Entonces comenzó a hablarles en parábolas: —Un hombre plantó una viña. La rodeó con una cerca, cavó un lagar, edificó una torre, la arrendó a unos labradores y se fue lejos.
12:1 — Entonces comenzó Jesús a decirles por parábolas — Marcos dice que Jesús en este día martes comienza a dirigir varias parábolas en particular a los fariseos, a los saduceos y a los herodianos, pero aquí narra solamente una, la de los labradores malvados. (Mateo registra otras). Esta parábola delinea el largo rechazamiento de parte de los judíos de los siervos de Dios y finalmente del Hijo mismo. De esto Jesús ya había profetizado a sus discípulos (8:31; 9:31: 10:33). El cumplimiento queda a tres días de éste.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
comenzó Jesús a decirles por parábolas. Mar 4:2, Mar 4:11-13, Mar 4:33, Mar 4:34; Eze 20:49; Mat 13:10-15, Mat 13:34, Mat 13:35; Mat 21:28-33; Mat 22:1-14; Luc 8:10; Luc 22:9.
un hombre. Mat 21:33-40; Luc 20:9-15.
plantó una viña. Sal 80:8-16; Isa 5:1-4; Jer 2:21; Luc 13:6-9; Jua 15:1-8; Rom 11:17-24.
la cercó de vallado. Neh 9:13, Neh 9:14; Sal 78:68, Sal 78:69; Sal 147:19, Sal 147:20; Eze 20:11, Eze 20:12, Eze 20:18-20; Hch 7:38, Hch 7:46, Hch 7:47; Rom 3:1, Rom 3:2; Rom 9:4, Rom 9:5.
y la arrendó a unos labradores. Cnt 8:11, Cnt 8:12; Isa 7:23.
y se fue lejos. Mar 13:34; Mat 25:14; Luc 15:13; Luc 19:12.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
En la parábola de los labradores malvados Jesús predice del rechazo de Dios a los judíos y el llamado de los gentiles, Mar 12:1-12.
Evita la trampa sobre dar tributo a César de los fariseos y de los herodianos, Mar 12:13-17;
declara su error a los saduceos los cuales niegan la resurrección, Mar 12:18-27;
da respuesta al escriba que cuestiona el primer mandamiento, Mar 12:28-34;
refuta la opinión que los escribas tienen de Cristo, Mar 12:35-37;
manda a los hombres tener cuidado de su ambición e hipocresía, Mar 12:38-40;
y sobre todo elogia a la viuda por sus dos blancas, Mar 12:41-44.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Más de un tercio de la narración de Marcos ocurre durante un período de siete días: la semana de la Pascua cuando finalmente Jesús muere. Al Evangelio de Marcos se le ha llamado una historia de la Pasión con una larga introducción. Su énfasis en la semana de la Pascua es apropiado. Sin esta semana, Jesús no habría cumplido el propósito de venir a la tierra.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
comenzó Jesús a decirles por parábolas: Marcos registra solamente una parábola aquí, pero Mateo presenta una parábola más (Mat 22:1-14). Esta parábola representa a Dios preparando cuidadosamente la nación de Israel (una viña) y dejándola al cuidado de otros (unos labradores; Isa 5:1-7). Con gran cuidado se cercó la viña, se preparó el lagar para pisar las uvas y se construyó una torre para vigilar y proteger la propiedad de los ladrones.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
PARÁBOLA DE LOS LABRADORES MALVADOS. Esta parábola señala la culpa de la nación judía. Ellos convirtieron el reino de Dios en una propiedad privada, mostraron desprecio por su Palabra y se negaron a obedecer a su Hijo, Jesucristo. Las iglesias de hoy muestran la misma actitud de los labradores malvados cada vez que rechazan la Palabra de Dios y a los verdaderos mensajeros de Cristo, y crean una iglesia según sus propias ideas.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
Capitulo 12.
Parábola de los viñadores. 12:1-12 (Mat 21:33-46; Luc 20:9-19).
Cf. Comentario a Mat 21:33-46.
1 Comenzó a hablarles en parábolas: Un hombre plantó una viña y la cercó de muro, y cavó un lagar, y edificó una torre, y la arrendó a unos viñadores, y se partió lejos. 2 A su tiempo, envió a los viñadores un siervo para percibir de ellos la parte de los frutos de su viña,3 y tomándole le azotaron y le despidieron con las manos vacías. 4 De nuevo les envió otro, y le hirieron en la cabeza y le ultrajaron. 5 Envió otro, y a éste le dieron muerte; igualmente a muchos otros, de los cuales a unos los azotaron y a otros los mataron. 6 Le quedaba todavía uno, su hijo amado, y se lo envió también el último, diciéndose: A mi hijo le respetarán. 7 Pero aquellos viñadores se dijeron para sí: Este es el heredero. ¡Ea! Matémosle y será nuestra la heredad. 8 Y tomándole, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. 9 ¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá y hará perecer a los viñadores y dará la viña a otros. 10 ¿Y no habéis leído esta escritura: “La piedra que desecharon los edificadores, ésa vino a ser cabeza de esquina? 11 del Señor viene esto y es admirable a nuestros ojos”? l2 Buscaban apoderarse de El, pero temían a la muchedumbre, pues comprendieron que de ellos había sido dicha la parábola, y, dejándole, se fueron.
Esta parábola alegorizante la traen los tres sinópticos. El esquema fundamental es semejante en los tres sinópticos, pero va evolucionando literariamente y se va alegorizando. Con ella Cristo hace ver que con su muerte se quita el privilegio al Israel “carnal” (Gal) como transmisor exclusivo del mesianismo, y esta “viña” (Israel) se unlversaliza. Es el mesianismo universal. Se estudia en Comentario a Mat 21:36-46.
El Tributo al Cesar,Mat 12:13-17 (Mat 22:15-22; Luc 20:20-26).
Cf. Comentario a Mat 22:15-22.
13 Le enviaron algunos de los fariseos y herodianos para hacerle caer en una trampa. u Llegados, le dijeron: Maestro, sabemos que eres sincero, que no te da cuidado de nadie, pues no tienes respetos humanos, sino que enseñas según la verdad el camino de Dios: ¿Es lícito pagar el tributo al Cesar o no? ¿Debemos pagar o no debemos pagar? ‘5 él, conociendo su hipocresía, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme un denario para que lo vea. 16 Se lo trajeron, y les dijo: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Ellos dijeron: Del Cesar. n Jesús replicó: Dad, pues, al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios. Y se admiraron de él.
Mt y Mc tienen una narración muy homogénea. Lc vincula esta escena como una revancha a la parábola alegorizante anterior, por lo que con esta cuestión quieren tenderle una nueva celada. La mención de los “herodianos” lleva preferentemente a situar la escena en la época galilea. La pregunta no sólo era capciosa, sino especialmente comprometida en aquella época de exaltación mesiánico-política de independencia de Roma y de los “zelotes.” Admitir pagar tributo al Cesar era enemistarle con el pueblo. Negarlo era enemistarlo con las autoridades romanas y sanedritas, que lo utilizarían como halago a Roma.
La respuesta “Dad al Cesar lo que es del Cesar, y a Dios lo que es de Dios” es una respuesta habilísima. La tradición cristiana primitiva exigirá la obediencia a los poderes constituidos (Rom 13:7; 1Pe 2:13-14). El Estado tiene sus exigencias legítimas, pero no al margen de Dios. Precisamente se ha de estar “sujetos a toda ordenación humana por respeto a Dios” (1Pe 2:13; Ap 17:ι7-18). La respuesta de Cristo tiene un enunciado “sapiencial.” También la dominación romana, como castigo, contaba en el plan de Dios 2.
Cuestión de la Resurrección. 12:18-27 (Mat 22:23-33; Luc 20:7-20).
Cf. Comentario a Mat 22:23-33.
18 Se le llegaron algunos fariseos, de los que dicen que no hay resurrección, y le preguntaban, diciendo: 19 Maestro, Moisés nos ha prescrito que si el hermano de uno viniese a morir y dejare la mujer sin hijos, tome el hermano esa mujer y dé sucesión a su hermano. 20 Eran siete hermanos. El primero tomó mujer, pero al morir no dejó descendencia. 21 La tomó el segundo, y murió sin dejar sucesión, e igual el tercero, 22 y de los siete ninguno dejó sucesión. Después de todos murió la mujer. 23 Cuando en la resurrección resuciten, ¿de quién será la mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer. 24 Díjoles Jesús: ¿No está bien claro que erráis y que desconocéis las Escrituras y el poder de Dios? 25 Porque, cuando resuciten de entre los muertos, ni se casarán ni serán dadas en matrimonio, sino que serán como ángeles en los cielos. 26 Por lo que toca a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en lo de la zarza, cómo habló Dios diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob? 27 No es Dios de muertos, sino de vivos. Muy errados andáis.
Otro pasaje muy afín en su narración en los tres sinópticos, excepto el final de Lc 3. Se remite al Comentario a Mat 22:23-33.
El primer mandamiento. 12:28-34 (Mat 22:34-40; Luc 10:25-28).
Cf. Comentario a Mat 22:34-40.
28 Se le acercó uno de los escribas que había escuchado la disputa, el cual, viendo cuan bien había respondido, le preguntó: ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? 29 Jesús contestó: El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor, 30 y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.” 31 El segundo es éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Mayor que éstos no hay mandamiento alguno. 32 Díjole el escriba: Muy bien, Maestro; con razón has dicho que El es el único y que no hay otro fuera de El, 33 y que amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, es mucho mejor que todos los holocaustos y sacrificios. 34 Viendo Jesús cuan atinadamente había respondido, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y nadie se atrevió ya más a preguntarle.
En Mc la pregunta se la hace en un tono de respeto. En Mt, y más en Lc, en un sentido hostil. Es cuestión redaccional. El tema del primer mandamiento era muy discutido en las escuelas rabínicas. Pero Mc es el que destaca la argumentación basándose en que Dios es “único”; luego exige la plenitud de amor y servicio. La repetición de “corazón,” “alma” y “mente” es el procedimiento semita de prueba por “acumulación.”
Pero en el amor a Dios va incluido el amor al “prójimo,” todo ser humano, que es lo que destaca especialmente Lc en este pasaje (Luc 10:29ss). Para el judío, el prójimo era sólo el judío.
En el v.29-30 se ha querido ver la intención, resaltada, de una cuestión apologética contra el politeísmo del medio ambiente al que se dirige el evangelio de Mc.
Los v.32-34 son propios de Mc. En ellos se hace ver que el amor al prójimo es mejor que todos los “holocaustos y sacrificios.” En esto Mc se entronca con la línea de los profetas sobre la autenticidad del culto y la misericordia (1Re 15:22; Ose 6:6). A esta valoración del “escriba” que le preguntó, Cristo le responde que su rectitud moral le está aproximando al reino de Dios 4.
El origen del Mesías. 12:35-37 (Mat 22:41-46; Luc 20:41-47).
Cf. Comentario a Mat 22:41-46.
35 Tomando Jesús la palabra, decía, enseñando en el templo: ¿Cómo dicen los escribas que el Mesías es hijo de David? 36 David mismo, inspirado por el Espíritu Santo, ha dicho: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies. 37 El mismo David le llama Señor, ¿y de dónde, pues, viene que sea hijo suyo? Una gran muchedumbre le escuchaba con agrado.
Los tres sinópticos insertan en estos últimos días jerosolimitanos este episodio. Con él Cristo pretende hacerles ver que la simple enseñanza de los escribas y fariseos, que sólo hacían al Mesías descendiente de David por la sangre, no bastaba para valorar su naturaleza. Apela a la Escritura con un procedimiento un poco de tipo rabínico, y les orienta, con su certera pregunta, hacia la trascendencia y divinidad del Mesías 5. Cf. Comentario a Mat 22:41-46.
Censura a los fariseos. 12:38-40 (Mat 23:6-8; Luc 21:1-4).
Cf. Comentario a Mat 23:6-8.
38 En su enseñanza les decía: Guardaos de los escribas, que gustan de pasearse con rozagantes túnicas, de ser saludados en las plazas 39 y de ocupar los primeros puestos en las sinagogas y los primeros asientos en los banquetes, 40 mientras devoran las casas de las viudas y simulan largas oraciones. Estos tendrán un juicio muy severo.
La dura censura de Cristo contra los fariseos ha sido recogida por Mt en su capítulo 23. La inserción aquí de la ostentación de los “escribas,” casi todos fariseos, tiene probablemente una finalidad por contraste, evocada por el episodio siguiente de la pobre viuda. Frente a su inmensa ostentación de ser siempre los primeros en toda la vida social, buscaban que recayese sobre ellos el prestigio religioso de la Ley, sin lo cual, para ellos, nada valía (Jua 7:49), y no tenían inconveniente en “simular largas oraciones,” para ser tenidos por ejemplares, y “en devorar las casas de las viudas.” Ya los profetas censuraban la indefensión de estas gentes. Este tema es el que le va a hacer presentar lo que significa la ofrenda de una pobre viuda, frente a toda la ostentación y latrocinio farisaicos.
El óbolo de la viuda. 12:41-44 (Luc 21:1-4).
41 Estando sentado frente al gazofilacio, observaba cómo la multitud iba echando monedas en el tesoro, y muchos ricos echaban muchas. 42 Llegándose una viuda pobre, echó dos leptós, que hacen un cuadrante, 43 y llamando a los discípulos, les dijo: En verdad os digo que esta pobre viuda ha echado más que todos cuantos echan en el tesoro; 44 pues todos echan de lo que les sobra; pero ésta, de su miseria, ha echado todo cuanto tenía, todo su sustento.
El gazofilacio, o tesoro del templo, estaba situado en el “atrio de las mujeres.” Probablemente había varias cámaras para la custodia de estos tesoros. En la parte anterior, según la Mishna, había trece cepos, en forma de trompetas, de abertura muy grande en el exterior, por donde se echaban las ofrendas 6.
Cristo está “sentado frente al tesoro.” Observaba cómo las gentes iban depositando sus diversas ofrendas. Algunos echaban “mucho.” Pero una pobre viuda echó dos ”leptós.” Marcos lo interpreta diciendo que hacen un “quadrans” (χοδράντης). Probablemente lo dice para los lectores gentiles, aunque convenía esta precisión para todos, ya que el “leptón” no era una moneda que todos conociesen. Valía la dieciseisava parte de un denario 7. No sólo era una insignificancia, puesto que el “denario” venía a ser considerado como el sueldo diario de un trabajador (Mat 20:2), sino que, mientras los demás echaron de lo que les sobraba, ésta echó, “de su miseria, cuanto tenía: todo su sustento.”
La lección era clara. Lo que pesa en la ofrenda al templo, a Dios, no es lo material, sino lo espiritual del que lo ofrece. Por eso “esta viuda ha echado más que todos cuantos echan en el tesoro.” Una cosa es el amor, y otra la ostentación 8.
1 Kümel, Das Gleichnis von der bosen Weingartner (Mar 12:1-9): Melang. Goguel (1950) 120-131; J. D. M. Derret, Fresh Light on the Parable ofthe Wickel Vine-dressers (Mat 21:33-46 par): Rev. Intern. des Droits de l’Antiquité (Louvain 1963) 11-41. – 2 O. Cullmann, Dieu et César (1956); J. Kennard, Render to God>: Study ofthe Tribute Passage (New York 1950) 358. – 3 Strack-B., Kommentar. II p.28; Dreyfus, L’argument scripturaire de jesús en faveur de la résurrection des morís: Rev. Bibl. (1959) 213:224; L. F’.»Rivera, Abraham, Isaac y Jacob y la Resurrección: Rev. Bibl., Rafael Calzada (Argentina 1958) 199-202; S. Bartrina,/£sús y los saduceos. «El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob es «El que hace existir»“ (Mat 22:23-33; Mar 12:18-27; Luc 20:27-40; Heb 11:13-16): Est. Bibl. (1962) 151-160. – 4 Fonck, Quaestio de mandato magno: Verb. Dom. (1925) 261-271; Bornkamm, Das doppelgebot der Liebe: Neut. Stud. für R. Bultmann (1954) 85-93; H. Montefio RE, Thou Shalt Love Thy Neighbour as Thyself (Mar 12:31 par): Ν . Τ . (Lciden 1962) 157ss. – 5 Strack-B., Kommentar. IV p.!45ss; Gagg, Jesús und die Davidssohn frage: Theolog. Zeitsch. p.18-30; M. De Tuya, Del Cenáculo al Calvario (1962) p.369-376. – 6 Feltex, Storia dei tempi del N.T., vers. del al. (1932) I p.92-93. – 7 Zorell, Lexicón. col.768. – 8 L. Gastón, Sondergut una Markusstoffm Lúe 21: Theol. Zeitschr. (Basel 1960) 161-172.
