nombre con se designa, en muchos casos despectivamente, a los habitantes de Samaría, resultado de la mezcla del resto de población aborigen que permaneció en la región con los pueblos extranjeros instalados allí por el soberano asirio Sargón II, 721 a. C., tras la deportación de sus habitantes. De esta mezcla racial y cultural surgió el sincretismo religioso de Samaría, religión yahvista con fuerte influencia de los gentiles. También hay que decir que desde la división del reino, tras la muerte de Salomón, S. estuvo muy influida por las religiones de los pueblos vecinos, desde cuando viene la contradicción entre los de Judá y los de Samaría. Tras la vuelta del destierro en Babilonia, los s. quisieron participar en el reconstrucción del Templo, pero fueron rechazados, por la vieja rivalidad religiosa ya anotada y considerarse impura su religión, Esd 4; y los s. obstruyeron las reconstrucciones del Templo y de las murallas de Jerusalén. Los s. levantaron propio santuario en el monte Garizim, que fue, posteriormente, en época de los asmoneos, destruido por el rey Juan Hircano, en el año 129 a. C. Los s. sólo reconocían la Torá, es decir, el Pentateuco, como único libro sagrado.
En tiempos de Jesús los s. eran objeto de desprecio, y se evitaba el paso por la región, Mt 10, 6; Lc 9, 52-55; Jn 4, 9; 8, 48. Sin embargo Jesús no los excluyó, pues su mensaje era universal. Propuso una parábola, la del buen samaritano, Lc 10, 29-37, con le quiere significar que a pesar de las diferencias religiosas con los judíos, los s. son capaces de caridad y no hay razón para su estigmatización. Esto se corroboró cuando Jesús curó a diez lerposos y sólo uno, el samaritano, se lo agradeció y alabó a Dios, Lc 17, 11-19. Los judíos evitaban el trato con los s., pero J. pasó por alto esta costumbre y se detuvo a conversar en el pozo de Jacob con una mujer samaritana, Jn 4, 4-42. Los apóstoles, siguiendo el ejemplo de Jesús, predicaron la Palabra a los s., Hch 8, 5-25.
Diccionario Bíblico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003
Fuente: Diccionario Bíblico Digital
La palabra puede significar, de acuerdo con el contexto:
( 1 ) Los habitantes de Samaria (la región más bien que la ciudad; p. ej., 2Ki 17:26; Mat 10:5; Luk 9:52; Luk 10:33; Luk 17:16; Joh 4:9, Joh 4:30, Joh 4:40; Act 8:25);
( 2 ) la secta que deriva su nombre de Samaria, un término de desprecio para con los judíos (Joh 8:48);
( 3 ) desde el siglo XVII d. de J.C., †œun buen samaritano† (Luk 10:33) ha significado una persona generosa y desinteresada.
En 721 a. de J.C., Sargón de Asiria destruyó a Samaria. Los recién llegados del norte se casaron con el remanente israelita, y finalmente la población tomó el nombre general de samaritanos. Lo completo de la devastación dejada por la invasión asiria es evidente por la infestación de las bestias salvajes de las cuales se quejaron los inmigrantes (2 Reyes 17). Se desarrolló una religión mixta (2Ki 17:33). Después del regreso de la cautividad, se desarrolló un odio entre los samaritanos y el remanente judío de Esdras y Nehemías.
Confiando en su adoración al Señor desde los días de Esarjadón (Ezr 4:2), los samaritanos buscaron participar en la reconstrucción del templo en Jerusalén, mas se les negó con firmeza. Sanbalat de Samaria fue un serio estorbo para la obra de Nehemías (Neh 2:10, Neh 2:19; Neh 4:6-7). El yerno de Sanbalat era Manasés, nieto del sumo sacerdote judío. La campaña de Nehemías en favor de la pureza racial condujo a la expulsión de este joven de Jerusalén. Por su emigración con una numerosa banda de disidentes judíos hacia Samaria, la desavenencia política y religiosa entre los pueblos se hizo permanente. Manasés persuadió a los samaritanos, de acuerdo con la tradición, a abandonar muchas de sus prácticas idólatras; y con la construcción por Sanbalat de un templo cismático sobre el monte Gerizim para su yerno, la secta de los samaritanos fue establecida. Fue desde ese tiempo también cuando Samaria se convirtió en un refugio para los judíos descontentos, con el consecuente uso de samaritano como un término despectivo para un disidente rebelde (Joh 4:20-21; Joh 8:48).
