Comentario de Juan 14:4 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.

14:46 Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. (Al conocer a Cristo y su enseñanza sabían el camino). Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, — La palabra camino era palabra llena de significado para el judío (Deu 5:32-33; Deu 31:29; Isa 30:21; Isa 35:8; Sal 27:11).

Entramos en comunión con el Padre por medio de Cristo: «Yo soy la puerta» (10:7, 9; Mat 11:27; Luc 10:22; Heb 10:20); «por medio de él… tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre» (Efe 2:18; Efe 3:12). En el libro de Hechos Lucas no habla del «cristianismo», sino del Camino: después de entrar por Cristo, la Puerta, debemos andar en El, el Camino (Hch 9:2; Hch 18:26; Hch 19:9; Hch 19:23; Hch 22:4; Hch 24:14; Hch 24:22).

El mundo está lleno de problemas, pero Cristo puede resolver todo problema de la humanidad. El hombre solo no puede resolver los muchos problemas causados por el pecado. ¿Qué hace el hombre? Cambia la etiqueta, para que el pecado ya no sea pecado; p. ej., se habla de la delincuencia juvenil, y eso ¿qué es? La Biblia no dice delincuencia juvenil, sino pecado (rebeldía, fornicación, hurto). El humanismo afirma que el hombre está bien así como está, que cada quien debe hacer lo que le convenga y otros no tienen el derecho de criticar. Dice que lo bueno es lo que le da satisfacción carnal (compárese Isa 5:20).

Solamente Cristo puede resolver el problema principal del hombre (el pecado), porque El murió en la cruz para redimirnos de la culpa y del dominio del pecado.

— y la verdad, — (Sal 26:3; Sal 86:11; Sal 119:30). Cristo es el Verbo de Dios, es decir, la personificación de la revelación de Dios. El Verbo habitó entre nosotros, «lleno de gracia y de verdad… Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo» (1:14, 17). Dijo a sus discípulos, «y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (8:32). Al igual que los apóstoles nosotros aprendemos la verdad no solamente por las palabras de Jesús, sino también por su perfecto ejemplo, pues El practicaba su enseñanza. Pablo hace la pregunta, «Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? ¿Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? ¿Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras?» (Rom 2:21-22).

¿Qué sabe el hombre de la verdad? Para el hombre la verdad no es absoluta, sino relativa; es decir, lo que el hombre considere la verdad para él eso es la verdad. Lo que es la verdad para una persona no es la verdad para otra persona.

Sin lugar a dudas, el hombre se considera a sí mismo como muy inteligente, pero «profesando ser sabios, se hicieron necios» (Rom 1:22). «¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?» (1Co 1:20). El hombre no sabe su origen, pues piensa que ha evolucionado paso a paso con el mono. Tampoco sabe su destino, pues cree que al morir dejará de existir. Cree que en esta vida es muy superior a los animales, pero que al morir muere con los animales. El hombre ha inventado la bomba atómica y vive con el temor de que algún gobierno fanático destruya el mundo.

— y la vida; — (5:21; 10:28; 17:3). La vida es comunión con Dios y la muerte es separación de Dios. Cristo es la vida y, por eso, ha resuelto el problema de la vida. El hombre ha avanzado increíblemente en la ciencia médica pero ¿habrá resuelto el problema de la muerte? Jesús levantó a los muertos para demostrar que El podía resolver el problema de la muerte. El explica todo aspecto de la muerte, y el cristiano dice, «¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde está, oh sepulcro, tu victoria?» (1Co 15:55).