Fuente: Biblia Comentada
decirles. A los principales sacerdotes, ancianos y escribas (cp. Mar 11:27). parábolas. Vea las notas sobre Mar 2:2 ; Mar 2:11. una viña. Algo común en aquella región. Las laderas de Palestina estaban cubiertas con viñedos, la columna vertebral de la economía. También es un símbolo de Israel (cp. Sal 80:8-16; Isa 5:1-7; Jer 2:21). Jesús usa Isa 5:1-2 como la base para esta ilustración (vea la nota sobre Mat 21:33). vallado. Lit. «un cerco». Pudo tratarse de un muro de piedra o un vallado de arbustos construido para protección. un lagar. Localizado debajo de la prensa de uvas. Las uvas eran exprimidas en la prensa y el jugo corría a través de un abrevadero hasta este cuenco bajo, donde podía ser depositado en odres o frascos. torre. Esta estructura obedecía a tres propósitos: 1) servía de poste del guardia; 2) proveía de protección a los trabajadores; y 3) era utilizado para guardar las semillas y herramientas de trabajo. arrendó a unos labradores. Jesús añade a la imagen de Isa 5:1-2. El dueño del viñedo hace un arreglo con los hombres que él cree son obreros confiables, quienes deberán pagarle un cierto porcentaje por concepto de renta. El resto de las ganancias pertenece a ellos por concepto de su trabajo al cultivar y cosechar el campo. Los «labradores» representan a los líderes judíos.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
12:1 — Entonces comenzó Jesús a decirles por parábolas — Marcos dice que Jesús en este día martes comienza a dirigir varias parábolas en particular a los fariseos, a los saduceos y a los herodianos, pero aquí narra solamente una, la de los labradores malvados. (Mateo registra otras). Esta parábola delinea el largo rechazamiento de parte de los judíos de los siervos de Dios y finalmente del Hijo mismo. De esto Jesús ya había profetizado a sus discípulos (8:31; 9:31: 10:33). El cumplimiento queda a tres días de éste.
Después Jesús sostiene varias discusiones con ellos en el templo. Es un día de debate y conflicto continuo con ellos.
— Un hombre plantó una viña, la cercó de vallado, cavó un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos — Véase Isa 5:1-2. El cuadro representa a la obra de Dios, al escoger a Israel por pueblo suyo (Sal 80:8-19; Cnt 8:11-12; Isa 5:4; Isa 5:7; Isa 27:2-3; Jer 2:21). Hace todos los preparativos y arrienda su obra a los labradores; es decir, a los judíos (Mat 21:43) y a sus dirigentes (Mat 21:45) que habían de producir el fruto de vidas santas. Se va lejos (“se ausentó por mucho tiempo”, Luc 20:9); esto puede referirse a la dispensación mosaica en que Dios confía a los líderes espirituales la responsabilidad de guiar a Israel según la Ley de Moisés.
Fuente: Notas Reeves-Partain
RECHAZO Y RETRIBUCIÓN
Marcos 12:1-12
Jesús empezó de nuevo a hablarles por parábolas: – Un hombre plantó una viña; la rodeó con una valla; cavó el lagar, y construyó una torre. Luego se la arrendó a unos campesinos, y se marchó al extranjero.
A su debido tiempo les envió a los arrendatarios a un siervo suyo para que le dieran su parte del producto de la viña; pero ellos se apoderaron de él, y le apalearon, y le enviaron de vuelta con las manos vacías. De nuevo les mandó a otro siervo, al que hirieron en la cabeza y trataron vergonzosamente. Todavía les mandó a un tercero, y ellos le mataron. Y así trataron a muchos otros, apaleando a algunos y matando a otros. Aún le quedaba una persona a quien podía mandar: su querido hijo. Por último se les mandó, diciéndose: «Respetarán a mi hijo.» Pero aquellos campesinos se dijeron: «Este es el heredero. ¡Vamos a matarle, y así nos quedaremos con la heredad!» Así es que se apoderaron de él, y le mataron, y le arrojaron fuera de la viña. ¿Qué creéis que hará el dueño de la viña? Vendrá, y destruirá a los labradores, y les confiará a otros la viña. ¿Es que no habéis leído el pasaje de la Escritura que dice: «La piedra que desecharon los edificadores ha llegado a ser la piedra angular. Esto procede de Dios, y es algo maravilloso a nuestros ojos?»
Ellos trataron de encontrar la manera de apoderarse de Jesús, porque le tenían miedo a la multitud porque se daban perfecta cuenta de que Él había dicho esta parábola refiriéndose a ellos. Así es que Le dejaron en paz y se marcharon.
Ya hemos dicho que no se debe entender una parábola como si fuera una alegoría, buscándole el sentido a cada detalle. Originalmente las parábolas de Jesús no eran para ser leídas, sino habladas, y su significado era el que aparecía evidente cuando se oía por primera vez. Pero, hasta cierto punto, esta parábola es una excepción. Es una especie de ejemplar literario híbrido, un cruce entre alegoría y parábola. No todos los detalles contienen un significado, pero sí más de lo corriente en parábolas. Y esto es debido a que Jesús estaba hablando en imágenes que eran parte integrante del pensamiento y de la imaginería de los judíos.
El propietario de la viña es Dios. La viña misma es el pueblo de Israel. Esta era una figura que les resultaba a los judíos perfectamente familiar. En el Antiguo Testamento la vemos claramente empleada en Isa 5:1-7 , un pasaje del que se toman algunos de los detalles y el lenguaje en este pasaje. A esta viña se la equipó con todos los detalles deseables. Tenía una pared que marcaba sus límites, que les impedía el paso a los ladrones y la defendía de los asaltos de los jabalíes. Tenía un lagar. En algunas viñas había lagares en los que se pisaba la uva. Por debajo del lagar estaba la tinaja adonde iba a parar el zumo extraído. Había una torre, en la que se guardaba el vino, los labradores tenían su refugio y se vigilaba desde allí para que no entraran ladrones en el tiempo de la cosecha. Los labradores representan a los gobernantes de Israel a lo largo de toda la historia de la nación. Los siervos a quienes el propietario enviaba representan a los profetas. Siervo o esclavo del Señor era un título muy conocido. Así se llamaba a Moisés (Jos 14:7 ), y a David (2S 3:18 ). Este título aparece con frecuencia en los libros de los profetas (Am 3:7 ; Jer 7:25 ; Zac 1:6 ). EL hijo es Jesús mismo. Aun en aquel momento, la audiencia habría hecho estas identificaciones, porque los pensamientos y las imágenes les eran todos totalmente familiares.
La historia misma era lo que bien podría suceder en Palestina en tiempos de Jesús. El país tenía mucha inquietud laboral, y muchos propietarios estaban ausentes de sus fincas. El propietario de la viña podía ser un judío que hubiera encontrado una tierra más cómoda y segura que Palestina, o un romano que considerara la viña una buena inversión para su dinero. Si el propietario cumplía la Ley, la primera vez que se recolectara la cosecha sería cinco años después de plantar la viña (Lv 19:23-25 ). En tal caso la renta se pagaba en especie. Podía ser un porcentaje concertado de la cosecha, o una cantidad fija independientemente de lo que se recogiera. La historia no es improbable de ninguna manera, sucedía algunas veces.
La parábola está tan llena de verdades que no podemos hacer casi nada más que enumerarlas.
Nos dice ciertas cosas acerca de Dios.
(i) Nos habla de la generosidad de Dios. La viña estaba equipada con todo lo necesario para que el trabajo de los labradores fuera fácil y productivo. Dios es generoso en la vida y en el mundo que da a las personas.
(ii) Nos habla de la confianza de Dios. El propietario se marchó, y dejó que los labradores llevaran la viña a su manera: Dios confía en nosotros lo suficiente como para darnos libertad para que vivamos la vida como queramos. Como ha dicho alguien: «Lo maravilloso de Dios es que Él nos deje hacer tantas cosas por nosotros mismos.»
(iii) Nos habla de la paciencia de Dios. No una vez o dos, sino muchas veces, el dueño les dio a los labradores la oportunidad de pagarle lo que le debían. Los trató con una paciencia que no merecían.
(iv) Nos habla del triunfo definitivo de la justicia de Dios. Las personas puede que se aprovechen de la paciencia de Dios; pero al final habrá de venir el juicio y la justicia. Dios puede que soporte mucho tiempo la desobediencia y la rebeldía, pero acabará por actuar al fin.
Esta parábola nos dice algo acerca de Jesús.
(i) Nos dice que Jesús Se consideraba a Sí mismo, no como un siervo, sino como el Hijo. Intencionadamente Se separa de la sucesión de los profetas, que eran siervos, mientras que Él era el Hijo. En Él había hablado Dios Su última y definitiva Palabra. Esta parábola era un desafío intencionado a las autoridades judías, porque contiene la presentación inconfundible de Jesús como Mesías.
(ii) Nos dice que Jesús sabía que había de morir. La Cruz no se fue para Él ninguna sorpresa. Sabía que el camino que había escogido no podía conducir a otro final. Con supremo coraje, aunque sabía adónde iba, sin embargo prosiguió adelante.
(iii) Nos dice que Jesús estaba seguro de Su triunfo final. Él sabía también que había de ser maltratado y muerto, pero también sabía que aquello no sería el fin, y que después del rechazo vendría la gloria.
Esta parábola nos dice algo acerca del hombre.
(i) No podía haber nada más que una razón para que los labradores pensaran que podían matar al hijo y entrar en posesión de la viña. Deben de haber pensado que el propietario estaba demasiado lejos para intervenir, o que estaba muerto, y por tanto no tenían que tenerle en cuenta. Muchos hay que siguen pensando que pueden actuar contra Dios y salirse con la suya. Pero Dios está totalmente vivo. Muchos tratan de negociar con su propia libertad y con la paciencia de Dios, pero llega el día de rendir cuentas.
(ii) Si uno se desmarca de sus privilegios y responsabilidades, pasarán a otra persona. La parábola contenía en germen lo que iba a suceder: el rechazo de los judíos y la transferencia de sus privilegios y responsabilidades a los gentiles.
La parábola se cierra con una cita del Antiguo Testamento que fue muy querida para la Iglesia Primitiva, acerca de la Piedra que fue rechazada; procede del Sal 118:22 s. La Piedra desechada había llegado a ser la piedra que ensamblaba las esquinas del edificio, la clave del arco, la piedra más importante de todas. Este pasaje fascinaba a los autores cristianos primitivos. Se cita o alude en Hch 4:11 ; 1Pe 2:4; 1Pe 2:7 ; Rm 9:32 s; Ef 2:20 . En su origen, aun en el mismo Salmo, se refería al pueblo de Israel. Las grandes naciones que se tenían por los arquitectos de la estructura del mundo habían considerado al pueblo de Israel sin importancia ni honor; pero, como lo vio el salmista, la nación que se había considerado que no tenía ninguna importancia llegaría a ser algún día, en la economía de Dios, la nación más importante del mundo. Los escritores cristianos vieron en el sueño del salmista lo que se cumplió perfectamente en la muerte y la resurrección de Jesús.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
CAPÍTULO 12
b) Parábola de los viñadores homicidas (Mc/12/01-12).
1 Y comenzó a hablarles en parábolas. «Un hombre plantó una viña, y la rodeó de una cerca, cavó un lagar y construyó una torre; luego la arrendó a unos viñadores y se fue lejos de su tierra. 2 A su tiempo envió un criado a los viñadores, para percibir de ellos los frutos de la viña que le correspondían. 3 Pero ellos le echaron mano, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías. 4 De nuevo les envió otro criado; pero a éste lo descalabraron y llenaron de ultrajes. 5 Todavía envió a otro; pero a éste lo mataron. Después, a muchos otros, a quienes apalearon o mataron. 6 Todavía le quedaba alguien: un hijo muy querido; lo envió, pues, a ellos en último lugar, pensando: «A mi hijo lo respetarán.» 7 Pero aquellos viñadores se dijeron unos a otros: «éste es el heredero. Vamos a matarlo y la heredad será nuestra.» 8 Y echándole mano, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. 9 ¿Qué hará el dueño de la viña? Volverá, acabará con aquellos viñadores y arrendará la viña a otros. 10 ¿Ni siquiera habéis leído este pasaje de la Escritura: La piedra que rechazaron los constructores, ésa vino a ser piedra angular; 11 esto es obra del Señor y admirable a nuestros ojos?» 12 Ellos intentaban arrestarlo, pero tuvieron miedo al pueblo; pues se habían dado cuenta de que por ellos había dicho esa parábola. Lo dejaron, pues, y se fueron.
