Un paso gigantesco de indulgencia

“Si se niega a escucharlos, díselo a la iglesia. Y si se niega a escuchar aun a la iglesia, sea para vosotros como gentil y recaudador de impuestos.” (Mateo 18:17)

La peor disciplina que la iglesia está autorizada rendir al peor ofensor es excomunión.

Esto significa que no es bienvenido a ser miembro de la iglesia, ni a participar de la Cena del Señor. Significa que los cristianos lo aman, no como a un hermano, sino como Jesús amó a los pecadores. Jesús dio su vida por ellos, pero los recibió en su grupo de discípulos solo si tomaron su cruz y lo siguieron (Lucas 9:23).

Si esto parece duro depende de con qué lo compares. con. En el Antiguo Testamento (la ley de Dios para el gobierno terrenal que prescribió para Israel), la pena no era la excomunión sino la muerte.

Si tu hermano . . . te seduce en secreto, diciendo: «Vamos y sirvamos a dioses ajenos». . . lo matarás. Tu mano será primero contra él para matarlo, y después la mano de todo el pueblo. (Deuteronomio 13:6–9)

Así que es útil pensar en la disciplina de la iglesia como un paso gigantesco de indulgencia. No matamos a nadie por “servir a otros dioses”. Simplemente decimos: “Si haces eso, no eres parte de nosotros. Pero aun así daremos nuestras vidas por ti.”

De hecho, puede ser útil recordar que al principio todo pecado era un crimen capital. “El día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:17).

Desde entonces hasta ahora, Dios ha sido indulgente. Sería bueno preguntarnos: “¿No saben que la bondad de Dios está destinada a llevarlos al arrepentimiento?” (Romanos 2:4).