Comentario de 1 Juan 5:16 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Si alguno ve que su hermano comete pecado que no es de muerte, pedirá, y se le dará vida; digo, a los que no pecan de muerte. Hay pecado de muerte, acerca del cual no digo que se pida.

5:16 — “Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida.” Este versículo es una ilustración o ejemplo de lo que ya se ha expuesto en los versículos 14 y 15; es decir, que Dios da al cristiano que pide. Tenemos la seguridad de que Dios nos oirá, si pedimos por algún hermano que está pecando no a muerte, porque Dios le perdonará; le dará vida (espiritual). Sí, Dios nos oye. Este es el punto del contexto. Ahora, dado que hay “pecado de muerte” (pecado a muerte, dice el texto griego), no hemos de pensar que Dios concederá nuestras peticiones hechas a favor de algún hermano pecando así. En tal caso no hay base de confianza respecto a que Dios nos oiga. Pero sí la hay en el primer caso propuesto.

Juan dice esto: Dios nos oye cuando oramos. Por ejemplo vimos (aoristo = acto singular en el pasado) a un hermano cometiendo un pecado que no tiende a muerte. Oramos por él. No digo, por cualquier hermano. Hablo de un caso en que es un hermano que está pecando no con tendencias hacia la muerte. Si oramos por él, Dios nos oirá. Le perdonará a tal hermano. Ahora, hay otros casos en que están pecando algunos hermanos, pero por éstos no hemos de pedir nada, con la expectación de que nos oiga. ¿Quiénes son éstos? Pues son hermanos que están pecando con tendencias hacia la muerte. No tenemos razón por qué confiar en que Dios les perdone. Pero, por los otros, sí les perdona. Por eso oramos por los tales y Dios nos oye.

El caso era tal que uno podía ver si valía orar por el hermano con la confianza de que Dios le perdonara. Los gnósticos estaban entregados a la sensualidad y así iban hacia la muerte espiritual eterna. Por nada se arrepentirían porque no admitían tener pecado (1:8). Orar por los tales no resultaría en su restauración. Pero al ver a un hermano, pecando como en el caso tratado en 1:9, 2:1,2, si oramos, por éste, Dios nos concederá nuestra petición (porque este hermano va a arrepentirse, confesar su pecado, y pedirle a Dios perdón). Su actitud en el pecado no es una de tendencia hacia la muerte.

El cristiano que peca puede ser perdonado, si confiesa sus pecados (1:9). Debemos confesar nuestros pecados y orar los unos por los otros (Stg 5:16). No debemos pecar, pero si cometemos algún pecado o pecados, arrepentidos podemos pedirle a Dios perdón por Jesucristo (2:1,2). La actitud del cristiano débil, al verse en pecado o al verse culpable de pecado, es una actitud sana. Busca el perdón de Dios en seguida. Los demás cristianos pueden ver esta actitud en él. Por eso al ver un caso semejante, debemos orar por los tales, con la confianza de que Dios dará respuesta a nuestra petición. Dará vida para los tales.

Pero “hay pecado de (a) muerte;” es decir, hay quienes tienen tal actitud que les llevará a la muerte espiritual eterna. Por los tales no hay que orar. No se nos prohíbe orar por ellos, pero tampoco podemos tener la confianza mencionada en el versículo 14. Los de tal actitud no pueden ser salvados, porque no van a arrepentirse y confesar sus pecados. Como los fariseos (Mat 12:24-32), y los hermanos judaizantes apóstatas (Heb 6:4-6; Heb 10:26-31) (véanse mis comentarios allí en NOTAS SOBRE HEBREOS), aquí en 1 Juan se hace referencia a tales como los que irían tras los gnósticos, al negar la encarnación de Jesús y llevar vida mundana bajo el pretexto de tener “conocimiento” especial y comunión con Dios por medio del gnosticismo. Tal actitud en los hermanos sería una cosa visible y viendo tal caso, no valdría la pena pedir por los tales. No es cuestión de juzgar el corazón de otro, sino de actuar según vemos.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

pedirá, y Dios le dará vida. Gén 20:7, Gén 20:17; Éxo 32:10-14, Éxo 32:31, Éxo 32:32; Éxo 34:9; Núm 12:13; Núm 14:11-21; Deu 9:18-20; 2Cr 30:18-20; Job 42:7-9; Sal 106:23; Eze 22:30; Amó 7:1-3; Stg 5:14, Stg 5:15.