La verdadera respuesta de Jesús al gran consejo es la parábola de los malos viñadores; pues, en la conexión redaccional (12,1) se dice expresamente que Jesús empezó a hablarles en parábolas, a ellos, que son los mismos interlocutores que en 11,27-33. Si sigue sólo una parábola, quiere decir que el giro «hablar en parábolas» designa simplemente el lenguaje de las parábolas como tal, que debe descubrir y enseñar algo, pero que produce un efecto distinto en los oyentes (cf. 4,10s). Según la observación final, redaccional asimismo, los delegados del consejo conocieron que la parábola la había dicho contra ellos (v. 12); de hecho la parábola es tan transparente que parece excluir cualquier equívoco. De ahí que la peculiaridad del lenguaje «en parábolas» no pueda consistir en que sea ininteligible (cf. 4,33), aun cuando en él exista algo de oscuro en un sentido mucho más profundo: en los hombres insensibles produce una obcecación (4,12) o endurecimiento del corazón (cf. también 4,33). Esto es lo terrible: aunque la parábola sea racionalmente inteligible, no por ello conduce a la verdadera inteligencia, conocimiento y conversión, sino que endurece a aquellos hombres en su actitud malévola y hace que aquellos a quienes afecta no queden realmente afectados. Los dirigentes judíos, a quienes con los malos viñadores se les pone ante los ojos una imagen de su propia conducta, escuchan la advertencia (v. 9), pero no le prestan atención. Se reafirman en la actitud en que han sido presentados y querrían deshacerse inmediatamente de la persona de Jesús; sólo que temen al pueblo (v. 12). Es la idea de Marcos, que ya pudimos reconocer en el capitulo 4, y según la cual el lenguaje parabólico de Jesús ejerce una función crítica provocando inmediatamente la salvación o la condenación. Pero ¿pronunció Jesús esta parábola en tal situación histórica? Desde hace largo tiempo se han formulado en contra algunas observaciones críticas que tienen un notable peso. Se advierten evidentes rasgos alegóricos: la viña que aquel hombre planta es Israel, como lo podía comprender cualquier oyente judío de acuerdo con el célebre cántico de la viña de Isa 5:1-7. El cuadro, según el cual el dueño plantó la viña, la rodeó de una cerca, cavó un lagar y construyó una torre -es decir, una casa rural con su atalaya-, coincide literalmente con Isa 5:1s según la Biblia griega. El repetido envío de criados alude inequívocamente a los profetas que, según otras palabras de la tradición, fueron perseguidos y muertos (cf. Mat 5:12; Mat 23:31.37 y par Lc). El Hijo único y amado no puede ser otro que el propio Jesús; pero ¿se ha dado Jesús a conocer de una manera tan abierta, casi sin velos, ante sus enemigos y en público como el Hijo amado de Dios? Todo esto, se dice, se explicaría más fácilmente admitiendo que se trata de una formación de la comunidad cristiana, que ha querido exponer en esta parábola la misión y destino de Jesús a la luz de la historia de la salvación. Otros exegetas suponen que la Iglesia primitiva, y respectivamente los evangelistas, construyeron y explicaron alegóricamente un relato más sencillo en su origen y que establecía una relación más velada entre el comportamiento de los malos renteros y el de los dirigentes judíos. La parábola narrada por Marcos, y que él ya encontró en esa forma, delata ciertas ampliaciones secundarias, especialmente en el v. 5. Pues, según una regla que puede observarse frecuentemente, un narrador se atiene al número tres, de tal modo que en su origen se trataba seguramente sólo de tres envíos. De hecho el Evangelio copto de Tomás, descubierto recientemente (Logion 65), presenta esa forma de parábola más simple: un hombre importante tiene una viña y la entrega a unos labradores para obtener de ellos unos frutos. Primero les envía un criado, al que los viñadores golpean hasta casi matarlo; luego a otro que corre suerte parecida, y finalmente a su hijo, que es el único que muere. Así la historia pierde también una buena parte de su inverosimilitud interna; pues, en la redacción de Marcos el dueño de la viña actúa de un modo increíblemente necio y a la ligera cuando, después del asesinato de numerosos criados expone también al peligro a su propio hijo. Mientras que en el relato más breve no está desprovista de fundamento la suposición de que los renteros respetarían a su hijo. El raciocinio de los viñadores, para nosotros incomprensible, de que con el asesinato del hijo y heredero podrían apropiarse de la viña, se explica por las disposiciones legales de aquel tiempo, según las cuales cualquiera podía ocupar y apropiarse de un bien, incluso de una propiedad raíz, que no tuviese dueño. «La aparición del hijo les hizo suponer que el dueño había muerto y que el hijo venía para tomar posesión de la heredad» (J. Jeremías). Admitiendo esta interpretación, Jesús habría expuesto una parábola clara, que ponía ante los ojos de los dirigentes judíos su maldad y les amenazaba con el juicio de Dios. A sí mismo Jesús sólo se habría indicado de un modo indirecto como el último enviado de Dios, pues en una verdadera parábola -a diferencia de lo que ocurre en una alegoría- los oyentes no tienen que interpretar de un modo literal todos y cada uno de los detalles de la narración. La hipótesis de que la Iglesia primitiva hubiese inventado la parábola -y precisamente en forma de alegoría- presenta también sus dificultades: prescindiendo de la gran fantasía creadora que se le atribuye, sorprende que presentase a Dios como a un señor que se marcha al extranjero y que deje el destino de su Hijo en el más completo desamparo (la cita bíblica del v. 10s se encuentra ya fuera de la parábola). Si la comunidad cristiana conocía ya una parábola de Jesús del tipo indicado, su forma actual tendría una explicación satisfactoria: describe la viña, imagen que Jesús habría elegido ciertamente con la mirada puesta en Israel, según el tenor literal (griego) de Isa 5:1s, relaciona los criados con los profetas, califica al Hijo de único y «amado» conforme a la voz celestial de 1,11 y 9,7; al hablar de los «otros» a los que pasará la viña piensa en los paganos, y, sobre todo, mediante la cita escriturística final de la piedra angular pone de relieve la transcendencia de su Señor. A juzgar por las citas bíblicas se podría incluso llegar a decir que esto lo han hecho los judíos helenistas convertidos al cristianismo. Marcos pudo adoptar esta versión alegórica para sus lectores. Mateo ha penetrado todavía más en el terreno alegórico, pues en su redacción el dueño de la viña envía por dos veces a un gran número de criados, que son injuriados, muertos o lapidados, igual que se dice en la sentencia sobre Jerusalén: «¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que fueron enviados a ella! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos… !» (Mat 23:37). Tanto él como Lucas hacen morir al hijo fuera de la viña, tal vez con el pensamiento puesto en la crucifixión de Jesús ante las puertas de Jerusalén (cf. Heb 13:12s). Si entramos de este modo en la elaboración de la Iglesia primitiva y de los evangelistas, aprenderemos con ellos a ver en el tenebroso suceso un acontecimiento divino, preparado ya en el plan divino de la historia de la salvación. La reflexión de la Iglesia primitiva se pone de manifiesto principalmente en la cita final del Sal 118 (117) 22s. Procede literalmente de la versión griega del Antiguo Testamento y es un pasaje que pertenecía al núcleo de la interpretación escriturística que hacía la Iglesia primitiva, referida a Jesucristo. En Hec 4:11 viene introducida en conexión con la muerte en cruz y resurrección de Jesús: «a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó» (v. 10), subrayando después la importancia decisiva para la salvación de esa piedra angular: «y no hay salvación en otro nombre alguno» (v. 12). Seguramente que ésta es también la interpretación que late en el fondo de Mar 12:10s. En 1Pe 2:7 se aduce asimismo este pasaje bíblico, aunque completado con otros dos textos sobre «la piedra», a saber: la piedra preciosa y angular, puesta en los cimientos de Sión (Isa 28:16); y la «piedra de tropiezo y de escándalo» (Isa 8:14). La misma piedra que sirve al creyente de apoyo firme, se trueca para el incrédulo en tropiezo y ruina. Merece la pena tratar de aclarar el contexto del mencionado pasaje del /Sal/118/22s en el Antiguo Testamento. Es el mismo salmo del que proceden el Hosanna y las aclamaciones de la entrada en Jerusalén (cf. comentario a 11,9); se trata, por consiguiente, de una liturgia de acción de gracias para los peregrinos que entran en el templo. No pocas veces la Iglesia primitiva ha utilizado determinados salmos o capítulos de los profetas con distintas aplicaciones cristológicas. Los dos versículos aducidos después de la parábola de los viñadores se insertan en una acción de gracias por la liberación de una grave necesidad e intentan describir -bajo una imagen que tal vez era proverbial- el cambio imprevisto de la desgracia a la salvación. El orante está persuadido de que debe agradecer su liberación a Dios sólo, pues visto humanamente es un milagro. A propósito de la imagen de la piedra, que los constructores desechan y que ahora ocupa un lugar destacado, se discute si se trata de una piedra angular puesta en el fundamento o de la clave de bóveda que corona el edificio (*). Aquí encaja mejor esto último: si los constructores ya están a la obra y el edificio va subiendo, donde la piedra desechada puede ocupar un lugar más importante es en la cúspide. La imagen de Isa 8:14s y 28-16 es distinta: y tampoco el simbolismo de la piedra es uniforme en el Nuevo Testamento. Resulta más interesante saber que ya en el judaísmo el salmo 118 se había aplicado a Abraham, a David y tal vez también al Mesías, el Hijo de David. Para la comunidad cristiana la piedra desechada por los constructores, los jefes de Israel, y convertida por Dios en piedra angular o en clave de bóveda, es su Mesías Jesucristo. La manera en que este pasaje bíblico viene aducido y citado hace suponer que Marcos ya encontró este final de la parábola de los viñadores. La cita, aunque el propio Jesús la tome en sus labios, sobrepasa el marco de la parábola de los viñadores. La mirada se desvía de los malos renteros al Hijo asesinado, del que ahora se afirma el milagro de su exaltación divina, es decir, su resurrección y su carácter permanente y decisivo para la salvación. La comunidad no se contentaba con la mirada al pasado ni descansaba en la muerte violenta del Hijo, sino que daba a la parábola una conclusión que afianza su fe sobre el fundamento de lo que entretanto ha sucedido por obra de Dios y que proclama el significado permanente y decisivo de Jesucristo.
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* En favor de la piedra de remate que se ponía sobre el pórtico, véase especialmente J. JEREMÍAS: «Jesús ve preanunciado su destino en la palabra del salmo: de parte de los hombres será desechado como una piedra inútil para la construcción, pero Dios hará de él la clave de bóveda; sin metáforas: le ensalzará a «rey y Señor»».
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c) La cuestión del tributo al César (Mc/12/13-17).
13 Luego le envían algunos fariseos y herodianos para cazarlo en alguna palabra. 14 Llegan, pues, y le dicen: «Maestro, sabemos que eres sincero y que nada te importa de nadie porque no te fijas en las apariencias de las personas, sino que enseñas realmente el camino de Dios. ¿Es lícito pagar tributo al César: sí o no? ¿Debemos pagarlo o no debemos pagarlo?» 15 Pero él, sabiendo bien su hipocresía, les dijo: «¿Por qué me tentáis? Traedme un denario para verlo.» 16 Se lo llevaron y él les pregunta: «¿De quién es esta figura y esta inscripción?» Ellos le respondieron: «Del César.» 17 Entonces Jesús les dijo: «Pagad lo del César al César, y lo de Dios a Dios.» Y quedaron admirados de él.
La famosa escena de la moneda del tributo no pretende mantener una situación altamente peligrosa para Jesús y políticamente explosiva, de la que él ha salido con una mayor sagacidad. Sin duda que también quiere mostrar su superioridad sobre los enemigos falsos y pérfidos, que quieren «cazarlo» -como si se tratara de parar una trampa a algún animal salvaje- en alguna expresión imprudente. Pero no es la situación histórica, bastante imprecisa, sino la respuesta de Jesús que servirá de norma a la comunidad, el verdadero fin de la perícopa transmitida. El evangelista ha encontrado seguramente una colección de cuatro diálogos (12,13-37), con temas muy diversos pero todos importantes. También en el judaísmo era frecuente presentar a un rabino cuestiones parecidas. Se distinguían en tales planteamientos las cuestiones relativas a la exposición de la ley, cuestiones sarcásticas, cuestiones fundamentales para el comportamiento moral y cuestiones que se referían a las contradicciones aparentes entre dos pasajes bíblicos. También las cuatro perícopas de 12,13-37 podrían seguir este esquema. En todo caso Jesús viene presentado como el maestro que resuelve magistralmente problemas difíciles y que da respuestas insuperables de un valor permanente. Marcos ha insertado esta temprana composición en el marco de los enfrentamientos de Jesús con los círculos dirigentes de Jerusalén. Para él eran probablemente «controversias», aun cuando esta clasificación no responde en su origen a los cuatro fragmentos, y ni siquiera ahora conviene a todos (cf. 12,28-34). Pero sirviéndose de este material, Marcos quiere mostrar también cómo los miembros del gran consejo trabajan contra Jesús para terminar con él (cf. 14,1). Así el evangelista enlaza la sección precedente con la nueva escena mediante la observación de que los mismos miembros del consejo que se retiran derrotados (v. 12), le envían algunos fariseos y herodianos para que le sorprendan en alguna palabra. Estos dos grupos, mutuamente enfrentados, aparecieron ya juntos en 3,6; también entonces -históricamente demasiado pronto- se reunieron en consejo para ver el modo de perder a Jesús. Los herodianos, partidarios del gobernante de la casa de Herodes, dependiente de Roma -véase el comentario a 6,14-, eran, pues, auténticos colaboracionistas; los fariseos rechazaban en principio la soberanía de Roma como potencia extranjera, aunque se doblegaban bajo la idea de que también los gobernantes paganos han recibido el poder de Dios para proteger el orden, y habrán de rendir cuentas ante Dios. Sólo los zelotas querían rechazar por la fuerza el yugo extranjero, porque únicamente Dios debía ser el rey de Israel. Dada la distinta postura de los grupos judíos, la cuestión que le proponen a Jesús era entonces de la máxima actualidad; pero lo era también para la Iglesia primitiva, que debía tener ideas claras acerca de su postura frente al Estado pagano. Fariseos y herodianos quieren inducir a Jesús a una manifestación que les permitiese acusarle ante los romanos como amotinador del pueblo. Si, por el contrario, se decidía en favor del pago del tributo, perdería las simpatías del pueblo, aunque difícilmente podían contar con ellas quienes planteaban la cuestión. Con sus palabras aduladoras de que sabían que Jesús enseñaba el camino de Dios sin acepción de personas, quieren evidentemente empujarle a una declaración en contra del tributo. Todos los judíos eran uno en la fe de que Israel, el pueblo escogido de Dios, sólo debía someterse a la soberanía divina. ¿No iba Jesús a sumarse a esa fe y a rechazar, en consecuencia, las pretensiones del Estado pagano? Con la doble pregunta se apunta a algo que es fundamental: ¿se debe pagar el tributo al César reconociendo así su soberanía sobre Israel? Pues según la concepción antigua general, uno se sometía al régimen en el poder mediante el pago de tributos e impuestos. El tributo personal al César romano era en sí pequeño -un denario, como 0,25 dólares-; pero tenía un significado fundamental y por ello resultaba extremadamente odioso a los judíos. De ahí que los fariseos pregunten de una forma bien concreta: ¿Es lícito -pese a la repugnancia interna- pagar el tributo al César? Quieren forzar a Jesús a una declaración precisa. Jesús penetra su malicia y, al igual que en la cuestión de su autoridad, les obliga a quitarse la máscara. Eso es exactamente lo que persigue su comportamiento: ellos mismos tienen que mostrarle una moneda del tributo y reconocer así que se sirven del dinero del César. Ellos mismos deben confesar que la moneda lleva la imagen e inscripción del César. Tales monedas del César Tiberio, que entonces imperaba, se nos han conservado («Tiberio, César, hijo del divino Augusto, Augusto»). Con ello ya se han desenmascarado: se doblegan a la soberanía romana. Si pretenden seducirle para que dé otra respuesta, eso sólo puede deberse a mala voluntad. Pero Jesús no rehuye tomar posiciones. El César debe percibir aquello a lo que tiene derecho; derecho que subraya el vocablo griego -«devolver»-: hay que darle lo que le es debido, pagar el tributo y, como indica la formulación general, cumplir todos los deberes con el Estado. Jesús, sin embargo, no se contenta con esta respuesta, sino que añade por su propia cuenta: «Y lo de Dios a Dios.» Ahí carga todo el acento: mucho más importantes aún son los deberes para con Dios. De este modo Jesús va más allá de la pregunta centrando la mirada en lo que para él es lo más decisivo: dar a Dios lo suyo, ponerse por completo a su disposición. El Estado con su ordenamiento y sus pretensiones no es lo supremo; Dios tiene sobre el hombre un derecho más antiguo y superior. La importancia de estas palabras iluminadoras de Jesús no es fácil de comprender, y se ha discutido en la exégesis (*). Sin duda que Jesús no quiere establecer dos órdenes separados, uno humano y terreno y otro divino, que nada tendría que ver con las cosas de la tierra. Dios reclama al hombre también en el campo social y estatal; pero no hay que dar al Estado un valor absoluto, pues no tiene sino un valor limitado. Ya en la misma posición judía frente al Estado pagano pueden advertirse algunas reservas: la autoridad estatal no debe ofender el honor divino, pisotear sus mandamientos ni prohibir su culto; no debe divinizarse a sí misma poniéndose en el lugar de Dios; ha de servir a la justicia y bienestar de los hombres y dar cuenta de la administración de sus poderes. Pero Jesús formula además de modo positivo la supremacía de Dios indicando que el Estado es sólo una realidad dependiente y transitoria. Para Jesús las fuerzas terrenas del orden están en el lugar histórico que Dios les ha señalado, y la historia se encamina hacia la meta a la que Dios quiere conducirla: su reino escatológico de paz y de salvación. Así, esta palabra de Jesús tiene el mismo sentido que su invitación a buscar primero el reino de Dios (Mat 6:33). Jesús rechaza tanto un radicalismo político -el zelotismo- como el recluirse en la pura interioridad y alejamiento del mundo. Su palabra es tan decisiva y tan abierta que conserva toda su vigencia en las más diversas circunstancias y situaciones históricas, aunque en cada caso requiera nuevas aplicaciones y decisiones. Ya la Iglesia primitiva en las circunstancias cambiantes de su vida histórica hubo de decidir en cada caso su postura y encontrar su camino. Pablo exigió una actitud positiva frente al Estado romano como fuerza de orden ( Rom 13:1-7), y de igual modo otros autores han inculcado la obediencia frente a las leyes y obligaciones cívicas (1Pe 2:13-17; Tit 3:1s). Pero el Apocalipsis de Juan, en un tiempo en que los Césares ambicionaban para sí honores divinos y afirmaban la omnipotencia estatal, consideraba los poderes terrenos como encarnación del poder satánico y como rivales de Dios (Ap 13), y pensaba que era necesario resistirse a tales pretensiones hasta soportar la persecución sangrienta. La situación histórica actual ha cambiado una vez más. Es verdad que la Iglesia se presenta en todas partes abogando por la libertad y los derechos de los hombres, especialmente de los socialmente postergados y oprimidos. Pero su misión específica no es de tipo político; debe proclamar el mensaje y exigencias de Dios sobre los individuos y sobre la sociedad. Lo cual significa una misión incorruptible de alertamiento moral, una actuación libre de cualquier oportunismo y que sólo se preocupa del bien y de la desgracia de los hombres. Si en el mundo de hoy, la Iglesia quisiera retirarse al terreno «religioso», a su culto y a la solicitud por la salvación de las almas, no habría entendido adecuadamente la palabra de Jesús: «Y dad a Dios lo que es de Dios.» La resolución apolítica de Jesús encierra, no obstante, una exhortación insoslayable a la actuación responsable en favor de la sociedad humana de acuerdo con la voluntad de Dios.
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* R. VOLKL dice atinadamente «No puede hablarse de que aquí vengan equiparados el César y Dios, pues el Estado puede exigir lo que necesita para su existencia, mientras que Dios demanda al hombre entero, el hombre debe entregársele por completo».
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d) El problema de la resurrección de los muertos (Mc/12/18-27).
18 Después vienen a él unos saduceos -los cuales afirman que no hay resurrección- y le preguntaban: 19 «Maestro, Moisés nos dejó escrito que, si un hermano muere dejando mujer sin hijos, otro hermano suyo debe tomar esa mujer, para dar sucesión al hermano difunto. 20 Pues bien, eran siete hermanos; el primero tomó mujer, pero murió sin dejar descendencia. 21 También el segundo se casó con ella, pero murió sin dejar descendencia: y lo mismo el tercero; 22 y ninguno de los siete dejó descendencia. Al final de todos, murió también la mujer. 23 En la resurrección, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer.» 24 Jesús les contestó: «¿No estáis en el error, precisamente por desconocer las Escrituras y el poder de Dios? 25 Porque, cuando resuciten de entre los muertos, ni los hombres se casarán ni las mujeres serán dadas en matrimonio, sino que serán como ángeles en los cielos. 26 Y en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, cuando aquello de la zarza, cómo le dijo Dios: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? 27 él no es Dios de muertos, sino de vivos. Estáis completamente en el error.»
Los saduceos, que son los inmediatos interlocutores de Jesús, rechazaban la fe en la resurrección de los muertos, que el judaísmo de entonces admitía en general. Este grupo, formado principalmente por los círculos sacerdotales, mantenía una postura teológica conservadora y sólo admitía como válida la ley del Antiguo Testamento sin las explicaciones posteriores de la Escritura, la «tradición de los antepasados», cf. Mar 7:3. La negación, pues, de la resurrección de los muertos no se debía, o al menos no predominantemente, al espíritu helenista y liberal, sino al aferramiento al tenor literal de la Escritura, en la cual sólo Dan 12:2s afirma de un modo claro y formal la fe en la resurrección de los muertos. Los saduceos postulaban, sin embargo, un fundamento en el Pentateuco, lo cual explica la prueba bíblica que Jesús les brinda al final de nuestra perícopa. El problema de la resurrección de los muertos constituía la diferencia esencial entre los puntos doctrinales de fariseos y saduceos, como se desprende también del testimonio del apóstol Pablo en Hec 23:8; Pablo utiliza hábilmente la oposición entre fariseos y saduceos para dividirlos. El historiador judío Flavio Josefo expone la doctrina de los saduceos de modo que el alma perece con el cuerpo; pero dice también que contaban con muy pocos seguidores (Antigüedades Judías XVIII, § 16s). De los fariseos, que después de la guerra judía se adueñaron por completo del poder, sabemos que intentaban probar la resurrección de los muertos con numerosos textos bíblicos (*), aunque no con el que aduce Jesús. En tiempos de Jesús ya había arraigado entre el pueblo esta fe, que en la época de los Macabeos ofrecía grandes ejemplos de consuelo y esperanza con sus martirios sangrientos (cf. 2Mac 7), y que Jesús confirma. En este punto, como en muchos otros, Jesús estaba cerca de los fariseos. El problema de la resurrección de los muertos lo llevan los saduceos a un caso extremo. Según un recurso estilístico, habitual entre los rabinos, es una «pregunta sarcástica», que desde luego no pretende burlarse de la fe, sino poner de relieve sus dificultades y conducir ad absurdum. Se presupone el llamado levirato, prescrito en Deu 25:5 ss. El cuñado (levir), el hermano soltero de un hombre que moría sin dejar descendencia varonil, venía obligado por lo mismo a casarse con su cuñada; los hijos así nacidos se consideraban del primer marido. La prescripción tenía su razón de ser en el antiguo estado de cosas socioeconómicas, y concretamente de cara a la herencia de las posesiones agrarias. Ya en tiempos del Antiguo Testamento había quedado abolida semejante prescripción, en razón sobre todo de Lev 18:16; Lev 20:21 (prohibición de las relaciones deshonestas con una cuñada). Más tarde volvió a practicarse el levirato, pero después desapareció. Probablemente ya en tiempos de Jesús sólo se trataba de un caso teórico; pero servía a los saduceos para atacar la resurrección de los muertos. Según las concepciones de la época se esperaban también en el mundo futuro intensas alegrías terrenas, ciertamente que como expresión sobre todo de la plenitud de bendiciones divinas. La felicidad conyugal y familiar se consideró siempre en Israel como una bendición de Dios, y así tropezamos con sentencias tan sorprendentes como estas: «Las mujeres parirán entonces cada día» (R. Gamaliel II, hacia el 90); «cada israelita tendrá entonces 600.000 hijos» (R. Eliezer, hacia el 150). Se concebía, pues, el mundo futuro de un modo análogo al mundo presente terreno, aun cuando había razones para una representación más espiritual. Sólo desde este presupuesto se comprende perfectamente la importancia radical y suprema de la respuesta de Jesús.
Al sarcasmo de los saduceos responde Jesús con toda seriedad: No conocen realmente la Escritura, no han penetrado en su pensamiento profundo, ni comprenden tampoco el poder de Dios que puede actuar de modo distinto a como supone la razón humana. Esto último se pone de manifiesto por cuanto Dios ha ordenado las cosas del mundo futuro de otra forma que las del mundo presente. La idea de la nueva creación, que también era familiar al judaísmo, la acepta Jesús y la lleva consecuentemente hasta el final. Afirma que en la resurrección ya no habrá relaciones sexuales y matrimoniales: los varones no se casarán y las mujeres no serán dadas en matrimonio. Con ello se dice que la «corporeidad» de los resucitados será completamente diferente de la terrena (cf. Pablo en /1Co/15/36-50). Estas importantes ideas las expone Jesús de un modo gráfico diciendo que «serán -unos y otras- como ángeles en los cielos». También aquí se une Jesús a la tradición judía. Según el libro de Henoc no se les dieron mujeres a los ángeles, «pues los seres espirituales del cielo tienen su morada en el cielo» (15,7). Según el Apocalipsis de Baruc, los justos resucitados habitarán en las alturas de aquel mundo, iguales a los ángeles y comparables a las estrellas (51,10). Por lo demás, según la idea de ese Apocalipsis, sólo poco a poco podrán adoptar todas las formas posibles que ellos deseen, desde la belleza a la majestad, de la luz al esplendor de la gloria, hasta superar a los ángeles en su gloria (51,12). En la alusión a los ángeles hay asimismo un ataque contra los saduceos que, según Hec 23:8, también negaban la existencia de los ángeles y de los espíritus (afirmación no atestiguada en las fuentes judías). En el mismo pasaje Lucas emplea la expresión más fuerte de «iguales a los ángeles». En la historia de la teología esto ha llevado a una desvalorización de la sexualidad y del matrimonio; se ha visto el ideal en el estado asexuado y similar a los ángeles, luchando por realizar ese ideal lo más posible ya aquí en la tierra. Las consecuencias de tales ideas contrarias al matrimonio y al cuerpo, que fueron perniciosas para la moral cristiana del sexo y del matrimonio, perviven hasta en nuestros días. No puede darse una interpretación más equivocada de las palabras de Jesús; pues con la doctrina de la resurrección de los muertos se introduce precisamente la corporeidad en el acontecimiento de la redención reclamando una concepción unitaria del hombre que no puede prescindir de su sexualidad. Según la fórmula de Marcos sólo se trata de una comparación sobre la forma de existencia de los resucitados. Su peculiaridad excluye, por lo demás, cualquier función sexual, y por lo mismo la procreación. La multiplicación del género humano está limitada a la vida terrena, y sirve a su continuación. Según la ideología de entonces, y según el planteamiento de los saduceos, se trata únicamente de procurar descendencia. No entra en consideración el problema del amor matrimonial, del perfeccionamiento personal de los cónyuges. Si la teología moderna, partiendo del convencimiento de que el mundo futuro aportará la plena realización y perfección del orden creacional, saca la consecuencia de que tampoco el amor entre marido y mujer no desaparecerá en absoluto, sino que sólo será sublimado y esclarecido, no puede decirse que vaya contra las palabras de Jesús. Mas Jesús insiste resueltamente en el hecho de la resurrección de los muertos -o «de entre los muertos», es decir, desde el mundo de la muerte-, y lo fundamenta en una prueba escriturística particular. Se revoca al famoso pasaje en que Dios se acerca a Moisés en medio de la zarza que arde sin consumirse y en que le revela su nombre (Exo 3:1-6.13-15). Entonces Dios le dice: «Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.» Con frecuencia se han entendido las palabras de Jesús como que Dios es un Dios de vivos, y en consecuencia aquellos patriarcas deben de vivir aún y obtener algún día la vida plena, es decir, la resurrección. Pero esta argumentación no responde ciertamente al pensamiento de Jesús. Para los judíos Dios revelaba, con el argumento de que es el Dios de los patriarcas, su constancia y fidelidad, su lealtad a la alianza que había pactado con los patriarcas y a las promesas que les había hecho. Estas se referían a una descendencia numerosa y a ]a permanencia del pueblo (cf. Gen 17:7). Mas para los israelitas en una vida plena y total entra también la corporeidad; por ello, la promesa de Dios no puede cumplirse en una vida que termina con la muerte corporal. De la fidelidad divina a la alianza y de las promesas divinas de vida, deduce Jesús la resurrección final de los muertos. La doctrina de la resurrección de los muertos siempre suscitó dificultades entre los griegos cultos, que creían en la inmortalidad del alma y consideraban el cuerpo como una parte deleznable del hombre. En este punto fracasó Pablo con su discurso en el Areópago de Atenas (Hec 17:32), entre los cristianos de Corinto, procedentes del gentilismo tuvo también que defender esta doctrina por otras razones. Hoy se arguye que la idea de que vuelvan a la vida millones y millones de hombres es absurda, que el cadáver putrefacto se disuelve por completo reintegrándose en el proceso circular de la naturaleza, etc. Según muchos teólogos, la resurrección de los muertos procedería de la apocalíptica judía y estaría vinculada a la imagen del mundo de entonces, por lo que sería una idea sin vigencia ya para nosotros. En todas estas objeciones, sin embargo, no se tiene en cuenta la afirmación fundamental de Jesús de que la resurrección de los muertos pertenece a un orden completamente distinto, a un mundo creado de nuevo, y que sobrepasa nuestras experiencias y representaciones. En este aspecto Jesús se ha opuesto a las concepciones judías generalizadas y ha purificado el contenido de la fe judía de las imaginaciones humanas. De querer representarnos hoy una vez más la resurrección de los muertos bajo una modalidad preponderantemente masiva, como un revivir de los cadáveres, como una supervivencia sobre la tierra, como un nuevo comienzo de la vida interrumpida por la muerte, reincidiríamos de hecho en las ideas apocalípticas judías. La fe en la futura resurrección de los muertos, para nosotros inimaginable, forma parte de la fe en la transcendencia de la existencia humana, que debe realizarse en Dios (cf. el comentario a Mar 8:35 ss). Mas si tomamos esta fe en serio, entonces la incardinación del hombre entero, incluida su corporeidad, en la vida plena junto a Dios, no es sino consecuente y perfectamente lógica. Pues sólo cuando Dios nos acoge con todo nuestro ser humano y nos hace participes de su vida, es cuando la transcendencia afirmada por la fe deja de ser para nosotros un mundo distinto que nos es extraño, convirtiéndose en la realización de nuestro mundo, una realización que esperamos del poder, bondad y fidelidad divinos como el objetivo supremo de nuestra vida humana.
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* Cf. P. BILLERBECK 1, p. 893 ss. Rabbí Simay decía (hacia el 210): «No existe sección alguna (en la Escritura) en la que no se indique la reanimación de los muertos; sólo que nosotros no tenemos la fuerza para explicarla (en ese sentido)».
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e) El mandamiento principal (Mc/12/28-34).
28 Entonces se le acercó uno de los escribas que había estado oyéndolos discutir y había visto lo bien que les había respondido, y le preguntó: «¿Cuál es el mandamiento primero de todos?» 29 Respondió Jesús: «EI primero es: Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor, 30 y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. 31 El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay mandamiento alguno mayor que éstos.» 32 Entonces le dijo el escriba: «Muy bien, Maestro; con razón has dicho que Dios es el único y que no hay otro fuera de él; 33 y que amarlo con todo el corazón y con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale mucho más que todos los holocaustos y sacrificios.» 34 Entonces Jesús, viendo que había respondido con tanta sensatez, le dijo: «No estás tú lejos del reino de Dios.» Y nadie se atrevía ya a preguntarle más.
De nuevo procura Marcos enlazar la perícopa precedente con el nuevo diálogo. Un escriba, que por las circunstancias debía pertenecer a las filas de los fariseos, ha escuchado la polémica de Jesús con los saduceos, ha admirado su clara respuesta y está de acuerdo con el. Y así plantea a Jesús una cuestión de un tipo bien distinto. Se refiere al cumplimiento de la ley divina, del mejor modo posible, en la realidad de la vida cotidiana. Esta vez no se dice que Jesús haya sido sometido a prueba o que se pretenda sorprenderle en alguna palabra. Es un diálogo de escuela o doctrinal; sólo Mateo vuelve a convertirlo en una cuestión disputada con que los fariseos quieren tentar a Jesús (22,34s; cf. también Luc 10:25). La respuesta de Jesús, con la que el escriba se muestra plenamente de acuerdo y a la que aporta su reflexión, según Marcos, era de extraordinaria importancia para la Iglesia primitiva. El mandamiento del amor es el meollo de la ética cristiana y encuentra un eco muy fuerte en la paraklesis (o discursos de exhortación) de la Iglesia primitiva. Lucas trae la declaración de Jesús en otro contexto poniendo todo el acento en el cumplimiento del precepto del amor (/Lc/10/25-37). Es una resolución fundamental de Jesús, cuya importancia apenas puede sobrevalorarse, para la vida del hombre, para las relaciones entre religión y moralidad, para el comportamiento del individuo y de la humanidad toda. El problema del mandamiento máximo y compendio de todos interesaba muy particularmente al judaísmo. Pues desde que la religión judía fue evolucionando cada vez más hasta convertirse en una religión legalista, desde que los judíos veían su distintivo de pueblo de Dios principalmente en la tora que se les había dado, en la ley de Moisés sobre el Sinaí, que determinaba toda su vida, de un modo dichoso al par que agobiante, se había hecho inevitable el problema de cómo podían observarse los numerosos preceptos en la vida cotidiana y cómo se podía cumplir la voluntad de Dios y alcanzar la salvación, a pesar de la debilidad humana. A través de la exposición farisaica de la ley de Moisés, que rodeaba a esa ley como una valla protectora, cada vez iban aumentando más los mandamientos y prohibiciones. Para entonces se contaban 613 mandamientos, entre los cuales 365 -tantas como los días del año- prohibiciones y 248 -según el supuesto número de miembros del cuerpo- prescripciones positivas. Se distinguía entre mandamientos grandes y pequeños, pesados y ligeros; pero la gente se preguntaba también cómo se podría resumir toda la tora en una breve sentencia. El célebre rabino Hilel, que vivió antes de Jesucristo, respondió así, según una tradición judía: «Lo que a ti te resulta molesto, no se lo hagas tú al prójimo; ahí está toda la ley, todo lo demás es interpretación.» El rabbí Akiba, que murió por su fe en la sublevación de Bar-Kochba -hacia el 135 d.C.-, señalaba el amor al prójimo; y Simlay -hacia el 250 d.C.-, la fe. La entrega a los semejantes para cumplir la voluntad de Dios contaba, pues, ya en el judaísmo con una tradición. Idea y obra de Jesús es la unión indisoluble entre amor a Dios y amor al prójimo. La pregunta del escriba «¿Cuál es el mandamiento primero de todos?», estaba planteada, pues, con toda seriedad y sin segundas intenciones. En ella resuena el interrogante angustioso de muchos contemporáneos de Jesús acerca del camino de la salvación, y con el que ya nos hemos encontrado a propósito del hombre rico (10,17). Interesante es también la petición de un discípulo al rabbí Eliezer (hacia el 100 d.C.) en su lecho de muerte: «Maestro, enséñanos los caminos de la vida, para que por ellos seamos dignos de la vida del mundo futuro.» Jesús responde con la misma seriedad, pero también con una seguridad soberana. Su respuesta está formada por citas bíblicas que en el Pentateuco aparecen separadas. La primera es el comienzo del shema, así llamado por la primera palabra: «¡Escucha!» (Deu 6:4s). Unido a otros dos pasajes bíblicos el shema había pasado a ser la profesión de fe judía, que se recitaba cada día mañana y tarde, ya en tiempos de Jesús, según una buena tradición. Era una confesión de fe monoteísta, pero que además obligaba a servir a ese Señor y amarle «con todo el corazón y con toda el alma». Estas apostillas, que hacen más comprometedor el amor a Dios, difieren en número -en el Antiguo Testamento eran tres los giros- y en forma entre los distintos evangelistas. Subrayan en conjunto la intensidad y totalidad del amor y no requieren, así lo parece, ninguna explicación particular. Pero la exégesis judía se ocupó de tales matizaciones, y es buena prueba de su voluntad de tomar en serio la llamada de Dios el hecho de que los explicase de la manera más concreta posible. Como la palabra hebrea correspondiente a «alma» puede también significar «vida», se incluyó hasta la exigencia de dar la vida por Dios. Así se refiere del ya mencionado rabbí Akiba que, cuando le llevaban al martirio y le arrancaban ya la carne a pedazos, era la hora del shema, y que se puso a recitarlo. Sus discípulos quisieron impedir este esfuerzo a su martirizado maestro, pero él les dijo: «A lo largo de toda mi vida me ha preocupado este versículo de con toda tu alma, si incluye también el alma (la vida); y ahora que me es posible ¿no iba a cumplirlo?»; el otro giro «con todas tus fuerzas» se aplicaba corrientemente a la hacienda, a las posesiones materiales.
Jesús califica el mandamiento del amor a Dios como el «primero»; pero le une inmediatamente, como segundo, el amor al prójimo, según Lev 19:18. No vamos a explicarlo aquí con más detalle. Según la concepción veterotestamentaria, el «prójimo» era el compañero de religión, aunque según Lev 19:34 se le equiparaba también al extranjero que tenía su residencia en la tierra de Israel. La exégesis rabínica limitó más tarde el precepto del amor a los israelitas y a los prosélitos propiamente dichos; pero no faltaron otras voces que reclamaban la ampliación del mandamiento del amor a todos los hombres. Según otros pasajes de los Evangelios, especialmente la parábola del samaritano compasivo (Luc 10:30-37), Jesús adoptó una postura universalista, y exigió aceptar a cualquier hombre necesitado, independientemente de su pertenencia al pueblo y religión que fuesen. Aquí no se expone esta interpretación del mandamiento del amor al prójimo; todo el interés recae en la conexión entre el amor de Dios y el amor al prójimo. «No hay mandamiento alguno mayor que éstos». De ese modo se equipara el amor al prójimo con el amor a Dios; es más, en el amor al prójimo es donde el amor de Dios tiene su campo de operaciones y donde consigue mantenerse. Según la consecuencia que saca el escriba, y que Jesús alaba, de que este doble amor está por encima de todos los holocaustos y sacrificios, y por lo mismo también sobre la adoración cúltica de Dios, habría que decir incluso que la realización del amor de Dios en el amor al prójimo constituye el verdadero núcleo de la resolución de Jesús. Por lo demás, no puede negarse un cierto enfrentamiento a la adoración cúltica y unilateral de Dios en las enseñanzas y gestos de Jesús. En la parábola del samaritano compasivo se vitupera a los representantes del culto del templo; en Mar 7:6s se censura el culto de labios afuera; y la purificación del templo muestra de modo gráfico la dura crítica de Jesús al culto que hasta entonces venía practicándose en el templo, mezclado con las debilidades humanas, y sus exigencias de un nuevo servicio moral a Dios. Mas del doble precepto del amor a Dios y al prójimo tampoco se puede deducir que el amor de Dios se agote en la mera filantropía (cf. el comentario al 12,41-44). La vinculación de ambos preceptos apenas está atestiguada en el judaísmo; así, escribe Filón de Alejandría: «Existen, por decirlo así, dos doctrinas fundamentales, a las que se subordinan las innumerables doctrinas y leyes particulares: en lo que a Dios se refiere, el mandamiento de la adoración divina y de la piedad; por lo que hace al hombre, el mandamiento del amor al prójimo y de la justicia» (Sobre los distintos mandamientos II, § 63). Pero la vinculación consecuente y la mutua subordinación del amor a Dios y al prójimo con la claridad y resolución con que Jesús las ha expuesto, son algo único. El escriba reflexiona sobre la respuesta de Jesús, reconoce su profunda verdad y saca la consecuencia de que este amor a Dios y este amor al prójimo es superior a todos los sacrificios del templo. Por ello obtiene la aprobación y elogio de Jesús: «No estás tú lejos del reino de Dios.» Como en otros lugares el reino de Dios aparece como una realidad introducida por Dios y ya inminente (1,15), aquí sólo se puede pensar en la participación de este escriba en el mismo. Se encuentra en el mejor camino para entrar de una vez en el reino de Dios. Mateo ha omitido este desenlace del diálogo, cosa comprensible en su planteamiento del mismo como disputa. Marcos evidencia una postura más ecuménica: a pesar de los frecuentes ataques contra los doctores de la ley (2,6; 3,22, etc.), a pesar de la advertencia a guardarse de los mismos, que también Marcos consigna (12,38s), hay algunos que se abren a la predicación de Jesús. La comunidad no debe cerrarles las puertas; hay que reconocer el bien doquiera que se encuentre. La observación final de que ya nadie osaba plantear más cuestiones a Jesús, no se refiere ya especialmente a esta última escena, sino que subraya más bien el fin de las disputas anteriores al tiempo que redaccionalmente introduce en la perícopa inmediata en que la pregunta parte del propio Jesús poniendo en evidencia a los escribas.
f) Filiación davídica del Mesías Mc/12/35-37a).
35 Tomando entonces Jesús la palabra, decía mientras enseñaba en el templo: «¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? 36 David mismo dijo, inspirado por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies. 37a EI mismo David le llama «Señor»; entonces ¿a título de qué es hijo suyo?».
Jesús muestra su superioridad sobre los hombres rectores del judaísmo no sólo en las atinadas respuestas que da a las preguntas que le formulan, sino también en una pregunta que él mismo propone y a la que ellos deben una respuesta. Así ha entendido Marcos este final de las disputas; tal prolongación responde a la observación intermedia de que nadie osaba ya preguntarle. En todos estos diálogos el evangelista persigue, junto al contenido objetivo temático, una tendencia cristológica: Jesús se presenta como un maestro insuperable que da unas enseñanzas perennes a los judíos de su tiempo y -lo que es más importante- a la comunidad. También esta perícopa contiene una de esas doctrinas sumamente importante para la comunidad cristiana, pues se refiere a la persona misma de Jesús. En el contexto del Evangelio de Marcos apenas puede caber duda de cómo interpretó la Iglesia primitiva la pregunta que Jesús plantea sobre la filiación davídica del Mesías, y por consiguiente, cuál era la respuesta que ella le daba, pese a las diferencias de las citas bíblicas implícitas: para la Iglesia el Mesías que reconocía en Jesús era el Hijo de Dios. También el problema conexo- que en la exégesis había recibido diversas respuestas- de si le consideraba Hijo de David, hay que resolverlo seguramente en sentido positivo: genealógicamente la Iglesia aceptaba tal filiación, aunque no en el sentido de las esperanzas mesiánicas judías, según las cuales el Hijo de David se presentaría como rey y libertador político. Para ella el Mesías descendía del tronco de David y cumplía así la antigua profecía (2Sa 7:14, etc.), aunque su presencia y actuación no respondía a las esperanzas nacionalistas; más bien representaba una desilusión para las mismas y, desde luego, las superaba con mucho: como Hijo de David era al mismo tiempo el Hijo de Dios. El título «Hijo de Dios» no aparece, por lo demás, en nuestra perícopa. De acuerdo con la cita bíblica el Mesías viene designado como «Señor», y según el planteamiento de la cuestión, como Señor de David. La argumentación de Jesús no es difícil de entender: según la opinión judía más generalizada, que aquí se atribuye a los escribas (v. 35), el Mesías debía ser hijo de David. Después Jesús cita el versículo de un salmo que se aplicaba al Mesías, afirmando expresamente que lo había pronunciado David (v. 36). Se presupone, pues, el convencimiento judío de que los salmos habían sido compuestos por David. Ahora bien, en ese salmo Dios -el «Señor» que aparece en primer término- dice «a mi Señor», al Señor del poeta del salmo, es decir, de David: «Siéntate a mi diestra…» El Hijo de David viene, pues, designado como «Señor» por su padre, lo que no deja de ser un tratamiento sorprendente (v. 37). A juzgar por la forma podría tratarse de una cuestión de haggada, como solía decirse. En la misma se citaba un pasaje bíblico en apariencia contradictorio, contradicción que tras la conveniente exégesis aparecía infundada; los dos pasajes bíblicos son correctos, aunque relacionados de distinto modo. De todas formas aquí sólo se cita un texto bíblico; pero respecto del otro extremo de la cuestión, que el Mesías es Hijo de David, no se requería una cita explicita. La solución de la contradicción aparente está en que Jesús ciertamente había «nacido del linaje de David según la carne», pero fue «constituido Hijo de Dios con poder según el Espíritu santificador a partir de su resurrección de entre los muertos», como se decía en una fórmula antigua adoptada por Pablo (Rom 1:3s). El «sentarse a la diestra de Dios» se refiere por consiguiente a la entronización de Jesús al lado de Dios después de su resurrección. Sin duda que con ello surge la pregunta de si nuestra perícopa contiene una palabra histórica de Jesús delante del pueblo o sólo fue redactada dentro de la comunidad cristiana. Hay graves razones que apoyan esta segunda hipótesis: en Cesarea de Filipo Jesús prohibió a los discípulos que le designen como Mesías (Rom 8:30), y personalmente nunca se pronuncia sobre la fe mesiánica de los judíos. El texto bíblico citado, que es el Sal 110 (109) 1 -casi literalmente según la versión de los Setenta-, no se aduce en la literatura judía en un sentido mesiánico, pero desempeña un papel importante en la Iglesia primitiva (Hec 2:34, 1Co 15:25; Efe 1:20; Col 3:1; Heb 1:3.13, etc.). Toda la visión de la filiación davídica de Jesús, de su descendencia de la familia de David y de su entronización como Señor y Mesías responde pues plenamente a la cristología primera de la Iglesia primitiva, que bien podría haber sido también el lugar de origen de nuestra perícopa. Si nosotros suscribimos esta interpretación crítica, no por ello negamos su fundamento histórico en el ministerio de Jesús; ocurriría aquí como con muchos otros títulos cristológicos de los Evangelios: Jesús no se ha designado personalmente de ese modo, sino que más bien descubre y expresa de manera indirecta sus pretensiones; pero la comunidad postpascual esclareció después estas pretensiones de Jesús y las convirtió para los creyentes en una palabra que atribuye literalmente al propio Jesús. Esto no constituye nada ilícito ni improbable de la exposición de los Evangelios que aclaran la postura de Jesús para los creyentes. Sobre el fundamento de su fe, en la resurrección y constitución en poder de Jesús, la Iglesia primitiva se enfrenta al problema de cómo compaginar las esperanzas mesiánicas judías con los hechos de la vida de Jesús y con el hecho de la resurrección, decisivo para su fe, y cómo hacérselo comprender a los judíos. También para ella el Antiguo Testamento era palabra inspirada por Dios -cf. v. 36: «David, inspirado del Espíritu Santo»- y descubría su verdad a la luz del cumplimiento. Un buen argumento de que Jesús había exhibido unas pretensiones mesiánicas, aunque no en el sentido de la esperada filiación davídica de los judíos, lo constituía la escena ante el gran consejo (Mar 14:61s), pues esa pretensión fue el motivo -porque los judíos no la entendieron bien o no la expusieron debidamente- de que Jesús fuese entregado a los romanos y ejecutado por éstos como rey mesiánico y político. Pero al formular la confesión de Jesús ante el gran consejo (Mar 14:42), se puede reconocer una vez más la interpretación de la Iglesia primitiva, pues en ese pasaje se combinan los textos de Dan 7:13 con el mismo Sal 110:1. De este modo cabe reconocer en todas partes un fundamento que proporcionan la actitud y las palabras de Jesús, y al mismo tiempo una interpretación creyente de la Iglesia primitiva a la luz de la Escritura. Sobre este fenómeno importante para la reflexión de la fe, se nos aparece como en altorrelieve la cuestión, cristológicamente central, de la filiación davídica; el Jesús terrestre sólo puede ser comprendido desde el Señor resucitado.
g) Hay que guardarse de los escribas (Mc/12/37b-40).
37b Y el pueblo, muy numeroso, lo escuchaba con agrado. 38 En su enseñanza decía: «Guardaos de los escribas, que se complacen en pasearse con amplias vestiduras, acaparar los saludos en las plazas, 39 y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; 40 que devoran las casas de las viudas mientras fingen entregarse a largos rezos. ésos tendrán condenación más severa.»
La transición del problema de la filiación davídica al discurso de exhortación es obra del evangelista. La observación de que las turbas escuchaban con gusto a Jesús podría también constituir el remate de la perícopa precedente, pues se espera una reacción a la pregunta formulada por Jesús. Pero los invitados a responder serían los escribas. En lugar de esto Marcos opone la actitud del pueblo a la de aquellos doctores de la ley que ya no aparecen más (cf. v. 34c). El detalle corresponde a la tendencia del evangelista de distinguir al pueblo de sus hombres rectores. Sólo éstos son los responsables del repudio y entrega de Jesús (cf. 11,32; 12,12; 14,1s). El pueblo reconoce a Jesús como maestro, y la comunidad debe aprender, como aquella multitud popular, a escuchar con gusto a Jesús y a prestar atención a la doctrina concerniente al mismo como Mesías y como Señor. Al final de estos discursos Jesús procede severamente con los escribas. También de la tradición que ha conservado Mateo, el cual compone todo un discurso de amenazas contra los escribas y fariseos (cap. 23), y de la que nos ofrece Lucas, quien en parte utiliza el mismo material en otro contexto, pero separando las palabras contra los fariseos de las dirigidas contra los escribas (11,39-52), resulta evidente que ya desde los primeros tiempos se habían reunido estas graves manifestaciones de Jesús contra aquellos hombres influyentes. No hay razón alguna para poner en duda que Jesús haya manifestado tales críticas repetidas veces, críticas que le granjearon un odio a muerte en dichos círculos. Marcos toma de esa tradición sólo unas cuantas palabras decisivas contra los escribas. Según otra fuente, Jesús les habría lanzado abiertamente a la cara palabras parecidas. Esto encaja con la imagen que sus contemporáneos se habían hecho de él como de un profeta (cf. 6,15; 8,28); era un defensor indomable de la causa de Dios contra los influyentes y poderosos de su pueblo. En nuestro texto se echa de ver cómo Marcos utilizó tales ataques de Jesús, al tiempo que los redactaba. Advierte al pueblo, que le oía gustosamente. a que se guarde de los escribas. Su conducta orgullosa y antisocial, descrita con cierta torpeza estilística, hace que se les mencione abiertamente. Jesús les reprocha en concreto la manera fastuosa de presentarse -se alude a una túnica suntuosa que los escribas llevaban como signo de su dignidad-, y después su afán de honores: ponen empeño en ser saludados en las plazas públicas y buscan los primeros puestos en las sinagogas y en los banquetes (cf. Luc 14:7). Pero el reproche de Jesús va más adelante: «Devoran las casas de las viudas»; es decir, se hacen pagar bien sus recomendaciones y consejos explotando sin escrúpulos la hacienda de las viudas. Muchos intérpretes piensan que se trata de que se hacían sustentar por las mujeres y que abusaban de su hospitalidad. El despojo y trato injusto de las viudas y los huérfanos son ya una queja y reproche frecuente en los antiguos profetas (cf. Isa 1:17.23; Isa 10:2; Jer 7:6; Jer 22:3). Finalmente, Jesús fustiga su santidad aparente, porque mediante largas oraciones quieren ganar fama de gran religiosidad. Parecida crítica escuchamos también en el sermón de la montaña de Mateo (Jer 6:1-18). Jesús era un defensor incorruptible de los pobres y de los oprimidos, y un acusador implacable que desenmascaraba cualquier falsa piedad. Y, puesto que los escribas, como dirigentes del pueblo, estaban especialmente obligados a una conducta ejemplar, Jesús les amenaza con un juicio de Dios más severo. A esta crítica debe también someterse la comunidad de Cristo. Quien proclama las exigencias de Dios, quien quiere destacar mediante una vida santa, corre el mismo peligro de hipocresía y fracaso ético, especialmente en lo social. A quien mucho se le ha dado, Dios le pedirá también mucho, y a quien mucho se le ha confiado, tanto más se le exigirá (Luc 12:48).
h) La ofrenda de la viuda (Mc/12/41-44).
41 Estaba sentado frente al tesoro y observaba cómo la gente echaba en él monedas de cobre, y muchos ricos echaban mucho. 42 Llegó también una pobre viuda que echó dos monedas muy pequeñas, equivalentes a un cuarto de as. 43 Llamó entonces a sus discípulos junto a sí y les dijo: «Os aseguro que esta viuda pobre echó más que todos los demás en el tesoro. 44 Porque todos ellos echaron de lo que les sobraba; pero ésta, de su pobreza, echó todo cuanto poseía, todo lo que tenia para vivir.»
Este pequeño episodio presenta un profundo contraste con el precedente reproche a la piedad aparente de los escribas. La pobre viuda con su espíritu de sacrificio y su adoración práctica de Dios avergüenza a la gente de largas oraciones y de palabras altisonantes. Marcos ha insertado aquí esta historia, independiente sin duda en la tradición, a fin de poner un ejemplo ante los ojos de la comunidad, el nuevo templo de Dios. Mateo, a quien preocupaba más la disputa con los escribas, la ha omitido; pero Lucas, el evangelista «social», no la ha dejado escapar, siguiendo la pauta de Marcos. Dentro del recinto del templo, en el llamado atrio de las mujeres, se encontraba una sala -la cámara del tesoro- en la que había trece cepillos en forma de trompeta. Los recipientes servían para recoger las ofrendas con distintos fines, incluso para las ofrendas libres sin ninguna finalidad concreta. Los visitantes del templo no depositaban ellos mismos el dinero en los cepillos, como ocurre entre nosotros, sino que lo entregaban al sacerdote encargado, el cual lo depositaba en el arca correspondiente, según el deseo del donante. Esto explica cómo Jesús pudo advertir la ofrenda de la viuda. Ella indicó la cantidad y su destino al sacerdote y Jesús pudo oírlo. Por los detalles ella aportaba su modestísima cantidad como ofrenda libre sin objetivo concreto, para lo que estaba previsto el cepillo decimotercero. Con el dinero allí recogido se ofrecían los holocaustos; la mujer no quería, pues, sino hacer una obra en honor de Dios. Las ofrendas para ayuda de los pobres se depositaban en otro lugar o se recogían en un bote. La enseñanza que Jesús imparte a los discípulos, y con ellos a la comunidad posterior, es clara: la verdadera piedad es una entrega a Dios, un ponerse por completo a su disposición. Esta mujer no dio de lo superfluo, sino de su misma pobreza y de lo que le era necesario. Todo lo que tenía, tal vez -según la expresión griega- lo que necesitaba aquel día para su sustento, lo da sin reservas. Las dos monedillas judías más pequeñas indican que aún podía haberse quedado con algo, pero de hecho lo entregó todo a Dios y con ello a sí misma. Una persona así no puede por menos de mirar por las otras personas indigentes y, si es necesario, comparte con ellas hasta el último bocado. La mujer ama a Dios «con todas sus fuerzas», según la interpretación judía, es decir con toda su hacienda terrena, con todos sus bienes y posesiones (véase el comentario al mandamiento principal). Hay también testimonios extracristianos valorando al máximo la intención y el hecho, sin tener en cuenta el montante de la cantidad ni la grandeza externa de una acción. Lo específicamente cristiano se pone de manifiesto a la luz del mandamiento supremo: el hombre se da a sí mismo por amor, se ofrece a Dios en sacrificio, y por Dios también a los hombres. Es un bello testimonio del primitivo pensamiento cristiano que se haya conservado el recuerdo de un episodio tan insignificante, se haya seguido refiriendo y que Marcos haya elegido precisamente la escena como cierre de ministerio público de Jesús y de sus enseñanzas en el templo de Jerusalén.
Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje
Parábola del dueño de la viña y los viñadores (Mar 12:1-12)
Análisis de discurso
Este pasaje es una unidad literaria marcada, en el principio y en el final, por la palabra “parábola” (Mar 12:1 y Mar 12:12). Se divide en tres partes: a) la parábola propiamente dicha (vv. Mar 12:1-8); b) su aplicación por parte de Jesús (vv. Mar 12:9-11); y c) la reacción de las autoridades religiosas (v. Mar 12:12).
La parábola muestra un movimiento dramático que va desde la preparación de la viña por el hombre y su arrendamiento a los labradores hasta el intento de éstos de apropiarse de la viña. Esta historia era muy común en la Palestina del tiempo de Jesús: las propiedades pasaban a manos de sus arrendatarios cuando el dueño original no venía a reclamar sus derechos. No obstante, en este caso el dueño viene a buscar lo que le pertenece y se encuentra con una verdadera “rebelión en la granja”, o en la viña.
La aplicación no es parte discursiva de la parábola, la cual termina en el versículo Mar 12:8. Dicha aplicación es hecha por Jesús, quien sugiere un final dramático para la situación representada en la parábola y solidifica el mismo con un texto de la Escritura: Sal 118:22. Este texto es utilizado en otras partes del Nuevo Testamento para referirse a Jesús y su resurrección (Hch 4:11; 1Pe 2:7). Aquí, sin embargo, parece referirse a aquellos a quienes se les daría la viña una vez que el dueño hubiera castigado a los arrendatarios. Estas personas —y realmente no sabemos a quiénes se está refiriendo Jesús—son como la piedra desechada por los edificadores (las autoridades religiosas), pero ahora han venido a jugar un papel fundamental y decisivo en la administración de la viña.
Es evidente que los lectores originales de este Evangelio no habrán podido evitar ver la conexión entre el hijo del dueño de la viña y Jesús, quien también había sido matado; aunque no fuera arrojado fuera de la viña, había sido crucificado fuera de Jerusalén. De modo que el Sal 118:22 debe haber sido interpretado en referencia a Jesús, al igual que en otras partes del Nuevo Testamento. Tenemos así dos diferentes audiencias, la de Jesús y la del evangelista, y cada una de ellas debe de haber escuchado la aplicación de la parábola de manera diferente. Es importante también hacer referencia a Isa 5:1-7 como patrimonio teológico de la audiencia de Jesús, donde se presenta a la casa de Israel como viña que es propiedad de Yavé.
Por último, la reacción de las autoridades religiosas es violenta porque se dan cuenta de que Jesús se ha referido a ellos de manera velada. Quieren prenderle, pero no pueden porque temen a la multitud. Deciden dejarle por el momento, pero volverán, y cuando lo hagan, la suerte de Jesús será sellada con el beso de un traidor.
TÍTULO: Sugerimos “Parábola del dueño de la viña y los viñadores” para evitar sugerir una interpretación en el título mismo. De esta manera, el título anuncia simplemente el tenor general del pasaje.
Análisis textual y morfosintáctico
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Un lagar es el lugar donde se hace el vino. Al igual que TLA, DHH prefiere explicar este vocablo y traduce, precisamente, «un lugar donde hacer [el] vino». Si la palabra lagar es familiar para la audiencia, recomendamos dejarla. Si no, será necesario buscar algún término regional que signifique lo mismo.
«Una torre para vigilar el terreno» (TLA): Es una buena idea explicar cuál era el propósito de la torre, ya que es una información que los lectores originales tenían, pero no necesariamente los lectores contemporáneos.
Luego la arrendó: Dado que la palabra que antecede a este verbo es torre, se podría llegar a pensar que lo que se alquiló es la torre. Por eso, es importante la aclaración de TLA, y la preferimos: «Luego, alquiló la viña a unos hombres». Labradores señala a los «trabajadores» (BL) que alquilan la viña y se comprometen a trabajarla por un porcentaje de su producto. Hay varias palabras que podrían usarse aquí: “granjeros”, “arrendatarios”, “chacareros” o, simplemente, “peones”.
«Y se fue de viaje» es la traducción preferida por TLA, NVI, DHH y BA. La idea es que el dueño se va a un lugar distante, por un tiempo prolongado.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Isa 5:1-2.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
— viña… torre: Ver notas a Mat 21:33.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Los arrendatarios malvados (ver Mat. 21:33-46; Luc. 20:9-19). Jesús expuso esta actitud de oposición voluntariosa y contumaz en una parábola tan clara que aun los sacerdotes podían ver el significado (12). Todos hubieran reconocido la viña como una ilustración de Israel; hasta los detalles del cuidado tierno del dueño son tomados del AT. Los profetas eran considerados como siervos de Dios, y todos sabían que habían sido rechazados y maltratados por Israel. ¿Pero quién era este hijo muy amado? Aquellos que recordaran el testimonio del Padre en el bautismo de Jesús, o en la transfiguración lo sabrían. Podría pensarse que los sacerdotes se daban cuenta de que Jesús decía ser el Hijo de Dios, ya que fueron ellos los que lo acusaron en el juicio y la crucifixión. Este es uno de sólo dos lugares donde Jesús indirectamente decía que él era el Hijo de Dios antes de su juicio, aunque otros (fueran discípulos o aun demonios) lo podrían haber reconocido previamente como tal.
En este relato el hijo fue muerto; ese es el costo del reino de Dios. Pero la advertencia es el punto principal de la parábola (9). Aquellos que rechazaron al rey serían a su vez rechazados, y su lugar de privilegio especial sería quitado y entregado a otros. Los lectores de Mar. hubieran reconocido el cumplimiento de las palabras de Jesús en la iglesia, donde, por fin, tanto judíos como gentiles compartían todo en términos parejos. La piedra descuidada y despreciada que había sido dejada sobre el suelo por los constructores llegaría a ser la piedra fundamental de todo el templo nuevo, a saber: la iglesia cristiana (10). Hay ironía en la sugerencia de que los sacerdotes no conocían las Escrituras mismas que ellos se jactaban de conocer. Con razón querían arrestarlo, pero con más razón temían hacerlo.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
12.1 Las parábolas son historias e ilustraciones que usan algo conocido para ayudarnos a entender algo nuevo. Este método de enseñanza induce al oyente a descubrir la verdad por sí mismo. El mensaje llega solo a quienes están dispuestos a escuchar y aprender.12.1 Israel, representado por el viñedo, fue el lugar donde Dios cultivó la salvación y la trajo al mundo. Los líderes religiosos no solo frustraron el propósito nacional, sino que también mataban a los que trataban de cumplirlo. Tenían tanto celo, que descuidaron el bienestar de ese pueblo que se suponía tenían que guiar a Dios.12.1ss En esta parábola, el dueño de la tierra es Dios; la viña es la nación de Israel; los agricultores son los líderes religiosos judíos; los propietarios de la tierra son los profetas y sacerdotes que se mantenían fieles a Dios; el hijo es Jesús; los demás son los gentiles. Al contar esta historia, Jesús mostró a los líderes religiosos que sabía exactamente lo que pensaban y puso al descubierto su plan para darle muerte. Les advirtió que su pecado no quedaría impune.12.10 Jesús se refirió a sí mismo como la piedra que desecharon los edificadores. Aunque la mayoría de los líderes judíos lo rechazaron, llegó a ser la piedra angular de un nuevo «edificio», la Iglesia (Act 4:11-12). La piedra angular aseguraba que las demás piedras del edificio estuvieran derechas y a nivel. Asimismo, la vida de Jesús y su enseñanza son la base o fundamento de la Iglesia.12.13 Los fariseos eran ante todo un grupo religioso, en tanto que los herodianos eran un grupo político judío que aprobaba los compromisos de Herodes con Roma. Por lo general, los dos grupos no tenían nada que hacer uno con otro.Los fariseos no querían a Jesús porque denunció su hipocresía. Los herodianos también veían a Jesús como una amenaza. El sostén de la dinastía de Herodes el Grande, perdió el control político cuando, como resultado de una hipotética rebelión, Roma depuso al hijo de Herodes reemplazándolo con un gobernador romano. Los herodianos temían que Jesús causara más inestabilidad en Judea y que Roma reaccionara no volviendo a permitir que los líderes romanos disminuyeran y los reemplazaran un descendiente de Herodes.12.14 Cualquiera que evadiera el pago de impuestos se enfrentaba a castigos. Los judíos detestaban pagar impuestos a Roma porque el dinero sostenía a sus opresores y simbolizaba su despotismo. Mucho del dinero de estos impuestos se destinaba también a mantener templos paganos y la vida lujosa de las clases altas de Roma. Los fariseos y los herodianos esperaban atrapar a Jesús con el asunto de los impuestos. Con un sí o con un no, se vería en problemas. Un sí significaría respaldar a Roma, lo que haría que la gente se volviera en su contra. Un no traería acusaciones de traición y rebeldía contra Roma, con sus correspondientes penas civiles.12.15 Por lo general, un denario era la paga por un día de trabajo.12.17 Los fariseos y los herodianos creían tener la pregunta perfecta para atrapar a Jesús. Pero la sabia respuesta de Jesús una vez más dejó al descubierto sus malas intenciones. Jesús dijo que la moneda con la imagen del emperador tenía que darse al emperador. Pero la que tenía la imagen de Dios, nuestras vidas, pertenecía a Dios.¿Da a Dios todo lo que es legítimamente de El? Asegúrese de entregar su vida a Dios: usted lleva su imagen.12.18-23 Después que los fariseos y los herodianos fallaron en atrapar a Jesús con el asunto de los impuestos, los saduceos volvieron a la carga con otra cuestión que al parecer no podía fallarles. Se trataba de una pregunta que usaron con mucho éxito contra los fariseos, los que no pudieron dar una respuesta. Los saduceos no creían en la vida después de la muerte porque el Pentateuco (Génesis a Deuteronomio) no lo enseña directamente y los escritos de Moisés eran la únicas Escrituras que obedecían. Pero Jesús les dijo que los libros de Moisés sí respaldaban la idea de la vida eterna (12.26).12.19 De acuerdo a la Ley del Antiguo Testamento, cuando el marido de una mujer moría sin dejar descendencia, el hermano del muerto tenía que casarse con la mujer a fin de asegurar hijos que cuidaran de la viuda y permitieran que la línea familiar no se interrumpiera. El primer hijo de este matrimonio se consideraba hijo del hombre muerto (Deu 25:5-6).12.24 El cielo va más allá de nuestra capacidad de entender o imaginar (Isa 64:4; 1Co 2:9). Debemos cuidarnos en no formular preguntas acerca del cielo, preguntas que no podamos contestar desde nuestra perspectiva humana. No debemos temer a la vida eterna por lo que no sabemos acerca de él. En lugar de preocuparnos por saber cómo será el Reino venidero de Dios, deberíamos concentrarnos en nuestra relación con Jesús ahora, porque en el nuevo reino estaremos con El, no se atemorice por lo que El nos tiene preparado.12.25-27 La declaración de Jesús no significa que una persona no va a reconocer a su compañero o compañera en el reino venidero. Significa que el nuevo orden de Dios no será una extensión de la presente vida, ni se aplicarán las reglas naturales y físicas.El comentario de Jesús en el versículo 25 no intenta ser la palabra final sobre el matrimonio en el cielo. En cambio, con esta respuesta Jesús se niega a contestar la adivinanza de los saduceos y a caer en su trampa. Echando a un lado la pregunta acerca de la mujer que se casó muchas veces, El dio una respuesta definitiva a la pregunta sobre la resurrección.12.26 La verdadera pregunta de los saduceos no era acerca del matrimonio, sino sobre la doctrina de la resurrección. Como los saduceos creían únicamente en el Pentateuco, Jesús citó Exo 3:6 para probar que hay vida después de la muerte. En sus debates sobre este asunto con los saduceos, los fariseos pasaron por alto este versículo. Años después de la muerte de los patriarcas, Dios se refirió a Abraham, a Isaac y a Jacob como si aún estuvieran vivos. El pacto de Dios con cada persona tiene validez más allá de la muerte.12.28 En los tiempos de Jesús, los judíos ya habían acumulado cientos de leyes: nada menos que seiscientas trece. Algunos líderes religiosos intentaban distinguir entre las más importantes y las menos importantes. Algunos enseñaban que todas eran igualmente obligatorias y que era muy peligroso hacer cualquiera distinción. Esta pregunta pudo haber causado cierta controversia entre estos grupos, pero la respuesta de Jesús resumió todas las leyes de Dios.12.29-31 Las leyes de Dios no son onerosas ni en número ni en detalle. Todas pueden reducirse a dos reglas simples para la vida: amar a Dios y amar al prójimo. Estos mandamientos vienen del Antiguo Testamento (Deu 6:5; Lev 19:18). Cuando amamos a Dios por entero y nos interesamos en nuestro prójimo como nos interesamos en nosotros mismos, cumplimos el propósito de los Diez Mandamientos y de las demás leyes del Antiguo Testamento. De acuerdo con Jesús, estas dos reglas resumen toda la Ley de Dios. Dejemos que regulen nuestros pensamientos, nuestras decisiones y nuestras acciones. Cuando no estemos seguros sobre qué hacer, preguntémonos cuál curso de acción demuestra mejor el amor a Dios y el amor al prójimo.12.32-34 Este hombre captó el propósito de la Ley de Dios como a menudo se enfatiza en el Antiguo Testamento: el amor sincero es mejor que el cumplimiento externo y que la verdadera obediencia proviene del amor. Debido a que todo el Antiguo Testamento nos guía a Cristo, el próximo paso fue la fe en Jesús mismo y ese era el más difícil.12.35-37 Jesús citó el Salmo 110.1 para mostrar que David consideraba que el Mesías sería el Señor, no solo su hijo. Los líderes religiosos no entendían que el Mesías sería mucho más que un ser humano descendiente de David; sería Dios mismo en forma de hombre.12.38-40 Jesús de nuevo puso al descubierto los motivos impuros de los líderes religiosos. Estos no recibían paga y dependían solamente de la hospitalidad de los judíos devotos. Algunos se valían de esta situación para explotar al pueblo, engañaban a los pobres en todo lo que podían y se aprovechaban de los ricos. Fingían espiritualidad para ganar prestigio, reconocimiento y respeto.12.38-40 Jesús advirtió contra los maestros religiosos a quienes les encantaba parecer santos y recibir honores cuando en realidad eran falsos. Los verdaderos seguidores de Cristo no se distinguen por sus actos aparatosos. Leer la Biblia, orar en público o cumplir con los rituales de la iglesia puede ser una simulación si la intención es ser visto y honrado por ello. Procure que sus acciones concuerden con sus creencias. Viva para Cristo, aun cuando nadie lo vea.12.40 El castigo a los líderes religiosos sería grande porque, como maestros y guías, cargaban sobre sus hombros la gran responsabilidad de formar la fe de sus discípulos. Pero abrumaban a la gente con leyes insignificantes mientras olvidaban al Dios que debían adorar, y con su voracidad y motivos impuros llevaban a mucha gente por el mal camino.12.41 En el templo había varias arcas donde la gente podía echar el dinero. Algunas eran para recoger el impuesto del templo que debían pagar los hombres judíos; las otras eran para ofrendas voluntarias. Quizás estas arcas estaban en el atrio de las mujeres.12.41-44 A los ojos del Señor, esta pobre viuda dio más que todos los demás juntos, a pesar de que su ofrenda fue por mucho la más pequeña. El valor de una ofrenda no lo determina la cantidad, sino el espíritu con que se da. Una ofrenda que se da a regañadientes o por buscar reconocimiento pierde todo su valor. Cuando usted dé, recuerde: las ofrendas de cualquier cantidad agradan a Dios cuando se dan con gratitud y espíritu de generosidad.QUE DIJO JESUS ACERCA DEL AMOREn Mar 12:28 un escriba le preguntó a Jesús cuál de los mandamientos era el más importante. Jesús mencionó dos mandamientos, uno tomado de Deu 6:5 y el otro de Lev 19:18. Ambos se relacionan con el amor. ¿Por qué el amor es tan importante? Jesús dijo que todos los mandamientos tienen dos objetivos simples: ayudarnos a amar a Dios y a nuestros semejantes.¿Qué más dijo Jesús acerca del amor?Dios nos ama.: Joh 3:16Debemos amar a Dios.: Mat 22:37Porque Dios nos ama, El cuida de nosotros.: Mat 6:25-34Dios quiere que cada uno de nosotros sepamos cuánto nos ama.: Joh 17:23Dios ama aun a los que lo odian; debemos hacer lo mismo.: Mat 5:43-47; Luk 6:35Dios busca aun a los que están más alejados de El.: Lucas 15Dios debe ser nuestro primer amor.: Mat 6:24; Mat 10:37Amamos a Dios cuando lo obedecemos.: Joh 14:21; Joh 15:10Dios ama a Jesús su Hijo.: Joh 5:20; Joh 10:17Jesús ama a Dios.: Joh 14:31Los que rechazan a Jesús no tienen el amor de Dios.: Joh 5:41-44Jesús nos ama de la misma manera que Dios lo ama a El.: Joh 15:9Jesús nos demostró su amor al morir en la cruz para que viviéramos eternamente con El.: Joh 3:14-15; Joh 15:13, Joh 15:4El amor entre Dios y Jesús es el ejemplo perfecto de cómo debemos amar a los demás.: Joh 17:21-26Debemos amar a los demás (Joh 13:34-35) y dar muestras de ese amor.: Mat 5:40-42; Mat 10:42No debemos amar las alabanzas de los hombres (Joh 12:43), el reconocimiento (Mat 23:6), las posesiones terrenales (Luk 16:19-31), ni cualquiera otra cosa más que a Dios.: Luk 16:13El amor de Jesús se extiende a cada individuo.: Joh 10:11-15; Mar 10:21Jesús quiere que le amemos en los tiempos buenos y en los difíciles.: Mat 26:31-35Jesús quiere que nuestro amor sea genuino.: Joh 21:15-17
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
REFERENCIAS CRUZADAS
a 559 Sal 80:8; Jer 2:21
b 560 Isa 5:2
c 561 Cnt 8:11
d 562 Mat 21:33; Luc 20:9
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
parábolas. Véase coment. en Mt 13:3.
Un hombre plantó una viña. Véase coment. en Mt. 21:33– 46.
Fuente: La Biblia de las Américas
1 (1) Con respecto a los vs.1-12, véanse las notas de Mat_21:33-46 .
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
76 (ii) Parábola de la viña (12,1-12). La parábola comenta la hostilidad de los líderes judíos hacia Jesús y ubica el violento tratamiento dado a Jesús en la tradición de la violencia infringida a los antiguos mensajeros de Dios. Hay obvias identificaciones alegóricas en la parábola: la viña = Israel; el propietario = Dios; los viñadores = líderes de Israel; el hijo amado = Jesús. Más problemática resulta la identificación de los siervos con los profetas, y de los otros con los gentiles. Los otros elementos del relato (la valla, la prensa, la torre) no tienen significado alegórico. Se ha negado, por diferentes razones, que Jesús dijese esta parábola tal como ahora la encontramos: las citas de los LXX (12,1.10-11), la presciencia de su muerte y su afirmación abiertamente mesiánica (12,6), las posibles alusiones a la caída de la Jerusalén y a la misión a los gentiles (12,9), y los alegorismos. Pero los esfuerzos para reconstruir la forma primitiva de la parábola de Jesús, o explicarla como una creación total de la comunidad cristiana primitiva, son muy especulativos. 1. comenzó a hablarles en parábolas: Aunque la forma es diferente de los relatos del contexto, el contenido trata de la relación entre Jesús y sus adversarios. A pesar del plural «parábolas», sólo nos encontramos aquí con una parábola, plantó una viña: El vocabulario de la descripción está tomado de Is 5,1-2 (LXX), que no deja lugar a dudas de que la viña simboliza a Israel. La valla se construye para evitar la entrada de animales; la prensa es usada para hacer vino; y la torre era lugar de vigilancia y refugio, la arrendó a unos labradores: La práctica del arrendamiento de fincas era común en la Palestina en que vivió Jesús. De hecho, el absentismo de los propietarios era una característica del sistema económico grecorromano. 2. a su debido tiempo envió un siervo a los labradores: El tiempo adecuado puede haber sido el año quinto (cf. Lv 19,23-25). Los tres siervos (12,2-3.4.5) reciben progresivamente un peor tratamiento por parte de los labradores: golpear, descalabrar y ultrajar, matar. Aunque nos tiente la idea de identificar a estos siervos con los profetas del AT, es preferible considerarlos en sentido amplio como los mensajeros que Dios envió a Israel (Moisés, Josué, David, etc., y, también, los profetas). 5. y otros muchos a los que golpearon o mataron: Tras la serie de los tres siervos, esta descripción conclusiva generaliza el destino de los mensajeros enviados por Dios a Israel. 6. un hijo amado: El dueño presupone que los labradores tratarían a su hijo con respeto, aunque no lo hubieran hecho con sus siervos. Puesto que la expresión «hijo amado» {ho huios mou ho agapétos) fue usada por la voz celestial para identificar a Jesús en su bautismo (1,11) y en la transfiguración (9,7), no hay duda de que Marcos y sus lectores identificaron a este hijo con Jesús. 7. éste es el heredero: La expectativa de los arrendatarios no se fundamentaba en la práctica legal sino en el deseo de que con la confusión resultante podrían adquirir la posesión de la propiedad. 8. lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña: No se menciona la crucifixión, ni tampoco hay la más ligera alusión a la resurrección. La idea de arrojar al hijo fuera de la viña puede relacionarse con Heb 13,12 («Jesús padeció fuera de la puerta») y con la localización de la crucifixión de Jesús fuera de las murallas de Jerusalén. 9. vendrá, acabará con los labradores y dará la viña a otros: Mt 21,41.43 refleja la convicción cristiana de que la identidad del pueblo de Dios y su lugar en el reino de Dios pasaron de Israel a la Iglesia. Sin embargo, Marcos parece centrarse más en los líderes de Israel (caps. 11-12), por lo que su comprensión del alcance de la parábola es más limitada. La descripción no refleja necesariamente los acontecimientos del año 70 d.C., aunque Mt 21,41.43 y Lc 20,18 parecen sugerirlos. No está claro que Marcos entendiese los «otros» como gentiles. 10. la piedra que rechazaron los constructores: La cita de 12,10-11 está tomada del Sal 118,22-23 (LXX). La piedra rechazada (= Cristo) se convierte en la piedra angular (que mantiene unidos los muros del edificio) o la piedra capital (que corona y sostiene un arco o un pórtico). La misma cita se aplica a Jesús en Hch 4,11 y 1 Pe 2,7; sobre otras citas en las que el término «piedra» se aplica a Jesús, cf. Rom 9,33 y 1 Pe 2,6.8. Quizá, la semejanza entre las palabras hebreas ben, «hijo», y ’eben, «piedra», dio origen a esta identificación. La cita del Sal 118,22-23 en Mc 12,10-11 indica lo mismo que la parábola en Mc 12,1-9: el rechazo del Hijo de Dios por los dirigentes de Israel fue un trágico error. 12. dijo la parábola contra ellos: En el evangelio de Marcos no es habitual que los adversarios comprendan la parábola (cf. 4,10-12.33-34). Esta conclusión es típica de los relatos de controversia: los enemigos de Jesús se dan cuenta de que han sido burlados.
(Snodgrass, K., The Parable of the Wicked Tenants [WUNT 27, Tubinga 1983].)
77 (iii) Tributo al césar (12,13-17). El problema que se plantea ahora es el pago del impuesto de capitación. Aunque los adversarios pretenden la derrota y descrédito de Jesús, él consigue eludir su trampa y transforma su pregunta en una ocasión para dar una lección sobre las relaciones con Dios. No deberíamos forzar el significado del texto hasta convertirlo en un breve tratado sobre las relaciones entre la iglesia y el estado (cf. Ap 17-18 para una descripción muy hostil del Imperio romano). No debemos olvidar las particularidades de la situación: Los judíos preguntan a Jesús, su compañero judío, sobre el asunto del pago de impuestos al gobernante romano. Jesús les permite pagar los impuestos (cf. Mt 17,24-27; Rom 13,1-7; 1 Pe 2,13-17), pero va más allá y desafía a sus destinatarios a que sea tan justos en el servicio a Dios como lo son en su servicio al césar. 13. fariseos y herodianos: La presencia de herodianos en un relato de lo que sucede Jerusalén es, en cierto modo, extraña. Para una referencia anterior a una alianza entre fariseos y herodianos, cf. el comentario a 3,6. Puesto que Herodes Antipas debía su poder político al Imperio romano, una respuesta negativa a la pregunta de 12,14 habría provocado un problema entre Jesús y los romanos. Los fariseos no eran unos nacionalistas tan radicales como los zelotas y trataban de coexistir con las instituciones romanas. 14. sabemos que eres sincero: El cumplido con el que se saluda a Jesús tiene como finalidad conseguir de él una respuesta directa y ponerlo en un compromiso (cf. 11,27-33, donde Jesús evita dar una respuesta directa). Marcos clarifica que los motivos de los adversarios son mezquinos («para cazarlo» en 12,13, y «dándose cuenta de su mala intención» y «¿por qué me ponéis a prueba?» en 12,15). ¿es legal pagar tributo al césar o no?: El término griego kénsos es una transliteración del latín census; este impuesto era un recordatorio del sometimiento judío a Roma y tenía que pagarse con dinero romano. Si Jesús respondía afirmativamente, se vería desacreditado entre los nacionalistas judíos por colaboracionista. Si respondía negativamente, se manifestaría como revolucionario y peligroso para el Imperio romano. 16. ¿de quién es esta imagen y esta inscripción?: El denario que se presenta a Jesús tendría grabada la imagen del emperador Tiberio (14-37 d.C.); la inscripción probablemente rezaría Tiberius Caesar divi Augusti filius Augustus. 17. dad al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios: Jesús responde a la pregunta que le han hecho en 12,14 de forma positiva: es legal pagar impuestos al césar. Pero su razonamiento le permite evitar la trampa: puesto que las monedas con las que se pagaban los impuestos eran romanas y pertenecían al emperador, el pagar los impuestos era vina simple cuestión de devolver al emperador lo que ya le pertenecía. Añadiendo «a Dios lo que es de Dios» cambia su discurso sobre el pago de impuestos en un desafío espiritual para que se asuman las obligaciones con Dios tan conscientemente como se asumen las obligaciones con el estado, asombrados: Los biblistas dicen normalmente que la muchedumbre se asombró de la habilidad con que Jesús evadía el problema sin provocar una grave ofensa (aunque su respuesta habría resultado ofensiva para los nacionalistas judíos). Quizá su asombro se debía al éxito con que logró transferir la cuestión desde el plano político al espiritual.
78 (iv) Resurrección (12,18-27). Los saduceos fundamentaban su rechazo de la resurrección en el hecho de que el Pentateuco no decía nada sobre este asunto. Citan un pasaje de Dt 25,5-10, que consideraban como prueba irrefutable de su opinión, y le añaden una aplicación con la intención de reducir al absurdo el argumento de quienes creían en la resurrección. Esta estrategia da pie a Jesús para exponer su enseñanza sobre la naturaleza de la vida resucitada (tan diferente de la vida terrenal) y mostrar que la resurrección estaba implícita, al menos, en lo que el Pentateuco dice en Éx 3,6.15-16, en donde Dios aparece como el Dios de vivos. El mensaje teológico del texto es que la esperanza en la vida resucitada se fundamenta en el carácter de Dios, que puede vencer la muerte y dar la vida, no en la naturaleza o en el esfuerzo humano. 18. saduceos que niegan la resurrección: Los saduceos aceptaban solamente el carácter canónico del Pentateuco y rechazaban la idea de una ley oral adicional (cf. Josefo, Ant. 18.1.4 § 16-17). Los pocos pasajes del AT en los que se dice algo sobre la resurrección (cf. Is 25,8; 26,19; Sal 73,24-25; Dn 12,1-3) no formaban parte del Pentateuco, y, por consiguiente, no gozaban de autoridad para los saduceos (cf. Hch 23,8). El aspecto más conflictivo que Jesús tenía que afrontar en la controversia consistía en mostrar que la doctrina de la resurrección estaba presente incluso en el Pentateuco (cf. 12,26). La pregunta de los saduceos presupone que Jesús compartía la creencia de los fariseos en la resurrección. 19. Moisés escribió: El contenido de lo que «Moisés escribió», según Mc 12,19, es una versión libre de Dt 25,5-10, que prescribe la obligación del levirato (cf. Gn 38; Rut). El objetivo de esta norma ve tero testamentaria era mantener la propiedad en el seno de la familia del varón. 20. había siete hermanos: El relato que se cuenta en 12,20-23 toma Dt 25,5-10 como punto de partida e intenta reducir la creencia en la resurrección al absurdo y probar su incompatibilidad con el Pentateuco. Siete hermanos tenían la misma mujer; ¿de cuál de ellos será en la resurrección? 24. no comprendéis las Escrituras ni el poder de Dios: En la explicación posterior, Jesús responde a los saduceos en primer lugar con una referencia al poder de Dios (12,25) y después con una referencia a las Escrituras (12,26-27). El poder de Dios puede vencer la muerte y dar la vida; la resurrección está implícita en la Escritura. 25. cuando resuciten de entre los muertos, ni ellos ni ellas se casarán: La reducción al absurdo que los saduceos desarrollan en 12,20-23 se fundamenta en una errónea comprensión de la vida resucitada; sobre el carácter angélico de la vida resucitada, cf. 1 Cor 15,35-50; 1 Hen 15,6-7; 104,4; 2ApBar 51,10; bBer. 17a). La modalidad de la vida resucitada será tan diferente de la vida terrena que el ejemplo de los saduceos no tiene realmente ninguna fuerza lógica, pues prescinde del poder de Dios para vencer la muerte y sacar vida de la muerte. 26. en el episodio de la zarza: Este era el modo habitual con que los judíos se referían al pasaje de la zarza ardiente de Éx 3 antes de que se introdujeran los indicadores de capítulos y versículos, el Dios de Abrahán y el Dios de Isaac y el Dios de Jacob: Éx 3,6.15-16, en donde Yahvé se identifica como el Dios de los padres de Israel, pertenece al Pentateuco, y, por consiguiente, debe ser tomado en serio por los saduceos. 27. no Dios de muertos, sino de vivos: Jesús entiende Éx 3,6.15-16 en el sentido de que Abrahán, Isaac y Jacob aún vivían y continuaban su relación con Dios. Así pues, la resurrección formaba parte de la enseñanza del Pentateuco. La utilización de un texto del AT de este modo artificioso era compatible con los métodos judíos de interpretación de la época.
79 (v) El mandamiento principal (12,28-34) . La cuarta controversia trata de cuál era el más importante de los 613 preceptos de la ley del AT, un tópico bastante común que se preguntaba a los notables maestros judíos. La respuesta de Jesús combina dos citas del AT (Dt 6,4-5 y Lv 19,18), subrayando así su ortodoxia como maestro judío e ilustrando su afición de llegar al fondo de las cosas. El pasaje es importante no tanto por su originalidad cuanto por el énfasis que pone en las disposiciones interiores y fundamentales. Véase Mt 5,21-48 para un énfasis aún más radical en la disposición interior, que conduce a la abolición de algunos preceptos del AT. 28. un escriba: El que hace la pregunta se caracteriza por su falta de hostilidad y por la aprobación que recibe de Jesús (cf. Mt 22,35; Lc 10,25). Su actitud y su deseo sincero de aprender convierten el incidente más un ejercicio de aprendizaje que en una controversia. ¿cuál es el mandamiento más importante?: Esta pregunta se les hacía frecuentemente a los maestros judíos. La respuesta famosa de Hillel, según bSabb. 31a, fue la siguiente: «Lo que no quieras para ti, no lo hagas a tu prójimo. Ésta es la ley entera; el resto es comentario. Ve y aprende». Así respondió a la petición de un prosélito que deseaba que le enseñara mientras permanecía sobre una pierna. Hillel suponía que esta enseñanza resumiría toda la ley y daría a sus 613 mandamientos un principio coherente. Los primeros cristianos comprendieron el resumen de la ley de Jesús como autorización para no cumplir los preceptos rituales; no está claro si era ésta la intención de Jesús en este caso. 29. El primero es: «Escucha Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor»: La respuesta de Jesús es una cita de Dt 6,4-5, el primero de los tres textos que los judíos piadosos recitaban dos veces al día (Dt 6,4-9; 11,13-21; Nm 15,37-41). El mandato de amar a Dios brota de su naturaleza de ser el único Dios. Los cuatro términos que aparecen en 12,30 (corazón, alma, mente, fuerza) no se refieren a diferentes partes de la persona, sino que son un modo de acentuar que debe amarse a Dios con todos los recursos disponibles. 31. el segundo es: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo»: Aunque sólo se le preguntó por un mandamiento, Jesús añade un segundo. No hay intención de igualar o de unir de los dos mandamientos (cf. Lc 10,27). El segundo mandamiento es una cita de Lv 19,18 (cf. Rom 13,9; Gál 5,14; Sant 2,8). Los dos mandamientos están conectados por la palabra «amor» y el hecho que Jesús los uniera era una nota teológica original. Ni en Lv 19,18 ni tampoco en sus desarrollos neotestamentarios aparece consciencia alguna del moderno descubrimiento de la baja autoestima y de la necesidad de amarse a uno mismo para poder amar al otro. 32. muy bien, Maestro: El escriba expresa su acuerdo con Jesús, parafraseando su afirmación sin ningún indicio de hostilidad o de ironía. 33. más que todos los holocaustos y sacrificios: La comparación del escriba es una simple evocación de Os 6,6 y 1 Sm 15,22 y no exige que la interpretemos como una condena del sistema sacrificial. En su estructura de pensamiento, el amor a Dios y al prójimo eran los grandes principios que estaban tras el sistema sacrificial. 34. no estás lejos del reino de Dios: Más que de una realidad futura, el reino de Dios se presenta en este texto como algo accesible que parece tener dimensiones espaciales. La correcta comprensión que el escriba tiene de lo que es esencial en la ley del AT lo sitúa cerca del reino que está viniendo y lo prepara para recibirlo adecuadamente (cf. 10,13-16).
80 (vi) El hijo de David (12,35-37). La finalidad que percibimos tras la complicada exégesis del Sal 110,1 es mostrar que el título de hijo de David no es una definición totalmente adecuada y exhaustiva del Mesías. Se requiere un título más sublime como Kyrios, «Señor», para captar el carácter del mesianismo de Jesús. 36. David mismo dijo, inspirado por el Espíritu Santo: En esta argumentación que se basa en el Sal 110,1 es esencial que David haya sido el autor del salmo. Para otras citas neotestamentarias del Sal 110,1, véanse Hch 2,34-35; 1 Cor 15,25; Heb 1,13. Encontramos alusiones a éste en Mc 14,62 y par.; 16,19; Rom 8,34; Ef 1,20; Col 3,1; Heb 1,3; 8,1; 10,12. El hecho de que sea muy utilizado en los escritos neotestamentarios sugiere que formaba parte de una antología de citas del AT que eran aplicables a Jesús. 37. David mismo lo llama Señor, ¿cómo es posible que el Mesías sea hijo suyo?: Puesto que es David quien habla en el Sal 110,1 debe de referirse a alguien diferente. El primer «Señor» es Dios; el segundo «mi Señor» debe de ser alguien diferente y superior a David. Por consiguiente, al Mesías no se le puede describir de forma adecuada y exhaustiva como hijo de David.
81 (c) Los escribas y una viuda (12,38-44). Los dos incidentes de esta sección (12,38-40; 12,41-44) forman un díptico en el que se pone en contraste a sus personajes. Los escribas, cuya ostentación e hipocresía se critica en este pasaje, son el tipo opuesto a lo que Jesús quería que fueran sus discípulos. Jesús advierte contra la búsqueda del honor y prestigio de los escribas (12,38b-39) y la sangría que hacían con los recursos de las viudas, al tiempo que mantenían su aspecto piadoso (12,40). Aunque no llega al extremismo de Mt 23, este pasaje se ha utilizado en el pasado para suscitar sentimientos antijudíos; pero, realmente, este texto no critica a todos los escribas, sino solamente a un cierto tipo (cf. 12,28-34), y ni mucho menos a todos los judíos. 38. a los escribas les gusta pasearse lujosamente vestidos: Los escribas eran los intérpretes de la ley del AT, la antigua versión judía de los juristas. Los escribas que aquí se critican se exhibían en las manifestaciones públicas, especialmente en las celebraciones religiosas. El término stolai se refiere, probablemente, a unas túnicas especialmente diseñadas para intensificar su prestigio y honor, no necesariamente a los mantos utilizados para la oración como en Mt 23,5. 40. devoran los bienes de las viudas con el pretexto de largas oraciones: En la antigüedad, los juristas podían ejercer como administradores de la propiedad de una viuda. Un modo de recibir sus honorarios era quedarse con una parte de la propiedad. Los juristas con reputación de ser piadosos tenían excelentes oportunidades para aumentar sus perspectivas de participación en este proceso (J. D. M. Derret, NovT 14 [1972] 1-9). En correspondencia a su codicia e hipocresía, estos juristas recibirán una dura condena en el juicio final ante el más alto tribunal.
82 El relato de la viuda pobre se conecta con el incidente precedente mediante el término «viuda». Nos presenta un ejemplo contrario al comportamiento de los escribas. La disposición interior de la mujer y su generosidad sirven también para introducir el relato de la pasión en el que Jesús demostrará las mismas cualidades. 42. dos moneditas, o sea, una cuarta parte del as: Las dos moneditas (lepta) eran las más pequeñas que estaban en circulación. La oración explicativa ho estin kodrantés deriva del latín quadrans, otro indicio que sugiere la procedencia romana del evangelio de Marcos. 43. esta viuda pobre ha echado más que todos los demás: El comentario inicial de Jesús formula una paradoja que requiere una explicación (12,44). La explicación es que la viuda hizo un sacrificio real para sostener el templo, mientras que el rico simplemente dio lo que le sobraba.
Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo
Los versículos que tenemos delante de nosotros contienen una parábola histórica. La historia de la nación judía, desde la época en que Israel salió de Egipto hasta la destrucción de Jerusalén, se nos presenta aquí como reflejada en un espejo. Bajo la figura de la viña y de los labradores, el Señor nos relata la historia de lo que Dios hizo por su pueblo durante mil y quinientos años. Estudiémosla atentamente, para que podamos aplicárnosla.
Observemos, en primer lugar, la bondad especial de Dios con la iglesia y la nación judía. Les concedió privilegios especiales. Los trató como el hombre hace con un pedazo de terreno que separa y cerca para plantar en él «una viña.» Les dio buenas leyes y ordenanzas. Los estableció en una tierra buena, y por ellos lanzó da ella siete naciones. Desatendió naciones más grandes y poderosas para hacerles favor. No se ocupó ni de Egipto, ni de Siria, ni de Grecia, ni de Roma, y difundió sus misericordias como una lluvia de gracias sobre unos pocos millones de habitantes de Palestina. La viña del Señor era la casa de Israel.
Ninguna familia bajo la bóveda de los cielos recibió privilegios tan señalados y distinguidos como la de Abrahán.
Y nosotros, los que vivimos en un país cristiano, ¿podemos decir que no hemos recibido de Dios misericordias especiales? No lo podemos decir. ¿Porque nuestro país no es pagano, como la China? ¿Porque nuestra tierra no es idólatra, como el Indostán? Esto lo debemos á un favor especial de Dios. No es por nuestra bondad ni por nuestros méritos, sino por la gracia gratuita de Dios, que nuestro país es lo que es entre las naciones. Seamos agradecidos por esas mercedes, y reconozcamos la mano que nos las envía. No seamos altaneros, sino humildes, no sea que provoquemos á Dios y nos retire sus mercedes.
Observemos, en segundo lugar, la paciencia y longanimidad de Dios con la nación judía. ¿Qué es su larga historia que registra el Viejo Testamento, sino una larga serie de repetidas provocaciones, y repetidos perdones? Leemos una y otra vez de profetas que le fueron enviados, de apercibimientos que le fueron dirigidos, y todo casi siempre en vano. Un siervo tras otro aparecieron en la viña de Israel, y demandaron sus frutos; y un siervo y otro fueron «despedidos con las manos vacías » por los labradores judíos, y la nación no produjo fruto ninguno para gloria de Dios. «Se burlaron de los mensajeros de Dios, despreciaron las palabras de El, y maltrataron á sus profetas.» 2 Crón. 36.16. Sin embargo, centenares de años transcurrieron antes que «el furor de Dios se despertase contra su pueblo, cuando ya no había remedio.» Nunca hubo un pueblo al que tanta paciencia se mostrara como á Israel.
Y nosotros también, los que vivimos en este país afortunado ¿no tenemos que agradecer á Dios su largo sufrimiento? No hay duda que tememos motivos sobrados para decir que nuestro Señor es paciente. No nos trata cual nuestros pecados merecen, ni nos da el pago según son nuestras iniquidades. Bastantes veces lo hemos provocado á retirar nuestro candelero y á tratarnos como lo hizo con Tiro, Babilonia, y Roma. Sin embargo, aún continúan su longanimidad y su amorosa bondad. No presumamos demasiado de su bondad. Que de sus misericordias salga para nosotros un grito que nos llame á producir frutos, y á esforzarnos en abundar en esa rectitud que solo exalta y eleva á las naciones. Prov. 14.34. Que todas las familias de esta tierra comprendan que son responsables á Dios, y entonces veremos á toda la nación publicando sus alabanzas.
Observemos, en tercer lugar, la dureza y maldad de la humana naturaleza, tal como la muestra la historia del pueblo judío.
Difícil es imaginar una prueba más convincente de esta verdad, que el resumen de la conducta que observó Israel con los mensajeros de Dios, y que nuestro Señor bosqueja en esta parábola. Les envió en vano profeta tras profeta; milagros y milagros tuvieron lugar ante sus ojos sin producir ningún efecto duradero.
El mismo Hijo de Dios, manifiesto en la carne, habitó entre ellos y «se apoderaron de El, y le mataron..
No hay verdad que menos se acepte y se crea que «la completa maldad » del corazón humano. Consideremos esta parábola siempre como una de las pruebas permanentes de dicha verdad. Veamos en ella lo que los hombres pueden hacer, en el completo goce de los privilegios que la religión confiere, rodeados de profecías y milagros, y en la presencia del Hijo mismo de Dios. «El espíritu carnal es enemistad contra Dios.» Rom. 8.7. Nunca los hombres vieron á Dios cara á cara, sino cuando Jesús se hizo hombre, y vivió en la tierra. Lo vieron santo, inocente, puro, haciendo bien por do quiera que iba ; sin embargo, no quisieron recibirlo, se rebelaron contra El, y al fin le dieron muerte. Borremos de nuestra alma la idea de la bondad innata de nuestros corazones, ó de nuestra rectitud natural. Abandonemos la opinión tan común que un hombre se hace cristiano tan solo con ver y saber lo que es bueno. Grande es el experimento que se hizo con la nación judía. Nosotros también, como Israel, podríamos presenciar milagros, y tener profetas entre nosotros, y, como para Israel, ser todo eso inútil para nosotros. Solo el Espíritu de Dios puede cambiar los corazones. «Necesario nos es nacer otra vez.» Juan 3.7.
Observemos, por último, que pueden los hombres sentir el aguijón de la conciencia, y continuar, no obstante, en su impenitencia. Los judíos, á quienes nuestro Señor dirigió la solemne parábola histórica de que nos venimos ocupando, vieron claramente que á olios se aplicaba. Comprendieron que ellos y sus progenitores eran los labradores á quienes se había arrendado la viña, y que debían dar cuentas á Dios de sus productos. Comprendieron que ellos y sus antepasados eran los labradores perversos, que habían rehusado pagar al Señor de la viña lo que se le debía, y que habían » maltratado vergonzosamente» á sus siervos, «golpeando á unos, y matando á otros.» Sobre todo bien sabían que estaban tramando el postrer acto que había de coronar sus maldades, y que la parábola describía. Estaban pensando asesinar al Hijo amado, «arrojarlo fuera de la viña.» Todo esto lo sabían perfectamente bien. «Sabían que había dicho esa parábola contra ellos.»Pero aunque lo sabían, no se arrepintieron; aunque por sus conciencias estaban convictos, continuaban endurecidos en sus pecados.
Que este hecho terrible nos haga ver, que la creencia y la convicción no son suficientes para salvar el alma. Posible es que sepamos que hacemos mal, que no podamos negarlo, y que, no obstante, nos apeguemos con obstinación á nuestros pecados, y perezcamos en el infierno. Mudar el corazón y la voluntad es lo que todos necesitamos. Oremos fervorosamente por conseguirlo, y no descansemos hasta lograrlo, pues sin ese cambio no veremos nunca cristianos ni lograremos ir al cielo. Sin él atravesaremos la existencia, sabiendo, como los judíos, que somos malos, pero, como los judíos, perseverando en nuestra conducta, y muriendo en nuestros pecados.
Fuente: Los Evangelios Explicados
viña… → Isa 5:1-2; excavó… Lit. un tanque.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R409 La expresión ἐν παραβολαῖς λαλεῖν (comp. Mat 22:1) está seguida por una sola parábola, pero sin duda hubo otras que no fueron registradas.
BD123 El sustantivo compuesto ὑπολήνιον se refiere a la vasija que se colocaba debajo del lagar.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
O, una cerca
Fuente: La Biblia de las Américas
g Isa 5:1-2.
12. Lit. un tanque debajo del lagar.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
Parábola de la viña. Tributo que debía pagarse al César. Refuta y convence a los saduceos, que negaban la resurrección de los muertos. De los dos grandes mandamientos. Prueba la divinidad del Mesías. Exhorta a sus discípulos a guardarse de los escribas, y alaba a una viuda que echó dos pequeñas monedas de cobre en el arca de las ofrendas.
1 a. A los fariseos, haciéndoles ver en las parábolas su horrible ingratitud, y la venganza que Dios tomaría de ellos.
b. Y habiendo cavado hizo un lagar.
2 c. El año cuarto de haberse plantado, porque hasta este tiempo no se aprovechaba el dueño de su fruto.
4 d. El Griego: lithobolésantes, apedreándole.
e. El Griego: kái apésteilan etimoménon, y enviáronle afrentado.
5 f. Que fueron enviados sucesivamente.
7 g. MS. El so enredamiento.
10 h. Otros: Esta es puesta por cabeza de la esquina.
13 i. MS. E de los sergentes de Herodes.
14 j. El Griego: é óu? dómen, é mé dómen? ¿o no? ¿se lo daremos, o no se lo daremos?
15 k. MS. La nemiga dellos. El Griego: tén hupókrisin, su hipocresía.
l. Moneda romana de plata.
17 m. De su respuesta.
19 n. Era una ley política dada por Moisés para la conservación de las familias.
22 o. MS. A la postrimería.
23 p. MS. Pues en el resucitamiento.
24 q. Los saduceos erraban, porque ignoraban las Escrituras. Los fariseos aunque no las ignoraban, estaban ciegos por su ambición y codicia. Aquellos querían medir las obras del poder de Dios por su propia razón; y estos todo lo sujetaban a sus pasiones y a su corazón dañado.
25 r. Otros: Ni los hombres se casarán, ni las mujeres serán casadas.
s. En cuanto al estado de incorrupción; y así no tendrán necesidad de casarse.
26 t. Otros: En la zarza.
27 u. Porque viven en Dios, aunque, en cuanto al cuerpo, estén muertos.
29 v. El Griego: ho theós hemón, nuestro Dios.
w. Es él solo Dios. Y es claro por el texto del Deuteronomio (6,4), que dice: El Señor nuestro Dios es solo el Señor.
31 x. El Griego: kái deutéra homóia haute. Y el segundo semejante a este es.
y. Majus horum. Es un grecismo de la Vulgata, en vez de: Majus his.
34 z. Porque sabía discernir con prudencia entre lo que Dios principalmente desea de nosotros, y entre las ceremonias exteriores de la ley.
a. Pero no había aun entrado en él; porque aunque comenzaba a comprender en qué consistía lo esencial de la piedad, le faltaba el conocimiento de Jesucristo como Hijo de Dios, que siendo el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6), por él solamente podía llegar a entrar en este reino. Y el Señor con estas palabras le convidaba a que aspirase a una dicha que tenía tan cerca de sí.
36 b. Inspirado del Espíritu Santo.
37 c. Porque le oía libre de la presunción, orgullo y envidia que consumía a los fariseos; y reconocido a sus beneficios, y admirando su santa doctrina, le escuchaba con gusto, cuando los enseñaba con aquella autoridad y unción que no experimentaba en sus doctores.
40 d. MS. Por sostenimientos de luengas oraciones.
41 e. Esta arca que se llamaba gazofulákion, palabra compuesta de gaza, voz persiana que significa riquezas, y del verbo griego fulákioo, guardar o conservar, estaba colocada en el atrio del templo, junto al altar. El rey Joás lo dispuso así (2Re 12,9), para que cada uno echase en ella el dinero que gustase para la restauración del templo, y para alimento de sus ministros y de los pobres. Y en esta parte eran en extremo liberales los judíos. Véase a Josefo, Antiquit. Jud. lib. XIV, capit. XII. Se hacían también otras especies de ofrendas para el templo, que se depositaban en ciertos almacenes del mismo (Neh 10,38).
42 f. MS. Dos pedaçuelos pequennos, que es dicho quadrant.
g. El cuadrante era la cuarta parte del as, y así significa el valor de una moneda de cobre, que por pesar tres onzas se llamaba teriuntius, que quiere decir un cuarto.
44 h. Porque todos los otros teniendo mucho, no han dado todo lo que les sobraba, sino parte de ello.
i. MS. Todo su vito. El valor de las obras de piedad no se mide porque en sí mismas sean mayores o menores, sino por la caridad y afecto de la voluntad con que se hacen. A este modo nos juzgará Dios, el cual no necesita de nuestros dones, mirando principalmente a la intención y voluntad con que los ofrecemos; y así instruía Jesucristo a sus Apóstoles que debían también juzgar (2Cor 8,2).
Fuente: Notas Bíblicas
[1] Véase notas sobre Mat 21:33-44. Moshiaj es ambos el Hijo de David y el Amo de David, una revelación que puede hacerse real sólo por revelación de YHWH Mismo.
[10] Sal 118 (117), 22; Is 28, 16.[19] Deut 25, 5.[26] Ex 3, 6.[30] Deut 6, 4.[31] Lev 19, 18.[36] Sal 110 (109), 1.
* Ver Mar 3:23.
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero
Fuente: Notas Torres Amat
Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento