien los mantiene responsables por sus conductas.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

tuvo miedo de quedarse en Zoar. Quizá porque las personas de esta población lo considerasen responsable de toda la devastación, o quizá temió que un mayor juicio sobre la región pudiera afectar a esta ciudad (vv. Gén 19:17-23).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Las hijas de Lot. Estos versículos describen el final patético de un hombre justo que había cedido ante el mundo. Las hijas de Lot, poniendo el deseo de tener hijos por encima de sus principios (sus acciones violaron las reglas en cuanto al incesto y del deber filial), idearon la manera de tener relaciones sexuales con su padre. Este fue el origen de los moabitas y amonitas, dos de los vecinos más cercanos de Israel. Los amonitas vivieron al este del Jordán y los moabitas al nordeste del mar Muerto (cf. Núm. 21:24).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

a 769 Gén 19:17

b 770 Gén 19:22

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

tuvo miedo de quedarse en Zoar. Posiblemente, porque la gente pensaba que Lot de alguna manera era culpable por la destrucción de Sodoma o porque Lot temía que hubiesen más movimientos sísmicos.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

en la montaña… Altiplano al E del Mar Muerto, habitado posteriormente por amonitas y moabitas.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

Lit., el monte

Lit., habitar

Fuente: La Biblia de las Américas

Altiplano al E del Mar Muerto, habitado posteriormente por amonitas y moabitas.

Fuente: La Biblia Textual III Edición