Comentario de Eclesiastés 12:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud: antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: “No tengo en ellos contentamiento”;

Acuérdate de tu Creador. Ecl 11:10; Gén 39:2, Gén 39:8, Gén 39:9, Gén 39:23; 1Sa 1:28; 1Sa 2:18, 1Sa 2:26; 1Sa 3:19-21; 1Sa 16:7, 1Sa 16:12, 1Sa 16:13, 1Sa 17:36, 1Sa 17:37; 1Re 3:6-12; 1Re 14:13; 1Re 18:12; 2Cr 34:2, 2Cr 34:3; Sal 22:9, Sal 22:10; Sal 34:11; Sal 71:17, Sal 71:18; Pro 8:17; Pro 22:6; Isa 26:8; Lam 3:27; Dan 1:8, Dan 1:9, Dan 1:17; Luc 1:15; Luc 2:40-52; Luc 18:16; Efe 6:4; 2Ti 3:15.

antes que vengan los días malos. Ecl 11:8; Job 30:2; Sal 90:10; Ose 7:9.

de los cuales digas. 2Sa 19:35.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

En su tiempo, el Creador será recordado, Ecl 12:1-7.

El predicador, Ecl 12:8-12.

El temor a Dios es el mejor antídoto para la vanidad, Ecl 12:13-14.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La mayoría de los intérpretes sostienen que este poema es una alegoría de la vejez. Este es el punto de vista que defendemos. Otros puntos de vista incluyen:

(1) una descripción del invierno como una metáfora de la vejez;

(2) una descripción de la reacción de las personas frente a una fuerte tormenta;

(3) la imagen de una casa arruinada que representa el fracaso de los esfuerzos humanos; y

(4) el deterioro de una casa que representa la muerte y la fragilidad del hombre.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud: Salomón no nos está llamando a hacer una mera percepción mental de la persona de Dios; usando unos contundentes términos bíblicos él pide acciones apropiadas que vayan a tono con ese recuerdo del Dios viviente. Cuando el Señor «se acordó» de Ana (1Sa 1:19), por ejemplo, hizo más que traerla a la memoria, él actuó en su favor y ella concibió un hijo. Nuestro «recuerdo» de él debe ser en pensamiento, palabra y obra.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

ACUÉRDATE DE TU CREADOR EN LOS DÍAS DE TU JUVENTUD. En la Biblia siempre «acordarse» denota acción; e.g., cuando Dios «se acordó» de Abraham (Gén 19:29), Él intervino en su vida para su bien. Por lo tanto, acordarse del Creador significa actuar de la manera que Él se proponía que actuaran los seres humanos cuando los creó. Él les ha dado vida y las oportunidades que llegan con la juventud. Los creyentes pueden «acordarse» de Dios sólo con la ayuda del Espíritu Santo, cuando se visten «del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad» (Efe 4:24); y deben hacerlo así antes que llegue la muerte. Los vv. Ecl 12:3-7 presentan una descripción impresionante del proceso de envejecimiento del cuerpo físico, que lleva a la muerte. Los creyentes pueden consolarse, sin embargo, por el hecho de que la persona interior todavía «se renueva de día en día» (2Co 4:16).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

12. La Vejez, Epilogo.
1 En los días de la juventud acuérdate de tu Hacedor, antes de que vengan los días malos y lleguen los años en que dirás: No tengo ya contento; 2 antes de que se oscurezca el sol, la luna y las estrellas, y vengan las nubes después de la lluvia; 3 cuando temblarán los guardianes de la casa y se encorvarán los fuertes, y cesarán de trabajar las muelas porque son pocas, y se oscurecerán los que miran por las ventanas, 4 y se cerrarán las puertas de fuera, y se debilitará el ruido del molino, y cesará la voz del ave y debilitarán la suya todas las hijas del canto; 5 y habrá temores en lo alto y tropezones en el camino, y florecerá el almendro, y se pondrá pesada la langosta, y se caerá la alcaparra, porque se va el hombre a su eterna morada y andan las plañideras en torno a la plaza; 6 antes que se rompa el cordón de plata y se quiebre el platillo de oro, y se haga pedazos el cántaro junto a la fuente, y se caiga al fondo del pozo la polea, 7 y se torne el polvo a la tierra que antes era, y retorne a Dios el espíritu que El dio. 6 Vanidad de vanidades, dijo el Cohelet, y todo vanidad.

