y le dijo: —Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes y a dónde vas? Ella respondió: —Huyo de la presencia de Sarai, mi señora.
sierva de Sarai. Gén 16:1, Gén 16:4; Efe 6:5-8; 1Ti 6:1, 1Ti 6:2.
¿de dónde vienes tú? Gén 3:9; Gén 4:10; Ecl 10:4; Jer 2:17, Jer 2:18.
Huyo de delante de Sarai. 1Sa 26:19.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Y le dijo: En varias ocasiones, este pasaje confirma que el ángel del Señor habló en forma directa a Agar (vv. Gén 16:9, Gén 16:10, Gén 16:11).
Donde … donde: El Señor pregunta no porque necesitara ser informado, sino para darle la oportunidad a Agar de que se expresara ella misma.
EN PROFUNDIDAD
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El pacto con Abraham
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Dios irrumpió en la vida de una pareja vieja y sin hijos, Abram y Sarai, con palabras de una fuerte determinación: «Haré de ti una nación grande, y te bendeciré» (Gén 12:2). Esta promesa llena de gracia era incondicional; Dios multiplicaría la descendencia de Abram y les daría la tierra de Canaán (Gén 13:14-17). Formalizó su promesa como un acuerdo formal entre un rey superior y su sirviente inferior (Gén 15:1-21). Finalmente, juró por sí mismo que lo haría (Gén 22:15-18). Su palabra era irrevocable.
Aún con sus promesas incondicionales, Dios hizo demandas, le pidió a Abram y a Sarai que dejaran su hogar y su familia para ir a una nueva tierra (Gén 12:1), les pidió que fueran bendición para otros (Gén 12:2), que caminaran junto a Él y fueran perfectos (Gén 17:1) y que circuncidaran a todos los varones de su casa, como una señal del pacto (Gén 17:10). A pesar de que las promesas de Dios eran incondicionales, la participación temporal de Abraham en sus bendiciones estaba condicionada en su fe y su obediencia a las peticiones de Dios. Abram pasó la prueba; creyó y obedeció (Gén 15:6; Gén 22:1-18).
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Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Agar, sierva de Sarai. Tanto la salutación como la instrucción (v. Gén 16:9, «Vuélvete … ponte sumisa») pronunciada por el ángel, así como la respuesta de Agar, trataron la relación ama-sierva como si todavía estuviera intacta. ¡La rebelión y la huida no eran la solución (v. Gén 16:9)!.