Comentario de Eclesiastés 9:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Ciertamente he dedicado mi corazón a todas estas cosas para aclarar todo esto: que los justos y sabios, y sus hechos, están en la mano de Dios. Si se trata del amor o del odio, el hombre no lo sabe. Todo lo que está delante de ellos

Ciertamente he dado mi corazón. Ecl 1:17; Ecl 7:25; Ecl 8:16; Ecl 12:9, Ecl 12:10.

que los justos. Ecl 8:14; Deu 33:3; 1Sa 2:9; 2Sa 15:25, 2Sa 15:26; Job 5:8; Sal 10:14; Sal 31:5; Sal 37:5, Sal 37:6; Pro 16:3; Isa 26:12; Isa 49:1-4; Jer 1:18, Jer 1:19; Jua 10:27-30; 1Co 3:5-15; 2Ti 1:12; 1Pe 1:5.

no saben los hombres. Ecl 7:15; Sal 73:3, Sal 73:11-13; Mal 3:15-18.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Iguales cosas le suceden al bueno como al malo, Ecl 9:1-3.

La muerte es necesaria en el hombre, Ecl 9:4-6.

Consuelo es su porción en esta vida, Ecl 9:7-10.

La incertidumbre en esta tierra, Ecl 9:11-12.

La sabiduría es mejor que la fuerza, Ecl 9:13-18.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

están en la mano de Dios significa «en control y posesión de Dios».

amor … odio: A veces en hebreo cuando se ponen dos antónimos juntos quiere decir: «todo». Las palabras amor y odio tienen más sentido si se entienden como la aprobación o desaprobación de Dios

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

9. Incertidumbres y Anomalías, Actitud Practica.

Las obras del justo y del sabio, en las manos de Dios (9:1-4).
1 Poniendo en mi corazón todo esto, vi bien que el justo y el sabio y sus obras están en las manos de Dios, y ni siquiera sabe el hombre si es objeto de amor o de odio; todo está encubierto ante él. 2 Todo a todos sucede de la misma manera; una misma es la suerte que corren el justo y el impío, el bueno y el malo, el puro y el impuro, el que sacrifica y el que no ofrece sacrificios; como el hombre de bien, el malhechor; como el que jura, el que aborrece el juramento. 3 Este mal hay en todo cuanto existe bajo el sol: que sea una misma la suerte de todos y que el corazón de los hijos de los hombres esté lleno de mal y de enloquecimiento durante la vida, y luego la muerte. 4a ¿Y quién es exceptuado?

Comienza el autor afirmando que las obras del justo y del sabio están en las manos de Dios, de modo que el éxito de las mismas no depende de su justicia o su sabiduría, sino de la voluntad de Dios. Y el Señor lo otorga, no conforme a los merecimientos del hombre, concediéndolo al bueno y denegándolo al malo, sino conforme a su beneplácito, que no coincide con el mencionado criterio. A todos, en su providencia general, trata Dios de la misma manera; indistintamente hace llover para los justos y los injustos; para unos y otros igualmente hace salir cada mañana el sol. Y una misma suerte ha dispuesto para las diversas clases de hombres, para los puros y para los impuros, es decir, para los que cumplen las prescripciones legales y para quienes las infringen; para los que juran y para los que aborrecen el juramento, cuyo uso era frecuentísimo entre los judíos, lo que originó los abusos que determinaron la prohibición que del mismo hicieron los esenios1 y las recomendaciones de Jesucristo en la declaración del segundo precepto 2. Si, pues, Dios concede o niega el éxito de las obras independientemente de que sean buenos o malos, si trata a todos de una misma manera y los destina a una misma suerte, resulta que el hombre, por el buen o mal resultado de sus obras, de sus empresas, no puede colegir si es digno de amor o de odio delante de Dios. De ningún modo se puede concluir de estos versos la incertidumbre sobre el estado de gracia o pecado en el hombre 3.
Privado Cohelet de la revelación neotestamentaria sobre la retribución de la vida futura, no puede menos de lamentarse de esa igualdad entre la suerte de los justos y de los injustos, que, naturaímente, él considera como una anomalía inexplicable. Igualdad que culmina en la muerte, de la que nadie es exceptuado. Y esta actitud de Dios, que trata a todos de la misma manera, viene a ser ocasión e incentivo a los malvados para entregarse sin temor alguno a los instintos e inclinaciones de su naturaleza.

La condición de los vivos, preferible a la de los muertos (9:4b-6).
4b Mientras uno vive hay esperanza, que mejor es perro vivo que león muerto; 5 pues los vivos saben que han de morir, mas el muerto nada sabe y ya no espera recompensa, habiéndose perdido ya su memoria. 6 Amor, odio, envidia, para ellos ya todo se acabó; no toman ya parte alguna en lo que sucede bajo el sol.

Estos versos hacen resaltar las ventajas de la vida sobre el estado que, según las creencias de Cohelet y los israelitas de su tiempo, esperaba al hombre después de su muerte. Mientras uno vive, por mal que le vaya en la tierra, siempre queda la esperanza de conseguir, mediante el trabajo y el salario, días mejores, más felices y más prósperos. La experiencia nos dice, aun a nosotros cristianos, que la vida, no obstante todas sus miserias, es el bien más apetecible para el hombre. Para comprender la fuerza del refrán en boca de nuestro autor hay que tener en cuenta que el perro, como animal impuro4, era objeto de desprecio para los orientales5; el león, por el contrario, símbolo de la fuerza, era estimado como el más noble de todos los animales 6. El sentido es que es preferible ser el último y más despreciable de los animales estando vivo, que el mejor y más estimado de todos ellos estando muerto.
El v.5 continúa el mismo pensamiento, que propone bajo una forma que puede dar lugar a falsas interpretaciones, si no se tiene en cuenta el contexto de la frase. Cohelet contrapone sencillamente la condición de los vivos y la condición que, según la concepción del Antiguo Testamento, esperaba a los muertos, y es en contraste con ésta como hay que interpretar aquélla. Los vivos saben que han de morir, es decir, viven todavía y pueden disfrutar de los bienes y felicidad que Dios les conceda en esta vida, tan querida por más que esté llena de miserias, mientras que los muertos ya no saben nada; para los sabios, el conocer, el saber, es la más noble manifestación de la vida; no esperan salario alguno, privados como están de toda actividad y trabajo que pudiera merecerlo; más aún, al cabo de cierto tiempo, ni memoria queda de ellos entre los vivos, de modo que ya no cuentan para nada, lo que constituye para Cohelet gran desilusión 7. El autor no pone en duda o niega la inmortalidad del alma y la retribución futura, sino que las ignora, y compara la condición de los vivos con la de los muertos conforme a sus concepciones respecto del seol. San Jerónimo, que conocía el valor de las obras humanas en orden a la retribución futura, señala una diferencia digna de reflexión para los cristianos: “Los vivientes – escribe -, ante el temor de la muerte, pueden realizar buenas obras; los muertos, en cambio, nada pueden añadir a lo que se llevaron al despedirse de la vida. Ya no hay para los muertos tiempo en el que puedan merecer y conseguir el premio”8. El v.6, que da la clave para interpretar los versos precedentes, recuerda que los afectos y más violentas pasiones cesan en su actividad en el momento de la muerte, que rompe toda relación con este mundo visible.

Conclusión de las precedentes consideraciones (9:7-10).
7 Ve, come alegremente tu pan y bebe tu vino con alegre corazón, pues que se agrada Dios en tus buenas obras. 8 Vístete en todo tiempo de blancas vestiduras y no falte el ungüento sobre tu cabeza. 9 Goza de la vida con tu amada compañera todos los días de la fugaz vida que Dios te da bajo el sol, porque ésa es tu parte en esta vida entre los trabajos que padeces debajo del sol.10 Cuanto tu mano pueda hacer, hazlo alegremente, porque no hay en el sepulcro, adonde vas, ni obra, ni razón, ni ciencia, ni sabiduría.

Otra vez nos presenta la conclusión ya conocida de todas sus precedentes investigaciones, enumerando, esta vez en términos más explícitos, aquellas cosas en que el hombre suele hallar una felicidad mayor en esta vida. Menciona en primer lugar el disfrute de los bienes materiales, simbolizados en el pan y el vino, seguramente por ser en los banquetes donde aquéllos proporcionan una satisfacción mayor. Y esto con alegría, porque, si ésta falta, aquéllos no pueden dar esa felicidad que desea el corazón. Al conceder Dios esos bienes materiales y la facultad de disfrutar de ellos, manifiesta, por lo mismo, que se complace en que el hombre goce del fruto de sus obras. Se refiere después a las blancas vestiduras y los ungüentos que se empleaban -en los días de fiesta entre los judíos, y también entre los romanos 9, y son, por lo mismo, símbolos de la alegría que reinaba en semejantes ocasiones. Completa el cuadro de los placeres terrenales con la invitación a los gozos familiares: goza, dice Cohelet, de la vida con tu amada compañera. Entre las cosas que dan al hombre una satisfacción mayor y le conpensan más las desilusiones a que ha ido haciendo mención a lo largo de sus experiencias, ocupa un lugar preeminente la mujer, cuya alegra compañía es la mejor compensación frente a los trabajos y contrariedades de la vida. No hay contradicción alguna entre las afirmaciones Deu 7:26-28, en que se emite un juicio muy desfavorable de la mujer, y esta que la considera como fuente de gozo. Allí se trataba de la mujer corrompida, que arrastra al hombre a desórdenes morales que llevan consigo fatales consecuencias (v.26), y de la dificultad de encontrar una mujer adornada de todas las cualidades que hacen de ella una esposa ideal (v.28); aquí, en cambio, de la mujer buena que, llevando una vida ordenada con su marido, le proporciona el mejor gozo de su existencia, del que Cohelet le recomienda disfrute los días de su vida. No hay en la perícopa invitación alguna a una vida de orgía y desenfreno, sino a una alegría y gozo moderados, bajo la mirada de Dios, como se infiere del mismo contexto y lugares paralelos 10.
Concluye con una recomendación al trabajo, ya que éste, tomado con la debida moderación, asegura las fuentes de felicidad relativa antes indicadas. Y esto mientras se vive sobre la tierra, pues con la muerte concluye toda actividad física y mental n. Ante semejante consideración, Ben Sirac aconsejaba igualmente aprovechar los goces de la tierra, y también el hacer bien a los demás. Y el Apóstol, con una perspectiva más amplia y elevada, escribía a los gálatas: “Mientras hay tiempo, hagamos bien a todos, especialmente a los hermanos en la fe.” 12

Incertidambre del éxito (Deu 9:11-12).
11 De nuevo observé, y vi debajo del sol que no es de los ágiles el correr, ni de los valientes el vencer, ni aun de los sabios el pan, ni de los entendidos la riqueza, ni aun de los cuerdos el favor, sino que el tiempo y el acaso en todo se entremezclan. 12 Y ni aun su hora conoce el hombre; como pez que es cogido en una mala red y como pájaro que se enreda en el lazo, así se enredan los hijos de los hombres en el mal tiempo cuando de improviso los coge.

Cohelet nos coloca frente a una nueva reflexión, en que va a poner de relieve la frecuente inutilidad de los esfuerzos humanos, físicos e intelectuales, en orden a conseguir el éxito pretendido. La razón está en que éste depende de diversas circunstancias, las cuales escapan al poder del hombre y hacen fallar a veces los más hábiles cálculos humanos. “El sabio – escribe Séneca – espera el principio de todas las cosas, no el éxito. Los principios están en nuestro poder; del éxito final juzga la fortuna” 13. Tanto, que los romanos y los mismos judíos dieron culto a la diosa Fortuna 14. De este verso concluyen algunos que ya en tiempo de Cohelet habían sido introducidos los juegos griegos, que, para el tiempo de Antíoco Epífanes, testifican los libros de los Macabeos 15.
Más aún, ni su hora conoce el hombre, es decir, el momento en que la adversidad o el infortunio, la muerte tal vez, hace fallar sus más halagüeñas esperanzas. Ilustra el autor su pensamiento con una doble comparación: cuando más tranquilo surca el pez la superficie de las aguas y más ávido se lanza el pájaro a los granos que le ha tendido el cazador, un ardid que no esperan hace caer a aquél en la tupida red y a éste en el lazo escondido; así ocurre al hombre, cuando más alegre y confiado tiende su mano para recoger el éxito que ya le sonríe, una circunstancia inesperada hace fallar sus cálculos, Con esto no quiere Cohelet despreciar la actividad humana, que es necesaria, ni negar la influencia de la sabiduría en el éxito de las empresas, que a continuación valorará, sino advertir los límites que las circunstancias imponen a uno y otra.

Valor de la sabiduría. No siempre reconocido (Deu 9:13-17).
13 Otra cosa he visto debajo del sol que fue para mí una gran lección: 14 haber una ciudad pequeña con poca gente dentro, contra la cual vino un gran rey y la asedió, levantando contra ella grandes fortificaciones; 15 y haber un hombrecillo, pobre, pero sabio, que con su sabiduría salvó la ciudad. Y, sin embargo, de aquel hombre pobre nadie se acordaba. 16 Entonces me dije: Más vale la sabiduría que la fuerza; pero la sabiduría del pobre es despreciada y sus palabras no son escuchadas. 17 Las palabras del sabio, proferidas con calma, se hacen oír mejor que los gritos del que manda a necios. 18 Más vale la sabiduría que las armas de guerra, y un yerro destruya mucho bien.

Cohelet expone en esta perícopa las ventajas que en algunos casos tiene la sabiduría. La narración no es lo suficientemente precisa en sus detalles para poder afirmar si se trata de un hecho histórico o de una especie de parábola 16. La conquista de la pequeña ciudad por parte del gran rey no parecía ofrecer gran dificultad. Pero la estratagema de un humilde, pero sabio habitante, logra salvarla. “Y es que la sabiduría, como escribe A Lapide, enseña a vencer el miedo, a moderar la audacia, a mantener elevada y firme la mente y la constancia en los peligros y situaciones arduas, a posponer la vida a la virtud, a despreciar la muerte.”17
Pero la gloria del hombre humilde fue efímera. En rigor de justicia debió ser honrado y su memoria pasar a la posteridad como el libertador de sus conciudadanos; pero no encontró, debido sin duda a su condición humilde, sino el olvido entre aquellos a quienes había librado de caer en manos de los enemigos. De la historieta, nuestro autor saca una doble conclusión: la preeminencia de la sabiduría sobre la fuerza 18, y la indiferencia que aun de ella se hace cuando sale de la boca del humilde.
Probablemente, el v.16 sugirió a Cohelet las constataciones de los versos siguientes. La primera hace un elogio de las palabras del sabio, que, pronunciadas con esa gravedad que suele caracterizarle, ejercen sobre el auditorio un impacto mayor que las voces estentóreas de quien pretendiese con ellas imponer orden en una aglomeración de necios. La segunda es una conclusión directa de la anécdota anteriormente referida y doctrina común de los sabios. La tercera, que indica el mal tan grande que un error puede traer consigo, halla en las páginas bíblicas numerosas confirmaciones, comenzando por el que dio origen a todos los demás, la desobediencia de nuestros primeros padres en el paraíso. Cohelet tendría con frecuencia en su mente la conducta de Roboam, que, con desatender el consejo de los ancianos y seguir el de los jóvenes inexpertos, dio origen a la división del reino salomónico 19. La estúpida incompetencia de un hombre hace a veces fracasar brillantes planes trazados por una mano sabia y prudente.

1 Schürer, Geschichte des Jüdischen Volkes im Zeitalter Jesu Christi (Leipzig 1909 4.a ed.) p.663. – 2 Mt 5:34. – 3 Los justos no pueden tener certeza, absoluta de su estado de gracia, como enseña el concilio Tridentino (s.vi c.9: Dz. 802). Pero la pueden tener moral por la posesión de los frutos del Espíritu Santo, que enumera el apóstol San Pablo, certeza que es tanto mayor cuanto más crece el alma en gracia y buenas obras. – 4 Los judíos dividían los animales en puros e impuros. Solamente los primeros podían comerse y ofrecerse en sacrificio. – 5 Sam 17:43; 2Sa 3:8; 2Sa 9:8; 2Sa 16:9; Mat 15:26; Rev 22:15. – 6 Gen 49:9; Isa 38:13; Lam 3:10; Ose 13:7; Stg 10:6. – 7 1:11; 2:16. – 8 Citado en A Lapide, o.c., p.312. – 9 Gen 41:42; Jue 10:3; Est 8:15; 2Sa 12:20; 2Sa 19:24; Amo 6:6; Sal 23:5; Sab 2:7. Mishna, Semahüth 2:10; Talmud, Chabbath 1143, loma 39b. Horacio, Sat. 5:56-61. – 10 2:24-25; 5J7-I9. – 11 Sal 6:6; 88:4-7.11-13. – 12 Gal 6:10. San Gregorio Taumaturgo y después San Jerónimo afirmaron que en los v.7-10 Cohelet hace hablar a un filósofo pagano. Algunos han querido derivarlos de un fragmento parecido que se encuentra en el poema de Gilgamesh (cf. Podechard, o.c., p.414; Barton, o.c., p.162). El contenido de estos versos está plenamente de acuerdo con su tesis sobre la felicidad relativa, por lo que en ellos es claro que habla él. – 13 Eptst. 14. – 14 Isa 65:11. – 15 1Ma 1:14-15; 2Ma 4:9-14. – 16 O.C., p.III-112. – 17 Q.C., p.328. – 18 7:20; Pro 21:22. – 19 1 Re 12.

Fuente: Biblia Comentada

en la mano de Dios. No habrá injusticias en el juicio final de los justos o de los malvados, porque Dios recuerda a unos y a otros con todo detalle.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Ecl 9:1-6 : En tono claramente conclusivo, Cohélet saca consecuencias de sus reflexiones precedentes, mientras se hace más fuerte y determinante el espectro de la muerte, que obliga a replantear toda la vigente escala de valores. La perspectiva de un “destino común” es el límite ante el que se estrellan todas las ilusiones y distinciones humanas entre sabiduría y necedad, justicia e injusticia, religiosidad e impiedad (Ecl 9:2).

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Pro 16:1; Pro 16:9; Pro 19:21.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— todo lo tienen delante: A partir de una ligera corrección del hebreo hkl (todo) por hbl (ilusión); la versión griega de los LXX dice: todo les parece vana ilusión (un absurdo).

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

9.2 «Todo acontece de la misma manera a todos» significa que todos moriremos.9.5, 10 Cuando Salomón dice que los muertos no saben nada y que no hay trabajo, ni planificación, ni conocimiento, ni entendimiento en la muerte, no está contrastando la vida con la vida después de la muerte, sino la vida con la muerte. Una vez que usted muere, no puede cambiar lo que ha hecho. La resurrección a una nueva vida después de la muerte era un concepto vago para los creyentes en la época del Antiguo Testamento. Sólo quedó claro después de que Jesús se levantó de los muertos.9.7-10 Considerando las incertidumbres del futuro y la certeza de la muerte, Salomón recomienda disfrutar la vida como un regalo de Dios. Quizá pudo haber estado criticando a quienes posponen todos los placeres por acumular riquezas. Salomón pregunta: «¿De qué valen las riquezas?» Es importante disfrutar de los regalos de Dios mientras podamos, porque el futuro es muy incierto.9.8 Se usaban ropas blancas y ungüento en la cabeza en señal de felicidad y celebración.9.9 Salomón también escribió un proverbio acerca del matrimonio. «El que halla esposa, halla el bien, y alcanza la benevolencia de Jehová» (Pro 18:22). Qué triste es estar casado y no apreciar ni disfrutar el gozo y el compañerismo que Dios nos ha dado.9.10, 11 No es difícil pensar en casos donde el más rápido o el más fuerte no gana, el sabio pasa hambre y los inteligentes no son recompensados con riqueza ni honor. Cuando se ven casos así, la gente dice que la vida es injusta, y tienen razón. El mundo es finito y el pecado ha torcido la vida, haciendo de ella todo lo contrario a lo que es el propósito de Dios. Salomón está tratando de reducir nuestras expectativas. El libro de Proverbios enfatiza cómo sería la vida si todos actuáramos con justicia. Eclesiastés explica lo que sucede a menudo en nuestro mundo imperfecto y pecaminoso. Debemos mantener nuestra perspectiva. No deje que las injusticias de la vida le impidan realizar un trabajo serio y dedicado. Nosotros servimos a Dios, no a la gente (véase Col 3:23).9.13-18 Nuestra sociedad sitúa la riqueza, la belleza física y el éxito por encima de la sabiduría. Sin embargo, la sabiduría es un bien mayor que la fortaleza, a pesar de que con frecuencia las masas no lo reconocen. Aun cuando es más efectiva, no siempre se escucha a la sabiduría, y los sabios con frecuencia pasan desapercibidos. De esta parábola podemos aprender a ser receptivos a la sabiduría, no importa de quien venga.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 361 Ecl 1:17; Ecl 7:25; Ecl 8:16

b 362 Deu 33:3; 1Sa 2:9; Sal 37:5

c 363 Ecl 9:6

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

todas estas cosas. Es decir, los enigmas de la vida (8:16, 17).

justos…sabios. Los justos y los sabios son lo mismo.

hechos. Es decir, hechos efectuados en el servicio a Dios.

en la mano de Dios. Dios lo controla todo y aun los justos y sabios no saben qué esperar de El.

Los hombres no saben. Esta idea ocurre también en los vers. 5, 12; 10:14; 11:2, 5, 6 y es un tema dominante del libro (cp. 5:1; 6:12; 7:14; 8:7).

ni de amor ni de odio. Es decir, aceptación o rechazamiento por Dios (cp. Mal 1:2, 3; Ro 9:13).

Fuente: La Biblia de las Américas

Muchos sucesos están fuera del control humano. Toda circunstancia posible puede sobrevenir al hombre pero ya sea frente al amor (circunstancias felices) o al odio (circunstancias tristes), Dios ha ordenado lo que ha de ocurrir en la vida del hombre.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

Lit., examino

Fuente: La Biblia de las Américas

[3] Mansión de los muertos. Esta es la descripción clásica del mundo inferior donde reina la inactividad.[10] Gal 6, 10.

Fuente: Notas Torres Amat