Fundada como lo fue antes del surgimiento de la gran tradición profética, la religión de los samaritanos estuvo basada sobre el Pentateuco solo. En una Pascua, algunos samaritanos habían entrado y contaminado el lugar santo esparciendo huesos humanos en el pórtico. Los samaritanos fueron después de eso excluidos de los servicios (Josefo, Antig. 18.2.2). Toda la situación narrada en Juan 4 es, por lo tanto, notable: p. ej., la compra de comida en Sicar, la conversación en el pozo de Jacob y la subsiguiente evangelización del área (comparar Act 8:5-25). Ello ilustra la libertad del prejuicio que el cristianismo pudo traer.
Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano
Etnia y grupo religioso de origen israelita. Descendientes de los israelitas del reino del norte radicados en Samaria. Por haberse mezclado con colonos babilonios, los judíos que regresaron de Babilonia los rechazaron. Con el tiempo desarrollaron sus propias prácticas religiosas, aunque en cierta interpretación particular se les considera más apegados a la religiosidad antigua de los israelitas que los descendientes de los deportados a Babilonia. Los deportados eran racialmente más puros, pero se habían criado en otros contextos religiosos.
Los samaritanos representan una muy remota corriente opuesta a la centralización religiosa en Jerusalén, y un estilo de fidelidad al mosaísmo original que les ganó el calificativo de herejes desde la época de la redacción del segundo libro de Reyes en la Biblia. Rechazaban todos los libros del Antiguo Testamento aparte del Pentateuco, celebraban una Pascua anual en el monte Gerizim y se circuncidaban. Edificaron su propio templo en el monte Gerizim.
Una pequeña colonia samaritana, fiel a las creencias de sus antepasados, sobrevive en algunos lugares, sobre todo en Nabulus, la antigua Siquem, en Palestina. Al concederse cierta autonomía a los palestinos, en la década de 1990, la Autoridad Palestina les concedió representación en su asamblea legislativa.
Fuente: Diccionario de Religiones Denominaciones y Sectas
Residentes de Samaria: (Jn.4
Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano
Cuando Sargón II conquistó la capital del Reino del Norte (Israel) trasladó gran parte de su población a Asiria y trajo †œgente de Babilonia, de Cuta, de Ava, de Hamat y de Sefarvaim, y los puso en las ciudades de Samaria†. Estos colonos tuvieron muchas dificultades para adaptarse al nuevo territorio. Los campos estaban desolados y sin cultivar. Fieras, entre ellos †œleones que los mataban† cundían por doquiera. El rey de Asiria fue informado de la situación, que era atribuida al †œDios de aquella tierra†, por lo cual mandó que se enviara a Samaria un sacerdote israelita de los exiliados. Este sacerdote se radicó en Bet-el †œy les enseñó cómo habían de temer a Jehová†. Pero los colonos no abandonaron sus antiguos dioses, lo que dio como resultado un culto mixto, †œtemían a Jehová, y honraban a sus dioses† (2Re 17:23-41). Otro contingente de colonos fue traído en tiempos de †¢Esar-hadón, con los mismos resultados.
Después de la destrucción de Jerusalén y el exilio de los judíos a Babilonia, cuando un grupo de éstos regresó con Zorobabel y comenzaron a reconstruir, los s. se ofrecieron para participar en la obra. Pero los judíos les tenían como enemigos, gente de raza y religión mezclada, y les rechazaron (Esd 4:1-4). Comenzó así una guerra sorda, oponiéndose los s. a la reconstrucción de Jerusalén. Desde entonces se levantó una gran antipatía entre los s. y los judíos. Una expresión del libro apócrifo de Eclesiástico la describe en esta forma: †œHay dos naciones que mi alma detesta, y la tercera ni siquiera es nación: los habitantes de la montaña de Seir, los filisteos y el pueblo necio que mora en Siquem† (Eco 50:27-28). Estos últimos son los s. Cuando vino Nehemías, esa oposición se hizo más fuerte. Los s. estaban encabezados por †¢Sanbalat (una dinastía de gobernantes s. usó ese nombre), que actuaba como gobernador (Neh 2:10).