Comienza Cohelet el último capítulo de su libro con una recomendación muy oportuna después de la invitación a gozar de las alegrías de la vida en los años de su juventud y edad madura. En ellos el hombre fácilmente se entrega a los placeres y satisfacciones terrenales y se olvida de su Creador. Es, sin embargo, el momento en que hay que acordarse de El, frase que, interpretada ά la luz -6, implica el cumplimiento de los deberes para con Dios. Cuando llegan los años de la vejez, falta el vigor para cumplir con ellos; por lo demás, no tiene gracia ninguna acordarse de Dios cuando en la vida terrena ya no queda cosa alguna en que apoyar el corazón.
Sigue una hermosa alegoría de la vejez, que no tiene rival, si bien oscura y de no fácil interpretación. Los exegetas han propuesto las más diversas y hasta peregrinas interpretaciones. San Jerónimo aplicó ya en su tiempo el “tot sententiae quot capita” a la explicación de esta perícopa! El tomó de los rabinos la interpretación 8 6:12; 9:9. “fisiológica,” que siguen hoy la mayor parte de los comentaristas y que proponemos en nuestro comentario. Cohelet enumera en forma alegórica los achaques y enfermedades que afectan a diversos órganos del cuerpo humano en los años de la ancianidad. Como en toda alegoría, no hay que buscar una adaptación perfecta entre la imagen y la realidad, ni descubrir en cada detalle un misterio que cae fuera de la mente del autor sagrado.
En el v.2, que hay que interpretar a la luz de los siguientes, tenemos dos imágenes distintas para expresar una misma realidad, los años de la vejez. El oscurecimiento de los astros simboliza el eclipse de la vida, que camina hacia su ocaso. La segunda imagen – las nubes que vienen después de la lluvia – evoca el invierno palesti-nense, cuando a las lluvias no suelen seguir esos días espléndidos en que el sol brilla triunfante en el firmamento, sino que, apenas unas nubes descargan su lluvia, otras se ciernen amenazadoras sobre la tierra. Ocurre lo mismo con los días tristes y sombríos de la vejez, a los que no suceden los días alegres de la juventud, sino otros igualmente tristes, si es que no lo van siendo cada vez más.
El v.3 continúa la descripción a base de la alegoría de la casa. Con frecuencia se compara a ella en la Biblia el cuerpo humano 2. Los guardianes de la casa que tiemblan significan, en el sentir de la mayoría de los autores, los brazos y las manos, que, colocados a ambos lados del cuerpo humano, le proporcionan, mediante el trabajo, el sustento necesario y lo defienden de los peligros. En los fuertes que se encorvan ven algunos simbolizados los huesos (Vaccari), en especial la columna vertebral (Tobac, Haupt); pero la mayoría interpretan la frase, por el plural y el paralelismo con los brazos, de las piernas, que son las que como dos columnas sostienen el cuerpo. Las muelas que dejan de trabajar porque son pocas, son, sin duda alguna, los dientes, que en los años de la vejez quedan reducidos a pocos y sueltos, por lo que apenas pueden realizar las funciones de masticación por faltarle los compañeros respectivos. Los que miran por las ventanas no pueden ser otros que los ojos, por los que el hombre se asoma y ve el mundo exterior, y que con frecuencia, a medida que van pasando los años, van perdiendo su poder visual, que llega a faltar totalmente a veces en los ancianos.
La primera imagen del v.4, que continúa la alegoría de la casa, las puertas que se cierran, encuentra diversas interpretaciones en los autores. Para unos (Siecfried, zapletal, leahy, nótscher) se trata de los oídos debido a la sordera en que con tanta frecuencia incurren los ancianos. La mayoría de los autores (Ewald, Delatre, Motáis, Mcneile, Barton), sin embargo, la refieren a los labios; en efecto, los ancianos, al verse privados de los dientes, mantienen sus labios estrechamente cerrados. El ruido del molino que se debilita mira evidentemente a la boca, en la que está el órgano de la voz y se mastican los alimentos. ¿Cuál de estas dos cosas es la designada por el ruido? Dado que la masticación de los alimentos apenas produce ruido alguno, que pueda disminuir al comer el viejo con la boca cerrada, es preferible la opinión de la mayor parte de los comentaristas, que ven una designación de la voz, que va debilitándose en la vejez y haciéndose más rara por el mayor esfuerzo que al anciano le supone hablar. La voz del ave que cesa se refiere a la voz humana, en cuanto que emite sonidos musicales, la cual enmudece casi siempre en los ancianos, que no pueden ya entonar las canciones de sus años jóvenes 3. Las hijas del canto, que también debilitan su voz más bien que las orejas, que escuchan el canto, serían las cuerdas vocales que lo emiten o los cantos en general, que no resuenan en los labios del viejo, porque no tiene voz o que no perciben ya sus oídos a causa de la sordera.