Hay pecado de muerte. Núm 15:30; Núm 16:26-32; 1Sa 2:25; Jer 15:1, Jer 15:2; Mat 12:31, Mat 12:32; Mar 3:28-30; Luc 12:10; 2Ti 4:14; Heb 6:4-6; Heb 10:26-31; 2Pe 2:20-22.

yo no digo que se pida. Jer 7:16; Jer 11:14; Jer 14:11; Jer 18:18-21; Jua 17:9.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Un creyente debe interceder por un hermano cristiano que peca, siempre que:

(1) el creyente viere al hermano cometer pecado y

(2) el pecado no sea de muerteMuerte se puede referir a la muerte física o a la muerte espiritual, aunque aquí probablemente se trata de la muerte física.

dará vida: El creyente puede orar con confianza, sabiendo que el deseo de Dios es que los creyentes pecadores dejen de pecar.

pecado de muerte se puede referir a blasfemar el Espíritu Santo, rechazar a Cristo como Salvador, rechazar la humanidad o deidad de Jesús, a un pecado específico como el asesinato (1Jn 3:12, 1Jn 3:14) o a una vida de pecado habitual. Sea lo que fuere, parece que el pecado es una violación flagrante de la santidad de la comunidad cristiana (Hch 5:1-11; 1Co 5:5; 1Co 11:30). En otras palabras, Juan nos exhorta a ayudar a los hermanos creyentes que están alejados; podemos ser las herramientas que Dios usa para restaurar a la verdadera comunión a un hermano que yerra.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

PEDIRA Y DIOS LE DARA VIDA. Juan se refiere a un tipo de oración conforme a la voluntad de Dios en la que se puede confiar que será contestada (cf. vv. 1Jn 5:14-15). es decir, la oración por los creyentes espiritualmente débiles que necesitan la oración del pueblo de Dios para ministrarles vida y gracia. Las condiciones que guían tal oración son las siguientes:

(1) La persona que necesita oración debe ser hermano o hermana en Cristo, es decir, un creyente que ha cometido pecado sin intención ni deliberación, y cuyo pecado no incluye una rebelión voluntaria contra Dios (véase la nota que sigue).

No han cometido pecado que les ocasione la muerte espiritual (cf. Rom 8:13); todavía tienen vida espiritual, pero están espiritualmente débiles. Están arrepentidos y desean estar libres de todo lo que desagrada a Dios, aunque necesitan ayuda para vencer el poder de Satanás y el pecado.

(2) Por tales personas la iglesia debe orar para que Dios les dé «vida», que aquí significa la restauración de la fortaleza espiritual y la gracia de Dios (véase el ARTÍCULO LA FE Y LA GRACIA, P. 1582. [Rom 5:21]), que están bajo la amenaza del pecado (cf. Rom 8:26; 2Co 3:6; 1Pe 3:7). Dios promete contestar esa oración.

(3) Por los antiguos creyentes, que han cometido un pecado que «no sea de muerte» (i.e., muerte espiritual), la iglesia no puede orar con la seguridad de que Dios dará más gracia y vida. Esa clase de pecado incluye la transgresión voluntaria que proviene del rechazo deliberado de la obediencia a Dios (véase el ARTÍCULO LAS OBRAS DE LA CARNE Y EL FRUTO DEL ESPIRITU, P. 1678. [Gál 5:22-23]). Tales personas, habiendo muerto espiritualmente, pueden recibir vida solo si se arrepienten y se vuelven a Dios (véase Rom 8:13, nota).

