Comentario de Génesis 4:9 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Entonces Jehovah preguntó a Caín: —¿Dónde está tu hermano Abel? Y respondió: —No sé. ¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?

¿Dónde está Abel tu hermano? Gén 3:9-11; Sal 9:12.

No sé. Gén 37:32; Job 22:13, Job 22:14; Sal 10:13, Sal 10:14; Pro 28:13; Jua 8:44; Hch 5:4-9.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

tu hermano: Las palabras, ponen énfasis al horror de la muerte, que era dentro de la familia. Todas las muertes son «en la familia» ya que todos estamos emparentados en Adán.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? El sarcasmo de Caín se centró en un juego de palabras, basado en que Abel era «guarda» de ovejas. La mentira fue el tercer pecado como resultado de la actitud de Caín de indiferencia a los mandamientos de Dios. El pecado estaba enseñoreándose de él (v. Gén 4:7).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

— ¿dónde está tu hermano?: Nótese el paralelismo entre esta pregunta y la de Gén 3:9. En ambos casos el que recibe la pregunta busca eludir la responsabilidad personal.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

q 165 Sal 10:13; Pro 28:13

r 166 Sal 50:20; Pro 17:17

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

¿Soy yo acaso guardián de mi hermano? El afecto natural entre hermanos se había vuelto en una fría indiferencia, mientras crecía en Caín la tentación del pecado.

Fuente: La Biblia de las Américas

[o] ¿SOY YO EL GUARDIÁN DE MI HERMANO? ¿Acaso Caín no tenía excusas? La leyenda que la Biblia retomó y trastocó lo consideraba el más fuerte y el fundador de un pueblo. Ningún deseo de justicia puede impedir a las leyes de la naturaleza y que triunfe el más fuerte. Siempre ha habido sociedades tranquilas y razas agresivas, en otras palabras, vegetarianos y depredadores. Las invasiones bárbaras de que nos habla la historia fueron ejecutadas por razas conquistadoras que dominan actualmente el mundo. Y es digno de destacarse que después de la cristianización de esos «bárbaros» el Evangelio se haya extendido gracias a aquellos que, por el hecho de ser cristianos, no perdieron su sed de conquista en todos los dominios de la existencia, del deporte y de la ciencia. El liberalismo que impusieron contribuyó a acelerar la unificación del mundo, lo que encaja muy bien en el plan de Dios, pero eso se hizo en general destruyendo irremediablemente las culturas y los espacios de humanidad que los demás habían construído pacientemente. Se ha comprobado la debilidad de la beneficencia organizada y el mal uso que se puede hacer de cualquier protección. Pero la desigualdad cada vez mayor entre una minoría de ricos y una multitud inconmensurable de pobres, vuelve a poner en el tapete la cuestión de los medios legítimos y de las libertades destructivas. También los profetas tuvieron que enfrentarse con situaciones parecidas cuando el reino de Israel vio cómo una minoría de ricos acaparaba, a veces legalmente, las tierras (Is 10,1-4; Mi 2,1-10). Sin duda hoy en día es más difícil decir quiénes son buenos y quiénes, malos, más aún si los aprovechadores son a menudo aquellos a los que su conciencia cristiana les plantea igual que a Zaqueo la pregunta: «¿Qué has hecho de tu hermano?» Pero en un mundo que se está globalizando, nadie ha logrado aún formular soluciones. El evangelio proclamado, vivido de cara al mundo o, en secreto, hará que ciertamente surjan profetas, revoluciones morales.

Fuente: Notas de la Biblia Latinoamericana