También el v.5 ofrece dificultades que dan lugar a diversas interpretaciones. Los temores en lo alto se refiere seguramente a las terrazas de las casas palestinenses, que jugaban un papel muy importante para sus habitantes, a las que se subía por una escalera exterior, y que, naturalmente, los ancianos temían tener que subir. Los tropezones en el camino se los encuentran muy fácilmente los ancianos en los escollos, altos y bajos, del terreno por haber perdido sus piernas la agilidad y el vigor. Las caídas en ellos, bien de la escalera, bien en la misma calle, podrían traerles fatales consecuencias. Algunos interpretan en sentido propio las tres expresiones siguientes, como las dos precedentes y la última del verso; pero tiene no pocas dificultades, por lo que preferimos la interpretación metafórica, que hace mejor sentido y no encuentra dificultad alguna en una alternancia de sentido propio y figurado que es característica de la perícopa. En el florecer del almendro tenemos una imagen de los cabellos blancos del anciano. La langosta que se torna pesada puede ser un símbolo alegórico del andar difícil del anciano, cuyos pies han perdido la ligereza cié movimiento de los días de la juventud. Finalmente, la alcaparra que cae es el anuncio de la muerte cercana. La alcaparra es un fruto que contiene vainas envueltas en hojas pequeñas; cuando está maduro, las hojas se abren y dejan caer las vainas 4. Las últimas frases del verso, que dan la clave para interpretar lo que precede, anuncian en sentido propio que el anciano se encuentra cerca de la eterna morada, expresión corriente en los judíos, egipcios y romanos para designar el sepulcro 5. Por eso las plañideras, cuyo oficio data de muy antiguo6, merodean en torno a la plaza, esperando próxima la ocasión de prestar sus servicios a un nuevo difunto.
Los v.6-7, que forman la tercera parte del poema, concluyen haciendo referencia al fin mismo de la vida y muerte del hombre, que describe Cohelet, primero bajo imágenes poéticas y después en términos propios. Los judíos y algunos autores cristianos, antiguos y modernos, siguiendo una exégesis anatómica, identificaron las expresiones del v.6 con diversos órganos del cuerpo humano7. Hoy los exegetas, casi unánimemente, ven en las cuatro expresiones otras tantas metáforas para designar el fin de la vida, que sigue a la vejez. La lámpara suspendida en el techo cuyo cordón se rompe y cae al suelo, extinguiéndose su luz, simboliza muy bien la existencia humana, pendiente también de un hilo, que se rompe a la hora de la muerte 8. El cántaro que se hace pedazos, derramándose su agua, expresa la destrucción y disolución del cuerpo humano y cada uno de sus órganos, que se deshacen en polvo. Por fin, la polea que cae al fondo del pozo ya no puede sacar’agua a la superficie; rota la cuerda de la vida y sepultado el hombre en la tierra, no hay posibilidad de que aquélla vuelva a animar el cuerpo del hombre.
Lo que acaba de decir con bellas imágenes lo afirma en sus términos propios: el hombre debe acordarse de Dios antes de que torne el polvo a la tierra que antes era y retorne a Dios el espíritu que El le dio (v.7). En la primera frase hay una alusión a Gen 2:7 y 3:19, en que se dice Dios creó al hombre del polvo de la tierra, y, en castigo del pecado original, le condenó a volver a él. ¿De qué espíritu se trata en la segunda parte del verso? Algunos interpretaron del alma humana y vieron en él afirmada la supervivencia del alma en el seol (Herzberg, Elstein) o la supervivencia del alma consciente y personal con la perspectiva del juicio de Dios (Üela-Tre, Wright), de la inmortalidad bienaventurada del alma humana (Ginsberg, Motáis, Gietmann). Pero ruaj designa aquí, como en 3:19, el “hálito vital” comunicado por Dios al hombre 9, que tiene su manifestación exterior en la entrada y salida del aire por la nariz y que dura todo el tiempo de la vida del hombre. Terminada ésta, el cuerpo vuelve a la tierra, el alma baja al seol 10, y el espíritu, afirma ahora – en 3:21, decepcionado por las miserias de la vida, lo ponía en duda -, vuelve a Dios, lo que hay que entender en el sentido de que Dios lo retira, con lo que el hombre muere, no en el sentido de que sea una sustancia que vuelva a Dios o sea absorbida por El, opinión que no encontraría en el libro ni en la Sagrada Escritura punto de apoyo alguno. El autor prescinde aquí del alma y, por supuesto, no toca la doctrina de su inmortalidad feliz. “Es evidente – escribe Podechard – que, si Cohelet la hubiese conocido, no hubiese escrito su libro. Sería, por otra parte, pueril pretender que descubre al final de sus reflexiones, y que expresa en una proposición, una verdad que debía cambiar la faz del mundo religioso y desplazar el polo de la vida humana, transportando a las realidades éternales la razón de la vida. Si tal revelación hubiere sido concedida, la hubiese expresado de una manera triunfante y sus reflexiones no hubiesen sido seguidas de su habitual grito de dolor: “vanidad y persecución del viento”; pues si hay una vida eterna después de ésta, no es verdad que todo sea vano y que la vida no merezca la pena de ser vivida. El autor de la Sabiduría, que no ignoraba la inmortalidad reservada a los justos, habla en otro tono.” 11

