Se cuenta la historia de un granjero que un día decidió arar las cuarenta hectáreas del sur en su campo. Sin embargo, su tractor necesitaba aceite, por lo que se dirigió al granero a buscarlo, pero en el camino notó que los cerdos no habían sido alimentados.
Al acercarse al granero, vio un montón de costales que le recordaban que las papas estaban brotando. De camino al hoyo de patatas, pasó junto a la pila de leña y recordó que la estufa de la cocina estaba ardiendo poco y necesitaba leña.
Mientras recogía la leña, vio que una de sus gallinas estaba enferma, así que dejó caer la madera para atender al pollo… y así, distracción tras distracción, llegaron hasta el final del día y todavía no había engrasado el tractor ni arado el sur cuarenta.
Hermanos y amigos, la única forma en que alguna vez “llegaremos al granero” del servicio cristiano es poner nuestras prioridades en orden (Mateo 6:33). El agricultor de la historia anterior no tenía ninguna prioridad, simplemente «se dejó llevar por la corriente» de los acontecimientos que ocurren a su alrededor.
¿Es nuestra vida cristiana alguna vez como este viaje al granero? ¿Alguna vez tenemos grandes visiones de lograr un gran servicio, pero el servicio nunca se realiza? ¿Tenemos demasiadas distracciones, lo que les permite interferir con nuestra meta de ser un siervo productivo en el reino de Dios?
No hay duda de que nuestra vida contiene muchos cerdos para alimentar , leña para cortar y pollos para curar, pero no podemos permitir que se interpongan en nuestro camino de servir a Dios.
Si nos comprometemos a servir a Dios (Josué 24:14-15) ) e ir la “milla extra” (Mateo 5:41), Dios abrirá un camino para que “lleguemos al granero”
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