— nadie viene al Padre, sino por mí. — Cristo es el único Camino al cielo. Este es otro de los textos «Yo soy». Los otros son «Yo soy el pan de vida» (6:35); «Yo soy la luz del mundo» (8:12); «Yo soy el buen pastor» (10:14); «Yo soy la resurrección y la vida» (11:25); y «Yo soy la vid verdadera» (15:1).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Y sabéis a dónde yo voy. Jua 14:2, Jua 14:28; Jua 13:3; Jua 16:28; Luc 24:26.

y sabéis el camino. Jua 3:16, Jua 3:17, Jua 3:36; Jua 6:40, Jua 6:68, Jua 6:69; Jua 10:9; Jua 12:26.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

14:4 – 6 Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. (Al conocer a Cristo y su enseñanza sabían el camino). Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, — La palabra camino era palabra llena de significado para el judío (Deu 5:32-33; Deu 31:29; Isa 30:21; Isa 35:8; Sal 27:11).
Entramos en comunión con el Padre por medio de Cristo: «Yo soy la puerta» (10:7, 9; Mat 11:27; Luc 10:22; Heb 10:20); «por medio de él… tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre» (Efe 2:18; Efe 3:12). En el libro de Hechos Lucas no habla del «cristianismo», sino del Camino: después de entrar por Cristo, la Puerta, debemos andar en El, el Camino (Hch 9:2; Hch 18:26; Hch 19:9; Hch 19:23; Hch 22:4; Hch 24:14; Hch 24:22).
El mundo está lleno de problemas, pero Cristo puede resolver todo problema de la humanidad. El hombre solo no puede resolver los muchos problemas causados por el pecado. ¿Qué hace el hombre? Cambia la etiqueta, para que el pecado ya no sea pecado; p. ej., se habla de la delincuencia juvenil, y eso ¿qué es? La Biblia no dice delincuencia juvenil, sino pecado (rebeldía, fornicación, hurto). El humanismo afirma que el hombre está bien así como está, que cada quien debe hacer lo que le convenga y otros no tienen el derecho de criticar. Dice que lo bueno es lo que le da satisfacción carnal (compárese Isa 5:20).
Solamente Cristo puede resolver el problema principal del hombre (el pecado), porque El murió en la cruz para redimirnos de la culpa y del dominio del pecado.
— y la verdad, — (Sal 26:3; Sal 86:11; Sal 119:30). Cristo es el Verbo de Dios, es decir, la personificación de la revelación de Dios. El Verbo habitó entre nosotros, «lleno de gracia y de verdad… Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo» (1:14, 17). Dijo a sus discípulos, «y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (8:32). Al igual que los apóstoles nosotros aprendemos la verdad no solamente por las palabras de Jesús, sino también por su perfecto ejemplo, pues El practicaba su enseñanza. Pablo hace la pregunta, «Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? ¿Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? ¿Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras?» (Rom 2:21-22).
¿Qué sabe el hombre de la verdad? Para el hombre la verdad no es absoluta, sino relativa; es decir, lo que el hombre considere la verdad para él eso es la verdad. Lo que es la verdad para una persona no es la verdad para otra persona.
Sin lugar a dudas, el hombre se considera a sí mismo como muy inteligente, pero «profesando ser sabios, se hicieron necios» (Rom 1:22). «¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?» (1Co 1:20). El hombre no sabe su origen, pues piensa que ha evolucionado paso a paso con el mono. Tampoco sabe su destino, pues cree que al morir dejará de existir. Cree que en esta vida es muy superior a los animales, pero que al morir muere con los animales. El hombre ha inventado la bomba atómica y vive con el temor de que algún gobierno fanático destruya el mundo.
— y la vida; — (5:21; 10:28; 17:3). La vida es comunión con Dios y la muerte es separación de Dios. Cristo es la vida y, por eso, ha resuelto el problema de la vida. El hombre ha avanzado increíblemente en la ciencia médica pero ¿habrá resuelto el problema de la muerte? Jesús levantó a los muertos para demostrar que El podía resolver el problema de la muerte. El explica todo aspecto de la muerte, y el cristiano dice, «¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde está, oh sepulcro, tu victoria?» (1Co 15:55).
— nadie viene al Padre, sino por mí. — Cristo es el único Camino al cielo. Este es otro de los textos «Yo soy». Los otros son «Yo soy el pan de vida» (6:35); «Yo soy la luz del mundo» (8:12); «Yo soy el buen pastor» (10:14); «Yo soy la resurrección y la vida» (11:25); y «Yo soy la vid verdadera» (15:1).

Fuente: Notas Reeves-Partain

EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA

Juan 14:4-6

-Ya sabéis el camino adonde Yo voy – siguió diciéndoles Jesús.
-Señor, ¡si no sabemos adónde vas! ¿Cómo vamos a saber el camino? -Le dijo Tomás; y Jesús le dijo:
-Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida. No se puede llegar al Padre nada más que pasando por Mí.

Una y otra vez Jesús les había dicho a Sus discípulos adónde se iba; pero, por lo que se ve, no Le habían entendido. «Estaré con vosotros un poco más de tiempo, y luego volveré al Que Me envió» (Jn 7:33 ). Jesús les había dicho claramente que iba al Padre Que Le había enviado, con el Que era una misma cosa; pero ellos todavía no sabían de qué viaje se trataba. Y menos todavía se habían enterado de cuál sería el camino, que Jesús les había dicho que pasaba por la Cruz.

Para entonces, los discípulos ya estaban totalmente confusos. Había uno entre ellos que nunca podía decir que entendía lo que no entendía, que era Tomás. Era demasiado honrado y tomaba las cosas demasiado en serio para darse por satisfecho con piadosas vaguedades. Tenía que estar seguro; así es que expresó sus dudas, y lo maravilloso es que fue su confesión de no haber entendido lo que dio origen a una de las revelaciones más gloriosas que Jesús hizo nunca a Sus discípulos. Nadie debería avergonzarse de sus dudas; porque es sorprendentemente y benditamente cierto que, en las cosas espirituales, el que busca, al %n encontrará.
Jesús le dijo a Tomás: «Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida.» Eso nos parece una gran afirmación; pero aún lo sería más para un judío que la oyera por primera vez. En ella, Jesús tomó tres de las grandes concepciones básicas de la religión judía, e hizo la tremenda declaración de que en Él se habían hecho realidad.
Los judíos hablaban mucho del camino por el que había que andar, y de los caminos de Dios. Moisés le dijo al pueblo de parte de Dios: «No os apartéis a diestra ni a siniestra. Andad en todo el camino que el Señor vuestro Dios os ha mandado» (Dt 5:32-33 ). Y Moisés le dijo al pueblo: «Porque yo sé que después de mi muerte ciertamente os corromperéis y os apartaréis del camino que os he mandado» (Dt 31:29 ). También había dicho Isaías: «Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él» (Isa 30:21 ). En el glorioso nuevo mundo habría una calzada y camino que se llamaría Camino de Santidad, por la que no irían los inmundos, y el mismo Señor estaría con ellos; y los viandantes, aunque fueran sencillos, no se perderían, ni los atacarían las fieras (Isa 35:8 ). La oración del salmista era: «Enséñame, oh Señor, Tu camino» (Sal 27:11 ). Los judíos hablaban del camino de Dios por el que hay que ir. Jesús dijo: «Yo soy el Camino.»

¿Qué quería decir? Figuraos que nos encontramos en un pueblo desconocido y preguntamos por unas señas. Supongamos que la persona a la que hemos preguntado nos dice: «Tome la primera a la derecha, y la segunda a la izquierda; cruce la plaza, pase la iglesia, tome la tercera a la derecha y la carretera que usted busca es la cuarta de la izquierda.» Lo más probable es que nos perdamos a mitad de camino. Pero supongamos que esa persona nos dice: «Vengan ustedes. Yo los llevaré.» En ese caso, esa persona es para nosotros el camino, y no nos podemos perder. Eso es lo que Jesús hace por nosotros. No Se limita a darnos consejos y direcciones, sino que nos lleva de la mano, y nos fortalece y nos guía cada día. No se limita a indicarnos el camino; Él es el camino.

Jesús dijo también: «Yo soy la Verdad.» El salmista había dicho: «Enséñame, oh Señor, Tu camino; caminaré yo en Tu verdad» (Sal 86:11 ). «Porque Tu misericordia está delante de mis ojos, y ando en Tu verdad» (Sal 26:3 ). «Escogí el camino de la verdad» (Sal 119:30 ). Muchos nos habían dicho la verdad, pero ninguno llegó a encarnarla.

Hay una cosa de suprema importancia acerca de la verdad moral. El carácter de un profesor no afecta a su enseñanza de geometría o de gramática latina. Pero si se trata de un profesor de ética, su carácter influye decisivamente. Un adúltero que enseñara la necesidad de la fidelidad conyugal, un avaro que tratara del valor de la generosidad, un orgulloso que hablara de la belleza de la humildad, un violento que defendiera la calma, un sádico que exhortara al amor… no tendrían mucho éxito. La verdad moral no se transmite sólo con palabras; tiene que mostrarse en el ejemplo. Y es ahí donde el mejor maestro humano se quedará corto. Ningún maestro ha sido la perso- nificación de la verdad que enseñaba -más que Jesús. Muchos podrán decir: «Yo os enseño la verdad;» pero sólo Jesús pudo decir: «Yo soy la verdad.» Lo más tremendo de Jesús es que la verdad moral no encuentra en Él simplemente su mejor expositor, sino su mejor realizador.

Jesús dijo también: «Yo soy la vida.» El autor de Proverbios había dicho: «Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz; y camino de vida las reprensiones que te instruyen» (Pr 6:23 ). «Camino a la vida es guardar la instrucción» (Pr 10:17 ). «Me mostrarás la senda de la vida» (Sal 16:11 ). En último análisis, lo que la humanidad está siempre buscando es la vida. No busca tanto el conocimiento en sí, sino lo que hace que la vida valga la pena. Cierto novelista pone en boca de uno de sus personajes, que está enamorado: «Yo no sabía lo que era la vida hasta que la vi en tus ojos.» El amor le había descubierto la vida. Eso es lo que hace Jesús. La vida con Jesús es la auténtica.

Hay una manera de decir todo esto que incluye todas estas verdades. Jesús dijo: «No se puede llegar al Padre nada más que pasando por Mí.» Él es el único Camino que conduce al Padre. Solamente en Jesús podemos ver cómo es Dios; y Él es el único que puede conducirnos a la presencia de Dios sin vergüenza ni temor.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. Esta oración literal es como un intento de simplificar la lectura, quizás porque Tomás, en el siguiente versículo, hace la distinción entre el lugar a dónde es que va Jesús y cuál es el camino para llegar a ese lugar. “Ustedes saben a donde voy, y conocen el camino”, «Ustedes conocen el camino para ir a donde yo voy» (TLA) son fieles y claras posibilidades de traducción. BP y NVI cambian el orden de la oración para incluir ambas ideas: «Ustedes ya conocen el camino para ir a donde yo voy».

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

conocéis el camino. La enseñanza y vida del Señor, y más adelante el Espíritu Santo (vers. 16), son suficientes para asegurar a los discípulos que ellos también llegarán a dónde Jesús va.

Fuente: La Biblia de las Américas

Es de notarse en estos versículos cuánto mejor habla Jesús de los creyentes de lo que ellos hablan de sí mismos. El les dijo á sus discípulos que sabían á donde iba él, y conocían el camino. Y sin embargo Tomas exclama al punto: «No sabemos á dónde vas, ni conocemos el camino.» Esta contradicción, que es más aparente que real, exige una explicación.
Es verdad que, bajo cierto punto de vista, los conocimientos de los discípulos eran muy pequeños. Sabían muy poco antes de la crucifixión y de la resurrección, en comparación con lo que debían haber sabido y con lo que supieron el día de Pentecostés. Grande y sorprendente era su ignorancia acerca del fin que se había propuesto nuestro Señor al Teñir á la tierra, y acerca del verdadero significado de su pasión y muerte. Se habría podido decir con razón que no sabían sino en parte, y que eran niños en inteligencia.
Y sin embargo, bajo otro punto de vista los conocimientos de los discípulos eran vastos. Ellos sabían más que la gran mayoría de la nación judía, y aceptaban verdades que los escribas y fariseos rechazaban de un todo. Comparados con los que los rodeaban eran hombres ilustrados, en el sentido más elevado de la palabra. Sabían y creían que su Maestro era el Mesías prometido, el Hijo del Dios vivo; y que creer en él era dar el primer paso hacia el cielo. Todo mérito es relativo: en vez de menospreciar á los discípulos á causa de su ignorancia, cuidemos de no formar un juicio errado acerca de su saber. Sabían más de lo que ellos mismos se figuraban.
Observemos, en segundo lugar, qué gloriosos títulos se dio á si mismo nuestro Señor. «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida,» dijo él. Acaso el hombre no alcanzará jamás á comprender de lleno estas palabras. Cualquiera examen que de ellas se haga tiene por fuerza que ser muy somero.
Jesucristo es » el camino»–el camino que conduce al cielo. No es solamente guía, maestro y legislador como Moisés; sino también el camino por el cual podemos acercarnos á Dios. Por medio de la expiación hecha en la cruz, El abrió el camino que conduce al árbol de la vida y que había sido cegado cuando cayeron Adán y Eva.
Jesucristo es «la verdad,» es decir, toda la esencia de esa religión verdadera que exige el entendimiento humano. Sin él los paganos más sabios anduvieron á tientas en medio de las tinieblas, y no llegaron jamás á conocer á Dios. Antes de su venida aun los mismos judíos veían la verdad espiritual como al través de oscuro prisma, y no percibían con claridad el significado de los símbolos, emblemas y ceremonias cíe la ley Mosaica. Cristo es la verdad y satisface todo deseo, todo anhelo, toda aspiración de la mente humana.
Jesucristo es «la vida:» mediante El es que el pecador puede recibir el perdón y obtener un título para recibir el don de la vida eterna. El es, además, la fuente de la vida espiritual y de la santidad del creyente, y por él es que éste tiene seguridad de su resurrección. El que cree en Cristo tiene vida eterna. él que se adhiere á la vid, producirá mucho fruto. El que confía en él, aunque, estuviere muerto, vivirá.
Notemos, en tercer lugar, cuan expresamente excluye Jesucristo todo medio de salvación que no sea d señalado en el Evangelio. «Nadie viene al Padre,» dijo El, «sino por mí..
De nada sirve al hombre ser inteligente, ilustrado, amable, caritativo, de buen corazón, y celoso en materias religiosas, si no se acercare á Dios implorando la mediación de su Hijo. Dios es tan santo que á sus ojos todos los hombres son culpables, y el pecado es en sí mismo tan malo que ningún hombre puede expiarlo. Es preciso que haya entre Dios y nosotros un medianero, un redentor–de lo contrario no podremos jamás ser salvos. No hay sino un Juez de paz entre la tierra y el cielo: el Hijo crucificado de Dios. El que entrare por la puerta que él abre se salvará; pero al que rehusare entrar por ella la Biblia no ofrece esperanza alguna. Sin derramamiento de sangre no hay remisión.
Debemos notar, por último, cuan estrecha y misteriosa es la unión de Dios Padre y Dios Hijo. Por cuatro veces se nos repite esta verdad en palabras inequívocas. «Si me conocieseis, también á mi Padre conoceríais.» «El que me ha visto, ha visto al Padre.» «Yo soy en el Padre, y el Padre en mí.» «El Padre que está en mí, él hace las obras..
Expresiones como estas son profundamente misteriosas. No es posible sondear su significado, nuestro entendimiento no alcanza a comprenderlo, el lenguaje humano no alcanza á expresarlo. No pudiendo explicar, debemos contentarnos con creer; no pudiendo interpretar, debemos contentarnos con admirar y reverenciar. Bástenos saber que el Padre es Dios, y el Hijo es Dios, y que, sin embargo, son uno en sustancia, aunque distintos en persona.
No obstante, debe consolarnos la verdad de que Jesucristo es verdadero Dios de verdadero Dios, igual en todo al Padre y Uno con él. El que nos amó hasta el extremo de derramar su sangre por nosotros en la cruz, no es mero hombre como nosotros, mas es Dios sobre todos, bendito para siempre. Aunque nuestros pecados fueren como la grana, él puede emblanquecerlos como la nieve.

Fuente: Los Evangelios Explicados

Muchos mss. dicen: Y adonde yo voy lo sabéis, y el camino lo conocéis

Fuente: La Biblia de las Américas

M i y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.

Fuente: La Biblia Textual III Edición