Conclusión de todo el libro.
8 Vanidad de vanidades, dijo el sabio, y todo vanidad.

El libro termina con las palabras con que comenzó. Si la cláusula “dijo el Cohelet” es auténtica, sería del epiloguista, a quien habría que atribuir la conclusión del libro. También es posible que la cláusula sea un paréntesis del editor y que Cohelet mismo escribiera estas palabras después de la alegoría de la vejez y afirmación de la muerte, que sigue a ella, como conclusión general de toda su obra. Ningún otro resume mejor la idea central del libro, que ha repetido hasta la saciedad el pensamiento de la vanidad de las cosas. Cohelet recorrió las diversas cosas de la tierra en busca de la felicidad, pero no encontró la auténtica y verdadera dicha que haga al hombre plenamente feliz. Sólo pudo descubrir una pequeña felicidad, que consiste en disfrutar con paz y sosiego de los bienes que Dios concede al hombre. Pero resulta que ni esto era siempre asequible en su tiempo debido a las muchas anomalías que llenaban su época. Añádase que.esto solamente es posible durante los años de la juventud y los que preceden a la vejez. Cuando ésta llega, la vida se torna triste y melancólica, y, después de la muerte, que no tarda en llegar, la vida oscura y tenebrosa del seol.
Cohelet ha cumplido a las mil maravillas su misión en el estadio de la revelación en que le tocó escribir inspiradamente. Dios en su providencia, muchas veces inescrutable para nosotros, juzgó próximo el momento de comunicar a su pueblo la vida feliz del más allá que desde la eternidad tenía preparada para los que le aman. El autor del Eclesiastés, con su palpable demostración de que esa felicidad inmensa e infinita cuyo deseo siente el hombre, y de una manera acuciante, en lo más profundo de su corazón, no se encuentra en las cosas terrestres, preparó las almas de los israelitas para recibir la revelación que les manifestó que el ser humano fue creado para Dios, y que sería en El, en los resplandores de la gloria, donde encontraría la paz y bienaventuranza que las cosas de aquí abajo no le pueden dar.

Epilogo.

Presentación de Cohelet y su obra (12:9-12).
9 El Cohelet, además de ser sabio, enseñó al pueblo la sabiduría. Estudió, investigó y compuso muchas sentencias. 10 Procuró el Cohelet decir cosas agradables y escribir rectamente palabras de verdad. 11 Las palabras del sabio son como aguijones y como clavos hincados de que cuelgan provisiones, y todas son dadas por un solo pastor. 12 No busques, hijo mío, más de esto, que el componer libros es cosa sin fin y el demasiado estudio fatiga al hombre.

El epiloguista hace el elogio de su maestro y de sus sentencias. Nos asegura que Cohelet no se contentó con poseer él la sabiduría, sino que la enseñó al pueblo; fue, además de sabio, maestro y doctor. Para ello se dio al estudio, recogió y compuso muchas sentencias. Al hacerlo procuró expresarse en forma agradable y atractiva, pero sin sacrificar a ella el pensamiento que quería expresar. ¿Presenta en estos versos el epiloguista a Salomón? Las sentencias a que se refiere, ¿son las de nuestro libro solamente o comprenden también las de otros sabios? En cuanto a la primera, opinamos que hace el elogio del autor real del libro, no de Salomón, ya que presenta al Cohelet como un sabio más, no como el sabio de los sabios. En cuanto a lo segundo, dada la actividad de Cohelet, que parece rebasar lo que supone nuestro libro 12, y las afirmaciones de los v.11-12, es posible que el Cohelet haya recogido y revisado la obra de sabios anteriores a él y que el epiloguista haga referencia a Proverbios, al que en la Biblia hebrea y griega siempre siguió nuestro libro 13.
Con expresivas metáforas expresa el epiloguista en el v.11 la acción estimulante, el carácter permanente y el último origen de las sentencias del sabio. Son como aguijones que excitan la atención, invitan a la reflexión e impulsan al bien, siendo un excelente medio de educación y corrección; como clavos hincados de que cuelgan provisiones, las sentencias escritas perduran y producen durante más tiempo sus buenos efectos que un discurso hablado; a ellas se puede acudir en cualquier situación en busca de un consejo adecuado, y, grabadas profundamente en el alma, conducen por la senda firme y segura de la vida. Y provienen de un solo pastor, en quien la mayoría de los comentaristas ven designado a Dios, de quien, en último término, viene toda sabiduría 14.
Hecho el elogio de las sentencias, el epiloguista invita a contentarse con estas enseñanzas, que probablemente hay que extender a los escritos de Proverbios, pues componer libros, dice, es cosa sin fin y el demasiado estudio fatiga al hombre. Cohelet lo había experimentado. Le fatigó el trabajo de reflexión a que sometió su espíritu. Y a la fatiga siguió la desilusión al no poder concluir otra cosa, en relación con la felicidad plena y perfecta que buscaba sus experiencias, que la vanidad y persecución del viento. Tal vez haya en la última frase una advertencia contra las sutilezas de la filosofía griega, muy extendida, que no conducían a bien alguno.

Conclusión del epiloguista (12:13-14).
13 El resumen del discurso, después de oírlo todo, es éste: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque eso es el hombre todo, 14 Porque Dios ha de juzgarlo todo, aun lo oculto, y toda acción, sea buena o mala.

Antes de concluir su epílogo, el autor presenta el resumen del libro desde el punto de vista religioso: teme a Dios y guarda sus mandamientos. El temor de Dios es para los sabios el principio de la sabiduría. Cohelet proclamó vanidad la sabiduría, los placeres, las riquezas, el poder, los honores, y con éstas todas las demás cosas terrenas. Pero hay algo que no es vanidad: el temor de Dios, el cual lleva al cumplimiento de los deberes para con el Señor. Cuando Cohelet hizo referencia a éstos en el capítulo 5, no tildó de vanidad su cumplimiento. Porque eso es el hombre todo, añade con acierto el epiloguista. En efecto, “para esto ha nacido y ha sido hecho el hombre – escribe A Lapide -, para que tema a Dios y guarde sus mandamientos, de modo que nada le puede excusar de ello, ni la edad, ni el sexo, ni la falta de salud o cualidad otra alguna.” 15 Y “no es digno del nombre de ser humano- – dice Epicteto – el que no es amante de la virtud.”16 Este es, por lo demás, el único camino certero para conseguir la relativa felicidad que en este mundo es posible.
Pero la razón fundamental por la que el hombre ha de temer a Dios y guardar fielmente sus mandamientos es porque Dios ha de juzgar todas las acciones del hombre, las buenas y las malas, aun las ocultas. Cuando el amor a Dios no puede ser invocado todavía como motivo supremo para una vida virtuosa, el temor al juicio, en que se nos pedirá cuenta de todas nuestras acciones y serán severamente castigadas las malas, es quizá el pensamiento más eficaz para impulsar al hombre a guardar los mandamientos y apartarse del mal. Es la idea que invocará el Apóstol en el Areópago ante aquellos filósofos atenienses, que se encontraban más lejos del amor de Dios de lo que se encontraban los lectores de Cohelet.
¿De qué juicio se trata? Cohelet afirmó la existencia de un juicio que, si por una parte no parece rebasar las recompensas y castigos terrenos, deja, por otra, vislumbrar su existencia en el más allá al constatar que las acciones buenas y malas no reciben muchas veces en la tierra su recompensa. El epiloguista añade expresamente que Dios juzgará incluso las acciones ocultas. ¿Se mantiene en la misma línea del maestro o intuyó ya claramente la existencia del juicio que sigue a la muerte? Probablemente, el epiloguista, como Cohelet, intuyó la existencia de un juicio en el más allá, pero no tuvo idea clara de él e ignoró, por supuesto, toda circunstancia en torno al mismo. La misión del libro, con su afirmación tajante del juicio sobre toda obra y la constatación clara de que las acciones del hombre no reciben en la tierra su justo merecido, preparó los ánimos a las nuevas revelaciones sobre el juicio que recogen los libros siguientes. Como, al exponer que el hombre siente el deseo de una felicidad infinita y constatar que ésta no se encuentra en las cosas de la tierra, preparó su corazón a desear la felicidad ultra-terrena que sigue al juicio de los buenos. Al tratar de la canonicidad del libro, advertimos que Cohelet tuvo una misión importante y trascendental en el progreso de la revelación.

1 Desde muy antiguo se han propuesto diversas interpretaciones de esta alegoría, que menciona ya San Jerónimo: la histórica, que aplica la alegoría al pueblo de Israel, viendo en ella una exhortación al pueblo escogido a alegrarse en los días de su juventud, antes de que vengan los días tristes que esperaban al mismo, en que desaparecería el arca de la alianza. La escatológica, que refiere la alegoría al fin del mundo, basándose en la semejanza de las expresiones de Cohelet con las empleadas por los profetas en sus discursos escatológicos (algunos aplican a cada hombre en particular, para el cual cesan el sol, la luna, etc., el día de su muerte). La espiritual, que refiere la alegoría a la muerte espiritual por su semejanza con la corporal, y vendría a ser una exhortación a salir del pecado antes de que se oscurezca para el pecador el sol de la justicia (cf. PL 23:11.6s). Leahy opina que en los v.2-5 puede tratarse también de una alegoría de aquellas tormentas aterradoras de Oriente, con el fin de expresar la angustia y desolación que siguen a la muerte de un miembro de la familia (cf. o.c., n.381.f; The meaning of Eccle. 12:1-5: [1952] 297-300). – 2 Isa 38:12; Job 4:19; Sab 9:15; 2Co 5:1; 2Pe 1:13-14. – 3 Seguimos la versión de Símaco (τταύο’ετοα). Ginsberg lee: la voz del ave se hace débil (cf. Koh. 12:4 in Hght of the Ugaritic: Syr 33 [1956] ggss). Algunos leen: se levantara a la voz del pájaro,.gue interpretan en el sentido de que el anciano despierta muy pronto, cuando los pájaros comienzan su canto de madrugada, por lo que ven una referencia a la pérdida del sueño en la vejez (pero el texto dice, en su lección, “se levantará,” no “despertará”). – 4 Los que se inclinan por el sentido propio (Mcneile, Barton, Podechard) traducen la primera frase: el almendro es rechazado, los ancianos, cuya boca suele carecer de dientes, no pueden comerlo; la langosta, interpretan, resulta pesada para su estómago; y la alcaparra, impotente para excitar su apetito, finalidad con que la utilizaban los orientales (cf. Buzy, o.c., p.275-276). – 5 Tob 3:6. Diodoro de Sicilia llama a los sepulcros άϊδίους οίκους. La expresión “dormís aeterna” se encuentra en los monumentos funerarios romanos desde tiempos de la República. – 6 1Re 13:20; 2Cr 35:25; Jer 9:7-20; Jer 28:18; Amo 5:16; Me 5:38. – 7 Quienes opinaron de esta manera ven significados en el cordón de plata la lengua o la médula espinal; en el platillo de oro, la cabeza o el cerebro; en el cántaro, el corazón; en la polea, el aparato respiratorio, el cuerpo o el estómago. Siguieron esta exégesis anatómica el Targum, Haupt, Cheyne, Delatre. – 8 Job 18:5-6; Job 21:17; Pro 13:9; Pro 20:20; Pro 24:20. – 9 Gen 2:7. – 10 9:10. – 11 O.c., P-470. – 12 7:23-25.27-28; 8:16-17. – 13 Algunos han querido ver semejanza entre las palabras de Agur (Pro 30:135) y Cohelet. – 14 Cf. Paturel, Data sunt a pastare uno (Eccle 12:11): RSR 41 (1953) 406-410. Algunos autores refieren a Moisés, otros a Salomón (Delitzsch, – 15 O.C., p.412. – 16 Citado por A Lapide, o.c., p-412.