ó una historia de rivalidad y quejas mutuas. Los s. construyeron un templo sobre el monte Gerizim. Josefo dice que fue en tiempos de Alejandro Magno, pero otros opinan que fue antes, quizás en días de Nehemías. Esto fue otro motivo para aumentar la antipatía mutua, causa de muchas discusiones entre los judíos y los s. Antíoco Epífanes convirtió el templo s. en santuario de Júpiter Hospitalario (2Ma 6:1-2). Pero Juan Hircano conquistó la ciudad de Siquem y destruyó ese templo en el año 128 a.C. Josefo cuenta de una matanza de s. que hizo Pilato en el monte Gerizim cuando muchos de ellos siguieron a un fanático que les prometía enseñarles los vasos del †¢templo que, según decían, habían sido escondidos en el monte. Dice Josefo, además, que los s. sólo se declaraban parientes de los judíos cuando les convenía. Incluso apoyaron a los romanos cuando la famosa rebelión de Barcoquebas.
el Señor Jesús visitó esos lugares, el templo sobre el monte Gerizim estaba destruido, pero seguía la discusión entre judíos y s., resumida en las palabras de la Samaritana: †œNuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar† (Jua 4:20). Pero ya para esa época las creencias de los s. habían quedado más cercanas a las de los judíos, y esperaban la venida de un Mesías, aunque aceptaban solamente las Escrituras del Pentateuco. Todavía en el día de hoy existe en Israel una comunidad que se dice heredera de la religión de los s., que exhiben una †¢Torá, un Pentateuco de gran antigüedad.
Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano
[023]
Grupo humano poblador de Samaría, procedente de la deportación asiria de colonos procedentes de Mesopotamia (de Kuta, Avvá, Jamat (2 Rey. 17.24; Esdr. 4. 2 y 9). Al mezclarse con los habitantes de la tierra racialmente quedaron impuros y religiosamente dominaron sus supersticiones.
Los samaritanos se conservaron a través de los siglos, incluso en la Edad Media. Todavía los pocos que hoy habitan en la región del Garizim conservan un texto bíblico que pretenden presentar como el más antiguo y puro de los textos sagrados. Sin embargo el texto del Pentateuco no es más que un manuscrito del siglo XI o del XII. Con todo la comunidad samaritana conserva sus ritos propios y sus creencias, mezclando un judaísmo primitivo con diversas creencias.
No es seguro que los pocos cientos de actuales samaritanos que se identifican con sus predecesores sean tales y hayan sobrevivido a las diversas destrucciones de la época mahometana y de los tiempos de la Cruzadas. (Ver Evangélicos. Grupos 11)
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa
En las trads. casts. del AT solamente se menciona a los samaritanos en 2 R. 17.29 (°vrv2 “los de Samaria”), pasaje que describe la religión sincretista de los pueblos que el rey de Asiria transportó al reino del N, Israel, para remplazar a la población nativa que fue exiliada después de la caída de Samaria (722/721 a.C.).
Varias razones nos llevan a rechazar de plano la identificación, favorecida por Josefo, y muchos otros después de él, de este grupo con los samaritanos tal como se los conoce por el NT (Mt. 10.5; Lc. 9.52; 10.33; 17.16; Jn. 4.9, 39–40; 8.48; Hch. 8.25), algunos de cuyos descendientes viven actualmente en dos pequeñas comunidades en Nablús y Holón: (i) la voz empleada (haššmrōnı̂m) simplemente significa, según parece, “habitantes de (la ciudad o provincia de) Samaria (šōmrôn)”, que es lo que mejor concuerda con el contexto de 2 R. 17; (ii) no hay pruebas de que los samaritanos posteriores hayan habitado Samaria. Las más antiguas referencias seguras con respecto a ellos, en cambio, indican claramente que su lugar de residencia fue Siquem (Ecl. 50.26; 2 Mac. 5.22s; 6.2; cf. Jn. 4.5s, 20), mientras que una de las fuentes de Josefo los llama “siquemitas” (cf. Ant. 11.340–347; 12.10); (iii) nada de lo que conocemos de la religión y la práctica posteriores de los samaritanos sugiere las influencias paganas de 2 R. 17 o Esd. 4.
Probablemente no se deban buscar los orígenes de los samaritanos, como grupo distintivo, antes del comienzo del período helenístico (fines del ss. IV a.C.), época en la que se reconstruyó Siquem después de un largo período de desolación. Los enemigos de la comunidad judía en el período persa primitivo mencionados por Esdras y Nehemías serían, en consecuencia, algunos de los habitantes de la provincia del N, cuya oposición a la reconstrucción de Jerusalén habría obedecido principalmente a motivos políticos. No debe sorprender que algunos hayan abrazado la fe israelita (Esd. 4.2), ya que el AT dice que no todos los habitantes del antiguo reino del N fueron exiliados en 721 a.C. (2 Cr. 30), y es muy posible que algunos de los recién llegados se hubiesen asimilado a los que quedaron.
No se sabe con precisión qué factores llevaron a repoblar Siquem, y la consiguiente cristalización de la comunidad samaritana. Una sugerencia atractiva es que después de la completa helenización de Samaria, luego de las conquistas de Alejandro Magno, un grupo de puristas religiosos (a los que posiblemente se unieron algunos sacerdotes que por su casamiento con mujeres del N no pudieron seguir residiendo en Jerusalén) decidieron comenzar de nuevo en un lugar en el que les fuera posible practicar su religión sin ser molestados. El hallazgo de más de 200 esqueletos (junto con papiros originados en Samaria) en una remota cueva en Wadi ed-Daliyeh, alrededor de 14 km al N de Jericó, sugiere que quizás otros refugiados no fueron tan afortunados.
De cualquier manera, una vez que la comunidad adquirió identidad propia y se hubo erigido un templo en el
Pero de ninguna manera marcó esto el fin de la fricción. Tomando como base las limitadas fuentes de que disponemos sabemos que entre 6 y 9 d.C. algunos samaritanos esparcieron huesos en el templo de Jerusalén durante la pascua. En 52 d.C. los samaritanos asesinaron a un grupo de peregrinos galileos en En-ganim, aunque en la consiguiente disputa ante Claudio, que siguió a una incursión de represalia de los judíos, la decisión favoreció a estos. Además, los samaritanos sufrieron a manos de los dominadores romanos: en 36 d.C. un fanático samaritano reunió a una multitud en el mte. Gerizim prometiéndoles revelar el misterio de los recipientes sagrados que se creía había ocultado allí Moisés, y muchos de ellos fueron asesinados por Pilato. Un año después de comenzada la guerra judía (66–70 d.C.), un grupo de samaritanos cambió de parecer y se unió a los revoltosos, pero fueron exterminados por Vetuleno Cerealis en el mte. Gerizim.
Como los principales escritos teológicos de los samaritanos (p. ej. Memar Marqah, la liturgia samaritana conocida como el Defter, y cierto número de crónicas) no van más allá del ss. IV d.C., y a menudo son muy posteriores, es casi imposible reconstruir detalladamente sus creencias en el período neotestamentario. Por ello es necesario obrar con cautela cuando se intenta encontrar un fondo distintivamente samaritano en (p. ej.) Jn., Hch. 7, o Hebreos.
Únicamente los cinco libros del Pentateuco en su recensión samaritana (s. II a.C.) se han considerado canónicos, y esto se refleja en su credo, cuyos elementos seguramente datan de tiempos primitivos: la aceptación de un solo Dios, de Moisés el profeta, de la ley, del mte. Gerizim como el lugar establecido por Dios para los sacrificios (lo cual se toma como el décimo mandamiento en el
La actitud de la Misná y el Talmud judíos hacia los samaritanos, como la de Josefo, es ambigua. Esto puede reflejar una actitud favorable que reconoce afinidad esencial, tanto racial como religiosa, con los samaritanos, pero que posteriormente se vio considerablemente influida por la polémica que surgió más tarde, estimulada por el creciente antagonismo y basada en 2 R. 17 y Esd. 4.
Es digno de tener en cuenta, por lo tanto, que el NT casi siempre les es favorable (véanse las refs. anteriores), y que los samaritanos aparecen respondiendo con entusiasmo tanto a Jesús mismo como a la predicación de la iglesia cristiana primitiva.
Bibliografía. L. Arnaldich, “Samaritanos”, °EBDM, t(t). VI, cols. 441–444; F. F. Bruce, Israel y las naciones, 1979, pp. 115–119, 128–131.
Para detalles sobre ediciones de los textos samaritanos y alguna otra bibliografía, cf. J. Macdonald, The Theology of the Samaritans, 1964. Sigue teniendo valor J. A Montgomery, The Samaritans, 1907, reimpreso en 1968. Estudios más recientes incluyen: G. E. Wright, Shechem, 1965, cap(s). 10; J. D. Purvis, The Samaritan Pentateuch and the Origin of the Samaritan Sect, 1968; R. J. Bull, BA 31, 1968, pp. 58–72; H. G. Kippenberg, Garizim und Synagoge, 1971; C. H. H. Scobie,
Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico