Sin embargo, grande ganancia es la piedad con contentamiento.
6:6 — Pero gran ganancia es la piedad — La palabra griega porismo que aparece en el versículo anterior (fuente de ganancia), aquí se traduce en nuestra versión «ganancia». Pablo agrega el adjetivo, «gran». La piedad, acompañada del contentamiento, ¡es negocio grande! En lugar de tener la piedad la ganancia material por objeto (ver. 5), la piedad misma es verdadera ganancia («gran ganancia»), si es acompañada del contentamiento.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
gran ganancia es la piedad. 1Ti 4:8; Sal 37:16; Sal 84:11; Pro 3:13-18; Pro 8:18-21; Pro 15:16; Pro 16:8; Mat 6:32, Mat 6:33; Luc 12:31, Luc 12:32; Rom 5:3-5; Rom 8:28; 2Co 4:17, 2Co 4:18; 2Co 5:1; Flp 1:21; Heb 13:5.
con contentamiento. 1Ti 6:8; Éxo 2:21; Luc 3:14; Flp 4:11-13.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
La verdadera ganancia está en la piedad acompañada de contentamiento (Gr. autarkeia), o «suficiencia para las necesidades de la vida».
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
GRAN GANANCIA ES LA PIEDAD. Los falsos maestros en Éfeso daban muestras externas de «piedad» a fin de enriquecerse. Los motivaba la avaricia y enseñaban que su riqueza era señal de que Dios aprobaba sus enseñanzas
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
contentamiento. Esta palabra griega significa «suficiencia en uno mismo» y fue empleada por los filósofos estoicos para describir a una persona que no se inmutaba por las circunstancias externas. Los cristianos deben ser personas satisfechas y suficientes, sin sentir la necesidad de buscar más de lo que Dios ya les ha dado. Él es la fuente del contentamiento verdadero (2Co 3:5; 2Co 9:8; Flp 4:11-13; Flp 4:19).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
6:6 — Pero gran ganancia es la piedad — La palabra griega porismo que aparece en el versículo anterior (fuente de ganancia), aquí se traduce en nuestra versión «ganancia». Pablo agrega el adjetivo, «gran». La piedad, acompañada del contentamiento, ¡es negocio grande! En lugar de tener la piedad la ganancia material por objeto (ver. 5), la piedad misma es verdadera ganancia («gran ganancia»), si es acompañada del contentamiento.
Sobre «ganancia», véanse los comentarios en el ver. 5, y sobre «piedad» véase el ver. 3, comentarios.
— acompañada de contentamiento — La palabra griega para decir «contentamiento» es autarkeia (contentamiento, o satisfacción, con lo que uno ha recibido de Dios en esta vida). Aparece también en 2Co 9:8 (suficiente). Como adjetivo aparece en Flp 4:11 (contentarme). Esta palabra indica independencia de lo superfluo, o sentido de suficiencia (al tener «sustento y abrigo», ver. 8). En el ver. 8 aparece la palabra en forma verbal (arkeo, «nos contentaremos»).
Como «extranjeros y peregrinos» (1Pe 2:11) en este mundo, los cristianos genuinos están contentos con comida y ropa; todo lo demás es superfluo. Su ciudadanía está en los cielos (Flp 3:20); este mundo no puede ser su hogar.
La vida de piedad, que teme a Dios y le adora, acompañada de satisfacción con lo que en la Providencia de Dios se le trae, representa gran ganancia para la persona. Esta es la única ganancia (negocio, o fuente de ganancia) que trae verdadera alegría en la vida. Todo lo demás es un espejismo, una ganancia falsa, por «grande» que parezca a los ojos del inconverso. Aquélla es duradera; ésta última perece. ¡Lo material no puede satisfacer (Luc 12:13-21)!
El diablo con mentira ofrece al hombre el contentamiento que consiste en ganancia terrenal. Pero la verdad de Dios describe la ganancia que de veras es grande; es la que consiste en comunión con él por Jesucristo, al vivir contento el hombre pío, dependiendo de su Creador.
El contentamiento siempre acompaña la verdadera piedad. La piedad nunca usa del «pretexto para lucrar» (1Ts 2:5, B.A.).
Véase 4:8, comentario.