Fuente: Biblia Comentada

Acuérdate de tu Creador … los días malos. Recuerda que eres posesión de Dios, de modo que sírvele desde el comienzo de tus días, no al final de los mismos, cuando el servicio queda muy limitado.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Salomón compendia el mensaje de libro. La muerte es inminente, y con ella viene la retribución. El goce y el juicio, aunque extraños compañeros, vienen juntos en esta sección, porque lo uno y lo otro demandan el más profundo compromiso del hombre. Cosa sorprendente, lo uno no predomina sobre lo otro. En un mundo creado para el goce pero dañado por el pecado, el juicio y el goce o placer están en tensión. Con un excesivo goce, el juicio se levanta como una fuerza amenazadora; con un juicio excesivo, el goce padece. En último análisis, lo uno y lo otro son temas destacados de la vida que se resuelven en nuestra relación con Dios, el objeto principal de la vida y de este libro.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

— Ten en cuenta: El hermoso poema Deu 12:1-7 ofrece una construcción original y variada, en la que se describen, en contraste con los precedentes años jóvenes, los años oscuros de la vejez (Ecl 12:2-5) y la muerte (Ecl 12:6-7). El predominio del lenguaje metafórico, con una variada constelación de imágenes tomadas de los ámbitos cosmológico, social, vegetal y doméstico, ha provocado múltiples intentos de interpretación (literal, alegórica, fisiológica, metereológica, escatológica, mística, etc.). Sin embargo, no parece imponerse una clave única, dada la alternancia de los sentidos literal y metafórico.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

urgencia de una decisión

La humanidad debe mirar no sólo a la vida de alegría sino también a su Creador. El v. 1b lleva a una sentencia sencilla (en heb.) que contiene una descripción pintoresca de la ancianidad y la muerte. Las figuras han sido diversamente interpretadas, pero un posible acceso es el siguiente. La disminución de la luz (2a) es la capacidad decadente para la alegría. El regreso de las nubes (2b) se refiere a la sucesión de perplejidades que vienen al aproximarse la ancianidad. Los guardias de la casa se refiere a los brazos, los hombres valerosos a las piernas, las muelas a los dientes, los que miran por las ventanas a los ojos (3). El v. 4 se refiere sucesivamente al oído deteriorado, la disminución de la comunicación con el mundo exterior y el dormir errático. El v. 5 (dejando brevemente a un lado las figuras) se refiere al temor a las alturas. Cuando florezca el almendro se refiere al cabello volviéndose blanco. La langosta pinta un caminar desgarbado. Se pierda el deseo significa el apetito sexual debilitado. La muerte (su morada eterna) y el duelo siguen. El v. 6 tiene dos cuadros de la muerte. En uno, un tazón de oro está atado a un cordón de plata; la muerte es el romperse del cordón. En el segundo cuadro, un cántaro es bajado a un pozo. La muerte es cuando la rueda se rompe, el cántaro se estrella, y las aguas de la vida ya no se renuevan.

El v. 7 abandona las figuras. La muerte es el regreso del cuerpo al polvo. El espíritu (el principio de la vida responsable, inteligente) tiene un destino diferente. El Predicador está señalando a la vida después de la muerte.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

12.1 Una vida sin Dios produce una persona vieja amargada, solitaria y sin esperanza. Una vida centrada en Dios es plena, hace que los «años malos» -cuando las incapacidades, las enfermedades y los impedimentos pueden ser barreras que nos impiden disfrutar de la vida- nos satisfagan debido a la esperanza de la vida eterna. Ser joven es emocionante. Pero la emoción de la juventud puede convertirse en un obstáculo para acercarse a Dios si hace que la gente joven centre su atención en los placeres pasajeros en lugar de en los valores eternos. Ponga sus capacidades al servicio de Dios cuando todavía sean suyas: durante la juventud. No las desperdicie en actividades malas o sin significado que pueden volverse malos hábitos y hacerlo insensible. Busque a Dios ahora.12.6-8 La cadena de plata, el cuenco de oro, el cántaro y la rueda simbolizan la fragilidad de la vida. Con cuánta facilidad nos llega la muerte, con cuánta rapidez y sin esperarlo podemos regresar al polvo del que salimos. Por lo tanto, deberíamos tener la vida como un recurso que hay que usar sabiamente y no despilfarrarla frívolamente.12.7, 8 Despojados del Espíritu de Dios, nuestros cuerpos regresan al polvo. Despojados del propósito de Dios, nuestro trabajo es en vano. Despojados del amor de Dios, nuestro servicio es vanidad. Debemos poner a Dios primero sobre todo y en todo lo que hacemos, porque sin El no tenemos nada. Saber que la vida es vanidad sin Dios motiva a la persona sabia a buscar a Dios primero.12.11 El aguijón se usaba para mantener al buey o al ganado en marcha. Como un aguijón, una palabra sabia o una verdad importante puede ser desagradable cuando se aplica por primera vez, pero nos mantendrá en marcha en dirección de Dios.12.12 Existen opiniones interminables acerca de la vida y filosofías acerca de la forma en la que debemos vivir, que pueden ser leídas y estudiadas por siempre. No es malo estudiarlas, pero deberíamos pasar la mayor parte del tiempo alimentándonos de la verdad de la Palabra de Dios. La sabiduría debe llevar a la acción. Los estudiantes sabios de la Biblia comprenderán y harán lo que se les ha enseñado. Debido a que nuestro tiempo en la tierra es muy corto, debemos usarlo para aprender verdades importantes, las que afectan esta vida y la eternidad.12.13, 14 En su conclusión, Salomón presenta sus antídotos para las dos enfermedades presentadas en este libro. Quienes carezcan de propósito y dirección en la vida deben respetar a Dios y seguir sus principios para la vida. Los que piensan que la vida es injusta deben recordar que Dios analizará la vida de cada persona para determinar cómo le ha respondido a El y traerá a juicio todo hecho. ¿Ha comprometido usted su vida presente y futura con Dios? ¿Está su vida a la altura de las normas de Dios?12.13, 14 El libro de Eclesiastés no puede interpretarse correctamente sin leer estos versículos finales. No importan cuáles sean los misterios y las aparentes contradicciones de la vida, debemos trabajar hacia el único propósito de conocer a Dios.En Eclesiastés, Salomón nos muestra que debemos disfrutar de la vida, pero que esto no nos exime de obedecer los mandamientos de Dios. Debemos buscar el propósito y el significado de la vida, pero no se pueden encontrar en los logros humanos. Debemos reconocer la maldad, necedad e injusticia en la vida, y aun así mantener una actitud positiva y una fe sólida en Dios.Todas las personas tendrán que comparecer delante de Dios y ser juzgadas por lo que hicieron en esta vida. No podremos utilizar las incongruencias de la vida como excusas de no haber vivido adecuadamente. Para vivir bien, necesitamos: (1) reconocer que el esfuerzo humano separado de Dios es vanidad, (2) colocar a Dios en primer lugar… ahora, (3) recibir todo lo bueno como un regalo de Dios, (4) darse cuenta que Dios juzgará tanto lo malo como lo bueno y (5) saber que Dios juzgará la calidad de vida de toda persona. Resulta muy extraño que la gente se pase la vida entera luchando por alcanzar el verdadero gozo que Dios nos da como regalo.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) “Tu Magnífico Creador.” Heb.: Boh·re’éi·kja. El participio del verbo heb. “crear” se halla en pl. para denotar grandeza o excelencia.

(2) O: “juventud”.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 466 Gén 1:1; Gén 1:27

b 467 Sal 71:17; Sal 110:3; Sal 148:12; Luc 2:49; 2Ti 3:15

c 468 Sal 90:10

d 469 2Sa 19:35

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Acuérdate. Acordarse implica más que « tener memoria de» ; significa que se permite que la recordación forme la conducta de uno.

Creador. La forma hebrea es plural, sugiriendo la majestad de Dios.

los días malos. No se refieren a la muerte, sino a los días difíciles en la vejez. El Predicador continúa la descripción de este período en los vers 2– 5.

Fuente: La Biblia de las Américas

Esta alegoría poética de la vejez está en dos partes: los vers. 2– 5 describen los síntomas del envejecimiento y los vers. 6– 8 describen el morirse.

Fuente: La Biblia de las Américas

Salomón exhorta a los jóvenes a acordarse de Dios en su juventud antes de que la vejez y la enfermedad vengan y los placeres de la vida se desvanezcan.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

tus Creadores, Alef-Tav… No ha de entenderse et como nota acusativi ni barah como singular mayestático. Aquí (como Gén 1:1) se explica la única esencia y plural existencia de Elohim → §001; §170 (Número 3).

Fuente: Biblia Textual IV Edición

El TM registra el plural.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[11] LlamaPastor a Dios. Se refiere además a quien recopilólas enseñanzas del libro.[14] 2 Cor 5, 10; Job 9, 28.

Fuente: Notas Torres Amat