Exo 34:22; Deu 16:10 celebrarás la fiesta de las s, la
Dan 9:24 setenta s están determinadas sobre tu
Dan 9:25 desde .. habrá siete s, y sesenta y dos s
Semana (heb. shâbûa). Ciclo de 7 días que culmina con el sábado. La semana, a diferencia del día, del año o del mes, no es una medida 1075 natural del tiempo. Fue establecida divinamente, primero por el hecho de que Dios descansó durante el 7º día, el sábado, al terminar la creación, y lo santificó (Gen 2:1-3); después, mediante el milagro del maná (Exo 16:15-27); y finalmente, por el 4º mandamiento que se encontraba en las tablas de piedra dadas por el Señor en el Sinaí (20:8-11), escritas por su propio dedo (Exo 31:18). Durante 40 años la aparición del maná cada día excepto «el santo día de reposo [sábado]» (16:23) les indicaba a los hebreos cuál era la semana. Los patriarcas estaban informados acerca de ella (Gen 29:27, 28; cf 7:10; 8:10, 12), aunque posiblemente cayó en el olvido en gran medida durante el período de esclavitud en Egipto. A partir del Sinaí no hubo cómo perder la cuenta del ciclo semanal; inclusive, después que el maná dejó de caer, los servicios del santuario, con sus ofrendas especiales de los sábados (Num 28:9, 10) y el cambio de los panes de la proposición cada semana (Lev 24:5-9), contribuyeron a conservar su cómputo. El pueblo hebreo preservó la semana durante todos los siglos mediante su observancia del sábado. Jesús mismo guardó el sábado y se declaró Señor de él (Mar 2:28), y sus seguidores «descansaron el día de reposo [sábado] conforme al mandamiento» (Luk 23:56) en el día que precedía al «primer día de la semana» (24:1). Nosotros heredamos la semana bíblica de los judíos. Hay quienes han sostenido que ciertos tabúes babilónicos, que caían en los días 7º y 14º del mes, indicarían el origen babilónico de la semana, pero no se trataban de ciclos continuos de 7 días. Los griegos dividían el mes en períodos de 10 días, y los romanos tenían un ciclo de 8 días, que se caracterizaba por ser cada 8º día, día de mercado. Pero los paganos no llegaron a tener una semana de 7 días hasta que se desarrolló la semana planetario, a partir de la astrología caldea en el período helenístico, que transcurrió entre el AT y el NT. En él, los días de la semana recibieron los nombres de los 7 planetas (es decir, de los 5 visibles, más el Sol y la Luna). La explicación generalmente más aceptada de por qué se le dieron esos nombres a los días de la semana (dada por Dión Casio, c 200 d.C.) es que los planetas regían sucesivamente las horas del día en su supuesto orden astronómico, comenzando con el más lejano: Saturno, Júpiter, Marte, Sol, Venus, Mercurio, Luna. El día de Saturno era aquel en el que la 1ª hora la regía Saturno; la 2ª le correspondía a Júpiter, y así sucesivamente. Saturno regía de nuevo en las horas 8ª, 15ª y 22ª, y a continuación Marte en la hora 24ª. Por tanto, la 1ª hora del siguiente día le correspondía al Sol; de ahí que al día de Saturno le siguiera el día del Sol, y así sucesivamente. La secuencia de los días era entonces la siguiente: Saturno, Sol, Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus. La semana astrológica, usada en Italia extraoficialmente desde los días de Augusto, se difundió pronto por todo el imperio junto con el mitraísmo, un culto al Sol de origen oriental que llegó a gozar de mucha popularidad entre los soldados romanos. Según Cumont, para los adoradores de Mitra «cada día de la semana se invocaba un planeta en un lugar determinado de la cripta, al cual estaba consagrado el día; y el día del Sol [domingo], sobre el cual presidía este astro, era especialmente sagrado». Por 1ª vez se le dio reconocimiento legal a la semana en el calendario civil romano cuando Constantino, el 1er emperador «cristiano», le añadió a la idea pagana de un día dedicado al Sol el concepto cristiano de un día de reposo semanal; por esta razón promulgó leyes para imponer el descanso en domingo, «el venerable día del Sol». Los nombres astrológicos romanos de los días de la semana todavía perduran en los idiomas europeos derivados del latín. Al ser reemplazados por los nombres de las divinidades germánicas equivalentes, aparecen en esa forma en las lenguas de origen germánico, como ser el inglés y el alemán. El uso de la semana se ha difundido hasta las naciones más lejanas del mundo gracias a la actividad de los misioneros y la adopción del calendario juliano-gregoriano para realizar transacciones comerciales con Occidente. El presente ciclo semanal se ha conservado, sin interrupción alguna, desde el s 1 d.C. Muchos suponen erróneamente que el «cómputo del tiempo se perdió» como consecuencia de los cambios introducidos en el calendario, pero sólo ha habido una revisión desde que Julio César instituyó nuestro calendario en el 45 a.C. El año juliano tenía un promedio de 365 días más 1/4, que sumaba 1 día cada 4 años (lo que daba 366 días para ese año). Pero los astrónomos de César calcularon mal la duración del año, y le dieron un exceso de 11 minutos, de manera que cada 4 siglos había 3 años bisiestos de sobra, y 3 días de diferencia con el verdadero comienzo de las estaciones. Por el 1500, el equinoccio de primavera caía en el hemisferio norte el 11 de marzo. Los papas estaban preocupados por la semana santa, que en el 325 d.C. se había fijado tomando en cuenta el 21 de marzo como fecha del equinoccio. Con el fin de restaurar la Semana 1076 Santa a la fecha en que había caído en el 325, el papa Gregorio XIII, con el asesoramiento de algunos astrónomos, decretó en 1582 que el día siguiente al 4 de octubre no fuera 5 sino 15, e hizo provisión para que hubiera menos años bisiestos en el futuro, con el fin de impedir que el calendario continuara desajustándose. Los 10 días que se pasaron por alto no se perdieron, porque ya habían sido usados como días bisiestos con anterioridad. Inglaterra y sus colonias no aceptaron esta revisión del calendario hasta 1752, cuando el error ya había alcanzado los 11 días. Otros países lo adoptaron en otros momentos, pero los días de la semana, en todos estos casos, conservaron la misma secuencia. La reforma del calendario cambió el día del mes, no el de la semana. La The Catholic Encyclopedia dice lo siguiente acerca de la revisión del papa Gregorio: «Hay que tomar en cuenta que durante la era cristiana nunca se ha interrumpido el orden de los días de la semana. Por lo tanto, cuando Gregorio XIII reformó el calendario en 1582, el jueves 4 de octubre fue seguido por el viernes 15 de octubre. Por eso mismo en Inglaterra, en 1752, al miércoles 2 de septiembre le siguió el jueves 14 de septiembre». Bib.: Dión Casio, Roman History [Historia romana] xxvii.19; cf cp 16, donde Dión equipara el sábado de los judíos con el día de Saturno; Franz Cumont, The Mysteries of Mithra [Los misterios de Mitra], p 167; The Catholic Encyclopedia [Enciclopedia católica], artículo «Chronology» [Cronología], 3:740.
Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico
ver CALENDARIO
Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano
(7 días).
Ver «Día», «Horas». «Domingo».
Diccionario Bíblico Cristiano
Dr. J. Dominguez
http://biblia.com/diccionario/
Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano
Conjunto de siete días. Los hebreos lo usaban como unidad de tiempo desde épocas inmemoriales. Así, el relato de la creación es presentado como hecho durante una s., terminando en el día séptimo: †œY bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación† (Gen 2:3). Los meses se contaban según las fases de la luna, pero la s. no atendía a ellas. Los hebreos tomaron de los caldeos la costumbre de dividir el tiempo en s. Los caldeos utilizaban el nombre de un dios para cada día de la s., pero los hebreos simplemente los numeraban. Los romanos también usaban el nombre de un dios para cada día: el de la Luna (lunes); el de Marte (martes); el de Mercurio (miércoles); el de Júpiter (jueves); el de Venus (viernes); el de Saturno, se conserva en inglés †œsaturday†, en español se usa sábado, tomado directamente del shabat hebreo; y el del Sol, en inglés †œsunday†, en español †œdomingo†, que viene del latín dominus die, día del Señor. Los cristianos no usaban esos nombres, sino que llamaban ordinalmente a los días †œprimera feria†, †œsegunda feria†, etcétera, como todavía se hace en portugués. En seis días se trabajaba y en el séptimo se descansaba, lo cual quedó instituido en la ley (Exo 20:8-11). Pero la costumbre del sábado es anterior (Exo 16:23-25). En el AT no se conocía ninguna actividad religiosa especial en el primer día de la s., cosa que aparece en el NT (Mat 28:1; Mar 16:2, Mar 16:9; Luc 24:1; Jua 20:1, Jua 20:19; Hch 20:7; 1Co 16:2). †¢Día del Señor. †¢Sábado.
Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano
tip, LEYE CALE
ver, TIEMPO, JUBILEO
vet, (a) SEMANA. La división del tiempo en períodos de siete días es extremadamente antigua. La cifra de «siete días» se halla en el relato de la creación (Gn. 2:1-3) y vuelve a aparecer en el del Diluvio (Gn. 7:4,10; 8:10, 12). En la época de Labán y Jacob, entre los sirios de Mesopotamia, se celebraban fiestas nupciales de siete días (Gn. 29:27, 28); lo mismo sucedía en Filistea en la época de Sansón (Jue. 14:12, 17). También los funerales duraban siete días (Gn. 50:10; 1 S. 31:13). Sin embargo, la semana propiamente dicha no fue establecida por Dios hasta el éxodo. Se menciona a propósito de la institución de la Pascua y de la fiesta de los panes sin levadura (Ex. 12:15; 13:6-17); con todo, el momento en que queda solemnemente instituida es en la promulgación del Decálogo: «Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios» (Ex. 20:9-10). (Véase SíBADO.) Desde aquel entonces figura con frecuencia el ciclo de siete días en las ordenanzas de la Ley (cfr. Ex. 22:30; 29:30, 35, 37; Lv. 12:2, 5; 13:5; 14:8; 15:28; 23:15, 42; Nm. 19:11; Dt. 16:9-10, 13, etc.). No obstante, se puede decir que se contaba más por días que por semanas, como entre los griegos y romanos (cfr. Lv. 12:4-5). La semana y los nombres de los días hicieron una aparición tardía en Roma, que seguía un ciclo de ocho días; en cambio, los griegos dividían el mes en tres partes. En la época de la construcción de las pirámides, los egipcios practicaban la división del tiempo en períodos de diez días. Cada uno de ellos comenzaba al levantarse cada una de las 36 constelaciones. El año egipcio contaba con 360 días. En el siglo II d.C., Dion Casio, célebre historiador, declara que el uso de la semana de siete días, de reciente introducción, se expandía por todo el imperio romano. Los cristianos consagraban en domingo, primer día de la semana. Los paganos dieron a los siete días de la semana hebrea los nombres de los planetas, siguiendo la usanza babilónica. Los cristianos no pudieron evitar el uso de estos nombres, pero dieron al primer día de la semana el nombre de «día del Señor» (domingo) en lugar del pagano «día del Sol» (cfr. el nombre inglés «Sunday» y el alemán «Sonntag»). El término hebreo «shabua'», división septenaria, semana, no designaba solamente siete días, sino también un ciclo de siete años (cfr. el empleo del término «docena»). La celebración del año sabático tendía a expandir esta designación a los años. Se admite de manera general que Daniel emplea «shabuã» (semana) para indicar «período de siete años» (Dn. 9:24-27; cfr. Lv. 25:8). Las setenta semanas de Dn. 9:24 son semanas de años, sumando 490 años (véase DANIEL [LIBRO DE]). Véase TIEMPO. (b) SEMANA DE Aí‘OS. Período de siete años, el último de los cuales era el año sabático, en el que se debía dejar reposar la tierra (Ex. 23:10, 11), en patente paralelismo con la semana de días (Ex. 23:12). El ciclo de siete semanas de años culminaba con el año quincuagésimo, o jubileo (véase JUBILEO). La ordenanza sabática no fue observada en Israel, por lo que Dios cumplió la maldición de Lv. 26:31-35 ss. (Cfr. 2 Cr. 25:21).
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado
Si bien siguen siendo oscuros sus orígenes, la existencia de la semana está atestiguada desde antiguo en el calendario hebreo. Es posible que la semana naciera como fracción del mes lunar, en relación con las cuatro fases de la luna. Con el tiempo, la semana se independizó del ciclo mensual e incluso anual y formó por sí sola una unidad independiente. Exceptuando el sábado (Mt 28,1; Mc 16,2.9; Lc 18,12; 24,1; Jn 20,1.19), los demás días de la semana carecían de nombre propio y se los designaba simplemente con el número ordinal. Partiendo del día siguiente al sábado, se decía primer día, segundo día, tercer día, etc., de la semana. Más tarde, al día sexto se llamó «parasceve» o preparación del sábado (Mt 27,62; Mc 15,42; Lc 23,54; Jn 19,14.31.42).
E. M. N.
FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001
Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret
La palabra hebrea †œsemana† (scha·vú·a`) significa literalmente una unidad o período séptuplo. La palabra griega sáb·ba·ton, a su vez, se deriva del vocablo hebreo para sábado (schab·báth).
El contar los días en ciclos de siete se remonta a los comienzos de la historia del hombre. El precedente para tal división del tiempo lo puso Jehová Dios, al dividir su período de trabajo creativo en seis días o unidades de tiempo, coronados por un séptimo día de descanso. (Gé 2:2, 3.) Después de esto, la siguiente referencia a un ciclo de siete días se menciona con relación a Noé en el tiempo del Diluvio, pero nada se dice acerca de un día séptimo de descanso. (Gé 7:4, 10; 8:10, 12.) En Padán-aram y en Filistea se observaban períodos de siete días en relación con las bodas. (Gé 29:27, 28; Jue 14:12, 17.) También se observó un período de siete días en el funeral de Jacob. (Gé 50:10.) Sin embargo, el registro bíblico no indica que estos períodos de siete días se ajustaran a una estructura semanal, empezando regularmente con un día específico seguido de otros períodos comparables de siete días. En el caso de algunos pueblos antiguos, los ciclos de siete días estaban gobernados por las cuatro fases de la luna, y empezaban de nuevo con cada luna nueva. Como un mes lunar dura veintinueve o treinta días, no sería posible contar ciclos completos consecutivos de siete días.
En Génesis 24:55 aparece una referencia temprana a un período de diez días. En el antiguo Egipto el tiempo se dividía en ciclos de diez días (tres de ellos cada mes), y, como es natural, los israelitas se familiarizaron con esta división durante su larga estancia en Egipto.
Bajo la Ley. Junto con las instrucciones sobre la Pascua, por primera vez hallamos una orden divina que requería la observancia de un período específico de siete días. Este período fue la fiesta anual de las tortas no fermentadas que después celebraron los israelitas a continuación de la Pascua. Tanto el primer día como el séptimo o último tenían que ser días de descanso. (Ex 12:14-20; 13:6-10.)
Instauración del día del sábado. Sin embargo, después de la inauguración de esta semana especial, durante aproximadamente el primer mes del éxodo de los israelitas de Egipto, no se hace mención de ninguna observancia semanal que finalizara con un séptimo día de descanso. Pero después del día quince del segundo mes de su salida de Egipto, Jehová comenzó a proveer el maná, y dio por primera vez instrucciones respecto a que se observara regularmente el sábado cada siete días. (Ex 16:1, 4, 5, 22-30.) Tal observancia del sábado resultó en una división semanal de días consecutiva, sin relación alguna con los meses lunares. A este respecto, Dios formuló más tarde un decreto incluido en el pacto de la Ley dado a la nación de Israel mediante Moisés. (Ex 20:8-11; Dt 5:12-15.)
Períodos de fiesta. Por supuesto, había ciertos períodos de fiesta estipulados en la Ley que duraban siete días y que no empezaban o terminaban necesariamente a la par con la semana normal encabezada por el sábado. Empezaban en un día señalado del mes lunar, de modo que cada año el día inicial caía en un día diferente de la semana. Este era el caso de la fiesta de las tortas no fermentadas, que iba después de la Pascua y se celebraba del 15 al 21 de Nisán, y de la fiesta de las cabañas, que se celebraba del 15 al 21 de Etanim. La fiesta de las semanas, o Pentecostés, también se basaba en un cálculo de siete semanas más un día, pero las siete semanas se empezaban a contar el 16 de Nisán, por lo que no siempre coincidían con las semanas normales que terminaban en un sábado. (Ex 12:2, 6, 14-20; Le 23:5-7, 15, 16; Dt 16:9, 10, 13.)
Los días de la semana no recibían nombre, sino que simplemente eran designados por número, salvo el séptimo día, al que se llamó †œsábado†. (Ex 20:8.) En los días de Jesús y sus apóstoles todavía se seguía ese método, si bien a la víspera del sábado se la llegó a llamar el día de la †œPreparación†. (Mt 28:1; Hch 20:7; Mr 15:42; Jn 19:31.)
Períodos de siete días y de siete años. Debido a la importancia que el pacto de la Ley concedía al sábado, es decir, el séptimo día, la palabra †œsábado† se utilizaba comúnmente para representar toda la semana de siete días. (Le 23:15, 16.) También se utilizaba para referirse al séptimo año, que era un año sabático de descanso para la tierra. Y también representaba todo el período de siete años o la semana de años que finalizaba en un año sabático. (Le 25:2-8.) La Misná judía utiliza las expresiones †œaño séptimo† y †œseptenio† [literalmente, †œsemana de años†] en diversas ocasiones. (Shebiit 4:7-9; Sanhedrin 5:1; véase SETENTA SEMANAS [Una profecía mesiánica].)
Fuente: Diccionario de la Biblia
shabuí†a> ([‘Wbv; , 7620), «semana». Este sustantivo se encuentra unas 20 veces en hebreo bíblico. En Gen 29:27 se refiere a una «semana» entera de ayuno. Exo 34:22 habla de un festival especial del calendario religioso de Israel: «También celebrarás la fiesta de las semanas [«Pentecostés» rva], la de las primicias de la siega del trigo, y la fiesta de la cosecha a la salida del año». En Lev 12:5 (rva) el término aparece con un doble sufijo para indicar un período de dos semanas: «Si da a luz una hija, será considerada impura y permanecerá aislada durante dos semanas».
Fuente: Diccionario Vine Antiguo Testamento
sabbaton (savbbaton, 4521), se utiliza: (a) en el plural en la frase «el primer día de la semana» (Mat 28:1; Mc 16.2,9; Luk 24:1; Joh 20:1,19; 20.7; 1Co 16:2). Literal e idiomáticamente es «uno de sábados», significando «el primer día después del sábado»; de ahí la traducción «primer día de la semana». Véase UNO, A, (5); (b) en singular (Luk 18:12 «dos veces a la semana»), esto es, dos veces en los días que seguían al sábado o día de reposo. Véanse DíA DE REPOSO.
Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento
1. La semana en la vida social y en la liturgia. Es un problema difícil el del origen de la semana. Estrechamente ligada con el sábado y quizá con el ciclo lunar, asumió desde el principio por esta razón un específico carácter religioso que la distingue netamente de los períodos de siete días atestiguados en otras par-tes en el Oriente Medio (cf. Gén 8, 10 y el poema babilónico de Guilgamel; Gén 29,27; Jue 14,12; 2Re 3, 9). Probablemente anterior a la legislación mosaica, tiene un lugar importante ya en los textos más antiguos (Ex 20;8ss; 23,12; 34,21). Así Dios da a su pueblo el ritmo de su *trabajo y de su *reposo.
La semana tiene una función importante en las costumbres y en las prácticas religiosas del AT. Las *fiestas de los ázimos y de los tabernáculos duran una semana (Dt 16,4; Lev 23,8.34). *Pentecostés, o fiesta de las semanas, tiene lugar siete semanas después del sábado de pascua (Ex 34,22; Lev 23,15). Además, después del exilio, sacerdotes y levitas se re-partían por turno las semanas en el templo para desempeñar en él el ser-vicio cultual. Al lado del calendario que se hizo oficial y fue conservado por los cristianos, otro calendario sacerdotal arcaico armonizaba el año solar de 364 días con un ciclo completo de 52 semanas.
Cada semana de años terminaba con un año sabático, en el que se debía dejar en libertad a los esclavos y a los deudores y hacer descansar la tierra (Ex 21,2; 23,10ss; Dt 15, lss; Lev 25,3s). Al cabo de siete semanas de años estaba previsto un año jubilar, año de manumisión por excelencia (Lev 25,8…). La profecía de las setenta semanas (Dan 9,24), que anuncia la manumisión final de Israel, está construida a base de la cifra convencional de diez períodos jubilares, mientras que el texto de Jeremías, que constituye su punto de partida (Jer 25,11s), sitúa la salvación al final de diez períodos sabáticos.
2. Significación teológica. Según la teología sacerdotal, la semana que pone un ritmo en la actividad del hombre tiene por prototipo sagrado la actividad creadora de Dios mismo (Gén 1,1-2,3; Ex 20,9ss; 31,17). Así la ley hebdomadaria se considera como una institución divina de valor universal.
En el NT adquiere la semana un nuevo valor religioso. Ahora ya tiene su principio en el domingo, día del Señor, celebración hebdomadaria de su victoria.
El *trabajo que despliega luego en ella el cristiano se realiza así bajo la guía de Cristo redentor, que domina el tiempo. Pero la semana sigue tendiendo hacia un *día octavo que, más allá del ciclo de las semanas, introducirá al pueblo de Dios en el gran *reposo divino (Heb 4,1-11); el reposo del domingo anuncia ya su venida.
-> Creación – Sábado – Tiempo.
LEON-DUFOUR, Xavier, Vocabulario de Teología Bíblica, Herder, Barcelona, 2001
Fuente: Vocabulario de las Epístolas Paulinas