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA CORONA DEL CONTENTAMIENTO
1 Timoteo 6:6-8
Es verdad que la piedad con contentamiento es una gran ganancia. No hemos traído nada al venir al mundo, y está claro que no podemos llevarnos nada tampoco al salir de él; pero, si tenemos comida y abrigo, démonos por contentos.
La palabra que se utiliza aquí para contentamiento es autárkeia. Era una de las grandes consignas de los filósofos estoicos. Con ella querían decir una completa autosuficiencia. Querían decir un esquema mental totalmente independiente de todas las cosas externas y que tenía en sí mismo el secreto de la felicidad.
El contentamiento nunca depende de la posesión de cosas externas. Como escribió George Herbert: «Porque el que necesita para vivir cinco mil libras no es menos pobre que el que necesita cinco.» El contentamiento viene de una actitud interior ante la vida. En la tercera parte de Enrique VI, Shakespeare traza una escena del rey vagando por lugares rústicos de incógnito. Se encuentra con dos campesinos y les dice que él es un rey. Uno de ellos le pregunta: «Pero si tú eres un rey, ¿dónde está tu corona?» Y el rey le da esta gran respuesta: «Mi corona está en mi corazón, no en mi cabeza; no adornada de diamantes y de piedras de la India; no se puede ver; mi corona se llama contentamiento -una corona que rara vez llevan los reyes.»
Hace mucho tiempo los filósofos griegos ya habían encontrado el cabo de la madeja. Epicuro decía de sí mismo: «Para quien poco no es bastante, nada es bastante. Dame un panecillo de cebada y un vaso de agua, y estoy dispuesto a rivalizar con Zeus en felicidad.» Y cuando alguien le pregunta por el secreto de la felicidad, su respuesta es: «No añadas nada a las posesiones de un hombre, sino quítaselo de sus deseos.»
Los grandes hombres siempre han estado contentos con poco. Uno de los dichos de los rabinos judíos era: «¿Quién es rico? El que está contento con su suerte.» Walter Lock cita la clase de entrenamiento a que se sometía un rabino judío y la clase de vida que vivía: «Éste es el camino de la Ley. Un bocado con sal que comer, y una medida de agua que beber, y dormir en el suelo y vivir una vida dura mientras te afanas en la Ley. Si esto haces, serás feliz, y te irá bien; serás feliz en este mundo, y te irá bien en el mundo por venir.» El rabino tenía que aprender a contentarse con lo suficiente. E. F. Brown cita un pasaje del gran predicador Lacordaire: «La pega de nuestro presente es que nadie sabe vivir con poco. Los grandes hombres de la antigüedad eran pobres por lo general… siempre me parece que la reducción de gastos inútiles, el dejar a un lado lo que uno podría llamar de relativa necesidad, es el camino real a la liberación cristiana del corazón, como lo era para el vigor antiguo. La mente que ha aprendido a apreciar la belleza moral de la vida, tanto en relación con Dios como con los hombres, no puede inquietarse mucho por los reveses de la fortuna; y lo que nuestra edad más necesita es ver a un hombre que puede que tenga de todo, pero que esté dispuesto a contentarse con poco. Por lo que a mí se refiere, humanamente hablando, no deseo nada. Un alma grande en una casa pequeña es la idea que me ha impactado siempre más que ninguna otra.»
No es que el Cristianismo defienda la pobreza. No hay ninguna virtud especial en ser pobre, o en pasar angustias para acabar el mes. Pero sí defiende dos cosas.
Apuesta por la conciencia de que no está nunca en el poder de las cosas el producir la felicidad. E. K. Simpson: » Muchos millonarios, después de ahogarse el alma con polvo de oro, han muerto de melancolía.» La felicidad siempre viene de las relaciones personales. Todas las cosas del mundo no harán feliz a un hombre que no conoce ni la amistad ni el amor. El cristiano sabe que el secreto de la felicidad se esconde, no en las cosas, sino en las personas.
Apuesta por la concentración en las cosas que son permanentes. Nada trajimos al mundo y nada podremos sacar de él. Los sabios de todos los tiempos y la fe han sabido esto. » No puedes mecía Séneca- sacar del mundo nada más de lo que has introducido.» El poeta de la antología griega decía: » Desnudo puse pie a tierra; desnudo pasaré bajo la tierra.» El proverbio español lo expresa lúgubremente: » Una mortaja no tiene bolsillos.» E. K. Simpson comenta: » Todo lo que una persona amase en su camino es en calidad de equipaje; no es parte de su verdadera personalidad, sino algo que se deja atrás en la aduana de la muerte.»
Sólo hay dos cosas que uno pueda llevar a Dios. Puede, y debe, llevarse a sí mismo; y, por tanto, su gran tarea es edificarse a sí mismo y llevarse sin vergüenza a Dios. Puede, y debe, llevar esa relación con Dios en la que ha entrado en los días de su vida. Ya hemos visto que el secreto de la felicidad está en las relaciones personales, y la más importante de todas las relaciones personales es la que tenemos con Dios. Y la cosa suprema que uno puede llevar consigo es la convicción inquebrantable de que va a Uno que es el Amigo y el Amante de su alma.
El contentamiento viene cuando nos desmarcamos de la esclavitud de las cosas, cuando encontramos nuestra riqueza en el amor y en la comunión con nuestros semejantes, y cuando nos damos cuenta de que nuestra más preciosa posesión es nuestra amistad con Dios, hecha posible por medio de Jesucristo.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
1Ti 4:7-8; Flp 4:11-12; Heb 13:5.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Acerca del dinero
El elemento importante en el v. 6 es contentamiento. La piedad en sí misma trae gran satisfacción. El evangelio provee una base adecuada para el contentamiento. Esto traduce la idea de ganancia en términos espirituales y provee una introducción apropiada a la cuestión del dinero. La referencia a los alimentos y vestimenta (v. 8) evoca las palabras de Jesús en Mat. 6:25-34 en un pasaje sobre la preocupación, la antítesis del contentamiento. Las posesiones materiales se ven con claridad solamente al considerarlas en su irrelevancia al entrar y al partir de este mundo (v. 7). Hay un paralelo aquí con Job 1:21.
La búsqueda de las riquezas trae consigo la tentación, una trampa y muchas pasiones insensatas y dañinas (v. 9). Mirado a la luz de la muerte todo el proceso de buscar riquezas parece necio. La consecuencia de ruina y perdición (eso es, pérdida irreparable) muestra la futilidad de la búsqueda de riquezas para su propio beneficio. Cuando Pablo des cribe el amor al dinero como raíz de todos los males (v. 10) es importante señalar que existe una diferencia entre el dinero mismo y el amor a él. Como una cosa necesaria no hay nada malo en el dinero, pero conduce al mal cuando se convierte en objeto de un deseo dominante. No se sugiere que el amor al dinero es la única o aun la principal causa del mal. El interés de Pablo aquí es señalar los riesgos espirituales al aferrarse al dinero. Esto es lo que quiere decir por extravío de la fe. Pablo quiere que veamos, sin embargo, que dondequiera que el mal ocurre, el dinero fácilmente logra mez clarse con ello. El sexo ilícito se convierte en el negocio de la prostitución; el problema del abuso de drogas es tan fuertemente promovido por el dinero como lo es por la adicción; el amor del poder está ine vitablemente asociado con el despliegue de riquezas, etc. Es significativo que Pablo habla de tales personas como que se traspasaron a sí mismos con muchos dolores. Los resultados se consideran como autoinfligidos, son la consecuencia inevitable de amar lo indebido.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
NOTAS
(1) “Devoción piadosa”, אAVg; J7,8: “temor a Jehová”.
(2) O: “con contentamiento”.
REFERENCIAS CRUZADAS
r 254 2Co 4:18; Flp 1:21
s 255 Rom 12:1; 1Ti 3:16
t 256 Flp 4:11
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
6 (1) Es decir, la mejor manera de ganar. Aquí la palabra ganancia se refiere principalmente a las bendiciones que recibimos en esta era, las cuales son la piedad junto con la autosuficiencia y la habilidad de deshacerse de la codicia y de los afanes de esta era.
6 (2) «Una suficiencia interna, en comparación con la escasez o el deseo de las cosas externas. Esta era una de las palabras preferidas de los estoicos» (Vincent).
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
En contraste con la ganancia material de los herejes (v. 1Ti 6:5), el cristiano halla una ganancia, no de orden financiero, piedad y contentamiento o satisfacción con lo que se tiene, lo cual produce una conformidad interior con la situación que Dios ha ordenado para él.