Alabanza: Habacuc 3 – El Dios de Mi Salvación
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Sermón
Iglesia del Señor, hoy meditaremos en el hermoso y poderoso capítulo 3 de Habacuc, una oración que se eleva como un cántico de fe en medio de la adversidad. Habacuc, al final de su diálogo con Dios, nos enseña que, aunque las circunstancias sean difíciles, podemos encontrar gozo y esperanza en el Dios de nuestra salvación.
1. Un Dios Poderoso y Justo (Habacuc 3:1-15)
Habacuc comienza este capítulo con una oración, recordando la majestad y el poder de Dios. En los versículos 3 al 15, el profeta describe a Dios como un guerrero victorioso, lleno de gloria y fuerza, que interviene en la historia para salvar a Su pueblo. Él recuerda cómo Dios había actuado en el pasado: cómo dividió los mares, hizo temblar la tierra y venció a los enemigos de Israel.
Este relato nos muestra que nuestro Dios no es pasivo ni indiferente. Es un Dios vivo, que interviene con poder para cumplir Su propósito. Pero también es un Dios justo, que traerá juicio sobre los malvados y liberación para los que confían en Él.
Habacuc nos enseña que cuando enfrentamos pruebas, podemos mirar hacia atrás y recordar cómo Dios ha sido fiel y poderoso en nuestra vida. Así como Él fue fiel en el pasado, también lo será en el presente y en el futuro.
2. La Respuesta Humana: Temor Reverente (Habacuc 3:16)
En el versículo 16, Habacuc responde con temor y temblor al considerar la grandeza de Dios y Su justicia. Él dice: «Oí, y se conmovieron mis entrañas; a la voz temblaron mis labios; pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí.»
Este temor no es miedo sin esperanza, sino un temor reverente que reconoce la santidad y soberanía de Dios. Habacuc entiende que el juicio de Dios está por venir, pero también sabe que Dios es fiel para salvar a Su pueblo. Esta actitud de humildad y reverencia es esencial para nosotros hoy. Ante los desafíos y la incertidumbre, debemos reconocer que Dios es soberano y confiar en que Sus planes son justos y buenos.
3. El Gozo en la Salvación de Dios (Habacuc 3:17-19)
El clímax del capítulo llega en los últimos versículos, donde Habacuc proclama una fe inquebrantable:
«Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos; aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación.» (Habacuc 3:17-18)
Habacuc describe una situación de completa devastación económica y social, pero declara que su gozo no depende de las circunstancias. Él se regocija en Dios, no por lo que Dios puede darle, sino porque Dios es su salvación. Este es el corazón del mensaje: nuestra alegría y esperanza deben estar arraigadas en Dios, no en las cosas pasajeras de este mundo.
Habacuc también afirma en el versículo 19: «Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar.» Aquí vemos la confianza de Habacuc en que Dios lo fortalecerá y lo hará caminar en lugares altos, incluso en medio de las pruebas más difíciles. Es una imagen de victoria, de alguien que supera los obstáculos confiando plenamente en el Señor.
4. El Dios de mi Salvación
Queridos hermanos, el capítulo 3 de Habacuc nos llama a confiar en el Dios de nuestra salvación, incluso cuando las circunstancias parecen estar en nuestra contra. Nos recuerda que Dios es poderoso, justo y fiel, y que Su salvación es nuestra mayor esperanza.
Hoy, quizás enfrentemos situaciones de incertidumbre, pérdida o dolor. Pero como Habacuc, podemos elegir regocijarnos en el Señor, porque nuestra confianza no está en lo temporal, sino en el Dios eterno que nunca falla.
Así que recordemos estas palabras: «Aunque la higuera no florezca… con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación.» Que esta sea nuestra declaración de fe en todo momento. Amén.
Pastor Juan Alvarez