Nosotros somos testigos de estas cosas, y también el Espíritu Santo que Dios ha dado a los que le obedecen.
5:32, 33 — Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen. Ellos oyendo esto, se enfurecían (se sintieron profundamente ofendidos, LBLA, margen, aserrados) y querían matarlos. — No se sintieron compungidos de corazón, o heridos en la conciencia, (2:37), sino profundamente ofendidos y enojados. Iban de mal en peor. Al principio, estaban «resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos» (4:2) y «les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente» (4:3). Entonces estuvieron muy perplejos «diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar» (4:16). «Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre» (4:17). Luego otra vez (5:18) «echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública» y cuando el ángel les soltó y siguieron predicando, «dudaban en qué vendría a parar aquello» (5:24), pero volvieron a reprender a los apóstoles por llenar la ciudad con su doctrina. Entonces respondieron los apóstoles que «Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres» (5:29) y volvieron a acusar a los oficiales de haber crucificado a Jesús y les recordaron que Dios ofrece perdón a los que se arrepienten. Esto fue el colmo. Ya no aguantaron más. Se volvieron locos de ira y furia. La palabra traducida se enfurecían «significa serrar a través, dividir mediante una sierra… ser cortado a través mentalmente, verse desgarrado por una ofensa, quedar cortado hasta el corazón» (Vine). Dice la versión Valera (1977), «se sentían heridos en lo más vivo». Por eso, como en el caso de Esteban (7:54), su único pensamiento era matarlos. Ya no les quedaba otra alternativa.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
y nosotros somos testigos. Hch 5:29; Hch 1:8; Hch 2:32; Hch 10:39-41; Hch 13:31; Luc 24:47, Luc 24:48; Jua 15:27; 2Co 13:1; Heb 2:3.
y también el Espíritu Santo. Jua 15:26; Jua 16:7-14; Heb 2:4; 1Pe 1:12.
el cual ha dado Dios. Hch 2:4, Hch 2:38, Hch 2:39; Hch 10:44; Jua 7:39.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
EL ESPÍRITU SANTO… A LOS QUE LE OBEDECEN. Si no hay una verdadera obediencia a Cristo o una búsqueda sincera de la justicia de su reino (Mat 6:33; Rom 14:17), entonces es invalido sostener que se posee la plenitud del Espíritu. Es imposible tener la experiencia del día de Pentecostés sin manifestar el señorío de Cristo (Hch 2:38-42), porque se les da el Espíritu con todo su poder únicamente a los que viven para «la obediencia a la fe» (Rom 1:5; véase el ARTÍCULO PRUEBA DEL GENUINO BAUTISMO EN EL ESPIRITU, P. 1534. [Hch 10:44-45]).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
también el Espíritu Santo. Cada creyente recibe al Espíritu Santo tan pronto es salvado por su obediencia al evangelio (vea la nota sobre Hch 2:4; cp. Rom 8:9; 1Co 6:19-20).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
5:32, 33 — Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen. Ellos oyendo esto, se enfurecían (se sintieron profundamente ofendidos, LBLA, margen, aserrados) y querían matarlos. — No se sintieron compungidos de corazón, o heridos en la conciencia, (2:37), sino profundamente ofendidos y enojados. Iban de mal en peor. Al principio, estaban «resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos» (4:2) y «les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente» (4:3). Entonces estuvieron muy perplejos «diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar» (4:16). «Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre» (4:17). Luego otra vez (5:18) «echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública» y cuando el ángel les soltó y siguieron predicando, «dudaban en qué vendría a parar aquello» (5:24), pero volvieron a reprender a los apóstoles por llenar la ciudad con su doctrina. Entonces respondieron los apóstoles que «Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres» (5:29) y volvieron a acusar a los oficiales de haber crucificado a Jesús y les recordaron que Dios ofrece perdón a los que se arrepienten.
Esto fue el colmo. Ya no aguantaron más. Se volvieron locos de ira y furia. La palabra traducida se enfurecían «significa serrar a través, dividir mediante una sierra… ser cortado a través mentalmente, verse desgarrado por una ofensa, quedar cortado hasta el corazón» (Vine). Dice la versión Valera (1977), «se sentían heridos en lo más vivo». Por eso, como en el caso de Esteban (7:54), su único pensamiento era matarlos. Ya no les quedaba otra alternativa.
Fuente: Notas Reeves-Partain
Hch 1:8; Jua 15:26.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
k 261 Luc 24:48; Hch 1:8; Hch 1:22
l 262 Jua 15:26
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
32 super (1) Lit., palabras; se refiere a palabras, específicas para el momento.
32 super (2) El Espíritu Santo era uno con los apóstoles. Véase la nota 3 super (1).
32 super (3) La obediencia constituye el camino y la condición para recibir y disfrutar al Espíritu de Dios,
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
testigos… M↓ añaden suyos.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
T218 La lectura variante αὐτοῦ μάρτυρες τῶν ῥημάτων τούτων significa: sus testigos de estas cosas.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Algunos mss. agregan: en El, o, suyos
Fuente: La Biblia de las Américas
M i añaden suyos.
5.32 Lit. dio.