Jesús le respondió: —¿Tu vida pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces.
13:38 Jesús le respondió: ¿Tu vida pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo: No cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces. — 18:17, 25, 27; Mat 26:69-75; Mar 14:66-72; Luc 22:56-62. Parece que al oír de labios de Jesús esta advertencia específica, Pedro habría tenido mucho cuidado de no negar a Jesús, pero ¿somos mejores que él? ¿Cuántas veces hemos caído en pecado a pesar de las muchas advertencias de Jesús y los apóstoles? Compárense Mat 24:10-12; Hch 20:28-31; 1Ti 4:1-3; 2Ti 3:1-5; Apo 2:1-29 y Ap 3. Pedro dijo, «Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré» (Mat 26:33), y «aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré» (Mat 26:35). Según Mar 14:31, «él con mayor insistencia (vehemencia) decía: Si me fuere necesario morir contigo, no te negaré».Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
¿Tu vida pondrás por mí? Pro 16:18; Pro 28:26; Pro 29:23; 1Co 10:12.
no cantará el gallo. Jua 18:16, Jua 18:17, Jua 18:25-27; Mat 26:34, Mat 26:69-75; Mar 14:30, Mar 14:66-72; Luc 22:34, Luc 22:56-62.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
sin que me hayas negado tres veces: Pedro quedó pasmado con las palabras de Jesús y no dijo nada. Ya no se le vuelve a mencionar hasta Jua 18:10. Pero Lucas nos ayuda a saber que Cristo lo había preparado para estas espantosas noticias (Luc 22:31, Luc 22:32). De seguro Jesús era el consejero maestro como lo profetizaron Isaías Isa 42:3 y Mat 12:20.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Vea Jua 18:25-27; cp. Mat 26:71-75; Mar 14:69-72; Luc 22:54-62.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
13:38 Jesús le respondió: ¿Tu vida pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo: No cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces. — 18:17, 25, 27; Mat 26:69-75; Mar 14:66-72; Luc 22:56-62. Parece que al oír de labios de Jesús esta advertencia específica, Pedro habría tenido mucho cuidado de no negar a Jesús, pero ¿somos mejores que él? ¿Cuántas veces hemos caído en pecado a pesar de las muchas advertencias de Jesús y los apóstoles? Compárense Mat 24:10-12; Hch 20:28-31; 1Ti 4:1-3; 2Ti 3:1-5; Apo 2:1-29 y Ap 3.
Pedro dijo, «Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré» (Mat 26:33), y «aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré» (Mat 26:35). Según Mar 14:31, «él con mayor insistencia (vehemencia) decía: Si me fuere necesario morir contigo, no te negaré».
Al estudiar este caso conviene que se observe lo que Jesús no dijo a Pedro o acerca de él. ¿Dijo Jesús en algún momento que Pedro era hipócrita? ¿que era cobarde? Cuando prendieron a Jesús ¿huyó Pedro? ¿se escondió? La respuesta a estas preguntas es negativa, porque en realidad Pedro hizo estas afirmaciones con toda sinceridad, la cual él demostró cuando Jesús fue prendido. No se puede negar que Pedro dio evidencia de que sí estaba dispuesto a pelear y a morir por Cristo (18:10, 11; Mat 26:51-52; Mar 14:47; Luc 22:50-51). No siguió peleando (y no murió por Jesús en ese momento) porque Jesús le dijo que metiera su espada en su lugar .
Pedro negó a Cristo — y no había excusa por ello, como él mismo reconoció, llorando amargamente (Mat 26:75) –, pero hay que tomar en cuenta varios factores y, al mismo tiempo, reconocer que en esta triste historia hay lecciones valiosas para nosotros:
La negación de Pedro
(Lecciones para nosotros)
1. Una de las causas del tropiezo de Pedro era que él tenía conceptos errados acerca de Cristo y su reino: p. ej., no entendía la necesidad de la muerte de Jesús (Mat 16:22), y no entendía la naturaleza espiritual del reino de Cristo (Mat 18:1; Jua 18:36). Por eso, por causa de su ignorancia negó a Cristo. Estaba dispuesto a pelear y aun a morir por Cristo y con Cristo, pero estaba muy confuso. No estaba preparado para pelear y morir de la manera enseñada y demostrada por Jesús. Simplemente no entendía esa clase de muerte, pero después entendería la necesidad de la muerte de Cristo, la naturaleza espiritual del reino, y de qué manera tendría que pelear y aun morir por Cristo (21:19). No se imaginaba que en el momento más crítico Jesús le dijera, «Vuelve tu espada a su lugar» (Mat 26:51). Su conocimiento de Jesús era muy defectuoso y la deficiente comprensión lo dejaba propenso a cometer el acto inolvidable de negar a su Señor.
¿Qué aprendemos de esto? Para no caer en la hora de la prueba debemos escudriñar las Escrituras para aprender lo que la Biblia enseña acerca de Cristo y su reino y lo que El espera de nosotros. Debemos aprender todo el consejo de Dios (Hch 20:27). Por ignorar la verdad y seguir sus propias ideas millones niegan a Cristo.
2. Jesús dijo a Pedro que el diablo pensaba zarandearle como a trigo (Luc 22:30-31), pero él no comprendió esta figura y, por eso, ignoraba la maña o táctica exacta que Satanás usaría contra él. Lo mismo sucede con los discípulos de Cristo en cualquier época; por eso, es necesario escudriñar las Escrituras con diligencia para estar enterados de todas las asechanzas y maquinaciones de Satanás (p. ej., el no perdonar, 2Co 2:11; 2Co 10:3-5; Efe 6:11-12). Pedro no tuvo miedo de los soldados y alguaciles, pero cuando «se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el galileo», «él negó delante de todos» (Mat 26:69-70).
3. Es indispensable que uno se conozca a sí mismo. Pedro no solamente no conocía a Cristo, tampoco se conocía a sí mismo. Tenía más alto concepto de sí que el que debía tener (Rom 12:3); «El que piensa estar firme, mire que no caiga» (1Co 10:12). Es importante que el cristiano tenga confianza en sí mismo, pero Pedro estaba demasiado seguro de sí mismo. Por eso, debemos examinarnos a nosotros mismos (examinar nuestra fe, 2Co 13:5).
Nos urge, pues, examinar nuestro corazón, nuestra vida, nuestras debilidades, etc., para tener un concepto lo más claro posible de lo que seamos capaces de hacer. Pedro no se imaginaba que en esa misma noche él fuera capaz de negar a Jesús. Con toda sinceridad había protestado que aunque todos los demás lo negaran, él no lo haría, pero en realidad él sí era capaz de negar a Jesús, aun con juramentos, como Judas era capaz de entregar a Jesús, y como los otros apóstoles eran capaces de desampararlo. En la actualidad muchas veces los miembros de la iglesia creen que no son capaces de cometer cierto pecado, hasta que sus hechos les convencen que estaban demasiado seguros de sí mismos.
Los que están demasiado seguros de sí mismos no buscan la ayuda de Dios (2Co 1:8-10). Jesús sabía que Pedro lo negaría y le dijo, «he rogado por ti, que tu fe no falte» (Luc 22:31-32). Le convenía a Pedro hacer la misma petición por sí mismo, pero ¿lo habrá hecho?
4. Otra lección muy valiosa que aprendemos del caso de Pedro es que tenemos que estar preparados y prevenidos para lo inesperado. ¿Habrá pensado que una criada le causaría tanto problema? Para Pedro lo que ocurrió esa noche fue inesperado. El estaba preparado para lo que él consideraba el peligro, pero no estaba preparado para lo que en realidad pasaría. Sin embargo, aunque Pedro haya estado confuso cuando Jesús le prohibió que usara la espada, de cualquier modo, si hubiera sido tan leal a Jesús como había profesado, le habría sido fiel, aunque estuviera totalmente confuso e ignorante de lo que pasaba. En cualquier circunstancia, en medio de cualquier prueba, si entendemos la situación o si no la entendemos, lo importante es que seamos fieles a Cristo.
La prueba de Pedro era inesperada, pero si tan solo se hubiera acordado cómo él mismo había confesado a Jesús como el Hijo de Dios, y que él mismo había dicho, «tú tienes palabras de vida eterna», esa fe lo habría sostenido durante toda la prueba. Por eso, venga lo que viniere, por confusos o agitados que estemos, ¡seamos fieles a Cristo!
5. Jesús había dicho a sus apóstoles, «no temáis» a los hombres y, como Pedro no tuvo miedo de los soldados y alguaciles, tampoco tuvo miedo del Sanedrín (Hch 4:19-20; Hch 5:29), pero tuvo miedo de algunos hermanos. «Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles, pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión», es decir, de algunos hermanos judíos que estaban errados (Gál 2:12). Esta cobardía es común entre muchos hermanos (aun entre evangelistas), pues aunque con toda valentía discuten con sectarios, en ocasiones no se atreven a resistir la presión de sus propios hermanos que enseñan y practican el error o cuyo comportamiento es mundano. Por ejemplo, muchos hermanos se han apartado del patrón divino con respecto a la organización y obra de la iglesia, pues han establecido iglesias «patrocinadoras» e instituciones (escuelas, clínicas), pero hay predicadores que han entendido perfectamente el error de estos hermanos pero no se atreven a exhortarles y a resistirles. La presión que ejercen tales hermanos liberales y mundanos es semejante a la presión de los judíos que expulsaban de la sinagoga a los que confesaban a Cristo (9:22; 12:42).
6. Cuando Jesús anduvo sobre el agua, Pedro dijo, «Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús» (Mat 26:28-29). Como siempre él quería acercarse a Jesús. Quería estar con El, quería acompañarle. ¿Cómo, entonces, podría Pedro ahora seguirle de lejos? Cuando Jesús fue prendido, Pedro le seguía de lejos (Luc 22:54). En es misma ocasión cuando Pedro anduvo sobre el agua, el Señor le salvó de una sepultura en el agua; en esta ocasión de la misma manera le podría haber salvado de su temor y confusión. Si tan solo se hubiera quedado cerca de Jesús, habría recibido fuerza de El.
7. Estando en mala compañía Pedro negó a Cristo. «Y habiendo ellos (los siervos del sumo sacerdote y los alguaciles, 18:18) encendido fuego en medio del patio, se sentaron alrededor; y Pedro se sentó también entre ellos» (Luc 22:55). «También con ellos estaba Pedro en pie, calentándose» (18:18). «Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo del malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado» (Psalms, 1:1).
8. ¿Qué pasó cuando el gallo cantó? (1) «Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro»; (2) «Pedro se acordó»; y (3) saliendo fuera, lloró amargamente» (Luc 22:60-61). En este momento, los ojos del Señor están fijos en los que le siguen de lejos, en los que se asocian con los enemigos de Cristo y en los que lo niegan, no solamente con sus palabras, sino también con sus hechos. El Señor los mira, quiere que se acuerden de sus palabras, y que se arrepientan.
9. Por último, recuérdese que el Señor no hace acepción de personas (Rom 2:11). La Biblia descubre las faltas de los más prominentes.
Fuente: Notas Reeves-Partain
La réplica de Jesús retoma las últimas palabras de Pedro, convirtiéndose en una respuesta con cierta carga irónica: ¿Tu vida darás por mí?, “Replicó Jesús: ¿En realidad estás dispuesto a morir por mí?”. La ironía en esta pregunta se puede expresar de varias maneras según los modismos de los idiomas: “¿Cómo es posible que asegures que vas a morir por mí?”, “¿Así que piensas entregar tu vida en sacrificio por mí?”. La pregunta es transformada por la LPD en una exclamación de asombro: «¡De modo que estás dispuesto a dar tu vida por mí!».
Jesús concluye con una afirmación que tiene mucha fuerza, especialmente porque está precedida por la famosa fórmula “amén, amén”: De cierto, de cierto te digo: No cantará el gallo sin que me hayas negado tres veces, «Te aseguro que antes de que el gallo cante, tres veces dirás que no me conoces» (TLA). En algunos contextos será mejor dejar indeterminado “un gallo” que determinar “el gallo” porque no se trata de un gallo específico bien identificado en el contexto. Será conveniente sugerir que el canto del gallo será en la mañana: “antes que un gallo cante mañana por la mañana”. En algunos idiomas “me hayas negado” necesitará mayor precisión, como por ejemplo: “habrás dicho que no me conoces” o “habrás asegurado que no tienes ninguna amistad conmigo”. También sería factible cambiar “tres veces” por “en tres ocasiones” o “a diferentes personas en tres ocasiones distintas”.
Reflexión bíblica y pastoral
Pedro actúa sinceramente al preocuparse por el destino de Jesús, y seguramente estaba también dispuesto a acompañarle en el camino que Jesús estaba a punto de emprender. Así que la afirmación de “¡Mi vida daré por ti!” (v. Jua 13:37) no debe entenderse sólo como un intento de Pedro por impresionar a Jesús. Es probable que Juan con este detalle también quiera resaltar la paradoja de que precisamente eso que Pedro promete es lo que Jesús está a punto de hacer: dar su vida por Pedro y por todos nosotros.
Pero Jesús lo confronta con la realidad: no cantará el gallo, es decir, no llegará de nuevo la luz del día, antes de que Pedro lo haya negado tres veces. Esto puede significar que Pedro actuará también bajo el dominio de las tinieblas que se están cerniendo sobre la vida de Jesús. Y esto en un doble sentido, ya que todo el proceso ilegal será al amparo de las tinieblas, lo mismo que la traición de Judas y la negación de Pedro, pero también todo lo que acontece en torno a Jesús en esas horas finales está envuelto por el ambiente de tinieblas espirituales. Por tanto, Pedro está hablando desde el corazón pero sin entender la verdadera dimensión del drama que envuelva a Jesús, e indirectamente a él y al resto de los discípulos.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
NOTAS
(1) O: “vida”. Gr.: psy·kjén; lat.: á·ni·mam; J17,18,22(heb.): naf·schekjá (de né·fesch).
REFERENCIAS CRUZADAS
s 808 Mat 26:34; Mar 14:30; Luc 22:34; Jua 18:27
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
En verdad, en verdad. Véase coment. en 1:51.
Fuente: La Biblia de las Américas
niegues… Lit. negarás.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
Lit. negarás.