v. Ángel, Espíritu, Querubín
Isa 6:2 por encima de él había s; cada uno
Serafín (heb. serâfîm, «seres ardientes [elevados»; plural de sârâf [del verbo sâraf , «arder»], «serpiente», «serafín», «resplandeciente»). Seres celestiales que el profeta Isaías vio en visión delante del trono de Dios (ls. 6:2, 6). Cada uno tenía 6 alas: con un par se cubrían al rostro, con otro los pies, y usaban el 3er par para volar. Oyó que los serafines cantaban: «Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria» (v 3). Cuando confesó su pecado, uno de los serafines tomó un carbón ardiente del altar y con él tocó los labios del profeta para indicar de ese modo la purificación de su iniquidad (vs 5-7). La Biblia no ofrece más información acerca de la identidad de estos seres. El adjetivo sârâf aparece como «ardientes» en Num 21:6, donde se describen las serpientes que invadieron el campamento de los israelitas en el desierto. En el v 8 la «serpiente» que hizo Moisés se llama sârâf, la misma palabra que en Isa 14:29 y 30:6 se traduce por «serpiente voladora» o «que vuela». Puesto que la raíz verbal heb. srf se refiere a algo que arde (Exo 32:20; Lev 13:55; 1Ki 13:2), parecería que cuando la palabra se aplica a una serpiente no se refiere a su forma sino a su ardiente mordedura o a la inflamación que produce, o quizás a su brillantez. Por eso, cuando se la usa para calificar a los seres celestiales que se encuentran delante del trono de Dios, tal vez denote el resplandor que irradian. En Isa_6 la palabra «serafín» puede estar asociada al hecho de que fue un sârâf el instrumento para administrar la purificación simbólica por medio del fuego (vs 6, 7). Las palabras y las actividades de los serafines del cp 6 ponen en evidencia que se trata de seres inteligentes que honran a Dios y le sirven. Si los serafines en realidad tienen 6 alas, o si éste es sólo un detalle simbólico empleado para los efectos de esta visión, es algo que no se sabe con certeza. En la fig 459 aparece un equivalente pagano de un serafín con 6 alas. 459. Serafín de 6 alas sobre una plancha de piedra encontrada en Tell 2alâf .
Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico
†¢íngeles.
Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano
tip, ANGE
ver, QUERUBíN, SERES VIVIENTES
vet, Ser celestial visto por Isaías ante el Señor en Su trono. Cada uno de ellos tenía tres pares de alas: con un par cubría su cara, en muestra de reverencia; con otro cubría sus pies, en muestra de humildad; con el otro par volaba para cumplir su misión. Gesenius y Fürst dan al término «saraf» el significado de «quemar» y «ser exaltado». Dan a los serafines el último significado como «exaltados». Este término aparece sólo en Nm. 21:6; Dt. 8:15, traducido «ardiente»; en Nm. 21:8 se traduce como «serpiente ardiente», mientras que en otros dos pasajes Is. 14:29 y 30:6, se traduce «serpiente voladora». En Is. 6:2-7 (en forma plural), los «seraphim» son seres exaltados, pero las únicas acciones que se registran son que uno de ellos sacó un carbón ardiendo del altar y, tocando con él la boca del profeta, dijo: «es quitada tu culpa, y limpio tu pecado». Clamaban uno a otro: «Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.» La distinción entre querubín y serafín parece ser que, en tanto que éstos dan testimonio de la santidad de Dios (esto es, de Su naturaleza), aquellos exhiben los principios de Su justo gobierno sobre la tierra. Los «seres vivientes» de Ap. 4 combinan las características de querubín y serafín. (Véanse QUERUBíN, SERES VIVIENTES.)
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado
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Angel de la categoría superior, cuya misión es estás cerca de la divinidad. La etimología hebrea de «saraf» (arder, quemar) está en la base de la denominación que Isaías (Is.6.2) da a los seres de seis alas que están en adoración ardiente ante el Altísimo. El apócrifo precristiano llamado «Libro de Henoc» habla de los serafines junto a los querubines
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa
Fuente: Diccionario de Teología
Nombre plural masculino en hebreo que designa a una clase especial de seres celestiales sirvientes en la corte de Yahveh.
En las Sagradas Escrituras se mencionan claramente estos seres angelicales en la descripción que hace Isaías de su llamada al oficio profético (Is. 6,2 ss.). En una visión de profundo contenido espiritual, que se le concedió en el Templo, Isaías contempló las realidades invisibles simbolizadas por las formas exteriores de la morada de Yahveh, su altar, sus ministros, etc. Mientras observaba ante el patio del sacerdote, se levantó delante de él una augusta visión de Yahveh sentado en su trono de gloria. A cada lado del trono se ubicaban misteriosos guardianes, cada uno con seis alas: con un par aleteaban, con otro par se cubrían la faz y con el otro par se cubrían los pies, ahora desnudos, como conviene para el servicio sacerdotal en la presencia del Todopoderoso. Sus más altos servidores, estaban allí a su servicio y para proclamar su gloria, y se gritaban uno al otro: “Santo, santo, santo es el Señor, Yahveh Sebaot; llena está toda la tierra de su gloria”. Estos eran los serafines, uno de los cuales voló hacia Isaías con una brasa que tomó del altar, y con la que tocó y purificó los labios del profeta que desde entonces estarían consagrados a las declaraciones de la inspiración.
Esta es, en substancia, la visión simbólica de Isaías, a partir de la cual se puede inferir todo lo que las Sagradas Escrituras revelan sobre los serafines. Aunque se les describe bajo forma humana con caras, manos y pies (Is. 6,2.6), sin duda son seres espirituales existentes que corresponden a su nombre, y no simplemente representaciones simbólicas como afirman a menudo los eruditos protestantes. Su número es considerable, ya que aparecen alrededor del trono celestial en un doble coro y el volumen de sus voces es tal que los sonidos hacen temblar los cimientos del palacio.
Son diferentes de los querubines que cargan u ocultan a Dios y muestran la presencia de su gloria en el santuario terrestre, mientras que los serafines están ante Dios como sus servidores que ofician en la corte celestial. Su nombre también, seraphim, los distingue de los querubines, aunque es declaradamente difícil encontrar un pasaje en las Escrituras donde se mencione una clara concepción de su significado preciso.
El nombre se deriva a menudo del verbo hebreo saraph (“consumirse con fuego”) y esta etimología es muy probable, ya que está de acuerdo con Is. 6,6, donde uno de los serafines es representado llevando fuego celestial del altar para purificar los labios del profeta. Muchos académicos prefieren derivar el nombre del nombre hebreo saraph “una serpiente ígnea y voladora”, mencionada en Núm. 21,6; Is. 14,29, y la imagen de bronce que estaba en el Templo en tiempos de Isaías (2 Rey. 18,4); pero es evidente que en la descripción de los serafines que da Isaías no hay rastros de tal serpentina. Aún menos probables son las opiniones propuestas por ciertos críticos que relacionan los serafines bíblicos con el Sharrapu babilónico, un nombre para Nergal, el dios-fuego, o con el grifo egipcio (séref) que Beni-Hassan coloca como guardianes de tumbas.
Los serafines son mencionados al menos en dos ocasiones en el Libro de Henoc (LXI, 10; LXXI, 7) junto con, y de manera distintiva, al querubín. En la teología cristiana, el serafín junto al querubín, ocupan el más alto rango en la jerarquía celestial (vea querubín), mientras que en la liturgia (Te Deum; prefacio de la Misa) se representan repitiendo el Trisagion exactamente como en Isaías 6.
Bibliografía: Comentarios sobre Isaías: KNABENBAUER (París, 1887); DELITSCH (tr. Edimburgo, 1890); DURM (Gottingen, 1892); SKINNER (Cambridge, 1896); MARTI (Tubinga, 1900); CONDAMIN (París, 1905). Theology of the Old Testament: OEHLER (tr. Nueva York, 1883); DILLMANN-KITTEL (Leipzig, 1895); SCHULTZ (tr. Edimburgo, 1898).
Fuente: Gigot, Francis. «Seraphim.» The Catholic Encyclopedia. Vol. 13. New York: Robert Appleton Company, 1912.
http://www.newadvent.org/cathen/13725b.htm
Traducido por Giovanni E. Reyes. rc
Fuente: Enciclopedia Católica