“Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas dice estas cosas: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, pero estás muerto.
LA IGLESIA DE CRISTO EN SARDIS (Reputación buena; carácter malo)Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
escribe al ángel. Apo 1:11, Apo 1:20.
el que tiene los siete espíritus de Dios. Apo 1:4; Apo 4:5; Apo 5:6; Jua 1:16, Jua 1:33; Jua 3:34; Jua 7:37-39; Jua 15:26, Jua 15:27; Jua 20:22; Hch 2:33; 1Pe 1:11.
y las siete estrellas. Apo 1:16, Apo 1:20; Apo 2:1.
yo conozco tus obras. Apo 2:2, Apo 2:9, Apo 2:13, Apo 2:19.
y estás muerto. Luc 15:24, Luc 15:32; Efe 2:1, Efe 2:5; Col 2:13; 1Ti 5:6; Stg 2:26; Jud 1:12.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
El angel de la iglesia de Sardis es reprobado, Apo 3:1, Apo 3:2;
exhortado a arrepentirse, y amenazado si no se arrepiente, Apo 3:3-7.
El ángel de la iglesia de Filadelfia, Apo 3:8, Apo 3:9,
es aprobado por su diligencia y paciencia, Apo 3:10-14;
el ángel de Laodicea reprendido por no ser caliente ni frio, Apo 3:15-18,
y amonestado a ser más celoso, Apo 3:19.
Cristo esta a la puerta y llama, Apo 3:20-22.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Sardis se ubicaba cerca de cuarenta y ocho km al sur de Tiatira, y fue la capital de Lidia. También allí se hacían actividades para adorar al César romano y a Artemisa, la diosa de la fertilidad.
los siete espíritus sería el Espíritu Santo, o tal vez, los siete ángeles (Apo 1:4).
las siete estrellas son los «ángeles de las siete iglesias» (Apo 1:20).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
ESTÁS MUERTO. La iglesia de Sardis estaba espiritualmente muerta, ya que muy pocos de sus miembros se habían mantenido fieles al evangelio. Por fuera parecía avivada y activa, y tenía fama de éxito y espiritualidad. Pero Jesucristo la conocía por dentro, pues Él conoce el corazón de las personas.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
Capítulo 3.
Carta a la iglesia de Sardes, 3:1-6.
1 Al ángel de la Iglesia de Sardes escribe: Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: Conozco tus obras y que tienes nombre de vivo, pero estás muerto. 2 Estáte alerta y consolida lo demás, que está para morir, pues no he hallado perfectas tus obras en la presencia de mi Dios. 3 Por tanto, acuérdate de lo que has recibido y has escuchado, y guárdalo y arrepiéntete. Porque si no velas, vendré como ladrón, y no sabrás la hora en que vendré a ti. 4 Pero tienes en Sardes algunas personas que no han manchado sus vestidos y caminarán conmigo vestidos de blanco, porque son dignos. 5 El que venciere, ése se vestirá de vestiduras blancas, jamás borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. 6 El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.
Sardes, la capital del antiguo reino lidio, estaba situada a unos 50 kilómetros al sudeste de Tiatira. El núcleo principal de la ciudad surgía sobre una alta y escarpada montaña, que hacía de ella una fortaleza inexpugnable. Cuando Ciro el Grande conquistó el imperio de Creso (546 a. C.), rey de Lidia, Sardes no se rindió y sólo por sorpresa pudo ser tomada. De igual estratagema se hubo de servir Antíoco III. El apogeo de la grandeza de Sardes tuvo lugar bajo el reinado de Creso (s.VI a. C.). Sin embargo, la fundación de Pérgamo le quitó grande importancia, aunque todavía en la época romana era residencia de un conventus iuridicus. El año 17 de la era cristiana fue destruida por un temblor de tierra. Pero con la ayuda del emperador Tiberio logró rehacerse. En agradecimiento levantó un templo en honor del emperador y de su madre Livia V Sin embargo, el culto principal de la ciudad era el tributado a la Magna Mater, una divinidad indígena parecida a la Artemis de Efeso, y que se cubría con el manto griego de Demeter, la Ceres de los romanos. La industria principal de la ciudad era la de la lana y la tintorería. Sus habitantes tenían fama de licenciosos e inmorales 2.
La carta a la Iglesia de Sardes es la más severa e imprecatoria de las siete. La iglesia de Sardes había decaído mucho de su fervor primitivo y se encontraba en un estado lamentable. Estaba como muerta. Y el pequeño núcleo de cristianos fieles se hallaba amenazado de indiferencia en la vida espiritual. Por eso, San Juan trata con su severa misiva de excitar a la iglesia a volverse al buen camino.
Jesucristo se presenta aquí como el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas (v.1). El autor sagrado quiere significar con estas expresiones el poder absoluto que Cristo tiene sobre las iglesias y sobre todos los cristianos. En Rev 1:16 ya había empleado la expresión de “las siete estrellas en su diestra.” Estas estrellas representan las iglesias a las cuales se dirige San Juan. Y el tenerlas en su mano indica el poder que Jesucristo ejerce sobre los jefes de las iglesias y sobre las iglesias mismas 3. Otro tanto podemos decir de los siete espíritus, que Cristo tiene en su mano como algo de que puede disponer. Estos siete espíritus pueden designar al Espíritu septiforme de que nos habla Isa 11:2, o sea al mismo Espíritu Santo4. Aquí los siete espíritus de Dios pertenecen al Hijo, como en Rev 5:6 pertenecen al Cordero, porque Jesús distribuye los diversos dones de este Espíritu, del que depende la vida de todas las iglesias5. Este Espíritu, que en Jua 15:26 se dice proceder del Padre, es también el Espíritu del Hijo, lo que no puede ser sino procediendo de El6. Jesús dice también que irá al Padre y le rogará que envíe a sus discípulos el Espíritu Paráclito. Pero, al mismo tiempo, dice en otra parte que El mismo lo enviará 7. Para algunos autores, los siete espíritus de Dios representarían los siete ángeles que están ante el trono de Dios 8. En cuyo caso, la expresión querría significar que Cristo domina también sobre los espíritus angélicos.
El juicio que el Señor emite sobre la vida religiosa de la Iglesia de Sardes es de lo más triste. Sus obras no son buenas, pues, si bien tiene nombre de vivo 9, en realidad está muerto (v.1). Con lo cual quiere significar que la vida religiosa de la iglesia de Sardes es tan lánguida y tan falta de la caridad de Cristo, que está como muerta. El pecado ha matado en ella la gracia de Jesucristo. Sin embargo, el juicio que el Señor profiere acerca de la vida de esta iglesia no es absolutamente negativo, es decir, no comprende a todos los miembros de la iglesia de Sardes. Muchos de los cristianos de Sardes carecen de la vida divina de la gracia; pero otros – tal vez los menos – todavía la conservan. Por eso exhorta a velar para que no llegue a faltar también la vida en aquellos en los que aún subsiste (v.2). Para estimularla a velar le recuerda el valor de los dones recibidos, que son dones de vida eterna. La exhortación a la vigilancia, sirviéndose de la imagen del ladrón (v.3), es frecuente en los sinópticos 10. El consejo de velar convenía de modo particular a Sardes, a causa de las desastrosas consecuencias que tuvieron para la ciudad dos hechos de su historia. Ciro el Grande logró apoderarse de la ciudad en 546 a. C. mediante un ataque ejecutado por sorpresa, y lo mismo hizo más tarde Antíoco III el Grande (218 a. C.) 11. El recuerdo de estos dos hechos históricos podía servir a los cristianos para meditar en su vida religiosa deficiente, para arrepentirse y volver de nuevo a la vida fervorosa del principio. De lo contrario, el castigo no se haría esperar. El Señor se presentará de improviso, a la manera del ladrón, para castigar a los culpables.
En el v.4 San Juan afirma que en la Iglesia de Sardes, al lado de las almas muertas y de las que gozaban de vida lánguida, había todavía otras de vida perfecta. Estas personas no han manchado sus vestidos, y por eso caminaran con el Señor vestidas de blanco. Los vestidos blancos, que tantas veces aparecen en el Apocalipsis, son símbolo, no sólo de pureza, sino también de victoria, de alegría, de fiesta. En el cielo, los elegidos, los ángeles y hasta el mismo Dios 12 aparecen vestidos de blanco. Esas almas selectas de Sardes, a las que alude el autor sagrado, formarán parte del séquito de Cristo en el cielo. Por otra parte, la mención de vestidos convenía a la perfección a esta ciudad, ya que Sardes era muy renombrada en la antigüedad por sus telas y tejidos.
A los cristianos fieles de Sardes que resulten vencedores en la lucha moral y espiritual contra los enemigos de Dios, Cristo les promete el premio escatológico de la vida eterna (v.5). Este premio es designado bajo una triple forma 13. En primer lugar, los vencedores se vestirán de vestiduras blancas, que representan la victoria final y la gloria de que serán revestidos los elegidos en el cielo 14. Después se les promete que jamás será borrado su nombre del libro de la vida. En el Antiguo Testamento se menciona el libro de la vida, en el cual Dios tenía escritos los nombres de los hijos de Israel15. El estar escrito en dicho libro daba derecho a participar en las bendiciones mesiánicas 16; en cambio, si se era borrado de él, significaba la exclusión del pueblo de Dios y de los tiempos me-siánicos. Posteriormente el concepto de libro de la vida evolucionó en la teología judía, pasando a significar el derecho a participar en las alegrías de la vida futura del cielo 17. En el Nuevo Testamento el libro de la vida designa el libro en donde están registrados los nombres de los elegidos 18. En tercer lugar, el Señor promete al vencedor confesar su nombre delante de su Padre y delante de sus angeles, es decir, le reconocerá como cosa suya en el último juicio 19. Este premio, presentado bajo una triple forma, designa una misma cosa: la vida eterna, que se promete a los vencedores en las luchas contra el mundo, el demonio y la carne.
Y San Juan termina la carta a la Iglesia de Sardes con las palabras el que tenga oídos, que oiga lo que dice el Espíritu (v.6), como para incitar a los fieles a escuchar las amonestaciones de Cristo y llevarlas a la práctica.
Carta a la iglesia de Filadelfia,Jua 3:7-13.
7 Al ángel de la Iglesia de Filadelfia escribe: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, que abre y nadie cierra, y cierra y nadie abre. 8 Conozco tus obras; mira que he puesto ante ti una puerta abierta, que nadie puede cerrar, porque teniendo poco poder, guardaste, sin embargo, mi palabra y no negaste mi nombre. 9 He aquí que yo te entregaré algunos de la sinagoga de Satán, de esos que dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; yo los obligaré a venir y postrarse a tus pies y a reconocer que te amo. 10 Porque has conservado mi paciencia, yo también te guardaré en la hora de la tentación que está para venir sobre la tierra para probar a los moradores de ella. Vengo pronto. 11 Guarda bien lo que tienes, no sea que otro se lleve tu corona. 12 Al vencedor yo le haré columna en el templo de mi Dios, y no saldrá ya jamás fuera de él, y sobre él escribiré el nombre de Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, de la nueva Jerusalén, la que desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo. 13 El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Filadelfia, ciudad de la Lidia, a 45 kilómetros al sudeste de Sardes, había sido fundada por el rey de Pérgamo átalo II Filadelfo (159-138 a.C.), que le dio su nombre. La ciudad estaba situada en una región volcánica, como un centro de civilización abierto sobre la Frigia salvaje. El año 17 de nuestra era fue destruida por un temblor de tierra. Con la ayuda liberal del emperador Tiberio pudo ser reconstruida. En señal de agradecimiento cambió su nombre de Filadelfia por el de Neocesarea. Y no contenta con esto, levantó altares en honor del hijo adoptivo del emperador, Germánico, considerado como presunto heredero de Tiberio, que entonces se encontraba en Asia. Como en tantas otras ocasiones, el cambio oficial del nombre no perduró. En la carta a esta Iglesia, San Juan hará alusión a muchos de estos sucesos. En la ciudad vivían bastantes judíos, probablemente por estar situada en una región muy fértil. De los orígenes del cristianismo en esta ciudad nada sabemos, aunque podemos suponer fundadamente que debió de nacer de la predicación de San Pablo en Efeso. La Iglesia de Filadelfia, juntamente con la de Esmirna, es muy alabada por el autor del Apocalipsis. En tiempo de San Ignacio de Antioquía gozaba todavía de gran reputación 20.
La presente carta no contiene ninguna amonestación. Los cristianos, que debían de ser pocos y de baja condición social, se han mantenido fieles a la doctrina cristiana. El autor sagrado se complace en acumular en la carta sobreabundancia de promesas y recompensas.
Los apelativos que se dan en ella a Cristo son dignos de tenerse en cuenta. El primero lo designa como el Santo (v.7), que es aplicado frecuentemente a Yahvé en el Antiguo Testamento, pero que únicamente se encuentra aquí en el Apocalipsis, aplicado a Jesucristo. Sin embargo, en los evangelios se da ya a Jesucristo el apelativo de Santo 21. El segundo epíteto, el Verídico, el Verdadero, que va junto con el apelativo de fiel en Rev 3:14; Rev 19:11, designa la fidelidad de Cristo en el cumplimiento de sus promesas. Antes faltará el cielo y la tierra que Jesucristo falte a sus promesas 22. Cristo es veraz en todo lo que dice y hace; en cambio, los que combaten su doctrina y obra son falsarios. El término verdadero (άλη·8ινόβ) es muy frecuente en la literatura joánica 23. El Santo, el Verídico, tiene la llave de David, que abre y nadie cierra, y cierra y nadie abre (v.7). Es una metáfora bíblica y rabínica que significa los plenos poderes que Jesucristo tiene en la nueva ciudad de David, en la Jerusalén celeste, es decir, en la Iglesia. Jesucristo puede abrir y cerrar, o sea, tiene plena autoridad para admitir o excluir de la Iglesia. La imagen y las expresiones empleadas por el autor del Apocalipsis están tomadas de Isa 22:21, en donde el profeta presenta a Eliaquín recibiendo en sus manos el poder y sobre sus espaldas la llave del palacio real.
El Señor conoce las obras de la Iglesia de Filadelfia, y ha puesto ante ella una puerta abierta, que nadie puede cerrar (v.8). La puerta abierta para San Pablo significaba las posibilidades que se abrían al esfuerzo misionero del Apóstol de los Gentiles y de sus colaboradores 25. Aquí se trata de las facilidades que se le han presentado a Filadelfia para el apostolado y la propaganda cristiana a través de toda la Frigia. A pesar de ser una ciudad pequeña y contar con escasos medios, Cristo le garantizó el éxito de sus esfuerzos. Y esa puerta sigue abierta, porque la comunidad cristiana de Filadelfia continúa vigorosa en su fe, y el mismo Cristo la sostiene en sus ímpetus misioneros. Por eso, nadie podra cerrar dicha puerta mientras Jesucristo la mantenga abierta.
San Ignacio de Antioquía 26 atestigua que esta Iglesia era muy floreciente, no obstante los muchos judíos y judaizantes que vivían en dicha ciudad. Entre las conquistas apostólicas de los filadelfios había que contar la conversión de cierto número de judíos, que, abrazando la fe en Cristo, vendrían a postrarse a los pies de la iglesia. Entonces los judíos convertidos reconocerán el amor, la predilección del Señor por la comunidad que los ha acogido en su seno (v.9). Aquí también el amor se manifiesta en los signos externos que la humilde y ejemplar comunidad religiosa de Filadelfia da a los neoconvertidos. El autor sagrado aplica a la Iglesia de Filadelfia las palabras que el mismo Yahvé había dirigido a su pueblo, para justificar su manera de proceder con las demás naciones: “Porque eres a mis ojos de muy gran estima, de gran precio, y te amo, y entrego por ti reinos y pueblos a cambio de tu vida.” 27 La conversión de que nos habla el Apocalipsis en este pasaje no alude a la conversión en masa de Israel, predicha por San Pablo 28, sino a la de algunos judíos de Filadelfia.
A continuación (v.10) prosigue el Señor ponderando cómo la iglesia había sabido imitar en medio de las dificultades los ejemplos de paciencia y perseverancia que Jesús nos había dejado y que han de ser para los cristianos verdaderas enseñanzas. Por el hecho de haber sido fiel en la guarda de la palabra de paciencia dada por Cristo, también el Señor la sostendrá en el día de la prueba que vendrá sobre la tierra. Y esto será pronto. Semejante prueba no será sólo de la iglesia, sino de la tierra entera. El profeta debe de referirse a la serie de azotes descritos en los capítulos 8-9 y 16; o bien a algún terremoto, como los que habían asolado la región en tiempos pasados. Termina la exhortación estimulando a la Iglesia de Filadelfia a guardar los bienes que posee, es decir, a perseverar en la conducta hasta ahora observada, a fin de no perder la corona que tiene merecida (v.11). Esta será su victoria y su gloria. Cada iglesia ha de aferrarse tenazmente a la doctrina recibida de los apóstoles, así nadie les arrebatará su herencia espiritual. Con esto no quiere decir el profeta que otra comunidad podrá arrebatar la corona de Filadelfia, sino que se refiere simplemente a la posibilidad de perder lo que se tiene. .
El premio prometido al vencedor de la prueba es hacerlo columna en el templo de Dios (v.1a). La imagen de la columna simboliza el puesto honorífico que tendrá el vencedor en la Iglesia, y al mismo tiempo significa su estabilidad 29. En Gal 2:9, San Pablo se vale de la misma expresión para significar el lugar importante que ocupaban en la Iglesia los apóstoles Santiago, Cefas y Juan.
En otras epístolas también emplea la imagen de los cristianos, que son edificados para formar el templo de Dios 30. La promesa de estabilidad era muy oportuna para la Iglesia de Filadelfia, cuya ciudad fue destruida por un terremoto en el año 17 d.C. El cristiano que permanezca fiel hasta el fin se convertirá en una columna firme e inconmovible en el templo celeste. Por eso dice que no saldrá ya jamás fuera de él. Sobre la columna se escribirá el nombre de Dios y el de la nueva Jerusalén y el nombre nuevo de Cristo. La acción de escribir estos nombres sobre el fiel vencedor significa que éste pertenece a Dios y a Jesucristo y que es ciudadano de la Jerusalén celeste. Filadelfia había cambiado de nombre en tiempo de Tiberio, dándosele el nombre nuevo de Neocesarea en honor del emperador. Esto tal vez haya sugerido a San Juan la expresión de nombre nuevo de Cristo. También en el templo de Jerusalén había dos columnas, cada una de las cuales tenía escrito un nombre: Yakín. “Yahvé da estabilidad,” y Boaz, “Yahvé da fuerza.” 31 En otros lugares del Apocalipsis 32 se habla de una señal puesta sobre la frente de los elegidos para indicar que pertenecen a Dios. Lo que se promete a los vencedores es en realidad, tanto aquí como en las cartas precedentes, la vida eterna.
Carta a la iglesia de Laodicea,Gal 3:14-22.
14 Al ángel de la Iglesia de Laodicea escribe: Esto dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el principio de la creación de Dios. 15 Conozco tus obras y que no eres ni frío ni caliente” 16 Ojalá fueras frío o caliente, mas porque eres tibio y no eres caliente ni frío, estoy para vomitarte de mi boca. 17 Porque dices: Yo soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad, y no sabes que eres un desdichado, un miserable, un indigente, un ciego y un desnudo; 18 te aconsejo que compres de mi oro acrisolado por el fuego, para que te enriquezcas, y vestiduras blancas para que te vistas, y no aparezca la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos a fin de que veas. 19 Yo reprendo y corrijo a cuantos amo: ten, pues, celo y arrepiéntete. 20 Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno escucha mi voz y abre la puerta, yo entraré a él y cenaré con él y él conmigo. 21 Al que venciere le haré sentarse conmigo en mi trono, así como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono. 22 El que tenga oídos oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Laodicea de Frigia estaba situada a unos 65 kilómetros al sudeste de Filadelfia, en el valle del río Lico. Fue fundada en el siglo ni a.C. por Antíoco II (261-246), con el fin de que fuese una ciudadela del helenismo en los confines de la Frigia. Y le impuso el nombre de su mujer Laodicea. En sus cercanías brotaban abundantes aguas termales. Era un centro industrial y comercial muy activo. Su industria se distinguía sobre todo por la fabricación de un tejido especial de lana negra. También era importante su escuela de oculistas, en la que sobresalieron Zeuxis y Alejandro Filetes. En ella se preparaba un colirio, hecho de una piedra frigia pulverizada, el cual se exportaba a todo el Imperio romano. Por eso, la ciudad estaba llena de bancas y de casas de comercio. Esto mismo atraía a muchos judíos a la ciudad, como atestigua Josefo Flavio 33. Laodicea sufría también de los terremotos, que la destruyeron en gran parte el año 61 d.C. Sin embargo, orgullosa y confiada en sus recursos, no quiso aceptar la ayuda que le ofreció Roma. Y por sus propios medios logró levantarse pronto de sus ruinas 34. Es la autosuficiencia de Laodicea aflora también en la carta que vamos a examinar, pues, como la precedente, está llena de alusiones a los hechos que acabamos de narrar 35. Jesucristo se muestra severo con los tibios que se enorgullecen de su autosuficiencia. El oro de sus bancos es delante de Dios como moneda falsa. En lugar de sus lanas negras, haría mejor en adquirir los vestidos blancos de la pureza y del triunfo. Su famoso colirio no podrá curar sus ojos ciegos por las riquezas 36. Estas alusiones tan claras a las circunstancias locales hacen de esta carta la más pintoresca de las siete. Es también una de las más amplias, y tal vez la más hermosa por el vigor y la ternura. No conocemos los orígenes de la iglesia de Laodicea, que debió de ser fundada por los discípulos de San Pablo, como nos lo indican las relaciones que el Apóstol de las Gentes mantenía con esta iglesia 37.
Son varios los títulos que se dan a Cristo al comienzo de la carta: el Amén, el testigo fiel y veraz, el principio de la creación de Dios (v.14). La extraña designación de Cristo como el amén 38, es decir, el fiel, el inmutable, contrasta con la triste condición de Laodicea. Convenía afirmar, al principio de la carta, la veracidad absoluta e inmutable de Jesucristo, fiel en sus promesas y en sus obras, antes de hablar de Laodicea, la ciudad de los compromisos. El texto parece inspirarse en Isa 65:16, en donde ya aparece Amén como nombre divino. Otro de los apelativos dados a Cristo es el ser el principio de la creación de Dios (v.14). Este título de Cristo significa que Jesús sea considerado como la primera de las criaturas de Dios, como lo interpretaban los arríanos, sino que designa el principio causal de la creación. La idea responde a lo que dice el mismo San Juan en el prólogo de su evangelio: “Todas las cosas fueron hechas por El” 39. Y es semejante a la expresada ya por el Apocalipsis: “Yo soy el primero y el último.”40 Jesucristo es el principio, junto con el Padre y el Espíritu Santo, de toda la creación. “El es – como dice San Pablo a los Colosenses – la imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en El fueron creadas todas las cosas.; todo fue creado por El y para EL.; El es el principio” el primogénito de los muertos, para que tenga la primacía sobre todas las cosas.”41 La doctrina de San Pablo sobre Cristo primogénito de toda la creación debe de tener especial relación con la del Apocalipsis. Lo cual se explica bien si tenemos presente que Colosas estaba cerca de Laodicea, y debía de encontrarse en circunstancias bastante parecidas. Además, San Pablo manda expresamente que su carta a los Colosenses sea también leída a los de Laodicea42.
A la Iglesia de Laodicea, Cristo reprocha el haber decaído de su fervor, dejándose llevar de la pereza y del tedio por las cosas religiosas. Cosa bien explicable en una ciudad dominada, por el afán del negocio y del lucro temporal. Las preocupaciones por las cosas terrenas han sumido a los cristianos en un estado de indiferencia espiritual. Se han vuelto tibios43, como las aguas termales que corrían por sus términos. Este estado espiritual es el peor, porque en él no se sienten los remordimientos de conciencia. Hubiera sido mucho mejor que fuera fría o caliente, porque así el Señor no sentiría vómitos de ella y no la vomitaría de su boca (v.16). Las aguas termales, al perder su alta temperatura y volverse tibias, no se pueden beber por los vómitos que producen. La tibieza de la Iglesia de Laodicea era causada por su orgullo y por la conciencia de su autosuficiencia, que le hacía creerse rica y que de nada tenía necesidad. El bienestar material de los laodicenses no les sirve sino para hacerse ilusión sobre su pobreza espiritual. Jesucristo les quiere hacer ver la realidad por medio de una serie de epítetos de gran vigor. La ciudad que se creía rica y autosuficiente, es llamada desdichada, miserable, indigente; la metrópoli del colirio es tachada de ciega, y la que traficaba con ricas lanas y tejidos se encuentra desnuda (v.17). Todos estos epítetos debían de sonar extrañamente en la ciudad del negocio y de la opulencia. Ella corría infatuada tras el dinero y las riquezas, sin darse cuenta de la extrema indigencia espiritual en que se encontraba. Para el cristiano, la tibieza espiritual, la falta de ánimo y de arranque para progresar en la vida espiritual, constituyen un grave mal, que los autores espirituales han denunciado con frecuencia apoyándose en este pasaje.
Cristo mismo índica los remedios que se han de aplicar a la Iglesia de Laodicea para que pueda salir del mal estado en que se encuentra (v,18). Puesto que se encuentran en la indigencia y, por otra parte, son buenos comerciantes, les aconseja que compren de su oro acrisolado por el fuego, para que se enriquezcan. Es decir, han de acudir al que es rico y fuente de toda riqueza, a Jesucristo, el cual les dará un don espiritual que los enriquecerá sobre toda ponderación. Este don debe de ser la fe y la gracia santificante. En 1Pe 1:7 la imagen del crisol es aplicada a la fe, lo cual es probable que suceda también en nuestro pasaje. Los laodicenses han de comprar también vestiduras blancas, en lugar de negociar con sus lanas negras, para cubrir su desnudez espiritual. Las vestiduras blancas son símbolo de la gracia y de las virtudes del verdadero cristiano, que vienen como a cubrir la miseria de nuestra naturaleza corrompida. Y, finalmente, han de conseguir un colirio espiritual, que les curará de su ceguera, confiriéndoles, al mismo tiempo, el don de la penetración en su vida espiritual íntima. Es un don muy grande de Dios el darse cuenta del mal estado en que se está, para así poder entrar dentro de sí y volverse al Señor44.
Jesucristo reprende a la Iglesia de Laodicea guiado por el amor que siente por ella (v.1q). De modo semejante decía el autor de los Proverbios: “Al que Yahvé ama le corrige, y aflige al hijo que le es más caro”45. Dios siempre se ha servido en la historia de las pruebas y castigos para purificar a los que amaba. La pedagogía del sufrimiento tiene mucha importancia en el Antiguo Testamento, especialmente en los libros sapienciales46. Las pruebas son también venidas de Cristo al alma fiel. Jesucristo, que reina como Dios omnipotente sobre toda la creación, se presenta como humilde peregrino a las puertas de los cristianos, pidiendo hospitalidad y solicitando suplicante le abran47 para celebrar con ellos la cena de la amistad (v.20) 48. La cena con Cristo es símbolo de los dones mesiánicos que el Señor está dispuesto a dar, ya desde este mundo, a los que realmente le aman. La imagen de la cena o del banquete 49 representa frecuentemente en la Sagrada Escritura la bienaventuranza de la vida futura, la gloria. Sin embargo, aquí, en nuestro pasaje, no se trata del banquete de la gloria, sino de la entrada secreta en el corazón del fiel, seguida de las alegrías de la gracia y de la recepción de la Eucaristía 50.
Los ν. 19-20 se pueden contar entre los más conmovedores y tiernos del Nuevo Testamento. San Juan no olvida nunca, incluso en los momentos en que tiene que corregir más severamente, que Dios es amor 51.
El premio prometido a los vencedores es el reino de los cielos. La promesa, por tanto, se hace aquí escatológica 52. Cristo, sentado a la diestra de Dios Padre, participa plenamente de su soberanía. Los fieles, que hayan vencido, también reinarán con Cristo y participarán del poder real que posee Jesucristo. El Señor prometió a los apóstoles que se sentarían sobre doce tronos para juzgar a Israel 53. Pero esta gracia no es exclusiva de los apóstoles, sino de todos los que imiten su ejemplo 54. Lo mismo se puede decir del sentarse con Cristo en el trono de la gloria, o sea del reinar con él en el cielo. Son todas imágenes diversas para expresar una realidad inefable, la vida eterna.
San Juan nos presenta, en esta primera parte del Apocalipsis, a Jesucristo, Hijo de Dios e Hijo del hombre, resucitado y glorioso, juez de vivos y muertos y cabeza de las iglesias. Cuanto dice de cada una de estas iglesias puede ser aplicable a otras que se hallen en las mismas circunstancias. Porque la palabra del Señor está por encima de los lugares y de los tiempos. Dignas de especial atención son las promesas de vida eterna con que trata de alentar a las iglesias y a los fieles en los momentos de prueba. Tal es el pensamiento dominante del Apocalipsis y el más conveniente en aquellas circunstancias. Todo cuanto aquí se dice de las iglesias conviene mejor a los fieles. La vida de la gracia está dirigida, y la organización de las iglesias se ordena precisamente a fomentar y a conservar la vida divina de los fieles, para que puedan conseguir la vida eterna en el cielo.
Fuente: Biblia Comentada
ángel. Mensajero o pastor (vea la nota sobre Apo 1:20). Sardis. Ubicada en una acrópolis natural que se mantenía elevada a unos 450 m sobre el valle, esta ciudad era casi impenetrable. Alrededor del año 1.200 a.C. ganó prominencia como la capital del reino de Lidia. La industria ovejera era su característica principal, y muchos de sus habitantes se dedicaban a obtener la lana y tinturarla, así como a elaborar toda clase de prendas con ella. El famoso escritor y poeta Esopo era oriundo de Sardis, y según la tradición había un miembro de la iglesia llamado Melito, quien escribió el primer comentario sobre ciertos pasajes en el libro de Apocalipsis. La iglesia en Sardis estaba muerta en el sentido de que estaba compuesta en su gran mayoría por personas no redimidas ni regeneradas. siete espíritus. Vea la nota sobre Apo 1:4. siete estrellas. Los pastores de estas siete iglesias (vea las notas sobre Apo 1:16; Apo 1:20).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Aunque estas siete iglesias son congregaciones históricas y existentes en el Asia Menor, representan los tipos de iglesias que han existido y existirán en todo el transcurso de la era eclesiástica. Lo que Cristo dice a estas iglesias es relevante en todos los tiempos.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
LA IGLESIA DE CRISTO EN SARDIS
(Reputación buena; carácter malo)
SALUDO E IDENTIFICACION:
3:1 — Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto —
— El que tiene…dice esto — Habla él que tiene la plenitud del Espíritu y el control de los mensajeros. A tal Persona la iglesia local hace bien en escuchar.
CONDENACION, ACUSACION, QUEJA:
3:1b — Yo conozco… estás muerto — No hubo en esta iglesia nada que encomiar o alabar, en cuanto a los muchos (véase versículo 4, «unas pocas personas»). Su reputación (lo que el hombre ve) era buena, pero su carácter (lo que Dios ve) era malo.
No hay mención de persecución en Sardis. La iglesia en Sardis gozaba de paz, pero era la del cementerio. ¡Estaba muerta! Tenía organización, pero sin vida, como la tiene también el cementerio. Tener fama entre los hombres de ser una iglesia muy viva es vanidad.
Considérese 1Ti 5:6.
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA CARTA A SARDES
Apocalipsis 3:1-6
-Escribe al ángel de la Iglesia de Sardes:
Estas cosas las dice el Que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas.
Yo conozco tus obras; sé que tienes fama de estar vivo, pero que en realidad estás muerto. Manténte en guardia, y fortalece lo que queda y lo que está para morir. No he encontrado tus obras concluidas delante de Mi Dios. Acuérdate por tanto de cómo recibiste y aceptaste el Evangelio, y cúmplelo, y arrepiéntete. Porque si no estás en guardia, vendré como un ladrón sin que sepas a qué hora te sorprenderé.
Pero tienes unas pocas personas en Sardes que no se han ensuciado las vestiduras, y se pasearán conmigo con vestiduras blancas, porque se lo merecen. El que obtenga la victoria será vestido de ropas blancas, y Yo no borraré su nombre del Libro de la Vida, sino que reconoceré su nombre en presencia de Mi Padre y de Sus ángeles.
El que tenga oídos, que preste atención a lo que el Espíritu está diciendo a las Iglesias.
SARDES,
ESPLENDOR AYER Y DECADENCIA HOY
Ápocalipsis 3:1-6
Sir W M. Ramsay decía de Sardes que era el ejemplo más típico del contraste melancólico entre un pasado esplendoroso y un presente ruinoso. Sardes era la ciudad degradada.
Setecientos años antes de que se le escribiera esta carta, Sardes había sido una de las mayores ciudades del mundo. Allí reinaba el rey de Lidia sobre su imperio con esplendor oriental. Por aquel entonces Sardes era una ciudad de Oriente, y era hostil al mundo griego. Esquilo escribió de ella: » Los moradores de Tmolo decidieron aceptar el yugo de la Hélade.»
Sardes estaba en medio de la llanura del valle del río Hermo. Al Norte de esa llanura se erguía la gran sierra del Monte Tmolo, de la que salían, a manera de espolones, una serie de colinas cada una de las cuales formaba una estrecha meseta. En uno de esos espolones, unos quinientos metros monte arriba, estaba la Sardes original. Está claro que su posición la hacía casi inexpugnable. Los lados del espolón eran suaves precipicios; y solamente donde se encontraban con la cordillera del Monte Tmolo había una cierta posibilidad de acceder a Sardes, y hasta ese camino era duro y empinado. Se ha dicho que Sardes permanecía como una atalaya gigantesca vigilando el valle del Hermo. Llegó un tiempo en que el estrecho espacio en la cumbre de la meseta era demasiado pequeño para la expansión de la ciudad; y Sardes creció alrededor del pie del espolón sobre el que estaba la ciudadela. El nombre Sardes (Sardeis en griego) es en realidad un plural, porque se trataba de dos pueblos: uno en la meseta y otro abajo en el valle.
La riqueza de Sardes era legendaria. Por en medio del pueblo de abajo fluía el río Pactolo, que se decía en los días antiguos que tenía aguas auríferas de las que procedía mucha de la riqueza de Sardes. El más famoso de los reyes de Sardes fue Creso, cuyo nombre se hizo proverbial por su riqueza. Fue bajo su reinado cuando Sardes alcanzó su cenit y se precipitó a su desastre.
No es que no se le advirtiera a Creso adónde se dirigía Sardes. Solón, el más sabio de los griegos, vino de visita y se le mostraron la magnificencia y el lujo. Vio la gran confianza de Creso y su pueblo en que nada podía poner fin a ese esplendor; pero también vio que las señales de la blandura y de la degeneración se estaban sembrando. Y fue entonces cuando pronunció su famoso dicho a Creso: » No llames feliz a nadie hasta que esté muerto.» Solón conocía demasiado bien los azares y avatares de la vida que Creso había olvidado o no tenía en cuenta.
Creso se embarcó en una guerra con Ciro de Persia que fue el final de la grandeza de Sardes. De nuevo le advirtieron a Creso, pero él desoyó la advertencia. Para llegar a los ejércitos de Ciro tenía que cruzar el río Halis. Fue a buscar consejo del famoso oráculo de Delfos, que le dijo: » Si cruzas el río Halis destruirás un gran imperio.» Creso lo tomó como una promesa de que aniquilaría a los persas; nunca se le pasó por la mente que era una profecía de que la campaña en la que se había metido sería el final de su propio poder.
Cruzó el Halis, se enzarzó la batalla y Creso fue derrotado. No se preocupó lo más mínimo, porque creía que lo único que tenía que hacer era retirarse a la ciudadela inexpugnable de Sardes, recuperarse y luchar otra vez. Ciro inició el asedio de Sardes, esperó catorce días, y entonces ofreció una recompensa especial al que descubriera una entrada en la ciudad.
La roca sobre la que estaba construida Sardes era friable, más como un paquete de barro seco que como una roca. La naturaleza de la roca hacía que se le formaran grietas. Cierto soldado persa llamado Hyeroeades vio a un soldado de Sardes al que se le había cáído el yelmo de las almenas que bajaba por un sendero del precipicio a buscarlo. Hyeroeades supuso que habría una griega de la roca por la que alguien que fuera ágil podría escalar. Aquella misma noche guió a un pelotón de soldados persas por la grieta de la roca. Cuando llegaron a las fortificaciones se las encontraron totalmente indefensas.
Los de Sardes se consideraban demasiado a salvo para tener que montar la guardia; y así fue como cayó Sardes. Una ciudad con una historia así sabía lo que le quería decir el Cristo Resucitado cuando dijo: » ¡Velad!»
Hubo unos pocos intentos de rebelión que no tuvieron éxito; pero Ciro siguió una política deliberada: prohibió a todos los habitantes de Sardes que tuvieran armas de guerra. Les mandó usar túnicas y zapatillas en vez de sandalias militares. Les ordenó que enseñaran a sus hijos a tocar la lira, a cantar y a bailar y a vender al por menor. Sardes había sido floja antes; pero el último vestigio de espíritu se desterró, y se convirtió en una ciudad degenerada.
Desapareció de la Historia bajo el dominio persa durante dos siglos. A su debido tiempo se rindió a Alejandro Magno, que la convirtió en una ciudad de cultura griega. Y entonces la historia se repitió otra vez. Después de la muerte de Alejandro Magno hubo muchos candidatos a asumir el poder. Antíoco, que se hizo con el mando de la región en la que estaba Sardes, estaba en guerra con un rival que se llamaba Aqueo, que buscó refugio en Sardes. Antíoco sitió la ciudad durante todo un año; entonces un soldado llamado Lagoras repitió la hazaña de Hyeroeades. Por la noche, con una banda de valientes, escaló los escarpados riscos. Los de Sardes habían olvidado la lección; no había nadie de guardia, y Sardes cayó otra vez por no ser vigilante.
A su debido tiempo llegaron los Romanos. Sardes seguía siendo una ciudad rica. Era el centro de la industria de la lana, y pretendía haber descubierto el arte de teñirla. Llegó a ser una ciudad romana de refugio. El año 17 d C. fue destruida por un terremoto que asoló toda la zona. El emperador romano Tiberio tuvo la amabilidad de perdonarle el tributo durante cinco años y le hizo una donación de diez millones de sestercios, como cien millones de pesetas, pero teniendo en cuenta que el jornal de un obrero era el equivalente a diez pesetas.
Cuando Juan le escribió esta carta, Sardes era una ciudad rica pero degenerada. Hasta la antes gran ciudadela ya no era más que un monumento antiguo en la cima de la colina. Era una ciudad sin vida y sin espíritu. Sus habitantes eran blandos, los descendientes de aquellos que perdieron la ciudad en dos ocasiones porque eran demasiado perezosos para estar de guardia. En esa atmósfera deprimente también la iglesia cristiana había perdido su vitalidad y era un cuerpo muerto más que una iglesia viva.
SARDES,
MUERTE EN VIDA
Apocalipsis 3:1-6 (continuación)
Al principio de esta carta el Cristo Resucitado Se describe en dos frases.
(i) Él es el Que posee los siete Espíritus de Dios. Ya nos hemos encontrado esta extraña frase en Apocalipsis 1:4. Su significado tiene dos aspectos. (a) Denota el Espíritu con Sus siete dones, una idea basada en la descripción del Espíritu en Isa 11:2 . (b) Denota el Espíritu en Sus siete operaciones: Hay siete iglesias, pero en cada una de ellas el Espíritu opera con toda Su presencia y poder. Los siete Espíritus representan la plenitud de los dones del Espíritu y de Su presencia.
(ii) Él es el Que tiene las siete estrellas, que representan las siete iglesias y sus ángeles. La Iglesia es posesión de Jesucristo. Muchas veces los hombres actúan como si la Iglesia les perteneciera a ellos, pero pertenece a Jesucristo y todos los que hay en ella son Sus siervos. En cualquier decisión acerca de la Iglesia el factor decisivo debe ser, no lo que cualquier persona quiera que se haga, sino lo que Jesucristo quiere que se haga.
La terrible acusación que se hace contra la iglesia de Sardes es que, aunque tiene fama de estar viva, está de hecho espiritualmente muerta. El Nuevo Testamento compara frecuentemente el pecado con la muerte. En las Epístolas Pastorales leemos: » Pero la que se entrega a los placeres, viviendo, está muerta» (1 Timoteo 5:6 ). El Hijo Pródigo es el que estaba muerto y está vivo otra vez (Lc 15:24 ). Los cristianos de Roma son personas que han pasado de estar entre los muertos a estar entre los vivos (Rm 6:13 ). Pablo dice que sus conversos, en sus días precristianos, estaban muertos en sus delitos y pecados (Ef 2:1-5 ).
(i) El pecado es la muerte de la voluntad. Si uno acepta las invitaciones del pecado durante un tiempo suficientemente largo, llega a un estado cuando ya no puede aceptar ninguna otra invitación. Los hábitos se apoderan de él de tal manera que ya no puede romper con ellos. Uno llega, como decía Séneca, a aborrecer sus pecados y a amarlos al mismo tiempo. Habrá pocos entre nosotros que no hayan experimentado el poder de algún hábito en el que hayan caído.
(ii) El pecado es la muerte de los sentimientos. El proceso hasta llegar a ser esclavo del pecado no transcurre de la noche a la mañana. La primera vez que una persona comete un pecado lo hace con muchos remordimientos. Pero llega el día, si sigue frecuentando lo que le está prohibido, cuando hace sin ningún remordimiento lo que en un tiempo le habría horrorizado. El pecado, como decía Bums, «petrifica el sentimiento.»
(iii) El pecado es la muerte de todo lo amable. Lo terrible del pecado es que puede apoderarse de las cosas más preciosas y convertirlas en algo horrible. Por medio del pecado la aspiración de lo más alto se convierte en un anhelo de poder; el deseo de servir puede llegar a ser una intoxicación de ambición; el deseo de amor puede degenerar en una pasión de concupiscencia. El pecado es el asesino de todo lo precioso que hay en la vida.
Solo por la gracia de Dios podemos escapar a la muerte del pecado.
SARDES,
UNA IGLESIA SIN VIDA
Apocalipsis 3:1-6 (continuación)
La falta de vida de la iglesia de Sardes tenía un efecto extraño.
(i) La iglesia de Sardes no tenía el problema de ninguna herejía. La herejía siempre es el producto de una mente inquisitiva; es, de hecho, señal de que una iglesia está viva. No hay nada peor que el estado de uno que es ortodoxo porque es demasiado perezoso para pensar las cosas por sí mismo. Mejor cuenta le traería una herejía que le preocupara sincera e intensamente que una ortodoxia que le trajera sin cuidado.
(ii) La iglesia de Sardes no era objeto de ningún ataque desde el exterior, ni por parte de los paganos ni de los judíos. La verdad es que estaba tan muerta que no valía la pena atacarla. Las Epístolas Pastorales describen a los que se habían desviado de la fe verdadera pretendiendo tener una forma de piedad pero mostrando que no tenía ninguna eficacia (2 Timoteo 3:5 ). El Nuevo Testamento Original lo traduce: «Con fachada de religiosidad, pero desmintiendo su eficacia.» Y el Nou Testament ’79: «Es donen una aparenga de pietat, peró no en coneixen pas la forga transformadora.»
Una iglesia que esté viva de veras siempre estará bajo ataques. «¡Ay de vosotros -decía Jesús-, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!» (Lc 6:26 ). Un iglesia con un mensaje positivo es impepinable que tenga que arrostrar oposición.
Una iglesia que esté tan aletargada que deje de producir una herejía está mentalmente muerta; y una iglesia que sea tan negativa como para dejar de suscitar oposición está muerta en su testimonio de Cristo.
¡SARDES, ALERTA!
Apocalipsis 3:1-6 (continuación)
Si hay algo que todavía se pueda rescatar de la ruina inminente de la iglesia de Sardes, los cristianos deben despertar del letargo mortal y mantenerse alerta. Es este el mandamiento que aparece más frecuentemente en el Nuevo Testamento.
(i) El estado de alerta debe ser la actitud constante del cristiano. «Ya es hora -dice Pablo- de despertar del sueño» (Rm 13:11 ). «Velad, estad firmes en la fe, portaos varonilmente y esforzaos» (1Co 16:13 ). Se ha dicho que «la vigilancia eterna es el precio de la libertad,» y el estado eterno de alerta es el precio de la salvación.
(ii) El cristiano debe estar vigilante frente a las tretas del diablo (1Pe 5:8 ). La historia de Sardes tenía ejemplos vivos de lo que le sucede a una guarnición que se descuida en la guardia. El cristiano está bajo constantes ataques de los poderes que tratan de apartarle de Cristo. A menudo estos ataques son sutiles. Debe, por tanto, mantenerse alerta.
(iii) El cristiano debe estar en guardia contra la tentación. «Velad y orad-dijo Jesús-para no caer en tentación» (Mt 26:41 ). La tentación espera a que bajemos la guardia para atacarnos. En la vida cristiana hay que mantener una vigilancia constante contra ella.
(iv) Repetidamente el Nuevo Testamento exhorta al cristiano a estar en guardia esperando la llegada del Señor. «Velad por tanto -decía Jesús- porque no sabéis qué día viene vuestro Señor» «Lo que os digo a vosotros se lo digo a todos: ¡Alerta!» (Mt 24:42 s; Mr 13:37 ). «No durmamos como los demás -escribe Pablo-, sino vigilemos y seamos sobrios» (1Ts 5:6 ). Nadie sabe el día ni la hora en que para él la eternidad invadirá el tiempo. «El último día es un secreto decía Agustín- para que estemos alerta todos los días.»
(v) El cristiano debe estar en guardia contra la falsa enseñanza. En el mensaje de despedida de Pablo a los ancianos de Éfeso les advierte que hay lobos rapaces que invadirán el aprisco, y que desde dentro se levantarán personas que hablarán cosas perversas. «Por tanto, ¡velad!» (Hch 20:29-31 ).
(vi) El cristiano tampoco debe olvidar que, aunque él esté alerta esperando a Jesucristo, Jesucristo le está vigilando a él. «No he encontrado tus obras concluidas -dice el Cristo Resucitado- a la vista de Mi Dios.» Aquí nos salen al encuentro dos grandes verdades. (a) Cristo espera algo de nosotros. A menudo Le consideramos Alguien a Quien acudimos en busca de cosas: Su fuerza, Su ayuda, Su apoyo, Su consuelo. Pero no debemos olvidar que Él espera nuestro amor, lealtad y servicio. (b) Lo que debemos hacer está en nuestra mano. El viejo dicho es cierto: «Fatalidad es lo que no tenemos más remedio que hacer; destino es lo que debemos hacer.» El cristiano no cree en una fatalidad inevitable; pero sí cree en un destino que puede aceptar o rechazar.
De cada uno de nosotros Cristo espera algo; y a cada uno de nosotros nos corresponde hacer algo.
SARDES,
IMPERATIVOS DEL CRISTO RESUCITADO
Apocalipsis 3:1-6 (continuación)
En el versículo 3 tenemos una serie de imperativos.
(i) El Cristo Resucitado dice: «Acuérdate de cómo recibiste y aceptaste el Evangelio.» Es el imperativo de presente y quiere decir: «Mantén vivo tu recuerdo; no dejes nunca que se te olvide.» El Cristo Resucitado les está diciendo a los cristianos aletargados de Sardes que tengan presente siempre la emoción con que oyeron por primera vez la Buena Nueva. Es un hecho de la vida que hay cosas que agudizan la memoria que se ha vuelto insensible. Cuando, por ejemplo, volvemos a una tumba, el dolor al que los años han quitado el filo vuelve a ser agudo otra vez. Una y otra vez el cristiano debe encontrarse ante la Cruz y recordar lo que Dios ha hecho por él en Jesucristo.
(ii) El Cristo Resucitado dice: «¡Arrepiéntete!» Este es un imperativo de aoristo y describe una acción concreta. En la vida cristiana debe haber un momento decisivo, cuando una persona decida dejar el viejo camino y empezar uno nuevo.
(iii) El Cristo Resucitado dice: «Cumple los mandamientos del Evangelio.» Aquí tenemos de nuevo un imperativo de presente que indica una acción continua. Quiere decir: «No dejes nunca de cumplir los mandamientos del Evangelio.» Aquí tenemos una advertencia contra lo que podríamos llamar «un cristianismo discontinuo.» Muchos de nosotros somos cristianos a ratos, pero la mayor parte de las veces nos portamos como si no lo fuéramos.
(iv) Hay el mandamiento de velar. Hay un antiguo dicho latino: «Los dioses andan con los pies envueltos en lana.» Su llegada es silenciosa e inadvertida, hasta que uno se encuentra sin previo aviso ante la eternidad. Pero eso no les sucede a los que viven todos los días en la presencia de Cristo; al que camina con Él no le puede pillar por sorpresa Su venida.
SARDES
LOS POCOS FIELES
Apocalipsis 3:1-6 (continuación)
En el versículo 4 brilla a través de la oscuridad un rayito de esperanza. Hasta en Sardes hay unos pocos fieles. Cuando Abraham estaba intercediendo ante Dios por Sodoma, Le decía: «Lejos de Ti que hagas morir al justo con el impío» (Ge 18:25 ). En la antigua historia de los reyes, Abías fue el único de los hijos de Jeroboam que fue sepultado normalmente, porque en él se halló alguna cosa buena delante del Señor (1R 14:13 ). Dios nunca deja de buscar a los fieles, que no se Le pierden en la multitud de los malvados.
Se dice de los fieles que «no se han ensuciado las vestiduras.» Santiago hablaba con respeto y admiración de la persona que se guardaba «sin mancha del mundo» (Stg 1:27 ). Aquí puede haber dos alusiones.
(i) En el mundo pagano no se le permitía a ningún adorador acercarse al templo de los dioses con la ropa sucia. Para los paganos se trataba de la limpieza exterior; pero aquí puede que describa a la persona que ha mantenido el alma limpia para poder entrar a la presencia de Dios sin ser avergonzada.
(ii) Swete cree que las vestiduras blancas representan la profesión de fe que se hacía en el bautismo; y que la frase describe a la persona que no había quebrantado sus votos bautismales. En esta etapa de la Historia de la Iglesia el bautismo era de creyentes, y en su bautismo una persona se comprometía personalmente con Jesucristo. Esto es aún más pro- bable porque era costumbre vestir a las personas con vestiduras limpias blancas cuando salía del agua simbolizando así la pureza de su nueva vida. A eso alude la expresión española «estar in albis,» que se refiere a la inocencia de los recién bautizados. La persona que es fiel a su compromiso escuchará sin duda algún día a Dios decirle: «¡Bien hecho!»
Para los que han sido leales la promesa es que caminarán con Dios. Aquí también hay un doble trasfondo.
(a) Puede que sea un trasfondo pagano. En la corte persa, a los favoritos del rey de más confianza se les concedía el privilegio de pasearse con él por los jardines del palacio, y se los llamaba «Los compañeros del Jardín.» Los que hayan sido leales a Dios se pasearán algún día con Él en el Paraíso.
(b) Puede que se haga referencia a la antigua historia de Henoc: «Can-finó, pues, Henoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios» (Ge 5:24 ). Henoc anduvo con Dios en la tierra, y siguió andando con Dios en los lugares celestiales. El que se conduce de acuerdo con Dios en la tierra gozará de Su íntima compañía cuando llegue al final de su vida presente.
SARDES,
LA TRIPLE PROMESA
Apocalipsis 3:1-6 (conclusión)
A los que hayan sido fieles se les hace una triple promesa. (i) Serás vestidos con ropas blancas. Se decía de los íntegros que «resplandecerán como el Sol en el reino de su Padre» (Mt 13:43 ); y se dice de Dios que Se cubre de luz como con una túnica (Sal 104:2 ). ¿Qué significan las vestiduras blancas?
(a) En el mundo antiguo representaban la alegría de las fiestas. «Que en todo tiempo sean blancos tus vestidos -decía el Predicador-, y nunca te falte perfume en la cabeza» (Ec 9:8 ). La ropa blanca puede que represente el hecho de que los fieles serán huéspedes en el banquete de Dios.
(b) En el mundo antiguo las vestiduras blancas representaban la victoria. Cuando se celebraba un triunfo romano, todos los ciudadanos se vestían de blanco; la ciudad misma se decía que era urbs candida, que estaba de blanco. Las vestiduras blancas puede que representen la recompensa de los que hayan obtenido la victoria.
(c) En cualquier país y época el blanco es el color de la pureza, y según esto las vestiduras blancas puede que representen la pureza cuya recompensa es ver a Dios. «Bienaventurados los puros de corazón, porque serán los que vean a Dios» (Mt 5:8 ).
(d) Se ha sugerido que las vestiduras blancas representan los cuerpos de la resurrección que tendrán algún día los fieles. Los que hayan sido fieles participarán de la blancura de la luz que es la túnica de Dios mismo.
No tenemos que escoger entre estos diversos significados; bien podemos creer que están incluidos todos en la grandeza de esta promesa.
(ii) Sus nombres no serán borrados del Libro de la Vida. El Libro de la Vida es una concepción que se encuentra a menudo en la Biblia. Moisés estaba dispuesto a que su nombre fuera borrado del libro que Dios había escrito si su sacrificio pudiera salvar a su pueblo de las consecuencias de su pecado (Ex 32:32 s). El salmista esperaba que los malvados fueran borrados del libro de los vivientes (Sal 69:28 ). Cuando llegue el juicio, los que estén escritos en el Libro de la vida serán librados (Dn 12:1 ). Los nombres de los colaboradores de Pablo están escritos por Dios en el Libro de la Vida (Fil 4:3 ). El que no esté escrito en el Libro de la Vida será arrojado al lago de fuego (Ap 20:15 ); solo los que estén escritos en el Libro de la Vida del Cordero entrarán en la bendición eterna (Ap 21:27 ).
En el mundo antiguo los reyes guardaban un registro de sus ciudadanos. Cuando uno cometía un crimen contra el estado, o cuando moría, se tachaba su nombre de ese registro. El que el nombre de uno fuera escrito en el Libro de la Vida era que le contaran entre los fieles ciudadanos del Reino de Dios.
(iii) Jesucristo confesará sus nombres ante Su Padre y Sus ángeles. Jesús prometió que al que Le confesara delante de los hombres, Él le confesaría delante de Su Padre; y al que Le negara, Él también le negaría delante de Su Padre (Mt 10:32 s; Lc 12:8 s). Jesucristo es eternamente fiel con la. persona que Le es fiel.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
CAPÍTULO 3
5. A LA IGLESIA DE SARDES (Ap/03/01-06)
1a Y al ángel de la iglesia de Sardes escribe:
Sardes era la antigua corte del rey de los lidios; aquí había tenido su residencia como último rey Creso, que se había hecho legendario por sus riquezas; de su grandeza de otrora no había quedado ya más que el recuerdo de un pasado glorioso. Sus ciudadanos vivían ahora, como en Tiatira, principalmente de la industria de la lana. El descenso histórico a su actual imagen es símbolo del estado a que había llegado la cristiandad de Sardes.
1b «Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: Conozco tus obras: se dice que vives, pero estás muerto.
La comunidad ha perdido su espíritu, ha muerto espiritualmente, excepto unos pocos (v. 4). Así pues, Cristo le aparece, como también a la iglesia de éfeso, como el Señor y guardián de los «ángeles» (cf. comentario a 1,16) de las siete cristiandades y como el «espíritu vivificante» (1Co 15:45), que encarna en sí la plenitud Espíritu de Dios (cf. comentario a 1,4), de cuya plenitud vive la Iglesia (cf. Jua 1:16; Col 2:9).
2 »Está alerta y reanima el resto que estaba a punto de morir. Pues delante de mi Dios no he encontrado completas tus obras.
Con una censura sumamente severa, a la que no precede, como en las cartas anteriores, una sola palabra de elogio, inicia el Señor su interpelación a la iglesia de Sardes. Su juicio inequívoco, duro y sin contemplaciones -subrayado con el anuncio de que no resistirá el juicio de Dios- debe ser como un golpe que despierte a la comunidad de su sueño de muerte y la haga entrar dentro de sí.
Está como aletargada, sin notar el estado en que se halla y en qué irá a parar tal estado; en realidad sólo existe de nombre; lo poco de realidad de la Iglesia de Jesús ya no existe en Sardes, sino en una minoría insignificante y en pocas señales de vida; también este resto desaparecerá pronto, si no se le presta ayuda inmediatamente.
3 »Recuerda, pues, cómo has recibido y has escuchado y guárdalo y conviértete. Porque, si no estás alerta, vendré como ladrón, sin que sepas a qué hora vendré sobre ti.
Ante esta fachada de una actividad que ya no es cristiana sino exteriormente, que en realidad es una tapa de ataúd, suena, como una orden de mando claramente perceptible, la llamada a despertar de este sueño de muerte, de este cristianismo de apariencia, sin vida. En el buen consejo que sigue a continuación se menciona como medio de revivificación, en primer lugar el recuerdo de la atención vigilante y de la animada prontitud de la primera hora, cuando Sardes aceptó el Evangelio, y la Iglesia de Jesucristo se implantó entre ellos; este primer fervor deben volver a recobrar si la palabra de Dios ha de volver a ser fecunda en ellos, y por ellos en su contorno. Si la llamada a la conversión viene a quedar sin efecto, entonces no tardará en sobrevenir a los cristianos de Sardes un brusco y temeroso despertar, cuando totalmente impreparados se hallen frente al juez que vendrá inesperadamente (cf. Mat 24:42); la amenaza del juicio pone como una señal de alarma tras la primera exhortación.
4 »Pero tienes en Sardes unas pocas personas que no han manchado sus vestiduras, y andarán conmigo vestidos de blanco, porque son dignos.
Sin embargo, aun para Sardes, como siempre y en todas partes para la Iglesia en el mundo, no está todavía todo perdido; también entre tantos muertos hay todavía vivos, que frente al mal espíritu del conjunto con su desidiosa indiferencia, su costumbre vulgar, su inercia soñolienta, se han acreditado ante Dios como fieles e irreprochables en sus obras. Los que «no han manchado sus vestiduras», es decir, los que en sus acciones y en su conducta no han traicionado la nueva existencia que se les había otorgado en Cristo y su respectiva manifestaci6n externa, compartirán un día la majestad de su Señor glorificado («vestidos de blanco»). No la imagen engañosa y pasajera que ofrecemos aquí a los hombres, sino la figura que mostremos ante Dios por toda una eternidad, es lo único que tiene importancia en definitiva.
5 »El que venza, será así vestido con vestiduras blancas. No borraré jamás su nombre del libro de la vida, y proclamaré su nombre ante mi Padre y ante sus ángeles. 6 El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.»
Las promesas para el vencedor, con su primera imagen, empalman, como anteriormente la descripción de los buenos de Sardes, con la industria local de manufactura de la lana. El blanco puro y resplandeciente es en el Apocalipsis el color de la glorificación en el cielo de Dios y de los que son recibidos en él. La segunda imagen utiliza la idea del «libro de la vida» que se halla en el Antiguo Testamento (por ejemplo, Sal 69 [68] 29) como en el Nuevo (cf. Luc 10:20), y en éste con especial frecuencia en el Apocalipsis (Luc 13:8; Luc 17:8; Luc 20:12; Luc 21:27) y contiene la lista de los ciudadanos del cielo.
La tercera imagen repite la promesa de Jesús en el Evangelio (Mat 10:32; Luc 12:8), con la que él mismo sale personalmente fiador de la salud eterna de aquellos que no se retrajeron de confesarle a él, siguiendo este arduo y molesto camino aun contra el espíritu de su contorno mundano.
6. A LA IGLESIA DE FILADELFIA (Ap/03/07-13)
7a Y al ángel de la iglesia de Filadelfia escribe:
Filadelfia, antigua ciudad de Lidia, que unos ochenta años antes había sido gravemente sacudida por un terremoto, era desde entonces pequeña y sin importancia en comparación con las ciudades vecinas. Así también su comunidad cristiana era poco numerosa y se veía además expuesta a ataques de fuera, aunque era notable por su espíritu y su organización. Así pues, el Señor le expresa, como a los cristianos de Esmirna, su elogio incondicional. La tribulación parece haber sido originada, al igual que en Esmirna, por la hostilidad de los judíos. El objetivo principal de la carta es el de suscitar confianza, fortalecer la acreditada fidelidad y dar todavía nuevos ánimos.
7b «Esto dice el santo, el veraz, el que tiene la llave de David, el que abre sin que nadie pueda cerrar, el que cierra sin que nadie pueda abrir:
Cristo se introduce aquí con títulos que no provienen de la visión inaugural. En la quinta visión de los sellos (6,10) viene Dios invocado como «santo y veraz» por los mártires; en estos dos predicados revela Jesús su naturaleza divina, y con el tercero se acredita como el Mesías; unas palabras de Isa 22:22, que predicen a Eliaquim la colación del cargo de mayordomo de palacio, se interpreta aquí en sentido mesiánico, y la casa de David viene constituida en símbolo del reino mesiánico. Sólo Jesús decide quién es admitido en el reino de Dios del tiempo final y quién queda excluido de él.
8 »Conozco tus obras: mira que he dejado ante ti una puerta abierta que nadie puede cerrar; porque tienes poca fuerza y has guardado mi palabra y no has negado mi nombre. 9 Mira, voy a darte algunos de la sinagoga de Satán, que dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten: Mira, los voy a obligar a que vengan y se postren a tus pies, y sepan que te amo.
El pequeño grupo de los cristianos de Filadelfia, que por su número apenas si cuentan entre la población total, no ha perdido la seguridad ni se ha dejado intimidar por esta circunstancia; por el contrario, ha empleado con franqueza en la misión la fuerza de su fe viva. Lo que, sin embargo, quizá no había logrado hasta ahora, se lo promete el único que hace fructificar con su gracia todas las posibilidades misioneras de los hombres: la comunidad se acrecentará, y concretamente con algunos de las filas de sus más declarados y encarnizados adversarios. Llevará a éstos a la convicción de que los cristianos son ya el verdadero Israel de Dios, al que Dios mismo ha tomado amorosamente a su cargo en su Hijo. La predicción profética de que los paganos se inclinarán ante Israel (cf. Isa 45:14; Isa 49:23; Isa 60:14) se realizará ahora de tal manera que el primer pueblo elegido, que por su culpa había perdido esta vocación, preste este homenaje al nuevo pueblo de Dios de la alianza.
10 »Porque has guardado la consigna de mi constancia, también yo te guardaré en la hora de la prueba que ha de venir sobre todo el mundo para probar a los moradores de la tierra. 11 Voy en seguida. Mantén lo que tienes, para que nadie te quite la corona.
No sólo con este éxito visible, con el que el Señor quiere recompensar su fidelidad imperturbada, sino con una nueva acción va a demostrarles todavía su aprobación; así como abre a los judíos la puerta de acceso a ellos, quiere cerrarla ante ellos a los poderes de la persecución; él cuidará de que en la inminente persecución general de los cristianos no sufran pérdidas por apostasía. Aparte de esto, el tiempo de la tribulación es breve; luego vendrá el Señor y los recogerá para recompensarlos eternamente; la corona de la victoria presupone que, como en una competición deportiva, uno no se ha quedado atrás, sino que ha resistido hasta llegar a la meta.
12 »Al que venza, lo haré columna en el santuario de mi Dios, y no saldrá ya fuera jamás; sobre él escribiré el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la que baja del cielo, de junto a mi Dios, y mi nombre nuevo. 13 El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.»
Las promesas para el vencedor desarrollan todavía simbólicamente el contenido de esta recompensa definitiva. La imagen de la columna podría venir de una costumbre de la antigüedad: los jefes de ejércitos y los hombres de Estado hacían a veces erigir en los templos columnas votivas en las que estaban consignadas sus gestas especiales. Los fieles serán acogidos en el templo de Dios del cielo, no como estos objetos conmemorativos, sino en sus mismas personas; como una columna inamovible que adorna el edificio y al mismo tiempo lo sostiene, conservarán ellos para siempre este puesto honorífico irrevocable junto al trono de Dios.
Tres nombres vienen grabados en la columna; con este acto se indica no sólo la vinculación con los portadores del nombre, sino también una participación en su ser (el nombre equivale al ser; cf. comentario a 2,17). Por lo que hace a Cristo mismo, él dice expresamente que se trata de su «nuevo nombre», es decir, el nombre del Hijo del hombre glorificado y no del humillado. De la majestad de esta gloria, que es la del Padre mismo, participará el miembro de la ciudad de Dios en la celestial consumación (cf. 21,10s).
7. A LA IGLESIA DE LAODICEA (Ap/03/14-22)
14a Y al ángel de la iglesia de Laodicea escribe:
Laodicea de Frigia, junto al Lico, desde su fundación hacía unos cuatrocientos años, se había convertido en un rico centro comercial e industrial. Los tejidos de lino y lana representaban la principal actividad; los institutos bancarios habían alcanzado renombre hasta en Roma (Cicerón); allí había también una escuela especial de medicina y farmacia. Después del terremoto del año 60 d.C. la ciudad misma había llevado a cabo su reconstrucción con sus propios medios sin ayuda del Estado. En esta última carta se utilizan con especial abundancia las peculiaridades locales para dar forma a las imágenes.
14b «Esto dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el principio de la creación de Dios:
La iglesia de Laodicea es la única a la que no se dice una buena palabra; es una comunidad por la que se preocupaba ya el apóstol Pablo (Col 2:1), a la que había escrito también una carta (Col 4:16) y que, algunos decenios después falla completamente según el juicio de Cristo, y ello debido a su tibieza religiosa, de resultas de su falsa orientación hacia el mundo. Y sin embargo, tampoco a ella dirige el Señor sólo palabras de condenación; al final de la carta se hallan, como en ninguna otra de las siete cartas, las más tiernas palabras de amorosa solicitud.
Cristo se designa con el término hebraico de encarecimiento, «el Amén» (cf. Isa 65:16), personificado, que a continuación se explica como «el testigo fiel y veraz» (cf. 1,5): su palabra es absolutamente de fiar. él es también el primer principio de la creación entera (cf. Jua 1:3), al que por tanto está también referido siempre todo lo creado (Col 1:16 s); en él, pues, hallan los cristianos de Laodicea, cuando buscan el mundo, el verdadero acceso a éste, y el mundo mismo en su forma más primigenia.
15 »Conozco tus obras: que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! 16 Por eso, porque eres tibio, y no eres ni frío ni caliente, estoy para vomitarte de mi boca.
El hecho de que los laodiceos ensayen un compromiso entre ser cristianos y ser mundanos, los hace tan falsos y tan repugnantes para su Señor como un vaso de agua tibia; vienen ganas de vomitarlo. Nada a medias y nada del todo, un cojear de los dos lados (cf. lRe 18,21), ni contra Dios ni contra el mundo (cf. Mat 6:24; Mat 12:30), así siempre y en todas partes se arregla uno en el mundo con todos; sin embargo, tal cristianismo irresoluto es a juicio de Cristo más insulso que el verdadero paganismo, un cristiano sin carácter tiene para él menos valor que un pagano con firmeza de carácter. La veracidad y la fidelidad son su misma esencia; quien quiera ser de él tiene que congeniar con él a este respecto.
17 »Porque dices: Soy rico, y me he enriquecido, y de nada tengo necesidad, y no sabes que eres tú el desdichado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
Los cristianos de Laodicea son ricos de bienes de la tierra, por lo cual también la comunidad resplandece al exterior: vista desde fuera, no le falta nada; puede satisfacer todas las necesidades y obligaciones, hasta las caritativas, por ejemplo, y realmente lo hace. Es bien vista en el consorcio civil porque ha logrado la integración en el mundo; ahora bien, precisamente por esto los cristianos de esta ciudad no dan escándalo ni testimonio en este contorno (c. Mat 5:13 ) . Porque, cegados como están, no pueden ya ver esta misión que tienen para con el mundo, se ilusionan y llegan a juzgar de sí mismos que pueden hacer buena figura no sólo ante los hombres, sino también ante Dios. Con tal presunción de justicia procede el Señor en su juicio con el mayor rigor; con cinco adjetivos pone en claro el estado verdaderamente lastimoso de su iglesia de Laodicea.
18 »Te aconsejo que compres de mí oro acrisolado por el fuego, para enriquecerte, y vestiduras blancas, para vestirte y para que no quede descubierta la vergüenza de tu desnudez; y colirio, para ungir tus ojos y ver.
Lo que una vez había dicho el Señor acerca del pastor que habiendo perdido una oveja fue en su busca y no paró hasta encontrarla (Luc 15:4), él mismo lo hace en Laodicea; él mismo se ofrece para ayudarla. De él pueden ellos comprar oro de ley, que conserva su valor incluso en el cielo (cf. Mat 6:20) y ya en la tierra remedia su pobreza delante de Dios; sólo adornados con la justicia conferida por gracia (cf. Rom 1:17) podrán presentarse como conviene delante de Dios, como también la gracia de Cristo les da vista suficiente para conocerse de veras. Aquí es también digna de consideración la circunstancia de que el Señor ofrece todavía su gracia; queda salvaguardada la libertad del que ha de aceptarla y puede rechazarla. Las tres imágenes con que el Señor sensibiliza y ofrece su gracia necesaria están por lo demás en estrecha relación con las circunstancias locales de los bancos, telares y de la escuela superior de medicina y farmacia.
19 »Yo, a cuantos amo, reprendo y castigo. ¡Animo, pues, y conviértete! 20 Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él, y él conmigo.
La llamada a la conversión en la carta a Laodicea va seguida de unas palabras de solicitación amorosa. Con personas tan seguras de sí y tan convencidas de su propia justicia se alcanza más con un ruego amoroso que con una orden imperiosa. Así ruega el Señor como uno que, hallándose con la puerta cerrada, pide que se le deje entrar de nuevo en Laodicea, después que de antemano había en cierto modo excusado como expresión de su amor especial la gran dureza con que había debido tratarlos; en efecto, con un amor indulgente y condescendiente no se presta el menor servicio; en todo caso, Dios corrige y castiga a los que ama. La cena que el Señor piensa celebrar cuando logre entrar de nuevo volverá a sellar la amistad que había sido traicionada.
21 »Al que venza, lo haré sentar conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono. 22 El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.»
La promesa para el vencedor, con la indicación de que Jesús mismo hubo de conquistar con lucha su gloria e imperio en el trono del Padre (cf. Luc 24:26), se promete la participación en el señorío final de Dios sobre todas las cosas a aquellos que no se entregan al mundo, sino que a ejemplo suyo (Jua 16:33) lo vencen con la fuerza de su fe (cf. 1Jn 5:4).
Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje
Apo 1:4; Apo 16:20.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
— Sardes: Importante centro comercial a unos 50 km al sudeste de Tiatira.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
La carta a la iglesia en Sardis
Sardis era una ciudad con un pasado ilustre del cual estaba orgullosa, pero en los tiempos de Juan tenía menos motivos para vanagloriarse. Como capital del antiguo reino de Lidia, alcanzó el clímax de su riqueza alrededor de 700 a. de J.C. bajo Giges, conocido por los asirios como Gugu. Los judíos dieron a este rey el nombre de Gog y se lo consideraba un símbolo de los poderes del mal que se levantarán al fin de los tiempos. Fue muerto en un ataque sorpresivo de los cimerios. La ciudad se hundió en el olvido después de la conquista persa, pero recuperó algo de su prestigio cuando, por medio de la ayuda de Tiberio, fue reconstruida después de un terremoto en 17 d. de J.C. La iglesia de Sardis reflejaba la historia de la ciudad; en un tiempo tuvo prestigio por sus logros espirituales, pero ahora es taba sin vida (1). Otros dos elementos de la vida de la ciudad son reflejados en la carta. Sardis fue construida en una montaña y tenía una acrópolis que era considerada inexpugnable. “Capturar la acró polis de Sardis” era entre los griegos un proverbio para alcanzar lo imposible. Pero la acrópolis fue conquistada no menos de cinco veces, dos de ellas por falta de vigilancia. El paralelo con la falta de cuidado de la iglesia y su pobre situación es notable (2, 3). Sardis también era un centro de tejedurías y pretendía ser la primera en el negocio de lana teñida, lo que también parece reflejado en los vv. 4, 5.
1 El título es un eco de 1:4 y 16. El Señor resucitado posee los siete Espíritus de Dios; a la luz de las figuras de 1:4 esto parece representar al Espíritu Santo enviado a las siete iglesias. El Espíritu inspira la profecía y vivifica a los muertos; esta iglesia necesitaba escuchar las advertencias proféticas y buscar la vivificación de vida del Espíritu. Como en 2:1 las siete estrellas, las iglesias, están en las manos de Cristo tanto para sostener como para juzgar. No he hallado que tus obras hayan sido acabadas delante de Dios (2). ¡Pero no se menciona ninguna! La congregación de Sardis ne cesitaba las cualidades que tenía la iglesia de Tiatira: amor, fe, servicio, perseverancia. Si tenían alguna de ellas, o algo similar, en verdad estaban esforzándose poco para ponerlas en práctica. Nada de lo que ellos comenzaron llegó a ser completado. Por ello, la iglesia es llamada a estar vigilante (cf. Ef. 5:14) y a reforzar las cosas que quedan o sea todo aquello que es de Dios en la iglesia y que no ha muerto; también a acordarse de lo que ha recibido, o sea el evangelio de los apóstoles y su enseñanza sobre la vida cristiana; a guardarlo y arrepentirse (3) o sea el volverse a Dios como en su conversión. De otro modo, dice el Señor, vendrá como ladrón. La parábola del ladrón tiene un claro reflejo aquí (Mat. 24:43, 44; cf. 1 Tes. 5:2-4), como en Apoc. 16:15. Considerando el uso de este lenguaje en las cartas a Efeso y Pérgamo (2:5, 16), sin embargo, es probable que se tenga en vista una venida del Señor para juicio más bien que la posibili dad de que la iglesia padecerá juicio en la venida del Señor en poder y gloria.
4 Hay unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestidos o sea que han resistido la tentación al acomodamiento de sus vidas a las costumbres paganas de sus vecinos. De acuerdo con eso, ellos andarán con el Señor en vestiduras blancas. 5 La misma promesa se dirige al vencedor (cf. 19:7, 8). La santidad siempre es un don del Señor forjado en la vida del redimido. Nótese, además, que el vestirse de blanco se asocia con los festejos (como en 19:7, 8; cf. también Ecl. 9:8) y la victoria. Hay un complejo de ideas relacionado con este cua dro. En cuanto al concepto de ser borrado del libro de la vida, ver Exo. 32:32, donde la idea es de un registro de ciudadanos. En Dan. 12:1, Luc. 10:20; Fil. 4:3 y en este pasaje simboliza un registro de los ciudadanos del reino de Dios. El recono cimiento del Señor del vencedor es un eco de Mat. 10:32: “Yo también le confesaré delante de mi Padre.”
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
3.1 La ciudad opulenta de Sardis en ese momento estaba conformada por dos secciones. La sección antigua de la ciudad se hallaba en la montaña y, cuando aumentó excesivamente su población, se construyó una nueva sección en el valle inferior.3.1 Los «siete espíritus de Dios» es otro nombre que se le da al Espíritu Santo. Las «siete estrellas» son los mensajeros o líderes de las iglesias (véase 2.1).3.3 Se insta a la iglesia de Sardis a obedecer la verdad cristiana que había oído cuando creyó en Cristo, es decir, a volver a los fundamentos de la fe. Es importante crecer en nuestro conocimiento del Señor, profundizar nuestra comprensión mediante un estudio cuidadoso. Pero por mucho que aprendamos, nunca debemos abandonar las verdades fundamentales acerca de Jesucristo. El siempre será el Hijo de Dios, y su sacrificio por nuestros pecados es permanente. Ninguna nueva verdad de Dios irá en contra de esas enseñanzas bíblicas.3.5 Vestido de «vestiduras blancas» significa puesto aparte para Dios y hecho puro. Cristo promete honor futuro y vida eterna a quienes se mantienen firmes en su fe. Los nombres de todos los creyentes están registrados en el libro de la vida. Este libro simboliza que Dios conoce a quienes le pertenecen. A los tales se le garantiza la inscripción en el libro de la vida que se presentará ante las huestes de los cielos como pertenencia de Cristo (véase Luk 12:8-9).3.7 Filadelfia fue fundada por los ciudadanos de Pérgamo. Se estableció la comunidad en una zona fronteriza como una entrada a la meseta central del Asia Menor. Los de Filadelfia mantuvieron a los bárbaros alejados de la región e introdujeron la cultura y el idioma griego. La ciudad fue destruida por un terremoto en 17 d.C., luego del cual la gente quedó preocupada hasta el punto de que la mayoría vivía fuera de los límites de la ciudad.3.7 La llave de David representa la autoridad de Cristo para abrir la puerta hacia su reino futuro. Después que se ha abierto, nadie la puede cerrar. Está asegurada la salvación. Una vez que se cierra, nadie la puede abrir. El juicio es seguro.3.10 Algunos creen que «te guardaré de la hora de la prueba» significa que vendrá un tiempo de gran tribulación en el que los creyentes serán librados. Otros interpretan que la iglesia vivirá durante la época de la tribulación y que Dios la mantendrá firme en medio de ella. Otros creen que eso se refiere a tiempos de gran tribulación en general, los sufrimientos de la iglesia a través de los siglos. Cualquiera que sea el caso, el énfasis está en la obediencia paciente a Dios sin que importe lo que nos suceda.3.11 Los cristianos tienen diferentes dones, talentos, experiencias y niveles de madurez. Dios no espera que todos seamos iguales, pero sí está a la expectativa de que usemos nuestros dones para El. Se elogia a los de Filadelfia por su esfuerzo por obedecer (3.8) y se les anima a que retengan con firmeza lo que tienen. Usted podría ser un creyente nuevo y sentir que su fe y fortaleza espiritual son pequeñas. Use lo que tenga para vivir por Cristo y Dios lo reconocerá.3.12 La nueva Jerusalén es la residencia futura del pueblo de Dios (21.22). Tendremos una nueva ciudadanía en el reino futuro de Dios. Todo será nuevo, puro y seguro.3.14 Laodicea era la ciudad más opulenta de las siete que había en Asia. Se le conocía por su banca industrial, la manufactura de lana y la escuela de medicina que producía un medicamento para los ojos. Pero la ciudad siempre tuvo un problema con el suministro de agua. En cierta oportunidad se construyó un acueducto para transportar agua a la ciudad desde manantiales de agua caliente. Pero cuando el agua llegaba a la ciudad, no estaba ni caliente ni fría, solo tibia. La iglesia había llegado a ser tan insípida como el agua tibia que llegaba a la ciudad.3.15 El agua tibia es desagradable. La iglesia de Laodicea se había vuelto tibia y por lo tanto era desagradable y repugnante. Los creyentes no adoptaban una posición firme. La indiferencia los había conducido a la ociosidad. Al dejar de hacer algo por Cristo, la iglesia se había endurecido y estaba satisfecha de sí misma. Estaba destruyéndose. No hay nada más desagradable que un cristiano solo de nombre que es autosuficiente. No se conforme con seguir a Dios a medias. Permita que Cristo avive su fe, y póngala en acción.3.17 Algunos creyentes suponían equivocadamente que la abundancia de bienes materiales eran indicio de la bendición espiritual de Dios. Laodicea era una ciudad rica y la iglesia también lo era. Pero lo que la iglesia pudo ver y comprar llegó a ser más valioso para ellos que lo que no se ve y es eterno. La riqueza, el lujo y la comodidad pueden convertir a las personas en confiadas y satisfechas de sí mismas. Pero por mucho que usted tenga, no tiene nada si no posee una relación vital con Cristo. ¿De qué forma influye su nivel económico actual en su vida espiritual? En vez de concentrarse en la comodidad y el lujo, busque su verdadera riqueza en Cristo.3.18 A los de Laodicea se les conocía por su gran riqueza, pero Cristo les dijo que debían comprar oro de El (el verdadero tesoro espiritual). La ciudad estaba orgullosa de su ropa e industrias de tintorería, pero Cristo les dijo que debían comprar vestiduras blancas de El (su justicia). Laodicea se enorgullecía de su ungüento precioso para los ojos que curaba muchos problemas de la vista, pero Cristo les dijo que compraran medicina de El para curar sus ojos a fin de que vieran la verdad (Joh 9:39). Cristo les estaba mostrando a los de Laodicea que los verdaderos valores no radican en los bienes materiales sino en una buena relación con Dios. Sus posesiones y logros no tenían valor, comparados con el futuro eterno del reino de Cristo.3.19 Dios castigaría a esta iglesia tibia a menos que se apartara de su indiferencia y se volviera a El. Su propósito al disciplinar no es castigar sino atraer a la gente hacia El. ¿Es usted tibio en su devoción a Dios? Tal vez Dios lo discipline para ayudarle a salir de su indiferencia; pero lo hará porque lo ama. Usted puede evitar la disciplina de Dios buscándole una vez más mediante la confesión, la oración, la adoración y el estudio de su Palabra. Así como la chispa de amor puede volver a encenderse en el matrimonio, de igual modo el Espíritu Santo puede reavivar nuestro fervor por Dios cuando le permitimos obrar en nuestro corazón.3.20 La iglesia de Laodicea era rica y se sentía satisfecha de sí misma, pero no contaba con la presencia de Cristo. El estaba llamando a la puerta del corazón de los creyentes, pero ellos estaban tan ocupados disfrutando de los placeres mundanos que ni se daban cuenta de que El intentaba entrar. Los placeres de este mundo -dinero, seguridad, bienes materiales- pueden ser peligrosos porque su satisfacción temporal nos puede volver indiferentes al ofrecimiento de Dios de darnos satisfacción eterna. Si descubre que es indiferente a la iglesia, a Dios o a la Biblia, ha empezado a sacar a Dios de su vida. Siempre déjele abierta a Dios la puerta de su corazón, y así lo oirá cada vez que llame. Dejar que entre es su única esperanza de satisfacción total.3.20 Jesucristo está llamando a la puerta de nuestro corazón cada vez que sentimos que debemos volver a El. Desea tener amistad con nosotros y quiere que le abramos la puerta. El es paciente y persiste en su intento de llegar a nosotros, sin irrumpir y entrar, sino llamando. Nos permite decidir si le entregamos o no la vida a El. ¿Mantiene su poder y presencia transformadora intencionalmente al otro lado de la puerta?3.22 Al final de cada carta a estas iglesias se exhorta a los creyentes a que escuchen y tomen en serio lo que se les había escrito. Aunque el mensaje dirigido a cada iglesia es diferente, contiene advertencias y principios para todos. ¿Cuál de las cartas habla más directamente a su iglesia? ¿Cuál tiene el mayor énfasis en su propia condición espiritual en este momento? ¿Cómo reaccionará usted?LAS CARTAS A LAS SIETE IGLESIASEfeso : 2.1-7Elogio:Arduo trabajo, pacienciaRegaño:Dejó el primer amorAcción :Recuerda y arrepiénteteEsmirna : 2.8-11Elogio:Tribulación, pobrezaRegaño:NingunoAcción :No temas, sé fielPérgamo : 2.12-17Elogio:Fieles a la feRegaño:PermisivaAcción :arrepiénteteTiatira : 2.18-29Elogio:Amor, fe, servicioRegaño:InmoralidadAcción :arrepiénteteSardis : 3.1-6Elogio:EficazRegaño:SuperficialAcción :Sé vigilante y arrepiéntateFiladelfia : 3.7-13Elogio:FielRegaño:NingunoAcción :Retén lo que tienesLaodicea : 3.14-22Elogio:NingunaRegaño:TibiaAcción :Sé celoso y arrepiénteteEste resumen de las cartas a las siete iglesias nos enseña las cualidades que nuestras iglesias deben buscar y las que debemos evitar.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
REFERENCIAS CRUZADAS
a 148 Rev 2:1
b 149 Rev 1:4; Rev 4:5
c 150 Rev 1:16
d 151 Stg 2:26
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
1 (1) La palabra griega significa el remanente, lo restante, o la restauración : Como señal, la iglesia en Sardis prefigura a la iglesia protestante, desde la Reforma hasta la segunda venida de Cristo. La Reforma fue la reacción de Dios a la apóstata Iglesia Católica Romana, la cual es tipificada por la degradada iglesia en Tiatira. La Reforma fue llevada a cabo por una minoría de creyentes, el remanente. Por consiguiente, fue una restauración efectuada por el remanente.
1 (2) Los siete Espíritus de Dios hacen que la iglesia esté llena de vida, y las siete estrellas hacen que brille intensamente. Para la iglesia en Efeso, Cristo era Aquel que tenía las siete estrellas y andaba en medio de los siete candeleros. La iglesia primitiva necesitaba que Cristo la cuidara, y los líderes de la iglesia necesitaban que Su gracia los guardara. Para la iglesia en Esmirna, Cristo era el que estuvo muerto y vivió de nuevo. La iglesia sufriente necesitaba la vida de resurrección de Cristo. Para la iglesia en Pérgamo, Cristo era Aquel que tenía la espada aguda de dos filos. La iglesia degradada y mundana necesitaba la palabra de Cristo que juzga y mata. Para la iglesia en Tiatira, era Aquel que tenía ojos como llama de fuego y pies semejantes al bronce bruñido. La iglesia apóstata necesitaba que Cristo la escudriñase y juzgase. Aquí, para la iglesia en Sardis, era Aquel que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas. La iglesia muerta y reformada necesitaba el Espíritu de Dios siete veces intensificado y los líderes resplandecientes. El Espíritu siete veces intensificado es viviente y no puede ser reemplazado por la letra muerta del conocimiento ( 2Co_3:6).
1 (3) Muchos consideran que la iglesia protestante reformada es viviente, pero el Señor dice que está muerta. Por lo tanto, necesita los Espíritus vivientes y las estrellas brillantes.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
Sardis. La capital de la antigua Lidia, situada a unos 48 km. al S de Tiatira. El culto al emperador era allí muy fuerte.
estás muerto. I.e., carente de vida y poder espirituales.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
26 (e) A Sardes (3,1-6). 1. los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: Véase 1,4.16.20. Jesús resucitado tiene poder sobre los ángeles (cf. Flp 2,10; Heb 1,4-14; 2,5-9). 3. vendré como un ladrón, sin que sepas a qué hora llegaré: En 16,15, la imagen del ladrón es empleada como expresión de la crisis general del final. Aquí se trata de la amenaza de un juicio más particular, como la realizada contra Jezabel y sus seguidores (2,22-23). 4. Tienes en Sardes unos cuantos nombres: El término «nombres» sugiere un registro o una lista. Puede ser una alusión al libro de la vida (véase 3,5; 13,8; 17,8; 20,12.15; 21,27). que no han contaminado sus vestidos: Vestidos contaminados pueden ser un símbolo general del pecado (cf. Zac 3,3-5). Otra posibilidad es que los vestidos limpios simbolicen la purificación y el nuevo comienzo con el bautismo, que han mantenido sólo algunos de la comunidad de Sardes, vestidos de blanco se pasearán conmigo, porque son dignos: Los «vestidos blancos» simbolizan los cuerpos glorificados que los creyentes recibirán tras su muerte o en el tiempo de la resurrección (véase 6,11; 7,9.13; cf. 2 Cor 5,4; Asís 4,16; Herm[s] 8,2.3). 5. el libro de la vida: Originalmente era una lista de los nombres de quienes sobrevivirían a la manifestación de la ira de Dios (Mal 3,16-4,3); en el Ap, se trata de la lista de los que entrarán en la nueva Jerusalén (21,27).
27 (f) A Filadelfia (3,7-13). 7. el que tiene la llave de David; el que abre y nadie cierra, cierra y nadie abre: Esta identificación alude a Is 22,22, donde se describe al nuevo asistente que tiene la autoridad máxima sobre el acceso personal al rey. En esta perspectiva, Jesús resucitado es simbólicamente presentado como el único mediador entre la humanidad y Dios. 8. te he puesto delante una puerta abierta que nadie puede cerrar: Esta promesa desarrolla la imagen del v. 7; los cristianos tienen acceso a Dios mediante Jesús, y nadie podrá privarlos de esto. Puesto que en el siguiente versículo se menciona a los judíos, la cuestión de los mediadores y del acceso a Dios puede haber sido objeto de controversia entre los judíos y los cristianos de esta localidad. 9. La sinagoga de Satanás: Véase el comentario sobre 2,9. haré que salgan a postrarse a tus pies: Se promete para el futuro la vindicación pública de la iglesia contra sus adversarios. 10. te guardaré en la hora de la prueba: Esta promesa no significa que los cristianos de Filadelfia serán liberados de los sufrimientos del final o de la muerte, sino que el que habla les apoyará en sus sufrimientos para que puedan perseverar. 12. columna en el templo de mi Dios: Esta promesa anticipa la visión de la nueva Jerusalén, en la que ya no hay templo como edificio, sino relación directa y convivencia entre Dios y el pueblo (21,22; 22,3-4).
28 (g) A Laodicea (3,14-22). 17. tú dices que eres rico: Al parecer, los cristianos de Laodicea eran ricos y pertenecían relativamente a la alta sociedad de la ciudad. Al tener acomodo social y buena posición económica, se sentían satisfechos de sí mismos, eres desgraciado, miserable y pobre: Esta audaz retórica implica la inversión del mensaje a Esmirna, donde se declara ricos a los económicamente pobres. 18. te aconsejo que me compres oro acendrado: Se exhorta a los cristianos de Laodicea a dar testimonio de su fe cristiana, incluso aunque este testimonio les lleve al rechazo social, a la posible persecución y acusación ante los tribunales, y a la muerte. 20. mira que estoy a la puerta llamando: Este dicho metafórico, a primera vista, se refiere al futuro (cf. v. 11). Sin embargo, lo que sigue se refiere al presente, si uno escucha mi llamada y abre la puerta: Puede ser que la indiferencia de los cristianos de Laodicea o su preocupación por su posición les hubiera llevado a no ser hospitalarios con Juan cuando viajó a Asia, y a rechazar sus enseñanzas. El dicho sugeriría que todo el que reciba a semejante maestro está recibiendo a Cristo (cf. Mt 10,41-42). cenaré con él y él cenará conmigo: La referencia a una comida puede aludir a la cena del Señor. 21. El vencedor se sentará conmigo en mi trono, pues también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono; La entronización de Jesús al lado de Dios es una sorprendente imagen de su igualdad (cf. 1,14.15.17). Cuando Juan escribía, los cristianos formaban el reino de Dios; ellos reconocían el gobierno de Dios. En la era nueva, ellos compartirían ese gobierno sobre la nueva creación (2,26-27; 5,10; 22,5).
Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo
[5] El Libro de la Vida aquí es el rollo de todos los vivos, y no el Libro de la Vida de El Cordero que contiene los nombres de los redimidos.
[6] Una congregación Israelita verdaderamente apartada rehusándose negar el Nombre verdadero de YHWH.
[7] Véase la nota para Rev 2:9.
[8] Protección celestial durante la Gran Tribulación, y el “Día de YHWH” y ciertamente no una referencia al tal llamado “rapto.”
[9] Tome en cuenta que Yahshua tiene el mismo Eloah sobre El como nosotros. Ese sería El Padre-YHWH.
[1] Yahshua y El Padre YHWH comparten el mismo trono. Dualidad de poderes en uno.
[4] Sino que han conservado la inocencia, representada en la blanca túnica que vistieron al bautizarse.[7] De la Iglesia. Is 22, 22.[21] Al mundo, al demonio y a la carne.
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero
Fuente: Notas Torres Amat