Comentario de Génesis 12:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Entonces Jehovah dijo a Abram: “Vete de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.

Jehová había dicho. Gén 11:31, Gén 11:32; Gén 15:7; Neh 9:7; Isa 41:9; Isa 51:2; Eze 33:24.

Vete de tu tierra. Jos 24:2, Jos 24:3; Sal 45:10, Sal 45:11; Luc 14:26-33; Hch 7:2-6; 2Co 6:17; Heb 11:8; Apo 18:4.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Dios llama a Abram, y lo bendice con la promesa del Mesías, Gén 12:1-3.

Emprende viaje de Harán con Lot, y llega a Canaán, Gén 12:4-5.

Pasa por Canaán, Gén 12:6,

la cual le promete en una visión, Gén 12:7-9.

Por una hambruna desciende a Egipto, Gén 12:10.

El miedo lo hace fingir que su esposa sea su hermana, Gén 12:11-13.

Faraón, habiéndole tomado a ella de Abram, es forzado por plagas devolvérsela, Gén 12:14-17.

Reprende a Abram, a quién despide, Gén 12:18-20.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Gén 13:1-18; Gén 14:1-24; Gén 15:1-21

Esta parte de la Biblia comienza con el llamado de Dios a Abram y Sarai (posteriormente llamados Abraham y Sara) para llegar a ser padres de una nueva nación, a través de la cual, Dios alcanzaría a todas las familias de la tierra.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

El nombre Yahvé, que se traduce como Jehová, no se explica hasta Éxo 3:14, Éxo 3:15. Pero los antiguos lectores de Génesis necesitaban saber que el que le habló a Abram es el mismo Yahvé, quien más tarde formaría la nación de Israel y quien creó todo lo que existe (Gén 2:24). En un mundo que tiene fe en demasiados dioses, el nombre del vivo y verdadero Dios era muy preciado. La historia comienza con la revelación de la palabra del Señor, la irrupción de su gracia, quien soberanamente entra en la vida de los que le necesitan. Gén 1:3 nos cuenta que Dios dijo «sea la luz» y Gén 12:1, que Yahvé habla con Abram con palabras llenas de su gracia (Gén 7:1; Gén 8:15; las palabras de Yahvé a Noé). Jua 1:1 nos habla de la encarnación del Verbo y durante toda la Biblia el mensaje es el mismo, es Yahvé, el Señor, quien alcanza a la gente y se revela a sí mismo, el que extiende su gracia preciosa.

ha dicho: Dios le ha dado a conocer su promesa a Abram en Ur (Gén 11:31) después de que su padre Harán ha muerto y ha sido enterrado. Abram escucha las palabras de Yahvé y las acata al punto.

Abram significa: «Padre Enaltecido». Después será cambiado a Abraham que significa «Padre de una Multitud».

Vete: Los versículos Gén 12:1-3 impactan, son memorables, solemnes y graves (Gén 14:19, Gén 14:20; Gén 16:11, Gén 16:12; Gén 25:13).

tierra parentela … casa de tu padre: Aquí existen tres palabras que van en orden creciente de importancia en la vida de Abram y Sarai. La tierra era la región de su residencia; su parentela, su clan; y la casa de su padre, donde descansaba su responsabilidad y liderazgo. Después de la muerte de Taré, Abram debía ser el líder del grupo familiar, y las demandas de Dios eran inmensamente duras, porque lo hacían dejar su hogar, su clan y su familia en un mundo donde esas actitudes, simplemente, no se tomaban. Sólo la completa miseria o el fracaso podrían abrir esa posibilidad y sólo un vagabundo o un fugitivo abandonaría su hogar. Pero las palabras de Dios a Abram demandaban que lo dejara todo y se fuera a otra tierra que aún no le indicaría hasta que el momento en que llegara: la tierra que te mostraré.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

VETE DE TU TIERRA. A Abram no se le dijo en ese momento adonde Dios lo llevaría (Heb 11:8). En lugar de eso, tenía que viajar bajo la dirección directa del Señor.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

ARTÍCULO

El llamamiento de Abraham

Gén 12:1-3 Pero Jehová había dicho a Abrarn: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.

El llamamiento de Abram como se registra en Gén 12:1-20 (más tarde Abraham, véase Gén 17:5) inicia un nuevo capítulo en la revelación del AT del propósito de Dios para redimir y salvar a la humanidad. Dios se proponía tener a un hombre que lo conociera y le sirviera con fe devota. De ese hombre saldría una familia que conocería, enseñaría y guardaría los caminos del Señor (véase Gén 18:19, nota). De esa familia saldría una nación escogida, compuesta de personas que se separarían de los malos caminos de las demás naciones para hacer la voluntad de Dios. De esa nación saldría Jesucristo, el Salvador del mundo, la prometida simiente de la mujer (véase Gén 3:15, nota; Gál 3:8; Gál 3:16; Gál 3:18). Hay varios principios importantes que se pueden deducir del llamamiento de Abraham.

(1) El llamamiento de Abraham implicaba separarse de su tierra, de su parentela y de la casa de su padre (Gén 12:1) a fin de ser extranjero y peregrino sobre la tierra (Heb 11:13). En Abraham Dios estaba estableciendo el importante principio de que su pueblo debe separarse de todo lo que sea un estorbo a su propósito para la vida de ellos (véanse los ARTÍCULOs LA SEPARACIÓN ESPIRITUAL DE LOS CREYENTES, P. 1654. [2Co 6:17-18], y LA RELACIÓN DEL CREYENTE CON EL MUNDO, P. 1830. [1Jn 2:15-16]).

(2) Dios le prometió a Abraham una tierra, una gran nación por medio de sus descendientes, y una bendición que afectaría a todas las naciones de la tierra (Gén 12:2-3). El NT enseña claramente que la última parte de esa promesa se está cumpliendo en la proclamación misionera del evangelio de Cristo (Hch 3:25; Gál 3:8).

(3) El llamamiento de Abraham no sólo abarcaba una patria terrenal, sino también una celestial. Su visión llegó a abarcar un hogar definitivo ya no en la tierra sino en el cielo, y una ciudad cuyo arquitecto y constructor era Dios mismo. De aquí en adelante Abraham deseó y buscó una patria celestial donde habitaría para siempre con su Dios en justicia, gozo y paz (véase Heb 11:9; Heb 11:14-16; cf. Apo 21:1-4; Apo 22:1-5). Hasta entonces él sería extranjero y peregrino sobre la tierra (Heb 11:9; Heb 11:13).

(4) El llamamiento de Abraham no sólo incluía promesas sino también obligaciones. Dios exigía tanto la obediencia de Abraham como la entrega personal a Él como Señor a fin de recibir lo que fue prometido. La obediencia y la entrega comprendían:

(a) confianza en la palabra de Dios, aun cuando la realización de las promesas pareciera humanamente imposible (Gén 15:1-6; Gén 18:10-14),

(b) obediencia a la orden de Dios de irse de su hogar (Gén 12:4; Gén 15:6; Heb 11:8) y

(c) un sincero esfuerzo por llevar una vida recta (Gén 17:1-2).

(5) La promesa y la bendición de Dios para Abraham se ofrecen no sólo a sus descendientes físicos (i.e., judíos creyentes), sino también a todos los que en verdadera fe (Gén 12:3) aceptan y siguen a Jesucristo, la verdadera «simiente» de Abraham (véase Gál 3:14; Gál 3:16). Todos los que tienen fe como la de Abraham son «hijos de Abraham» (Gál 3:7) y son bendecidos con él (Gál 3:9). Se convierten en el linaje de Abraham, herederos según la promesa (Gál 3:29), que incluye recibir «por la fe… la promesa del Espíritu» en Cristo Jesús (véase Gál 3:14, nota).

(6) Por cuanto Abraham tenía una fe en Dios que se expresaba en obediencia, se le declara como magno ejemplo de la verdadera fe salvadora (cf. Gén 15:6; Rom 4:1-5; Rom 4:16-24; Gál 3:6-9; Heb 11:8-19; Stg 2:21-23; véase Gén 15:6. nota). Cualquier profesión de fe en Jesucristo como salvador que no implique obediencia a El como Señor no es la clase de fe que Abraham tenía y en consecuencia y no es verdadera fe salvadora (véase Jua 3:36, nota; véase el ARTÍCULO LA FE Y LA GRACIA, P. 1582. [Rom 5:21]).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

12. Historia de Abraham.

Vocación de Abraham (1-8).
1Dijo Yahvé a Abram: “Sal de tu tierra, de tu parentela, de la casa de tu padre, para la tierra que yo te indicaré. 2Yo te haré un gran pueblo, te bendeciré y engrandeceré tu nombre, que será bendición. 3Y bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan. Y serán bendecidas en ti todas las familias de la tierra.” 4Fuese Abraham conforme le había dicho Yahvé; llevando consigo a Lot. Al salir de Jarrán era Abram de setenta y cinco años. 5Tomó, pues, Abram a Sarai, su mujer, y a Lot, su sobrino, y toda su familia, y la hacienda y personas que en Jarrán habían adquirido. Salieron para dirigirse a la tierra de Canaán, y llegaron a ella. 6Penetró en ella Abram hasta el lugar de Siquem, hasta el encinar de Moreh. Entonces estaban los cananeos en aquella tierra. 7Y se le apareció Yahvé a Abram y le dijo: “A tu descendencia daré yo esta tierra.” Alzó allí un altar a Yahvé, que se le había aparecido, 8y, saliendo hacia el monte que está frente a Betel, asentó allí sus tiendas, teniendo a Betel al occidente y a Hai al oriente, y alzó allí un altar a Yahvé, e invocó el nombre de Yahvé.

Con esta vocación de Abraham empieza la historia israelita. El autor sagrado da a entender, con el relato de la confusión de las lenguas, que la humanidad en su mayoría seguía alejándose de Dios a pesar de la catástrofe del diluvio, y por eso Dios se reserva una porción fiel, que sea como la mantenedora del fuego sagrado religioso y el vínculo de transmisión de sus revelaciones en orden a la salvación de la misma humanidad descarriada. Así da orden a Abram de abandonar su parentela y encaminarse a una región nueva, aislándose del ambiente politeísta de su familia y de los lazos de sangre, que podían crearle dificultades en su nueva vida con misión profética. La muerte de su padre1 le facilita la ejecución de la orden divina. Abram, pues, continuará en su vida nómada, llevando sus ganados en busca de nuevos pastos hacia la región de los cananeos. Al llamarle Yahvé, le hace solemnes promesas, en las que se halla expresado su futuro predestinado. Así le anuncia que convertirá a su tribu en un gran pueblo, bendiciéndole y colmándole de bienes, haciéndole famoso, siendo el propio Abram fuente de bendiciones para sus hijos (v.2). Como le envía a una tierra desconocida, donde el patriarca pudiera temer encontrarse con ambiente hostil, Yahvé establece con él una alianza defensiva y ofensiva, con lo que podrá ir tranquilo a la nueva tierra en que va a morar: Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan (v.3a). Como si dijera: “Seré amigo de tus amigos y enemigo de tus enemigos.” Con la fe en estas palabras, el patriarca recorrerá tranquilo los caminos de Canaán. Y, como si esto fuera poco, añade Yahvé: En ti – como en tronco de una descendencia gloriosa – serán bendecidos todos los pueblos (v.3b); o acaso mejor, todos los pueblos te bendecirán, teniéndose por dichosos de ser contados entre tus hijos. Clarísimo anuncio de una universalidad de las promesas mesiánicas, según luego declararán los profetas2. Todas las familias de la tierra se sentirán bendecidas al sentirse vinculadas al tronco glorioso de Abraham. Esta bendición será repetida varias veces3, lo que indica la importancia teológica que tiene en la mente del autor sagrado. “Así, en el desarrollo del plan divino y en la historia de la gracia, Abraham es el nombre más grande entre Adán y Cristo: verdadero padre del pueblo judío, representa el principio de la religión de Israel y de lo que llamamos A.T., impregnando todo del recuerdo del patriarca.”4 El autor del Eclesiástico hace este juicio del gran patriarca: “Abraham es el padre ilustre de una multitud de naciones, y no se ha encontrado ninguno que iguale su gloria.”5 En esta bendición sobre Abraham y los pueblos se concreta, ya la primera promesa mesiánica del Protoevangelio y la alianza de bendición sobre Noé y Sem.
Alentado con estas palabras, el patriarca, se pone en camino, y llega a Siquem. El texto bíblico nos dice que le acompañó su sobrino Lot, que había de ser, según la Biblia, el padre de los moabitas y amonitas. Sabemos que a principios del segundo milenio antes de Cristo hubo un movimiento de pueblos asiáticos – los hurritas – que irrumpieron, a través de Siria, hacia Canaán, estableciéndose en Siquem y Hebrón. Podemos enmarcar la emigración de Abraham en este movimiento de pueblos que descendieron hacia Palestina en busca de mejores medios de vida6. Siquem se halla en el corazón de Canaán, y es la primera estación del patriarca con sus ganados y parientes (v.6). El patriarca acampa con sus ganados al borde de las ciudades. El encinar de Moreh era un lugar de culto cananeo que aparece reiteradamente en la Biblia7. Los bosques y árboles eran lugares preferidos para el culto y la adivinación. Son el símbolo de la vida, de la vegetación y de la generación. Por eso más tarde se prohibirá a los israelitas los árboles sagrados en los que se daba culto a Baal y a Astarté8. Siquem se hallaba junto al monte Ebal y Garizim, la actual el-Balata. La frase entonces estaban los cananeos en aquella tierra (v.6) tiene su razón de ser por la promesa que sigue: A tu descendencia daré yo esta tierra (v.7). Convenía probar a los lectores israelitas que el derecho a la posesión de Canaán provenía directamente de Yahvé, que había determinado traspasarles el derecho que antes tenían los cananeos, pueblo invasor semítico anterior a la emigración de Abraham. La denominación de cananeo se refiere a los habitantes de Canaán en general9. Es la primera promesa expresa relativa a la posesión de Canaán10. Como recuerdo de la manifestación divina, Abraham alzó un altar a Yahvé. Es lo que harán los patriarcas siempre que se sienten en contacto con la divinidad11. Aunque no lo dice, es de suponer que haya ofrecido sacrificios sangrientos de sus ganados. El altar se reducía a una piedra, sobre la que se derramaba la sangre de la víctima y las libaciones. Generalmente se buscaba la proximidad de algún árbol, como aquí la “encina de Moreh.”12 Es el primer altar levantado por los patriarcas. El segundo es Betel. El patriarca se trasladó con sus ganados hacia la región montañosa en dirección sur, entre Betel – actual Beitin – y Hai – al oriente. Betel significa “casa de Dios,” y ya era habitado en el siglo XXI a.C. El nombre es religioso y simbólico y sustituyó al primitivo de Luz 13 Después de la escisión del reino del norte, en tiempo de Jeroboam I, Betel fue el principal santuario del reino cismático, y allí se instaló el becerro de oro14. Por eso los profetas cambiaron despectivamente el nombre de Bet-el – casa de Dios – en Bet-awen – casa de la vanidad15. Hai: la actual et-Tell, que fue arruinada hacia el 2000 a.C., y después quedó en calidad de Ruina – es lo que significa Hai, absorbida por su cercana Betel16. Abram en Betel invocó el nombre de Yahvé, expresión que parece implicar que le dio culto con sacrificios y oblaciones17. No se dice que Yahvé se apareciera en este lugar como en Siquem. La teofanía en este lugar estaba reservada a Jacob18.

La Promesa Hecha a Abraham.
Esta promesa de Dios al patriarca tiene una importancia grande en la historia, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. San Pablo la distingue del pacto bilateral que Dios hará con Israel19. Aquí se trata de una promesa, o sea, una obligación que Dios contrae con el patriarca, a quien habla, ordenando abandonar su patria, conduciéndole a Canaán. Es claro que Dios, a su vez, exige del patriarca la obediencia a sus mandatos y la fe en sus palabras; pero nada más. No se habla de una ley de muchos preceptos, como la de Moisés. Esta promesa se repite diversas veces, siendo la más solemne la del c.22, en que con solemne juramento ratifica Yahvé a Abraham su promesa en premio de su heroica obediencia20. Esta la mostrará Isaac al inclinar la cabeza ante el cuchillo de su padre, y por eso el juramento le alcanza igualmente. Esto aparecerá claro en Gén. 26:2s. De Isaac, la promesa, como una herencia familiar, pasa a Jacob, y de éste a sus doce hijos, los cuales vendrán a formar el pueblo de Dios. Aquella providencia que Dios promete a Abraham, se continúa en la vida de sus descendientes. Isaac la experimenta claramente, y lo mismo Jacob. Cuando Israel se halla oprimido en Egipto, Yahvé se acuerda de la alianza hecha con Abraham21. Luego, al llamar a Moisés para sacar a Israel de Egipto, pronunciará estas graves palabras: “Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. He visto el clamor de mi pueblo en Egipto y he bajado para librarle de las manos de los egipcios.”22 En los momentos de mayor aprieto, cuando Israel prevarica de la alianza contraída con Dios, y Dios se muestra resuelto a desecharle, Moisés acude a la historia de los patriarcas, y dice: “Acuérdate de Abraham, Isaac y Jacob, a los cuales, jurando por tu nombre, dijiste: Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda la tierra de que os he hablado la daré a vuestros descendientes en posesión.”23 Y, ante esta invocación, Dios se arrepiente del mal que había dicho a su pueblo. En Lev. 26, que contiene las sanciones de la Ley, se anuncian las que Dios impondrá a su pueblo prevaricador, al cual acabará por lanzar fuera de su tierra en cautiverio. Allí se arrepentirá: “humillarán su corazón incircunciso y reconocerán sus iniquidades, y yo entonces me acordaré de mi alianza con Isaac y de mi alianza con Abraham y me acordaré de su tierra.”24 Este pensamiento vive en la mente de los fieles de Yahvé, los cuales, al invocar a su Dios, no se olvidan de llamarle con este nombre para él tan querido, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob25. Isaías, para mover al pueblo a mantenerse fiel a Yahvé, le recuerda la roca de donde han sido arrancados, Abraham26. En San Lucas, la Virgen y Zacarías recuerdan la promesa jurada hecha por Dios a Abraham, la cual ven cumplida en sus días27. Para San Pablo, los fieles de Cristo, imitadores de la fe de Abraham, son los hijos de la promesa, es decir, los herederos de ella, que se cumplió en Jesucristo28.

Abraham Baja a Egipto (9-20).
9Levantó Abram sus tiendas para ir al Negueb, 10pero hubo un hambre en aquella tierra, y bajó a Egipto para peregrinar allí, por haber en aquella tierra gran escasez. 11Cuando estaba ya próximo a entrar en Egipto, dijo a Sarai, su mujer: “Mira, que sé que eres mujer hermosa, 12y, cuando te vean los egipcios, dirán: “Es su mujer,” y me matarán a mí, y a ti te dejarán la vida; 13di, pues, te ruego, que eres mi hermana, para que así me traten bien por ti, y por amor de ti salve yo mi vida.” 14Cuando, pues, hubo entrado Abram en Egipto, vieron los egipcios que su mujer era muy hermosa, 15y, viéndola los jefes del faraón, se la alabaron mucho, y la mujer fue llamada al palacio del faraón. 16A Abram le trataron muy bien por amor de ella, y tuvo ovejas, ganados y asnos, siervos y siervas, asnas y camellos. 17Pero Yahvé afligió con grandes plagas al faraón y a su casa por Sarai, la mujer de Abram; 18y, llamando el faraón a Abram, le dijo: “¿Por qué me has hecho esto? ¿Por qué no me diste a saber que era tu mujer? 19¿Por qué dijiste: Es mi hermana, dando lugar a que la tomase yo por mujer? Ahora, pues, ahí tienes a tu mujer; tómala y vete.” 20Y dio el faraón órdenes acerca de él a sus hombres, y éstos le condujeron a él y a su mujer con todo cuanto era suyo.

Por gozar de más libertad, Abraham prosiguió su camino hacia el mediodía de Palestina, que se hallaba menos poblado, el Negueb – región seca, región semidesértica, que se extiende desde Gaza y Bersabé hasta Cades29. Pero allí le sorprendió la sequía, y continuó su viaje hasta orillas del Nilo, seguro refugio de los palestinos en semejantes contingencias. En Egipto estaban seguros de hallar pasto para sus ganados y vituallas para su gente. En los bajorrelieves egipcios aparecen algunas veces los asiáticos con sus bestias de carga camino de Egipto para proveerse de alimento en caso de hambre. Isaac quiere bajar también a Egipto, y más tarde Jacob, después de mandar a sus hijos a buscar trigo a Egipto, se trasladará allá con su familia. En Deu 17:16, al hablar de las condiciones que ha de tener el rey de Israel, señala ésta: que “no pretenda volver al pueblo a Egipto, porque Yahvé, tu Dios, te ha dicho: No volveréis nunca jamás por este camino.” Tanta era la atracción que la ubérrima Egipto ofrecía a los habitantes de la mísera Canaán. Los faraones tuvieron que reforzar muchas veces las fronteras del este para evitar la inmigración masiva de los asiáticos en el imperio egipcio. Como nómada y extranjero, Abraham teme de los egipcios que la belleza de Sara, su hermana y su mujer, le traiga algún mal. Según la legislación y costumbre babilónicas, era permitido a uno desposarse con la hermana de su padre. También en Atenas era permitido a uno desposarse con la hermana de padre – el caso de Abraham. Entre los egipcios esto no era raro, ya que los faraones se casaban con sus hermanas30. Cuando Tamar, hija de David, se encuentra solicitada por su hermano Amnón, le dijo: “Mira, hermano mío, mira que esto no se hace en Israel… Habla al rey, que seguramente no rehusará darme a ti.” Amnón era sólo hermano de padre, pero no de madre31. Esto parece indicar que, a pesar de la legislación mosaica32, no era tan extraño en Israel. Pero Sara era la esposa del patriarca, y, al entregarla a otro, la exponía al adulterio. No hemos de juzgar la conducta de los patriarcas en esta ocasión a la luz de nuestra moral evangélica. Agustín de Hipona nos asegura que Abraham ponía en Dios su confianza33, y ésta era, sin duda, la mente del autor sagrado, como lo muestra el resultado de este suceso. La Providencia divina velaba siempre sobre el patriarca, como nos dice San Esteban, y este principio es el que rige la composición de esta singular historia. El hagiógrafo quiere destacar la protección especial que Dios tenía sobre el patriarca en sus peregrinaciones.
La anécdota del rapto de Sara aparece de nuevo en el c.20, donde el rey de Guerar quiere apoderarse de Sara en circunstancias muy parecidas. Muchos autores creen que se trata de un duplicado de un mismo hecho, que el autor sitúa en la corte del faraón. Sara debía de tener entonces sesenta y cinco años34, y es extraño que a esa edad pudiera suscitar la concupiscencia del faraón y de los jefes egipcios. Pero ya hemos indicado que las cifras en la Biblia están muchas veces retocadas y no ofrecen mucha garantía. Por otra parte, el hagiógrafo quiere resaltar la belleza de Sara ante los egipcios. La conducta de Abraham es considerada como normal: para salvar su vida quiere que su esposa pase por hermana, y no le preocupa que sea deshonrada como esposa. Según la mentalidad de la época, la esposa en todo debía estar subordinada al marido, y estaba antes la vida de Abraham que el honor de Sara.35 Por eso, la conducta de Abraham es la de “un beduino ladino”’y egoísta.36 Sara es llevada al harén del faraón, y Abraham recibe regalos a cambio de su supuesta hermana. El marido es propietario de su mujer como de su casa y de sus ganados37. Por eso Abraham no es reprendido, y sí el faraón, pues Dios le envió plagas en castigo de su mala acción; pero no se especifican las plagas que Dios le envió.

1 Gen 11:32. – 2 Isa 19:24 : “Aquel día será Israel de la tierra;” 61:9: “su descendencia s de las gentes. Y quien los viere (a lo tercero con Egipto y Asiria, como bendición en medio era glorificada en los pueblos, y su posteridad en medio s israelitas) reconocerá que son la progenie bendita de Yahvé” (cf. Zac 8:13). – 3 Gen 18:18-19; Gen 22:18; Gen 26:4; Gen 28:14. – 4 A. Clamer, o.c., p.238. – 5 Eco 44:19. – 6 Cf. R. De Vaux, art. Israel: DBS IV 732. – 7 Jos 24:25-26; Jue 9:37. – 8 Deu 12:3; Isa 1:29. – 9 El elohista suele llamar a los habitantes de esta región amorreos. Según Jos 5:1, los amorreos están en el oeste del Jordán, mientras los cananeos en la costa; y, según Núm 13:29, los amorreos viven en la montaña, y los cananeos en el litoral y junto al Jordán. Deu 1:7; Deu 1:19; Jos 11:3. Véase A. Bea, La Palestina preisraelítica: Bi (1943) 231-260. Se atribuyen al yahvista los v. 1-4a y 6-9 de este c.12. Los v.4b-5 serían del sacerdotal. – 10 Repetida en Gen 13:15; Gen 13:17; Gen 15:18; Gen 17:8; Gen 26:3; Gen 28:13; Gen 35:12. – 11 Cf. Gen 26:25; Gen 35:1; Gen 35:7. – 12 En heb. altar es mizbeaj, lit. “donde se sacrifica.” – 13 Gen 28:19. – 14 Cf. 1Re 12:22s. – 15 Cf. Amo 5:5; Ose 4:15; Ose 10:5. – 16 Cf. abel, Géog. II 240. – 17 Cf. Gen 4:26. – 18 Cf. Gén 28. – 19 Cf. Rom 4:13s. – 20 Gén 22:I2S. – 21 Exo 2:24. – 22 Exo 3:6s. – 23 Ex 12:Exo 32:13s – 24 Lev 26:40. – 25 1Cr 24:18; Est 13:15. – 26 Isa 51:2. – 27 Luc 2:55-74. – 28 Rom 4:17-25. – 29 Cf. Abel, Géog. I 420. – 30 Cornel. Nepote, De viris Illustribus, Cimon. – 31 2 Sam I3:I2s. – 32 Cf. Lev 28:9; Lev 27:22. – 33 Agustín de Hipona, Contra Faust. XXII 37. – 34 Gen 17:17 (Del Documento Sacerdotal); 12:11 Es El Yahvista. – 35 Otros Casos Análogos: Lot Ofrece Sus Hijas (19:8), Un Levita Prostituye Su Concubina (Jue 19:25). – 36 J. Chaine, O.C., 188. – 37 Exo 20:17.

Fuente: Biblia Comentada

a la tierra. Abram estaba todavía en Harán (Gén 11:31) cuando le fue reiterado el llamamiento (Hch 7:2) de que fuese a Canaán.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Jehová … a Abram. Este pasaje registra la promesa cuyo cumplimiento se extiende por todas las Escrituras (bien en hecho, bien en expectativa) hasta Apo 20:1-15. El pacto abrahámico específico se presenta en Gén 12:1-3, queda establecido de manera efectiva en Gén 15:18-21, reafirmado en Gén 17:1-21, y renovado luego también con Isaac (Gén 26:2-5) y Jacob (Gén 28:10-17). Es un pacto perpetuo (Gén 17:7-8; 1Cr 16:17; Sal 105:7-12; Isa 24:5) que contiene cuatro elementos: 1) simiente (Gén 17:2-7; cp. Gál 3:8; Gál 3:16, donde se refiere a Cristo): 2) tierra (Gén 15:18-21; Gén 17:8); 3) una nación (Gén 12:2; Gén 17:4); y finalmente, 4) bendición y protección divina (Gén 12:3). Este pacto es incondicional en el sentido de su cumplimiento definitivo de un reino y salvación para Israel (vea las notas sobre Rom 11:1-27), pero condicional en términos de su cumplimiento inmediato (cp. Gén 17:4). Su importancia nacional para Israel queda acentuada por las repetidas referencias al mismo y como punto al que se apela en todo el AT (cp. 2Re 13:23; 1Cr 16:15-22; Neh 9:7-8). Su importancia espiritual para todos los creyentes la expone Pablo (vea las notas sobre Gál 3:1-29; Gál 4:1-31). Esteban cita Gén 12:1 en Hch 7:3.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

La genealogía de Taré (v. Gén 11:27).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Hch 7:2-3.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Desde Harán a Canaán. Dejar su tierra natal y su familia era una decisión muy grande, especialmente cuando se trata de una sociedad tradicional, decisión que se ve diferente en nuestra cultura moderna que se caracteriza por su movilidad e individualismo. Abram arriesgó todo aquello más preciado para su vida al obedecer el llamado de Dios. De la misma manera Jesucristo desafía a la gente a aventurarlo todo por seguirle (Mat. 10:37-39; Fil. 3:8).

Los vv. 2, 3 resumen la teología de Gén. y proveen la clave para su interpretación. (Ver en la Introducción, Teología de Génesis 12-50.)

El v. 4 sugiere que Dios llamó a Abram en Harán y no en Ur. La tierra de Canaán comprende el territorio actualmente (1996) ocupado por Israel, Lí bano y parte del sur de Siria. La obediencia de Abram fue premiada por el engrandecimiento de la promesa: la tierra que yo te mostraré (1) llega a ser esta tierra (cf. Introducción, Teología de Génesis 12-50). La generosa promesa de Dios motivó frecuentes actos de agradecida adoración en Abram: él edificó allí un altar (7, 9).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

12.1-3 Cuando Dios lo llamó, Abram se trasladó por fe de Ur a Harán y finalmente a Canaán. Entonces, Dios estableció un pacto con Abram, y le dijo que sería el fundador de una gran nación. No sólo esta gran nación sería bendecida, dijo Dios, sino también las demás naciones del mundo serían bendecidas a través de los descendientes de Abram. Israel, la nación que saldría de Abram, debía ser un pueblo que siguiera a Dios e influenciara a los pueblos con los que tuviera contacto. De la descendencia de Abram nació Jesucristo para salvar a la humanidad. Por medio de Cristo, todas las personas pueden tener una relación personal con Dios y ser bendecidas tremendamente.12.2 Dios prometió bendecir a Abram y hacerlo grande. Pero había una condición: Abram tenía que obedecer a Dios. Tendría que dejar su hogar y sus amigos y viajar a una tierra nueva donde Dios le prometió que construiría una gran nación a partir de la familia que le daría. Abram obedeció, dejando su casa por la promesa de Dios de bendiciones mucho más grandes en el futuro. Quizá Dios está tratando de guiarlo a un lugar donde usted pueda serle más útil y servirle mejor. No deje que la comodidad y la seguridad de su posición actual le hagan perder el plan que Dios tiene para usted.12.5 Dios planeó desarrollar una nación con gente que llamaría suya. Llevó a Abram de la tierra impía y egoísta de Ur a la región fértil de Canaán, donde se podría establecer una nación moral y entregada a Dios. A pesar de que era pequeña, Canaán fue el punto central de la mayor parte de la historia de Israel y el surgimiento del cristianismo. Este pequeño territorio que Dios entregó a un solo hombre, Abram, ha tenido un impacto tremendo en la historia del mundo.12.7 Abram construyó un altar a Dios. En muchas religiones se utilizaban los altares, pero para el pueblo de Dios, los altares eran más que simples lugares de sacrificio. Los altares simbolizaban comunión con Dios y conmemoraban encuentros significativos con El. Construidos de piedras y tierra, a menudo los altares permanecían en esos lugares por años como recordatorios continuos de la protección y las promesas de Dios.Abram construía con regularidad altares a Dios por dos razones: (1) para orar y adorarlo, y (2) para recordar la promesa de Dios de que lo bendeciría. No hubiera podido sobrevivir espiritualmente sin la renovación regular de su amor y lealtad a Dios. Construir altares lo ayudaba a recordar que Dios era el centro de su vida. La adoración frecuente nos ayuda a recordar lo que Dios desea y nos motiva a obedecerle.12.10 Cuando llegó la hambruna, Abram se fue a Egipto donde había comida. ¿Por qué habría hambre en la tierra a la cual Dios acababa de llamar a Abram? Esta era una prueba de fe para Abram y él la pasó victorioso. No cuestionó la dirección de Dios cuando se enfrentó con esta dificultad. Muchos creyentes descubren que cuando deciden seguir a Dios, inmediatamente encuentran grandes obstáculos. La próxima vez que usted encuentre una prueba como esta, no trate de adivinar lo que Dios está haciendo. Use la inteligencia que Dios le ha dado (como lo hizo Abram cuando se trasladó temporalmente a Egipto) y espere nuevas oportunidades.12.11-13 Abram, actuando por temor, pidió a Sarai que dijera sólo la mitad de la verdad al decir que era su hermana. Ella era medio hermana de Abram, pero también era su esposa (véase 20.12).Abram pretendía engañar a los egipcios. Temía que al saber la verdad lo mataran para conseguir a Sarai. Sarai habría sido una adquisición deseable para el harén de Faraón por causa de su riqueza, belleza y por la posibilidad de una alianza política. Como hermano de ella, se le habría dado a Abram un lugar de honor. Sin embargo, como su esposo, su vida estaría en peligro, ya que Sarai no podría entrar al harén de Faraón a menos que Abram estuviera muerto. Así que Abram dijo sólo la mitad de la verdad y mostró falta de fe en la protección de Dios, aún después de todo lo que Dios le había prometido. Esto también es una lección de cómo el mentir agrava los efectos del pecado. Cuando mintió, su problema no se hizo más fácil de resolver, sino más complejo.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) O: “tu hogar”.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 461 Jos 24:3; Hch 7:4

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Vete. Parece ser la repetición de la llamada anterior recibida en Ur (cp. Hch 7:2, 3). Para Abram, el punto crucial de la llamada es la de tener una fe obediente; él es llamado a actuar de acuerdo con la palabra de Dios dirigida a él, y no por su propia comprensión de las circunstancias.

Fuente: La Biblia de las Américas

(1a) la tierra. I.e., Canaán. Abraham aún se hallaba en Harán cuando el llamado hecho originalmente en Ur le fue reiterado.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

sal de tu tierra…Hch 7:2-3; Heb 11:8.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

Gál 3:17. Esto es, la promesa hecha cinco años antes de la salida de Harán → Gén 12:4.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

g Hch 7:2-3; Heb 11:8.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[=] *Sap 10:5

Fuente: Notas de la Biblia Latinoamericana

[2] Comprende esta bendición los bienes temporales.[3] Gen 18, 18; Gal 3, 3.[4] Hebr 11, 8.[7] Gen 13, 15; 15, 18; 26, 4; Deut 34, 4.[13] Abram pide a Sarai que calle el nombre de esposa y diga que era hermana suya. Realmente Sarai era hija de Arán, hermano de Abram. Los hebreos llamaban hermanos a los parientes más cercanos.[13] Gen 20, 11.

Fuente: Notas Torres Amat