Se debe pedir que la voluntad de Dios dirija de tal manera las circunstancias de su vida que puedan tener la oportunidad de aceptar una vez más la salvación de Dios en Cristo.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Juan ilustra la oración conforme a la voluntad de Dios con el ejemplo específico del «pecado de muerte». Podría tratarse de pecado premeditado y no confesado que lleva a que el Señor determine poner fin a la vida del creyente. No es un pecado en particular como los actos homosexuales o la mentira, sino cualquier pecado que colme la tolerancia de Dios. Si un creyente rehúsa arrepentirse de un pecado y abandonarlo, esto puede conducir tarde o temprano a su muerte física como resultado del juicio de Dios (Hch 5:1-11; 1Co 5:5; 1Co 11:30). Ninguna oración intercesora será eficaz a favor de quienes hayan cometido un pecado tan deliberado e insolente, lo cual significa que la disciplina de Dios con la muerte física es inevitable en esos casos porque Dios quiere preservar la pureza de su iglesia (vea las notas sobre 1Co 5:5-7). El contraste entre la frase «hay pecado de muerte» y «hay pecado no de muerte» indica que el escritor distingue entre pecados que conducen a la muerte física y otros pecados. Esto no implica que deba hacerse alguna diferencia entre pecados graves o leves (mortales o veniales), sino que no todos los pecados son juzgados por Dios de esa manera.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

5:16 — “Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida.” Este versículo es una ilustración o ejemplo de lo que ya se ha expuesto en los versículos 14 y 15; es decir, que Dios da al cristiano que pide. Tenemos la seguridad de que Dios nos oirá, si pedimos por algún hermano que está pecando no a muerte, porque Dios le perdonará; le dará vida (espiritual). Sí, Dios nos oye. Este es el punto del contexto. Ahora, dado que hay “pecado de muerte” (pecado a muerte, dice el texto griego), no hemos de pensar que Dios concederá nuestras peticiones hechas a favor de algún hermano pecando así. En tal caso no hay base de confianza respecto a que Dios nos oiga. Pero sí la hay en el primer caso propuesto.
Juan dice esto: Dios nos oye cuando oramos. Por ejemplo vimos (aoristo = acto singular en el pasado) a un hermano cometiendo un pecado que no tiende a muerte. Oramos por él. No digo, por cualquier hermano. Hablo de un caso en que es un hermano que está pecando no con tendencias hacia la muerte. Si oramos por él, Dios nos oirá. Le perdonará a tal hermano. Ahora, hay otros casos en que están pecando algunos hermanos, pero por éstos no hemos de pedir nada, con la expectación de que nos oiga. ¿Quiénes son éstos? Pues son hermanos que están pecando con tendencias hacia la muerte. No tenemos razón por qué confiar en que Dios les perdone. Pero, por los otros, sí les perdona. Por eso oramos por los tales y Dios nos oye.
El caso era tal que uno podía ver si valía orar por el hermano con la confianza de que Dios le perdonara. Los gnósticos estaban entregados a la sensualidad y así iban hacia la muerte espiritual eterna. Por nada se arrepentirían porque no admitían tener pecado (1:8). Orar por los tales no resultaría en su restauración. Pero al ver a un hermano, pecando como en el caso tratado en 1:9, 2:1,2, si oramos, por éste, Dios nos concederá nuestra petición (porque este hermano va a arrepentirse, confesar su pecado, y pedirle a Dios perdón). Su actitud en el pecado no es una de tendencia hacia la muerte.
El cristiano que peca puede ser perdonado, si confiesa sus pecados (1:9). Debemos confesar nuestros pecados y orar los unos por los otros (Stg 5:16). No debemos pecar, pero si cometemos algún pecado o pecados, arrepentidos podemos pedirle a Dios perdón por Jesucristo (2:1,2). La actitud del cristiano débil, al verse en pecado o al verse culpable de pecado, es una actitud sana. Busca el perdón de Dios en seguida. Los demás cristianos pueden ver esta actitud en él. Por eso al ver un caso semejante, debemos orar por los tales, con la confianza de que Dios dará respuesta a nuestra petición. Dará vida para los tales.
Pero “hay pecado de (a) muerte;” es decir, hay quienes tienen tal actitud que les llevará a la muerte espiritual eterna. Por los tales no hay que orar. No se nos prohíbe orar por ellos, pero tampoco podemos tener la confianza mencionada en el versículo 14. Los de tal actitud no pueden ser salvados, porque no van a arrepentirse y confesar sus pecados. Como los fariseos (Mat 12:24-32), y los hermanos judaizantes apóstatas (Heb 6:4-6; Heb 10:26-31) (véanse mis comentarios allí en NOTAS SOBRE HEBREOS), aquí en 1 Juan se hace referencia a tales como los que irían tras los gnósticos, al negar la encarnación de Jesús y llevar vida mundana bajo el pretexto de tener “conocimiento” especial y comunión con Dios por medio del gnosticismo. Tal actitud en los hermanos sería una cosa visible y viendo tal caso, no valdría la pena pedir por los tales. No es cuestión de juzgar el corazón de otro, sino de actuar según vemos.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA ESENCIA DEL PECADO

1 Juan 5:16-17 (conclusión)

En primer lugar, tratemos de fijar más exactamente el sentido del pecado de muerte. En griego se dice que es el pecado pros thánaton. Eso quiere decir el pecado que va hacia la muerte, el pecado cuyo fin es la muerte, el pecado que, si se continúa en él, debe acabar en muerte. Lo terrible de él no es tanto lo que es en sí mismo sino dónde termina si uno persiste en él.

Es un hecho de experiencia que hay dos clases de pecadores. Por una parte está la persona que se puede decir que peca contra su voluntad; peca porque es arrastrada por la pasión o el deseo, que en ese momento son demasiado fuertes para ella. Su pecado no es tanto cuestión de elección como de impulso irresistible. Por otra parte está la persona que peca deliberadamente, siguiendo a propósito su propio camino, aunque plenamente consciente de que es equivocado.

Ahora bien, estas dos personas fueron iguales en un principio. Es la experiencia de todos nosotros que la primera vez que se hace algo malo se hace con retraimiento y temor; y, después de haberlo hecho, se siente dolor y remordimiento y pesar. Pero, si se permite una y otra vez coquetear con la tentación y caer, en cada ocasión el pecado se hace más fácil; y, si cree evitar las consecuencias, en cada ocasión el disgusto y el remordimiento y el arrepentimiento se hacen cada vez menores; y por último se alcanza un estado en el que se puede pecar sin ningún temor. Es precisamente ese el pecado que conduce a la muerte. Mientras una persona, en lo más íntimo de su corazón, aborrezca el pecado y se aborrezca a sí misma por caer en él; mientras se dé cuenta de que está pecando, no se encuentra demasiado lejos del arrepentimiento; y, por tanto, nunca está fuera de la esfera del perdón; pero una vez que empieza a complacerse en el pecado y a considerarlo el curso de acción de su vida, va de camino a la muerte, porque se dirige a un estado en el que la idea del arrepentimiento no puede entrar en sus cálculos.

El pecado de muerte es el estado de la persona que ha escuchado el pecado y se ha negado a escuchar a Dios tan a menudo que ama su pecado y lo considera la cosa más normal y agradable del mundo.

ORANDO POR EL HERMANO QUE PECA

1 Juan 5:16-17

Si alguien ve cometer a su hermano un pecado que no es de los que conducen a la muerte, que pida vida para él, y se le concederá; me refiero a los que cometen un pecado que no es de los que conducen a la muerte.

Hay pecados que conducen a la muerte; no es por esos por los que os decía que se debe pedir. Toda maldad es pecado; pero hay pecados que no conducen a la muerte.

Sin duda este es uno de los pasajes más difíciles e inquietantes. Antes de enfrentarnos con sus problemas, consideremos sus certezas.

Juan acaba de hablar acerca del privilegio cristiano de la oración; y ahora pasa a referirse específicamente a la oración por el hermano que necesita que se ore por él. Es muy significativo que, cuando Juan habla acerca de una clase de oración, no es la oración por nosotros mismos, sino por otros. Nuestra oración no debe ser nunca egoísta; no debe concentrarse exclusivamente en nosotros mismos y nuestros problemas y necesidades. Debe ser una actividad hacia fuera de nosotros. Como decía Westcott: » La meta de la oración es la perfección de todo el Cuerpo de Cristo.»

Una y otra vez hacen hincapié los autores del Nuevo Testamento en la necesidad de esta oración de intercesión. Pablo escribe a los tesalonicenses: » Hermanos, orad por nosotros» (1Ts 5:25 ). El autor de Hebreos dice: » Orad por nosotros» (He 13:18 s). Santiago dice que, si alguien está enfermo, debe llamar a los ancianos para que oren por él (Stg 5:14 ). El consejo de Pablo a Timoteo es que se haga oración por todo el mundo (1 Timoteo 2:1 ). El cristiano tiene el tremendo privilegio de llevar a su hermano al trono de la gracia. Hay tres cosas que decir sobre esto.

(i) Naturalmente que debemos orar por los que están enfermos, e igualmente por los que se apartan de Dios. Debería ser lo mismo de natural el orar por la sanidad de las almas como lo es por la sanidad de los cuerpos. Puede ser que no haya nada más grande que podamos hacer por la persona que se descarna y que está en peligro de naufragar en su vida espiritual que encomendarla a la gracia de Dios.

(ii) Pero hay que tener presente que, cuando hemos orado por la persona, ahí no termina nuestra responsabilidad. En esto, como en todas las demás cosas, nuestra primera responsabilidad es buscar la manera de que nuestras oraciones se hagan realidad. A menudo será nuestro deber hablar con la persona. No debemos conformarnos con hablarle a Dios acerca de ella, sino también con ella acerca de sí misma. Dios necesita un canal por el que pueda fluir Su gracia y un agente mediante el cual actuar; y bien puede ser que hayamos de ser Su voz e instrumento en ese caso.

(iii) Ya hemos pensado antes sobre la base y el principio de la oración; pero aquí nos encontramos con una limitación de la oración. Bien puede ser que Dios quiera contestar nuestra oración; bien puede ser que oremos con toda la sinceridad de nuestro corazón, pero el propósito de Dios y nuestra oración los puede frustrar la persona por la que oramos. Si oramos por un enfermo que desobedece a sus médicos y actúa estúpidamente, nuestra oración se frustrará. Puede que Dios impulse, insista, advierta, ofrezca; pero ni siquiera Dios puede violar la libertad de acción que Él mismo nos ha dado a todos. Es a menudo la insensatez de la persona la que frustra nuestras oraciones y cancela la gracia de Dios.

EL PECADO QUE CONDUCE A LA MUERTE

1 Juan 5:16-17 (continuación)

En este pasaje se nos habla del pecado que conduce a la muerte y del que no. Algunas traducciones, entre ellas la Autorizada inglesa, lo traducen por el pecado » mortal» . La Reina-Valera lo llama » pecado de muerte.»

Se han hecho muchas sugerencias sobre lo que quiere decir. Los judíos distinguían dos clases de pecados. Había pecados que una persona cometía involuntariamente o, por lo menos, no deliberadamente. Estos eran los pecados que se podían cometer por ignorancia, o dominados por algún impulso arrollador, o en algún momento de intensa emoción en que las pasiones son demasiado fuertes para que las sujete la voluntad en la trailla. Por otra parte estaban los pecados de la mano levantada y el corazón soberbio, los pecados que uno cometía deliberadamente, en los que seguía su propio camino sabiendo que era contrario al de Dios. Era por la primera clase de pecados por los que el sacrificio hacía expiación; pero por los pecados del corazón soberbio y de la mano alzada no se podía hacer expiación de ninguna manera.

Plummer recoge tres sugerencias. (i) Los pecados de muerte puede que sean pecados que se castigan con la muerte. Pero está claro que este pasaje no está considerando los pecados que son una infracción de leyes hechas por los hombres, por muy serios que sean. (ii) Los pecados de muerte puede que sean pecados que Dios visita con la muerte. Pablo escribe a los corintios que, a causa de su conducta indigna a la Mesa del Señor, hay muchos entre ellos enfermos y muchos que han dormido, es decir, que han muerto (1Co 11:30 ); y se sugiere que se refiere a los pecados que son tan serios que Dios envía la muerte. (iii) Los pecados de muerte puede que sean los que se castigan con la excomunión de la Iglesia.

Cuando Pablo escribe a los corintios acerca de un pecador notorio al que no han tratado adecuadamente, demanda que sea «entregado a Satanás.» Esa era la fórmula de la excomunión. Pero Pablo pasa a decir que, aunque este castigo es muy severo y doloroso, y aunque sus consecuencias pueden ser temibles, lo que se desea es salvar el alma de la persona en el Día del Señor Jesús (1Co 5:5 ). Es un castigo que no acaba en muerte. Ninguna de estas explicaciones nos satisface del todo.

Hay otras tres sugerencias para la identificación de este pecado de muerte.

(a) Hay una línea de pensamiento en el Nuevo Testamento que apunta al hecho de que algunos mantenían que no había perdón para el pecado después del bautismo. Creían que el Bautismo limpiaba de todos los pecados pasados, pero que después del Bautismo ya no se perdonaban más. Hay un eco de esa línea de pensamiento, o su causa, en Hebreos: » Es imposible restaurar otra vez mediante arrepentimiento a los que ya han sido iluminados, que han saboreado el don celestial y han llegado a entrar en la comunión del Espíritu Santo, y han saboreado la dulzura de la Palabra de Dios y los poderes de la edad por venir, si entonces cometen apostasía» (He 6:4-6 ). En la terminología cristiana original el ser iluminado se usaba frecuentemente como un término técnico para ser bautizado. Era de hecho esa creencia lo que hacía que muchos pospusieran su bautismo lo más posible. Pero la esencia de esa afirmación de Hebreos es que la restauración se hace imposible cuando se hace imposible el arrepentimiento. No se refiere tanto al Bautismo como al arrepentimiento. Más tarde, en la Iglesia Primitiva, hubo una línea fuerte de pensamiento que declaraba que la apostasía no se perdonaba nunca. En los días de las grandes persecuciones, algunos decían que los que por miedo o bajo tortura habían negado su fe no podían ser restaurados, porque Jesús había dicho: » Al que Me niegue ante los hombres, Yo también le negaré ante Mi Padre Que está en el Cielo» (Mt 10:33 ; cp. Mr 8:38 ; Lc 9:26 ). Pero se debe recordar siempre que el Nuevo Testamento cuenta la terrible negación de Pedro, y su total restauración. Como sucede a menudo, Jesús era más benigno que Su Iglesia.

(c) Se podría argüir sobre la base de esta misma carta de Juan que el más terrible de todos los pecados era la negación de que Jesús vino realmente en la carne; porque ese pecado era nada menos que la marca del Anticristo (1Jn 4:3 ). Si el pecado de muerte se ha de identificar con cualquier pecado concreto, sería con ese. Pero creemos que se trata de algo todavía más grave que eso.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

— … a la muerte: Habitualmente se interpreta este pecado como el rechazo persistente y obstinado de la obra del Espíritu; rechazo que imposibilita toda conversión. Sería, pues, “el pecado contra el Espíritu” al que se refieren Mat 12:31-37; Mar 3:29 y probablemente Heb 6:4-8 y Heb 10:26-31. Pero debe admitirse que no es absolutamente segura dicha interpretación.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Oración por los hacedores de maldad. 16 Hay un cambio abrupto en cuanto a la oración de intercesión. Juan señala la diferencia entre pecado de muerte y pecado que no es de muerte, pero no define a ninguno de los dos. Nos dice que cuando veamos a un hermano cometer pecado que no es de muerte debemos orar por él. Dios oirá la oración y se le dará vida. Si Dios ha de darle vida, significa que no era creyente hasta ese momento. No estaba vivo sino “muerto en sus delitos y pecados” (Ef. 2:1), y en respuesta a la oración Dios le otorga la vida. Al pecado de muerte lo debemos considerar como un estado más que como un acto. No hay ningún pecado específico que cometan los hombres que podamos denominar de muerte, pero sí hay un estado de pecado, de estar en rebelión contra Dios, que Juan en otras partes caracteriza co mo que permanece en muerte (3:14). Jesús advierte que quien blasfemare contra el Espíritu Santo “no le será perdonado” (Luc. 12:10), y eso es lo que Juan tiene en mente aquí. El Apóstol añade que Hay pecado de muerte, acerca del cual no digo que se pida (aunque no dice específicamente que no deben orar acerca de ese pecado). Esto no quiere decir que debemos calcular cuándo debemos y cuándo no de bemos orar por otros. Es más bien una advertencia seria de que el pecado condena a los seres humanos. 17 Toda maldad es pecado. No debemos tomar el hecho de pecar livianamente, pero el cre yente puede cometer un pecado que no lo elimina de la categoría de salvado.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

NOTAS

(1) O: “un pecado no de muerte”.

(2) O: “debe pedir”.

(3) Es decir, Dios, según el contexto.

REFERENCIAS CRUZADAS

m 268 Isa 6:7; Jer 31:34; Stg 5:15; 1Jn 1:9

n 269 Stg 5:20

ñ 270 Mat 12:31; Mar 3:29; Luc 12:10; Heb 6:6; Heb 10:26

o 271 2Jn 1:11

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

pecado que lleva a la muerte. Es posible que un creyente peque hasta tal punto que merezca que Dios le quite la vida (Hch 5:1– 11; 1 Co 5:5).

Fuente: La Biblia de las Américas

16 (1) Lit., para.

16 (2) Esta debe de ser una oración hecha mientras permanecemos en comunión con Dios.

16 (3) Esto indica que el solicitante le dará vida a aquél por el cual pide. Esto no significa que el solicitante tenga vida en sí mismo y pueda dar vida a otros por sí mismo. Significa que un solicitante que permanece en el Señor, que es uno con el Señor y que al pedir es un espíritu con el Señor ( 1Co_6:17), viene a ser el medio por el cual el Espíritu vivificante de Dios puede darles vida a aquellos por los cuales el solicitante pide. Este es un asunto de impartir vida en la comunión de la vida divina. Para ser personas que pueden dar vida a otros, tenemos que permanecer en la vida divina y en ella andar, vivir y ser. En Stg_5:14-16 se pide sanidad; aquí sé pide impartición de vida.

16 (4) Indudablemente se refiere a la vida espiritual que, por la oración del solicitante, es impartida en aquel por quien intercede. Sin embargo, según el contexto, la vida espiritual también rescatará el cuerpo físico de la persona por quien el solicitante pide, librándole del peligro de sufrir la muerte por causa de sus pecados (cfr. Stg_5:15).

16 (5) Con respecto a pecado de muerte, los maestros de asuntos bíblicos tienen distintas interpretaciones. Algunos dicen que se refiere al pecado de los anticristos, quienes niegan que Jesús es el Cristo (2:22), lo cual los mantiene para siempre en muerte. Pero según el contexto de este versículo, pecado de muerte está relacionado con un hermano pecador, no con un anticristo ni con otro incrédulo. Puesto que esta sección, los vs.14-17, está relacionada con la oración en la comunión de la vida eterna (abarcada en 1:3-2:11), el asunto tratado tiene que estar relacionado con la comunión de la vida divina. En la comunión de la vida divina Dios ejerce Su juicio gubernamental sobre cada uno de Sus hijos según la condición espiritual de ellos. Según la administración gubernamental de Dios, algunos de Sus hijos tal vez estén destinados a morir físicamente en esta era a causa de cierto pecado, mientras que otros quizá estén destinados a. morir a causa de otros pecados. Esta situación es como la de Ananías y su esposa Safira, quienes recibieron la muerte física por haberle mentido al Espíritu Santo ( Hch_5:1-11), y como la de los creyentes corintios, quienes recibieron el mismo juicio por no haber discernido el Cuerpo ( 1Co_11:29-30). Esto fue tipificado por la forma en que Dios trató a los hijos de Israel en el desierto ( 1Co_10:5-11). Todos los israelitas, excepto Caleb y Josué, fueron sentenciados por Dios a la muerte física por causa de ciertos pecados. La disciplina gubernamental de Dios es severa. Ni Miriam, ni Aarón, ni siquiera Moisés escaparon de ella, la cuál se les aplicó por causa de algunas de sus fallas ( Núm_12:1-15 Núm_20:1 , Núm_20:12 , Núm_20:22-29 Deu_1:37 Deu_3:26-27 Deu_32:48-52) . El castigo que Dios da a Sus hijos en Su administración gubernamental no está relacionado con la perdición eterna; es un castigo dispensacional bajo el gobierno divino, un castigo relacionado con nuestra comunión con Dios y unos con otros. Si un pecado es dé muerte o no, depende del juicio de Dios conforme a la posición y condición que tiene el creyente pecador en la casa de Dios. En cualquier caso, para los hijos de Dios, pecar es un asunto serio. ¡Puede ser castigado por Dios con la muerte física en esta era! El apóstol no dijo que debamos hacer petición con respecto a un pecado de muerte.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

pecado que no sea de muerte. Mejor, para muerte. Los creyentes pueden pecar hasta un punto que lleva como resultado la muerte física, como juicio de Dios (cp. 1Co 11:30).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

ruegue… O solicite o inste.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R477 El acusativo cognado denota el resultado objetivo: cometiendo un pecado.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Lit., pecando

Lit., no para muerte

Lit., para muerte

Fuente: La Biblia de las Américas

g 1Co 11:30.

5.16 O solicite o inste.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

‡ Pecado mortal, literalmente “un pecado para muerte”.

Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento